Un comienzo con turbulencias
Una vez más el despertador sonó, ya iban tres veces esa mañana. De mala gana me levanté y fui a la ducha, dejé que las gotas de agua caliente templaran mi piel. Hoy era el día que empezaría una nueva vida fuera de aquí y sin poder mentirme, estaba realmente nerviosa, todo esto era nuevo para mí y no sabía si estaba lista para este cambio.
Hice las maletas preparando todo lo que necesitaría para la residencia durante todo el año y, con la ayuda de mis padres, cargamos todo en el coche.
El camino hasta el aeropuerto era silencioso, nadie decía nada, pero tampoco hacía falta, solo con las expresiones que mostraban nuestros rostros, era suficiente.
Podía escuchar el sonido de la maleta rozando el suelo y las llamadas que se hacían por aquel lugar. Estábamos llegando a la puerta de embarque cuando unos brazos me rodearon desde atrás haciendo que me sobresaltara. Di un pequeño bote y dí un giro de 180 grados, solo para encontrarme con la cara de mi amiga.
— Pensé que llegarías más tarde — dijo ella con entusiasmo. — ¿Lista para irnos?
— Casi — me di la vuelta y le di un último abrazo a mis padres antes de desaparecer por la puerta.
Yo iba detrás de ella sin apresurarme, se notaba que ella al contrario que yo estaba ilusionada, pero a mi no me hacía ninguna gracia dejar atrás todo esto, aunque sea solo por un año — lo cual no era poco —, pero lo que más aborrecía de todo esto, era viajar, lo odiaba con todo lo que tenía y para nuestra mala suerte, no estábamos juntas.
Levanté la vista esperando encontrarme con el jaleo que armaría Hope para poder sentarse por lo menos cerca de mí pero en vez de eso, me encontré con mi acompañante regresando deprisa hacia mí.
— Cámbiame el asiento — demandó ella con las manos juntas y poniendo ojos de corderito.
— ¿Por qué? — solo me hizo falta mirar a quien se iba sentar al lado mío, para comprenderlo todo.
<<¡Atención chicas, buenorro a la vista!>>
— Lo siento, aquí voy yo. — dije pasando por un costado de ella escabullendo de las súplicas de mi amiga.
Llegando a mi sitio vi al chico que estaría a mi lado todo el vuelo y estaba realmente agradecida de que me hubiera tocado con él de acompañante.
Cogí la maleta de mano e intenté colocarla en el altillo con todas mis fuerzas, pero no todo saldría bien, pasó alguien por detrás chocando con mi espalda bruscamente, haciendo que la maleta cayera sobre mí, cerré mis ojos con fuerzas esperando el impacto, pero este nunca llegó, unos brazos me rodearon por la cintura.
— ¿Podrías tener más cuidado? — dijo él todavía conmigo debajo.
— Sí, — dije aturdida — sí lo siento, ha sido un accidente — dije avergonzada agachándome dispuesta a recoger mi maleta.
— Que no haya más — dijo con tono serio.
Cogí mi maleta de mala gana y esta vez con la ayuda de otro pasajero la coloqué de nuevo en su sitio.
Vi a Hope pasando por el pasillo riéndose de mí y yo sin poder hacer nada más, puse los ojos en blanco e intenté entablar una conversación con él para deshacer el mal ambiente.
— Por cierto, me llamo Adara — dije extendiendo la mano, él la miró pero no me devolvió el gesto.
— ¿Te he preguntado? — dijo sin mirarme y poniéndose los cascos.
— ¿Tan difícil te resulta ser un poco más agradable? — dicho eso se quitó los auriculares y me lanzó una mirada incrédula.
— ¿Por qué tendría que serlo?
— ¿Por educación?, pero ni lo intentes, creo que ni siquiera sabrías cómo serlo — él se recostó en su asiento mientras me lanzaba una media sonrisa.
— No te aconsejo tener problemas conmigo pelirroja — antes de que pudiera responderle a esa estupidez, las azafatas empezaron a dar unas explicaciones sobre cómo evacuar y eso me hizo concentrarme en esa voz mientras mis vellos se erizaban por los nervios.
Me puse el cinturón a toda prisa antes de que encendieran el motor, me agarré a los brazos de la silla y miré hacia atrás para buscar el apoyo de Hope, pero esta me hizo una señal para que mirara el teléfono.
