Capítulo 25
Narra Aidan
Una semana había pasado desde que vimos las fotos de Sarisha...degollada y cada día se sentía como una eternidad. El dolor y la desesperación se mezclaban en un cóctel amargo que amordazaba mi esperanza. No había descanso ni tregua en la búsqueda, solo la determinación de encontrarla y poner fin a esa pesadilla.
El equipo, liderado por la inspectora Blye y el agente Hanna, se movía con frenesí, siguiendo cada pista, revisando cada rincón de Sevilla y Sanlúcar el Mayor. Cada calle, cada callejón oscuro, era una nueva oportunidad de encontrar alguna señal de Sarisha.
Las noches eran las peores. La oscuridad parecía envolvernos en un manto de angustia, y la incertidumbre era una carga insoportable. Cada día que pasaba sin noticias de Sarisha era como un golpe más a nuestra esperanza. Pero no podía permitirme rendirme.
Si Wyatt tenía razón y esas fotos eran falsas, había una esperanza por encontrarla.
Alquilamos una casa en Sanlúcar el Mayor donde residimos como una familia. Nosotros nos encargábamos de esa ciudad mientras que Oliver, Logan, Lina y el Capitán junto con la ayuda de más agentes, se encargarían de Sevilla.
Recorríamos las ciudades, entrevistábamos a testigos, analizábamos grabaciones de seguridad y seguíamos cualquier hilo que pudiera conducirnos a ella. Las imágenes de las fotos macabras que Marc nos había dejado, seguían grabadas en mi mente, alimentando mi determinación por encontrarla.
Había noches en las que el cansancio amenazaba con vencerme, pero la imagen de Sarisha y la promesa de traerla de vuelta mantenían encendida la llama de la perseverancia. No podía permitirme flaquear.
Fue durante una revisión exhaustiva de grabaciones de seguridad, cuando recibimos una llamada anónima. Era un día nubloso, con el aire cargado de tensión. La voz al otro lado del teléfono era distorsionada, como si intentara ocultar su identidad.
—Si quieren encontrar a Sarisha, vayan al antiguo molino a las afueras de Sanlúcar el Mayor. A medianoche. Solos.
La instrucción fue clara, y aunque sabíamos que seguir ese tipo de indicaciones era arriesgado, no podíamos ignorar la posibilidad de obtener información crucial sobre el paradero de Sarisha. La decisión se tomó rápidamente: prepararíamos una operación encubierta para investigar el molino.
La noche llegó con una oscuridad opresiva. Nos movimos con sigilo, manteniéndonos ocultos mientras nos acercábamos al antiguo molino. La luna apenas iluminaba el lugar, y cada crujido de las ramas y el susurro del viento parecían conspirar en nuestra contra.
Al llegar al molino, la tensión en el aire era palpable. Nos adentramos con cautela, observando cada sombra y cada rincón. La estructura estaba en mal estado, con años de abandono evidentes en cada viga y pared.
De repente, un ruido nos alertó. Giramos rápidamente hacia la fuente del sonido, solo para encontrarnos con la figura de un hombre encapuchado. La luz débil de una linterna reveló su rostro distorsionado por la oscuridad.
—Están buscando a Sarisha, ¿verdad? — dijo el hombre con una voz firme.
Asentimos, manteniendo la guardia alta.
>>La vi. Esta a cinco minutos de aquí...En la calle de atrás hay una casa abandonada, ahí la encontraran a ella y a las demás, vivas ...pero no estaréis solos.
—¿Qué? — pregunté incrédulo.
—Sí — afirmó el hombre — Están vivas por así decirlo, esas fotos que visteis eran falsas. Estoy harto de todo esto, todos los días torturando y matando a chicas inocentes por placer. Marc se ha vuelto realmente loco, un desquiciado — continuó hablando mientras que le escuchábamos con atención.
>>Vengarse por lo de su hermana, le ha cegado totalmente. Y no para de torturarla — dijo y no hacía falta que nos dijera su nombre, sabíamos a quien se refería. — Debéis de encontrarla antes de que sea tarde.
¿Quién demonios era?
—¡¿Quien eres?! — preguntó la inspectora Blye que continuaba apuntándole con una arma.
—Pronto lo sabrán.
Nos miramos unos a otros, asimilando la información proporcionada por el hombre encapuchado. Con la certeza de que Sarisha y las demás estaban vivas, sentimos una nueva oleada de determinación, aunque la incertidumbre aún se cernía sobre nosotros.
Antes de que pudiéramos hacer más preguntas, un sonido metálico resonó en el aire y las luces se apagaron de golpe. Estábamos en la oscuridad total, con solo el eco de nuestros propios latidos rompiendo el silencio.
Conté diez segundos cuando la luz volvió y el hombre que teníamos delante, había desaparecido.
—Debe de ser uno de los hombres cercanos a Marc para tener esta información — murmuré.
