Capítulo Único: Con la ira de un padre enojado, solo quedará suplicar piedad
Cariño.
Tal vez el sentimiento más fuerte y confuso que se puede llegar a tener.
Amor.
Lo que sienten los padres cuando tienen a sus pequeños retoños en sus brazos, cuando limpian sus lágrimas, cuando los ven reír, cuando los ven ser felices.
Dolor.
Tan fuerte y abrumador, que consume la racionalidad y deja a los instintos salir a flor de piel. Arrazando con todo lo que tengan en camino hasta que no quede nada y el alma se calme.
Sufrimiento.
Cuando no queda nada que calme el alma herida, cuando no hay un camino ni una luz que ilumine el sendero de las pobres almas en agonía.
Camden, un hombre de piel morena cuyo color de cabello cambiaba cada tanto, logró obtener la posición de un dios para proteger a su mundo. Era conocido por tener mucha calma y perdonar a todos los que se rendían ante él.
Sus hijos son su vida, los ama y los protege, ha jurado protegerlos de todo mal. Su pequeña princesa, Luly, una dulce niña de 7 años con el cabello marrón de tonos rojizos y una sonrisa que iluminaba los días de su padre. Y Rayan, un joven niño de 10 años, aventurero y optimista, con una actitud astuta y gran sentido de responsabilidad que le ayudaba a su padre a llevar las tareas del hogar cuando el trabajo se complicaba.
Camden agradecía tener a sus pequeños a su lado, porqué luego de que su pareja lo dejara no tuvo grandes ideas de qué hacer con su vida, pero tenía dos luceros que cuidar y no se detendría ante nada para protegerlos.
Es cierto, ser padre no era una tarea fácil. Sus hijos se enfermaban, se volvían exquisitos con la comida y a veces eran algo tercos. Pero no fue un problema para él corregirlos y calmarlos.
Su vida, tan triste y solitaria, había cambiado. Los días eran pesados, pero saber que al llegar a casa estaban sus pequeños, jugando o hablando, le daba una calidez en el pecho para poder seguir su vida.
Otro día laboral más llegaba a su fin. Aflojó el agarre de su mochila y abrió la puerta de su casa, entró despacio y cerró con seguro la puerta detrás de él.
― ¡Ya llegué! ― Sonrió levemente al escuchar los pasos apresurados, tan conocidos para él, acercarse peligrosamente hacia su dirección.
― ¡Papá! ― Luly corría con una sonrisa alegre en su rostro, al ver llegar a su padre. Extendió sus brazos y fue cargada por su padre.
― Hola, mi lucero. ― Camden le dio un pequeño beso en la frente a la niña, sonriendo dulcemente, dejando de lado su cansancio para poder pasar un tiempo con su pequeña familia.
― Buenas noches, papá. ― Rayan se acercó y tomó la mochila de su padre, la había dejado caer al suelo para poder tomar en sus brazos a Luly.
― Buenas noches, mijo. ¿Cómo han estado? ― Camden miró con felicidad a sus retoños. Los cuales también reflejaban felicidad de ver a su padre junto a ellos.
― Hemos estado bien. ― Rayan empezó a caminar hacia la sala, siendo seguido por su padre con su hermana en brazos.
― Me alegra escuchar eso. ― Camden dejó en el sofá a su pequeña, revolviéndole el cabello de paso. Olfateó un poco, volteando la mirada a la cocina, el aroma de carne asada llegando a su nariz.
― ¿Qué tal el trabajo, suegrito? Se le nota cansado. ― Un niño de cabello blanco y ojos rosados estaba cocinando la carne.
El niño era un romance no oficial que tenía el hijo de Camden, todos en la casa eran conscientes de que ambos niños de 10 años eran demasiado jóvenes para tener una relación formal, así que solo estaban pasando el tiempo y fortaleciendo el vínculo hasta que se hicieran mayores.
― Cansado, como siempre. Gracias por hacer la comida, Gael. ― Camden aprecia la presencia de Gael en la casa, ayudaba en los quehaceres del hogar mientras que la familia le brindaba un techo, ya que el joven no tiene padres.
