1 "Nobleza obliga"
- claro que si señor Moto, no sabe cuánto se lo agradesco - hablo con emoción la chica.
- bueno, esta decidido, a partir de hoy serás nuestra inquilina - concluyo el abuelo.
- muchas gracias, y gracias tambien a ti Yugi, no sé como pagarte - comentó Anya dandole una hermosa sonrisa, cosa que hizo sonrojar al joven.
- amm...no...no fue nada jeje.
- claro que si lo fue Yugi es más, resolviste mi problema, debe haber algo que pueda hacer por ti y tu abuelo...veamos - la chica hizo una mueca de concentración hasta que le vino una idea a la mente - lo tengo! Que les parece si en agradecimiento les preparo algo de comer?
- vaya, Anya no sabía que cocinaras, pero no tienes que molestarte.
- claro que no me molesta señor Moto, por favor dejenme pagarles un poco toda la amabilidad con la que me trataron.
- esta bien, tu ganas jovencita.
- genial! ...esperen... que hora es? Será mejor que me apresure y vaya al supermercado para comprar todo lo necesario - dijo dando un brinco de su asiento y dirigiendose a la puerta.
- espera Anya, no quieres que te acompañe? - la llamó Yugi.
- no es necesario, pasé por un supermercado antes de toparme contigo y no queda muy lejos, tranquilo - dicho esto salio por la puerta dejando a los 2 presentes algo ansiosos y animados por la hora de comer.
Anya caminaba algo apurada por las calles, si su mente no le fallaba solo faltaban unos pasos hasta llegar a su destino, se alegró al saber que estaba en lo cierto, se encontraba al frente de una pequeña tienda de víveres, el lugar no parecia muy transitado, es más, si no fuera por un auto negro que se encontraba estacionado cerca del lugar todo estaría desierto, sin embargo la muchacha no le prestó mucha atención a esto, asi que se dirigio a la entrada, tal como lo supuso, no había nadie ahí, excepto por el cajero, tomó uno de los carritos de compras y se aventuró por los desiertos pasillos para buscar todos los ingredientes que necesitaría, al cabo de unos minutos logró encontrar todo lo que quería, solo le faltaba un costal de harina, fue rumbo al pasillo correspondiente pero se percato de otra presencia, era un niño de largo cabello negro que aparentemente tenía problemas para alcanzar uno de los sacos de harina, ella se quedó detras del infante y tomo 2 bolsas de harina, captando la atención del pelinegro y haciendolo voltear.
- hola, creo que esto es tuyo - le dijo la chica de manera dulce dandole uno de los costales que había alzado.
- amm...gracias - respondio el niño algo sorprendido.
- no hay de qué, es un poco raro ver a un niño haciendo las compras sabes? De seguro debes ser el hombre de la casa.
- no, de hecho, mi hermano tiene ese puesto, yo solo salí para distraerme un poco.
- ya veo, parece que debes tener un hermano muy ocupado no?
- de hecho si, tu ya deberías saberlo, se llama Seto Kaiba.
- amm...lo siento pero no lo conozco.
- que? En serio?
- no me malinterpretes, soy nueva por aqui, eso es todo - se excuso algo apenada la chica.
- vaya, eso lo explica, verás mi hermano es un hombre de negocios y casi no tiene tiempo para mi - dijo algo triste el chico.
- oye, no digas eso - Anya puso una mano en el hombro del pequeño y se agacho un poco hasta estar casi del tamaño del infante. - ningún hermano esta demasiado ocupado cuando se trata de la familia, a lo mejor tu hermano solo espera terminar su trabajo para pasar mas tiempo contigo.
- tu crees?
- claro.
- tienes razón, gracias.
- de nada, lo siento pero se me esta haciendo tarde, hasta luego - se despidio rumbo al cajero.
- hasta luego - le respondio el pelinegro, no sabía quien era esa chica pero le subió el humor en unos segundo y por ello ya le agradaba.
Una vez que Anya llego a la casa de el señor Moto subió rapidamente las escaleras y se dirigió a la cocina a sacar todo lo que había comprado para el "banquete" que tenía planeado. Pasó una hora, casi se podía saborear el delicioso aroma que salía de la cocina, Yugi y su abuelo se encontraban esperando en la mesa, sus estómagos rugían fuertemente, lo que sea que estuviera cocinando su nueva inquilina de seguro era digno de ser degustado por los dioses. Justo en el momento menos esperado Anya hizo presencia con unos platos de muy buen aspecto, comenzó a acomodar todas las cosas en la mesa, sin duda alguna era un auténtico festín de reyes, cuando terminó de acomodar todos los platos habló:
- espero que lo disfruten, provecho-esbozó una ligera sonrisa.
Los demás presentes no se hicieron esperar, tomarón un poco de cada plato que había, se notaba en sus caras que con cada bocado su boca se deleitaba.
- vaya que buena comida, en serio te felicito Anya-la alabó el señor Moto mientras se servía una segunda porción.
- que bueno que le haya gustado señor Moto, sirvase cuanto guste-apenas termino la oración el abuelo ya iba por su cuarta ración-que me dices tu Yugi?
- en serio esta delicioso, muchas gracias-habló el pequeño con alegría.
- que bueno que les guste, desde pequeña siempre me gustó la cocina.
- bueno, pues un brindis, por esta deliciosa comida y por nuestra nueva inquilina!!-festejó el abuelo siendo seguido por su nieto y Anya.
Continuara...
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