—Investigaremos esto después — habló el agente Hanna — Debemos de buscar esa casa abandonada.
Nos dirigimos hacia la calle de atrás, guiados por la dirección del hombre. La casa abandonada se alzaba ante nosotros, silenciosa y ominosa. Al adentrarnos, la penumbra nos envolvió, y las tablas crujieron bajo nuestros pasos.
* * * *
—¡SARISHA! — el eco de mi propio grito retumbó en mis oídos cuando pronuncié su nombre.
Cuando llegué a su lado, Wyatt se encontraba al otro lado de Sarisha apretando la hemorragia tapada por su camisa. El rostro de mi primo reflejaba la misma mezcla de terror y desesperación que sentía en el fondo de mi ser. Sarisha yacía allí, su cuerpo vulnerable herido y sangrante, mientras los agentes se movían para ocuparse de Bruno y Marc.
Ignoré a Wyatt y a los demás, mientras susurraba su nombre en un intento desesperado de llamarla de vuelta a la conciencia.
—¡Tienes que abrir los ojos! — le rogué, sintiendo la urgencia mientras me quitaba la camisa para taparla cuando me di cuenta de su desnudez.
—Aidan, la ambulancia esta afuera — anunció Wyatt acercándose para cogerla en brazos, pero mi instinto protector se activó de inmediato.
—¡Ni se te ocurra tocarla! — gruñí, apartándolo y levantándola en mis brazos.
La promesa que le hice a su padre resonaba en mi mente: cuidarla y protegerla como si fuera mi hermana.
No iba a dejar que algo más le pasara.
* * * *
Las horas en el hospital de Sanlúcar el Mayor se extendieron como una eternidad. Wyatt, Bryan, Ava, y las amigas de Sarisha estaban conmigo, compartiendo la angustia que llenaba la sala. Finalmente, Steve, el médico entró a la habitación llamando nuestra atención.
—Chicos — nos llamó Steve con solemnidad, entrando en la habitación. Mi corazón latía con fuerza, anticipando las noticias que cambiarían nuestras vidas.
—¿Steve, tienes algo? — pregunté con ansias, acercándome a él.
—Tengo los resultados — respondió, y nos rodeó mientras nos explicaba la brutalidad que Sarisha había enfrentado. Su relato dejó la habitación enmudecida, y mis puños se apretaron con furia impotente.
>>En este hospital recibimos mucho casos de abusos, violaciones etc...pero el de Sarisha Sheikh es muy especial.
—¿Qué quieres decir? — pregunté en un murmuró.
—Esta "viva" de milagro — respondió mirando a Sarisha — Ha entrado en coma.
—¿Qué? — preguntamos incrédulos.
—No sé ni por donde empezar — continuó hablando el médico — No solo fue violada...sino que torturada de una manera...que no sabría decir.
Mis puños se apretaron y miré a Wyatt aniquilándole con la mirada. Todo lo que estaba ocurriendo había sido por su culpa.
Iba a dirigirme hacía él cuando Salma me detuvo: —No es el momento — susurró.
—Logramos extraer la bala, le rozó el pulmón —nos llamó la atención Steve — Le costara un tiempo respirar pero irá mejorando. Se ha salvado por los pelos.
Cerré los ojos suspirando, sintiendo como las lagrimas amenazaban por salir de mis ojos.
>>La garganta la tiene raspada por dentro — continuó hablando mientras que le escuchaba con los ojos cerrados —La marca que ven en el cuello y las muñecas — abrí los ojos y le vi señalando las marcas— son de una soga y lo tiene a lo largo del cuerpo. Hay moretones por todo el cuerpo.
—¿Y que es esa marca que tiene al lado de labios? — preguntó Ava y dirigí la mirada a donde señalaba.
—Son quemaduras del cigarro, lo tiene a lo largo del cuerpo y también marcas que se han quedado grabados en la piel por cera caliente — continuó hablando, revelando cada detalle de las atrocidades que Sarisha había soportado.
Las imágenes de las marcas y heridas en su cuerpo se quedaron grabadas en mi mente, alimentando la rabia que ardía en mi interior.
>>Hubo dos intentos de suicidio.
—¿Qué?— volvimos a preguntar incrédulos mirando unos a otros.
—Y eso no es todo — dijo —Tiene una letra grabada justo debajo de donde recibió el disparo, en el costado izquierdo — añadió entregándome una foto — Se quedará cicatrizada.
Vi la foto donde se podía ver la zona donde recibió el disparo, ahora con puntos y justo debajo, había la letra M grabada en su piel.
La sala quedó en un silencio sepulcral después de las impactantes revelaciones del médico. Miré la foto con la letra M grabada en la piel de Sarisha, sintiendo una mezcla de tristeza y enojo.
—¿Marc? —murmuré, apenas capaz de articular la palabra.
