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Capítulo 30

Inés continuó brindando detalles sobre las opciones médicas y los riesgos asociados. El ambiente en la habitación estaba cargado de tensión y pesar, pero también había un atisbo de esperanza, la esperanza de que Sarisha pudiera superar esta difícil situación con el apoyo de quienes la rodeaban.

Finalmente, después de una exhaustiva explicación por parte de Inés y con la información entre las manos de Sarisha, ella se sumió en un silencio reflexivo. Miró a sus amigas, a la enfermera, y luego a mí, buscando algo en nuestras miradas que la guiara en medio de la tormenta de decisiones.

—¿Puedo tener un momento a solas con Aidan? —preguntó con una voz apenas audible.

Asentimos en silencio, respetando su necesidad de espacio y privacidad. Las chicas salieron de la habitación, y Inés se retiró discretamente, dejándonos solos.

—Lo siento, Aidan, —murmuró Sarisha, desviando la mirada. — Yo...

—No tienes que disculparte, Sarisha. Esto es mucho para procesar, y estaremos aquí, sin importar cuál sea tu decisión. —Me senté a su lado, manteniendo una distancia respetuosa.

Ella dejó escapar un suspiro y se sumió en un mar de pensamientos. La habitación, que antes estaba llena de palabras y explicaciones, ahora estaba envuelta en un silencio que solo se rompía con el suave murmullo de la respiración de Sarisha.

Después de lo que pareció una eternidad, Sarisha levantó la mirada y se encontró con mis ojos. En su expresión, vi una mezcla de determinación y vulnerabilidad.

—No sé qué hacer, Aidan, —confesó. —Esto es... abrumador.

—Lo sé, Sarisha. Pero sea cual sea tu decisión, no estás sola en esto. —Extendí mi mano, ofreciéndole un apoyo silencioso

La observé, su rostro reflejaba un torbellino de emociones que conocía demasiado bien. La carga que recaía sobre ella me recordó a las lágrimas de mujeres que conocí a lo largo de mi vida que, como ella, anhelaban ser madres pero luchaban contra la cruel realidad de la infertilidad. Yo, que había compartido la desesperación y las lágrimas de esas mujeres, entendía la magnitud de lo que estaba experimentando Sarisha.

Era una encrucijada desgarradora. Sabía que ella enfrentaba la difícil decisión entre dos caminos llenos de espinas. Por un lado, la posibilidad de abortar y evitar el peso de la maternidad impuesta por una violación brutal. Por otro, la opción de dar a luz a un niño que llevaría consigo el estigma social de ser el fruto de una experiencia tan traumática.

Las palabras de Inés resonaban en mi mente, pero más allá de las opciones médicas, sabía que las decisiones de Sarisha iban mucho más allá. Era una cuestión de identidad, de enfrentar la presión cultural y comunitaria, de decidir qué camino tomar cuando ambos parecían igualmente dolorosos.

Mientras contemplaba a Sarisha sumida en sus pensamientos, recordé mi propia experiencia de ver a mujeres enfrentarse a la imposibilidad de ser madres. Sabía lo que significaba llevar consigo la esperanza rota, el deseo incumplido. Ahora, estaba presenciando esa lucha en Sarisha, multiplicada por la complejidad de su situación única.

La comunidad musulmana, con sus normas y expectativas arraigadas, también se cernía sobre ella. El estigma asociado con la maternidad fuera del matrimonio, especialmente en circunstancias tan difíciles, podía ser abrumador. Conocía las miradas de juicio, los susurros de desaprobación que podrían esperar a Sarisha si decidía seguir adelante con el embarazo.

En medio de este dilema, me sentí impotente. Mis propias convicciones chocaban con la realidad dolorosa que enfrentaba Sarisha. Quería apoyarla, pero la verdad era que no tenía respuestas fáciles ni soluciones mágicas.