HOPE: Estate tranquila, esto solo durará unos segundos. — me aseguró ella.
Resoplé y cerré los ojos, mis oídos estaban taponados y dolían. Se escuchó la voz del piloto por el altavoz del avión, "vamos a despegar en breve, el vuelo durará aproximadamente 2 horas y 35 minutos, espero que disfruten de nuestros servicios y buen viaje", pero justo al tiempo que decía eso el avión ya se estaba moviendo.
Cuando cogió velocidad y dejó de estar en el suelo, me aferré con fuerza al brazo de la persona que estaba a mi lado sin importarme lo más mínimo lo que fuera a pensar de mí.
Hope tenía razón, habían sido solo unos segundos, pero fueron los peores segundos del vuelo.
O eso pensé.
Cuando ya se estabilizó, quité la mano despacio de su brazo y al mirar su piel, ví que le había dejado una pequeña marca.
— No ha sido suficiente con lo de antes, ¿verdad? — dijo antes de que yo me pudiera disculpar.
— Quejica — dije empezando a sonrojarme.
Él levantó las cejas y yo me crucé de brazos sintiendo como si me hiciera más pequeñita cada vez que él me miraba.
— ¿Ahora me vas a ignorar?
— Es que con chicos como tú, no vale la pena gastar mi tiempo — respondí después de despertar del trance en el que me había sumergido.
— ¿Con chicos como yo? ¿Y qué tipo de chico soy según tú? — se puso las manos en la barbilla divertido.
— El tipo de chico al que no le pediría ni la hora. — él solo soltó una risa ronca sin dejar de tenerme con su punto de mira.
Le ignoré e intenté pensar en otra cosa, me giré otra vez para buscar a Hope pero no la encontré, de nuevo.
Con la frustración que tenía, decidí distraerme y ponerme a leer uno de mis libros, era uno de romance, no era el estilo que a la mayoría de gente le gustaba, pero para mí sí, eran los que más me parecían que se asemejaban a la realidad, se enamoran, lloran cuando les duelen las cosas que les ocurren, se alegran experimentan de la misma manera las emociones que nosotros, solo que estas eran situaciones ficticias — lástima que yo no pudiera estar en ellas.
Me acomodé y me puse a escuchar música para desconectar del mundo y no me dí cuenta de que yo no era la única que estaba disfrutando de la historia, Pasé de página pero él me sujetó gentilmente la mano y volvió a la página anterior.
— No he terminado — dijo sin mirarme concentrado en lo que estaba leyendo. Me quedé desconcertada pero no le dije nada.
Cuando acabó de leerla seguimos adelante y estuvimos un buen rato leyendo en silencio, hasta que la escena que había era una que no era para todas las edades y cerré el libro de golpe.
— ¿Qué pasa? — me preguntó él, yo estaba sonrojada hasta las pestañas y lo último que quería compartir con ese extraño era eso — ¿Te da vergüenza?
— No — dije solamente y él se rio, pero no volvió a insistir ni a molestar.
Pasó un tiempo y no nos dirigimos ni una palabra — cosa que en el fondo agradecí, — pero por más que me mantuve ocupada, me acabó entrando sueño, bajé la solapa de la ventanilla para que no me entrara luz para poder descansar y no pensar tanto en la altura a la que estábamos.
De un momento a otro, un brazo pasó por encima de mí, rozando mi pecho y la solapa de la ventana se subió otra vez.
— ¿No ves que la he bajado por algo? — dije mientras la volvía a bajar.
— ¿Y tú no ves que yo no la quiero cerrada? — la volvió a subir.
— Y yo quiero dormir — llevé mi mano hacia la ventanilla, pero antes de que pudiera bajarla, me detuvo cogiéndome de ella.
— ¿Qué te he dicho?, mira pelirroja todavía quedan varias horas de camino y cómo puedes haber notado no me gusta que me lleven la contraria — me miró desafiándome.
— ¿O qué? — le contesté igual que él lo ha hecho antes. No pestañeé mientras le devolvía la mirada, pero al final cedió soltando mi mano y bajé la ventanilla con una sonrisa triunfal.
Cuando miré en su dirección, vi que me estaba observando y tiempo después puso los ojos en blanco y volvió a lo suyo.
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