Steve asintió sombríamente.
—Sí, parece que el agresor dejó su marca de una manera bastante macabra.
La rabia y la impotencia se apoderaron de mí. Mi mente se llenó de pensamientos oscuros, deseando venganza. La culpa y la ira se entrelazaban en mi interior, preguntándome si podría haber hecho algo para evitar aquella tragedia.
>>Ahora vamos a lo ultimo que queda.
—¿Hay más? — preguntó incrédula Leila y él asintió.
—Hemos hecho análisis de sangre y los resultados muestran diferentes tipos de alucinógenos — respondió mientras que le continuábamos escuchándole con atención —Tiene signos de desnutrición, esta deshidratada y cogió hipotermia.
La sala se volvió a sumir en un silencio tenso, absorbido por la gravedad de la situación. Miré a Sarisha, conectada a máquinas, luchando por su vida después de haber enfrentado el horror. La combinación de violencia física, emocional y química que había sufrido era abrumadora.
—¿Alucinógenos? —preguntó Wyatt, con incredulidad en su voz.
—Sí, parece que la mantuvieron bajo la influencia de sustancias psicoactivas durante todo este tiempo —confirmó Steve.
Una sensación de náusea me invadió al imaginar el sufrimiento que Sarisha había experimentado mientras estaba atrapada en ese infierno.
—¿Cómo podemos ayudarla ahora? —preguntó Ava, con la voz temblorosa.
—Estamos haciendo todo lo posible por mantenerla estable. El proceso de recuperación será largo y difícil, pero vamos a darle el mejor cuidado médico y apoyo psicológico posible —explicó Steve, buscando brindar algo de consuelo en medio de la desesperación.
Entonces, llegó la noticia que nos desgarró a todos.
>>También encontramos en su intimidad cristales rotos — anunció Steve y abrimos los ojos incrédulos —Hay heridas graves allí, estuvo a punto de sufrir un derrame vaginal —continuó hablando y cerré los ojos negando con la cabeza — Y...esta embarazada — abrí los ojos de golpe mirando a Steve, esperando que fuera una puta broma pero el silencio que siguió fue ensordecedor.
—¡¿Qué?! — gritamos al unísono, incapaces de procesar la crueldad de la realidad.
—De dos semanas — dijo Steve, y sentí cómo el suelo se desmoronaba bajo mis pies.
La promesa que le hice al padre de Sarisha resonaba en mi cabeza, pesando más que nunca: cuidarla, protegerla y hacer que aquellos responsables pagaran.
El anuncio del embarazo de Sarisha resonaba en la habitación como un eco persistente. La mezcla de emociones en el aire era abrumadora: indignación, tristeza, incredulidad. Miré a los gemelos, Ava, y las amigas de Sarisha; todos compartíamos la misma expresión de incredulidad. ¿Cómo podía ser que, después de todo lo que ya había sufrido, ahora tuviera que enfrentarse a un embarazo no deseado?
Observé cada máquina que la mantenía viva y me pregunté cómo alguien podía infligir tanto sufrimiento a otra persona. Mis ojos se llenaron de lágrimas mientras tomaba su mano con suavidad.
—Lo siento, Sarisha. Lo siento tanto —susurré, aunque sabía que ella no podía escucharme en ese momento.
—¿Pero como es posible? — preguntó Wyatt — Estaba a punto de sufrir un derrame vaginal, la dispararon es...¡¿Cómo es posible?!
La ira y la incredulidad se reflejaban en los rostros de todos. Miré a Steve, esperando alguna explicación lógica que pudiera calmar aunque sea un poco el caos que se estaba desatando en nuestras mentes.
—La violencia que sufrió puede haber causado daños internos graves, y el estrés extremo también podría haber afectado su ciclo menstrual, haciéndolo irregular —explicó Steve con cuidado—. Es un milagro que esté embarazada, pero también es una situación delicada dada la gravedad de su estado físico y emocional.
No había palabras para describir la mezcla de emociones que sentía en ese momento. Miré a Sarisha, preguntándome cómo alguien podía ser tan cruel y despiadado. La idea de un nuevo comienzo en forma de un bebé, envuelto en estas circunstancias tan desgarradoras, era difícil de asimilar.
—Tenemos que hacer todo lo posible para protegerla y asegurarnos de que reciba el apoyo necesario —dijo Leila, rompiendo el silencio que se había instalado en la habitación.
Steve asintió en acuerdo.
—Eso es crucial. La prioridad ahora es estabilizar su condición física y emocional. Trabajaremos en conjunto con especialistas para manejar esta situación delicada.
—¿No podemos abortar sin tener que dar esa noticia? — pregunté con una voz amarga.
Conocía a Sarisha, conocía su cultura, su comunidad y estaba seguro que ella no querría continuar con el embarazo.