La decisión estaba en manos de Sarisha, y yo estaría a su lado, enfrentando con ella las olas de juicio y discriminación que podrían seguir, sin importar la elección que hiciera. Porque más allá de las expectativas culturales, de la religión y las normas sociales, estaba la realidad de una mujer enfrentándose a su propia travesía, buscando un camino a través del laberinto de decisiones difíciles y emociones abrumadoras.

Se sumió en un mar de pensamientos, y la habitación pareció estar suspendida en un momento de pausa, esperando a que ella encontrara el coraje necesario para enfrentar el futuro.

Después de lo que pareció una eternidad, alzó la mirada y se encontró con mis ojos. —Te...tengo miedo.

—Lo sé —murmuré entrelazando mi mano con la suya.

—Quiero... abortar, — admitió, y el peso de esas palabras llenó la habitación con una tensión aún más intensa porque eso significaba que su vida podría correr el riesgo dadas las circunstancias de su caso.

Es cierto, que antes quería que ella abortara pero después de conocer los riegos que ella podría tener si tomaba esa decisión, cambié de opinión.

El silencio que siguió fue abrumador, y nuestras miradas se sostuvieron mientras absorbíamos la gravedad de su declaración.

En ese momento, me di cuenta de que la tormenta de decisiones que enfrentábamos era aún más compleja de lo que imaginaba. La realidad de la situación se hundió en mí, y sentí el peso de la responsabilidad compartida.

Traté de encontrar las palabras correctas para expresar mi apoyo. — Sarisha, entiendo que esta es una decisión difícil, pero tu vida es importante.

Ella asintió, revelando la lucha interna que estaba experimentando.

—Sé que hay riesgos, pero también sé que no estoy lista para ser madre. No quiero que mi vida cambie de esta manera—, confesó con sinceridad, y en sus ojos, vi la vulnerabilidad y el miedo. — N-no quiero ser madre, por dios, solo tengo 17 años.

—Sabes que en un fut...

—Lo sé — me interrumpió. — Pero no estoy lista para aguantar las criticaciones de las personas ni voy a ser capaz de aguantar cuando recuerde cada dos por tres este infierno cada vez que vea al niño.

La habitación se llenó de una atmósfera cargada de emociones, mientras enfrentábamos la realidad de la situación y buscábamos una manera de navegar por las difíciles decisiones que se avecinaban.

—Es tu decisión...y prometí apoyarte y no dejarte sola. Si eso es lo que quieres...pues adelante.

Sarisha asintió, y sentí la complejidad de sus emociones en ese gesto. No había una respuesta fácil ni una solución perfecta en esta encrucijada, solo el reconocimiento de una realidad dolorosa y la aceptación de las decisiones difíciles que debíamos tomar.

— Gracias, Aidan, —susurró ella, y en ese momento, la habitación se llenó de un silencio profundo, marcando el comienzo de una nueva fase en esta travesía. —¿Eeh...mi padre sabe lo del embarazo?

Me quedé callado durante unos segundos sin saber como manejar esa situación.

—No — me limite a decir

—Por favor, no se lo digas — me pidió. — No...no quiero que lo sepa de momento.

—Descuida...no se lo diré —murmuré.

Nos quedamos juntos en ese silencio, enfrentando la complejidad de la vida, las decisiones difíciles y la incertidumbre del futuro. El destino, con su capricho inescrutable, nos había llevado a ese punto, y ahora, debíamos encontrar la fuerza para seguir adelante, juntos, apoyándonos mutuamente en medio de las tormentas que se avecinaban.

* * * *

La llamada simulada había salido perfecta.

Sabía que lo que hicimos estaba mal, pero quería evitar que ella recibiera noticias fuertes por su salud, por lo menos, hasta que terminara de salir del hospital y luego de la rehabilitación.

Agradecí internamente a los F30 por la contribución en ese complicado escenario. La simulación era increíblemente realista, hasta el tono de voz. Pero mientras mi mente se liberaba de una carga, un pensamiento se apoderó de mi atención.

Las ultimas palabras de Wyatt antes de salir de la habitación cuando vino a verla por la mañana... no sé por qué, pero me vi obligado a llamarle.