― Es un placer ayudarlo. Puede tomar asiento, ya mismo termino. ―
Dicho eso, Camden se retiró a tomar una ducha. Amaba su vida familiar. La vida laboral como Ministro de finanza y embajador, era realmente agotador.
Su pequeña familia era feliz y estable económicamente, de eso se había asegurado. Tal vez no pasaba tanto tiempo en casa, pero ni sus hijos ni Gael presentaban inconvenientes en esperar a su regreso, porqué todo lo hacía por ellos.
La escuela, los eventos, las tutorías, algunos cursos extra. Todo en la educación de los tres niños estaba garantizada por Camden, siempre los motivaba a ser lo mejor y eso era algo que apreciaban y se esforzaban al máximo para poder seguir creciendo.
En la casa nunca pasaron hambre, Camden dejaba comida hecha y a veces dejaba que cocinaran, pero siempre prefirió dejar comida para que puedan calentarla. Gael fue quien se ofreció a cocinar siempre que podía, siendo ayudado por Rayan y Luly de vez en cuando.
En serio la vida le sonrió a Camden, con los integrantes familiares que tuvo.
Los días pasaban, la calma continuaba, no había día en la que Camden no meditara y agradeciera al destino por esta vida plena que le habían dado.
En su mente reinaba la esperanza, de que mantener su mundo a salvo valía la pena.
Tal vez no debió hacerse tantas esperanzas.
Tal vez el dolor no hubiera sido tanto.
¿Qué hizo mal? ¿En qué momento se descuidó? ¿En qué momento dejó sus murallas bajas y entró una entidad peligrosa a su mundo?
Él, como un dios, debía asegurarse de que entidades del espacio no entraran a su planeta, siempre fue cauteloso con eso.
¿Por qué? ¿Cómo pasó esto?
Aunque él conocía la respuesta.
Su misericordia lo llevó a confiarse, le perdonó la vida a un ser espacial y lo ocultó de la otra diosa de su mundo.
Dejó entrar al enemigo.
Los cuerpos sin vida de sus pequeños yacían en el suelo, fríos y cubiertos de su propia sangre y marcas de cortes. Esa entidad lo dejó mal heridos. Y se estaba riendo de ver a el dios aterrado por la vida de esos seres inferiores. Su lanza cubierta de la sangre de los jóvenes, tan fresca y tan pura.
Sin cuestionarlo, cometió un grave error.
― No me lo puedo creer. ¿No decían que "El Dios Misterioso" era fuerte? ― La entidad se rió, disfrutando del llanto del dios. Sujetando del cuello al mismo. Encendiendo la ira del dios.
― ¡¿Por qué te atreviste a lastimarlos?! ¡Ellos no te hicieron nada! ― Camden gritaba, lleno de ira, rencor y tristeza mientras miraba a la entidad.
― Pffft- JAJAJAJAJA. ― La entidad rió divertido, viendo el estado tan vulnerable del dios, encendiendo esa flama en el interior del hombre. ― Porqué sabía que no ibas a hacerme nada mientras mantuviera a tu familia de mi lado. Y ahora míralos. ― Obligó a que el dios mirara hacia el lado de los pequeños, la impotencia lo estaba consumiendo. ― No pudiste defenderlos. ― Tiró lejos a Camden, haciendo que chocara con uno de los edificios de lo que anteriormente era una ciudad prospera.
― Destuiré tu mundo. ― Sonrió de forma sádica la entidad, mirando el cráter dónde estaba Camden. ― Pero primero... ― Volteó su mirada hacia los inconscientes niños. ― Me encargaré de destruir los cuerpos de tus pequeños. ― Sus ojos brillaron mientras se ensachaba su sonrisa, dejando resaltar su lanza, tan oscura como el Black 3.0. Se acercó peligrosamente hacia los niños y blandió la lanza.
Una espada detuvo su ataque. Al mirar quién se atrevió a detenerlo, cruzó su mirada con la de una amenaza creciente, un animal enfurecido. Un padre enojado. Un DIOS ofendido. Un ser con sed de venganza.