—Aunque el embarazo fue por una violación, ella sigue teniendo el derecho de la decisión final. No podemos hacer nada sin su permiso — respondió y se quedó callado mirando al suelo.
—¿Qué pasa? — pregunté entrecerrando los ojos.
—Es su ultima oportunidad de ser madre — respondió en un susurró. — Si toma la decisión de abortar, no volverá a ser madre nunca más.
La revelación de Steve golpeó como un mazazo. La complejidad de la situación se manifestaba en formas inesperadas, y la idea de que esa elección tuviera repercusiones permanentes en la vida de Sarisha aumentó la carga emocional de la habitación.
—¿Cómo puede ser eso posible? —preguntó Salma, con incredulidad en su voz.
Steve suspiró antes de responder.
—Las lesiones que ha sufrido, sumadas a la gravedad del embarazo en este momento, hacen que cualquier procedimiento abortivo implique riesgos extremadamente altos para su salud reproductiva. No es una decisión fácil.
La sala se sumió en un silencio pesado mientras procesábamos la información. Miré a Sarisha, aún inconsciente, con una mezcla de dolor y empatía. La elección que enfrentaba, entre continuar con un embarazo no deseado producto de una violación o renunciar a la posibilidad de ser madre en el futuro, era inhumana.
—Ella debe tener la opción de decidir su propio destino —dije, mi voz temblorosa con frustración—. No podemos forzarla a cargar con esta carga adicional sin su consentimiento.
—Lo sé, y estoy de acuerdo —afirmó Steve—. Pero necesitamos prepararnos para cualquier escenario y brindarle el apoyo necesario, independientemente de la decisión que tome.
La realidad se nos imponía de una manera que ninguno de nosotros habría imaginado. La vida de Sarisha estaba en juego, y cada opción estaba teñida de dolor y pérdida. Nos quedamos allí, en silencio, contemplando la complejidad de las decisiones que se avecinaban.
>>Y como es lógico, cargara con secuelas si llega a salir del coma.
—¿Cómo cuales? — preguntó Bryan.
—Trastorno de estrés postraumático — respondió —Las víctimas pueden experimentar recuerdos intrusivos, pesadillas etc...Depresión, problemas de ansiedad que se pueden manifestarse en forma de ataques de pánico, nerviosismo y preocupación constante. Problemas de sueño como insomnio, pesadillas...
>>Dificultades en las relaciones, es decir, puede tener problemas para confiar en los demás, aislamiento social. Autolesiones o pensamientos suicidas: Algunas personas pueden experimentar comportamientos autolesivos o tener pensamientos suicidas como resultado del trauma y por ultimo...Trastornos de la alimentación, es decir, cambios en los patrones alimenticios, como pérdida o aumento de peso significativo.
La lista de posibles secuelas que Steve mencionó acentuó la gravedad de la situación. Cada palabra resonaba en la habitación, como un recordatorio de las luchas futuras que Sarisha tendría que enfrentar, independientemente de las decisiones que tomaran en cuanto al embarazo.
—¿Y cómo podemos ayudarla a superar estas secuelas? —preguntó Ava, con un tono de determinación.
Steve suspiró antes de responder.
—El apoyo emocional y psicológico será fundamental. Necesitará terapia especializada para tratar el trastorno de estrés postraumático y las dificultades emocionales. Además, la presencia constante de personas de confianza, como ustedes, puede marcar la diferencia.
Asentí con firmeza, consciente de que el camino hacia la recuperación sería largo y lleno de desafíos. Miré a los demás, viendo la determinación en sus ojos mientras procesábamos la magnitud de la tarea que teníamos por delante.
—Haremos todo lo posible para estar ahí para ella —declaró Leila, hablando por todos nosotros.
Steve agradeció con un gesto de cabeza y agregó:
—Es crucial que ella sienta que tiene un sistema de apoyo sólido. La recuperación no será fácil, pero con amor y cuidado, puede superar estas adversidades — dijo y asentimos con la cabeza —Vamos a darle espacio para que descanse.
>> Todos ustedes necesitan descansar también. Estaremos monitoreando su condición de cerca.
Salimos de la habitación, pero la carga emocional persistía en el aire. El futuro era incierto, y la única certeza era que el camino hacia la recuperación de Sarisha sería largo y doloroso, sin importar las decisiones que tomara.
Caminamos por los pasillos del hospital en silencio, llevando el peso de lo que acabábamos de aprender. La noche se cernía sobre nosotros, y con cada paso, la necesidad de justicia y la promesa de proteger a Sarisha se volvían más fuertes. El viaje que teníamos por delante estaba lleno de desafíos, pero la determinación de hacer lo correcto era más fuerte que nunca.
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No se que decir :0.
No tengo palabras.
Que tal os pareció el capitulo y el desarrollo de los personajes.
Pobre Sarisha.
Se va a la esquina a llorar*
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