—Chicas, — llamé a Sarisha y sus amigas, — salgo un momento afuera para hacer una llamada, ahora vuelto.

—Vale — respondieron Salma y Sarisha mientras que Leila asintió con la cabeza.

Tomé mi teléfono y marqué su número mientras que salía de la habitación. Después de unos tonos la llamada se colgó y volví a llamarle, esa vez, después de unos tonos terminó contestando.

—Wyatt, soy Aidan. Sarisha despertó, ¿querías saberlo?

—¿Eh? ¿Aidan? ¿Qué Aidan?

—¿Estas de coña? —pregunté incrédulo sin saber a que venia eso — Me dijiste que te avisara si Sarisha se despertaba.

—Ooh... — y comenzó a reírse —Sí, ciertoo.

—¿Has bebido? — pregunté conociendo su respuesta.

—Sííí — respondió entre risas alargando la ultima letra y se quedó callado unos segundos antes de volver a hablar — Mil vasos de agua — terminó de decir estallando en carcajadas.

—No me lo puedo creer — dije agarrándome el puente de la nariz ¿Dónde estás exactamente? pregunté intentando no perder la paciencia.

—En una calle... ¿sabes? Una de esas con edificios y luces y cosas así.

Suspiré, frustrado antes de añadir : Wyatt, eso no ayuda en absoluto. Necesito una ubicación más específica. Mira a tu alrededor, ¿hay algún letrero o algo que te dé una pista?

—Si te sirve de algo veo unos arboles.

—¡Wyatt, concéntrate!

—Vale, vale...amargado respondió y rodé los ojos. Hubo un silencio antes de que Wyatt volviera a responder con tono jocoso: —Oh, mira, hay un cartel que dice 'Calle de la Confusión' ¿Eso sirve? — preguntó y antes de poder responderle, volvió a reírse — Es divertido el nombre ¿eh?

Me esta sacando de quicio, no me sonaba que existiera una calle con ese nombre. Fruncí el ceño intentando mantener la calma.

Wyatt, en serio, necesito que te concentres. ¿Ves algún letrero de la calle, un número de edificio, algo que pueda ayudarme a encontrarte?

—Estoy cerca de un bar — contestó — Uno con luces de neón y cosas brillantes y...¿a que no adivinas como se llama?

—¡Wyatt, dime de una puta vez donde estas! respondí apretando los dientes.

—Es algo así como 'El Refugio del Bebedor Perdido' o algo así, — respondió Wyatt ignorando mi tono de voz.

Y sí, aunque no os creáis, existía un bar llamado de esa forma: El Refugio del Bebedor Perdido.

Vale, quédate ahí — sentí un alivio al tener la ubicación exacta — Voy en camino. No te muevas.

Después de colgar y avisar a las chicas que me tenía que ir a solucionar un pequeño problema, corrí hacia el coche y me dirigí hacia el bar que me mencionó, se encontraba a cuatro calles del hospital. Mientras conducía, mi mente estaba dividida entre la preocupación por Sarisha y la responsabilidad de cuidar al imbécil, incluso si este último estaba siendo irresponsable.

Finalmente, llegué al lugar y vi las luces de neón del bar. Estacioné el coche y entré, buscando a mi primo entre la multitud al no verle fuera. No tardé mucho en localizar a Wyatt, sentado en un rincón con una expresión despreocupada.

¿Estás bien? pregunté, con un tono entre preocupación y reprobación.

¡Aidan! ¡Hombre del momento! exclamó Wyatt, levantando la mano en un intento de saludar.

¿Has estado bebiendo solo? pregunté, mirando alrededor.

Sí,afirmó, pero estaba acompañado... por mis pensamientos respondió con una sonrisa irónica.

Miré a Wyatt con un nudo en el estómago, preguntándome cómo podía tomarse todo tan a la ligera. Mi preocupación por Sarisha estaba en su punto álgido, y la última cosa que necesitaba era lidiar con mi primo en este estado.