El dios empuñaba su espada, con rabia y furia en su agarre. Temblando en esa ira flameante, apretando el mango de su espada con firmeza. Su cuerpo tenso y su mirada penetrante, una forma nueva de ver al calmado dios.
― ¡NO TE ATREVAS! ― El grito de Camden lanzó hacia atrás a la entidad. Tuvo que detenerse clavando la lanza en el piso para evitar estrellarse contra un edificio por el grito del dios.
― J- ― No pudo reírse, no tuvo la oportunidad cuándo el ataque con fuerza fue lanzado hacia él, a duras penas podía bloquear los ataques rápidos y precisos que daba el dios. De vez en cuándo evitaba los zarpasos que le proporcionaba.
Susurros, que cada vez se hacían más altos pero igual de inaudibles, eran soltados por el dios. Aunque él ya no tenía sus ojos, una masa negra cubría por completo esa parte de su rostro, al igual que sus manos con los cuáles formaban garras.
El choque de ambas armas junto a la respiración agitada de la entidad y los gruñidos saliendo de las fauces del dios, cuya expresión facial se asemeja al de un perro enojado. Eso se escuchaba en la ciudad en ruinas.
Se separaron, porqué el dios lo tiró de un choque de armas hacia atrás. La entidad se acercó, girando la lanza para tratar de encestarle un corte al dios pero este lo detuvo con su espada y lo atacó en el estómago con sus garras. La entidad retrocedió, recibiendo para su sorpresa el rasgón en su armadura.
El dios lo atacaba de forma salvaje, su espada y sus garras eran sus armas. La entidad solo podía defenderse, porqué sabía que si bajaba su guardia, intentando contraatacar, sería eliminado de inmediato. En uno de esos golpes, el dios lo tiró hacia atrás, tumbándolo al suelo.
― Maldito. ― Se quejó y solo atinó a levantarse otra vez, para evitar morir desangrado, saltando algo lejos del Dios que intentó darle con su espada, solo logrando rasgar una hombrera de la armadura.
El dios no le dio un respiro, con sus garras perforó el pecho de la armadura de la entidad, perforando sin dificultad alguna. La entidad respondió, perforando con su lanza el hombro del dios, grande fue su sorpresa cuando su lanza se fundió con la piel del celestial.
― La primera vez que los conocí. ― El dios empujó contra el suelo a la entidad. La cual se paró y lanzó varias lanzas hacia el dios, pero este las esquivaba en fragmentos de escenario, así le llamaba a su teletransportación especial. ― Les dije que a los míos no les hicieran nada. ―
El Dios Misterioso y el Mercenario Espacial volvieron a su enfrentamiento, el dios atacaba y bloqueaba los intentos de la entidad por atacarlo, solo notando cómo cada vez más el dios aumentaba su agresividad pero no parecía frenar la intensidad de sus ataques. Su lanza y espada se movían de manera justa para poder contrarrestar el ataque del otro, aunque al dios le daba la ventaja de poder atacarlos y mantener cansado a la entidad.
La energía empezó a faltarle a la entidad, el aire alrededor empezaba a contaminarse de un olor a gasolina junto a otra flor que no lograba decifrar.
Muy tarde se dio cuenta que era su propia energía, saliendo de su cuerpo.
Se percató de eso cuando sus piernas fallaron y tuvo que esquivar, moviendo su cuerpo a un lado, a la espada del dios, imbuída de una energía azul con pequeños rayos negros. La entidad se paró en sus manos y con sus piernas tiró lejos la espada del dios, logró ponerse de pie de un salto y se lanzó a atacar al dios con la poca fuerza que tenía.
Con su lanza trató de perforar o rasgar el cuello o pecho del dios, pero este esquivaba y bloqueaba. Sujetó con fuerza su lanza y la giró en su mano, asestando un corte profundo en el brazo del dios, el cual no se lo tomó a bien y con su garra lastimó el antebrazo izquierdo de la entidad.
La entidad empezó a soltar cortes repetidos que eran bloqueados por el dios, y aunque algunos lograban lastimarlo el dios no se detenía de sus ataques y estas heridas eran cubiertas por la masa negra de su rostro.
La energía terminó de fallarle cuando el dios entre sus golpes logró tumbarlo al suelo, lanzándose sobre él y llamando a su espada, aprisionando debajo de él a la entidad que trató de golpearlo pero sus manos fueron aprisionadas por las del dios.
La espada del dios fue vista por ambos, enfrente del rostro de Camden con su hoja ensangrentada en dirección al pecho de la entidad. La entidad llamó a su lanza para tratar de defenderse, empezando una lucha de dominio mientras la entidad luchaba inútilmente por lograr quitarse de encima al dios.
― No escucharon mi advertencia. ― La espada del dios rompió la lanza con su fuerza y se clavó en el pecho de la entidad, mirándolo a los ojos, la hoja del arma se tiñó de rojo. Sacó su espada de ahí y la volvió a clavar un poco más arriba y un poco más abajo, sacando e incrustando repetidas veces el arma, logrando sacarle gritos y gemidos de dolor del ser espacial.
Su hanfu estaba salpicado de la sucia sangre de la entidad, la cual yacía agonizante, también era un ser inmortal, no era fácil de matar.
Agachó su cabeza hacia la cabeza de la entidad, abrió la boca e incrustó su lengua, como si fuera un arpón, en la frente de la entidad. La entidad gritó desgarradoramente cuando el dios empezó a absorberle su relevancia, eso era lo único que hacía valiosa a alguna entidad en este mundo.
― ¡Piedad! ¡Piedad! ¡Por favor! ¡Detente! ¡Te lo suplico! ― Con todo el dolor de sus pulmones, la entidad gritó desesperada por morir finalmente. ― Prometo no volver a molestarte, déjame ir... ― La entidad miró a los ojos al dios, el cual dejó por un momento de tener esa masa cubriendo ese espacio de su rostro. Esto alivió a la entidad, aunque no le duró mucho.
Unas garras fueron clavadas en el cuello de la entidad, desgarrando su laringe, causando que sintiera la necesidad de toser, solo expulsando más sangre, manchando el rostro del dios.
Siguió, hasta que la entidad dejó de moverse.
― No debiste haberte metido con mi familia. ― El dios miró a un lado, se levantó del cuerpo de la entidad que empezaba a desintegrarse y se acercó rápido a sus pequeños, cuya existencia había sido arrebatada por esa lanza y no había forma de revivirlos.
El dios lloró desconsoladamente sujetando los cuerpos frágiles de sus pequeños, su pequeña familia había sido destruída por la ambición de los celestiales.
El tiempo pasó rápido, o al menos así lo vio el dios. El cementerio estaba calmado y el cielo amenazaba con empezar una fuerte tormenta. Pasó sus manos por las lápidas con los nombres de los integrantes de su pequeña familia. Si tan solo hubiera sido menos compasivo en ese entonces, tal vez estuvieran vivos.
Pero eso ya no iba a suceder más.
Con lagrimas en sus ojos rojos, su cabello con mechones negros y su hanfu decorado con la sangre seca de la entidad, junto a la bufanda de su yerno, quien defendió hasta el final a su familia, pronunció las palabras que harían temblar la realidad misma.
― Quiero muerte a las entidades del espacio. ― Su voz resonó en el mundo, logrando hacer que la tierra se levantara y de las grietas salieran espectros rosas que salieron en un destello de luz hacia el espacio, desapareciendo rápidamente de la vista de todos mientras se cerraba el domo del cielo y todo empezaba a recuperarse.
Su ira iba a ser escuchada por todos. Y nadie se iba a poder salvar de esta.
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Esta historia fue inspirada en la historia Animales de swapfell20 y en la historia Papá Macaque de -Mika-XD (capítulos: final del capítulo Montaña #2, Montaña #3 y Montaña #4).
Este contenido fue hecho con la colaboración de: jalepa34 Me ayudó en la revisión y perfeccionamiento de la pelea.
El personaje de la portada lo hice con una IA, artbreeder.
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