—No es momento para bromas, Wyatt. Sabes que Sarisha está en el hospital, y ahora estoy lidiando con esto. ¿En serio tienes que emborracharte justo ahora?

Wyatt, con su sonrisa despreocupada, parecía estar en un mundo aparte.

—Relájate, primo. Estoy bien, y Sarisha...también. ¿No es esa la buena noticia?

—Eso no justifica que te pongas en este estado. No necesito más problemas ahora mismo. —dije mientras Wyatt levantaba su vaso como si estuviera haciendo un brindis.

—¡Por la salud de Sarisha! — exclamó, atrayendo las miradas molestas de los demás clientes del bar.

Suspiré profundamente, tratando de contener mi frustración mientras me sentaba frente a él.

—Deja de actuar como un niño. Esto no es un juego. Sarisha necesita nuestro apoyo, y tú... bueno, tú necesitas dejar de comportarte así. ¿Cuánto has bebido?

Wyatt se encogió de hombros, como si la cantidad de alcohol fuera irrelevante.

—No lo sé. ¿Importa?

—Sí, importa. Ven, vamos a salir de aquí. Necesito que te tranquilices y vuelvas a casa.

Me levanté, instando a Wyatt a seguirme mientras intentaba mantener la calma, aunque la paciencia se me estaba agotando rápidamente. Mi mente estaba dividida entre la urgencia de cuidar de Sarisha y la responsabilidad de lidiar con las acciones irresponsables de mi primo.

A medida que Wyatt se ponía de pie, pude ver la falta de equilibrio en su paso. Su mirada, por momentos perdida, dejaba entrever el rastro de alcohol que había ingerido. Me dirigí hacia la salida del bar, tratando de mantener la compostura ante la mirada crítica de los demás clientes.

Una vez afuera, miré a Wyatt con firmeza.

—¿Te das cuenta de lo que has hecho, verdad? — le dije, luchando por mantener mi voz tranquila. — Sarisha está en el hospital por una razón seria, y en lugar de estar allí apoyándola y cuidándola, me encuentro aquí, viendo como estas borracho.

Wyatt intentó esbozar una sonrisa, pero sus ojos delataban la confusión y el arrepentimiento.

—Lo siento, Aidan. No pensé que...se saliera del control.

—¡No pensaste! — exclamé, frustrado. — Tu irresponsabilidad podría haber arruinado todo.

Wyatt bajó la mirada, y por un instante, pareció caer en la realidad de la situación.

—No sé por qué hice esas cosas, Aidan. Simplemente... a veces no pienso, me dejo llevar.

—Eso no es excusa, Wyatt. Necesitas tomar responsabilidad por tus acciones, especialmente ahora que Sarisha se encuentra en el hospital.

Lo miré con una mezcla de enojo y preocupación. Mi primo, por mucho que intentara ocultarlo con risas y actitudes despreocupadas, estaba claramente afectado. No solo por el alcohol, sino por sus propias decisiones. Era evidente que la realidad de la situación estaba empezando a pesarle.

—Vamos, te llevaré a casa. Necesitas descansar y pensar en lo que hiciste. No podemos permitirnos más distracciones.

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Bueno, bueno...no se ni por donde empezar.

Antes que nada, al final del libro me gustaria hacer un apartado donde tendrán respuestas a las preguntas que os planteáis. Llevamos 30 CAPITULOS!! y ya conocemos a cada uno de los personajes y para celebrarlo, os dejo este espacio para que me dejen las preguntas ya sea sobre el libro, los personajes o sobre mi. Al final del libro tendrán las respuestas :)

>>>>>>>>>>>Preguntas<<<<<<<<<<<                                                                                                                                                       --------------                                                                                                                                                                                        --------

Bueno, que les va pareciendo la historia hasta ahora. ¿Se os hace lenta los acontecimientos o van normales?

¿Qué opinan de la decisión de Sarisha sobre abortar?

Hemos visto un momento cercano entre los primos ¿que opinan?

Ains...Wyatt.

Gracias por todo<33 y no olviden comentar, votar y compartir si os esta gustando la historia.

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