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Capítulo 24

—¡AIDAN! — la voz de la inspectora me sacó de los pensamientos, resonando desde la planta baja.

Antes de bajar, volví a recorrer la habitación con la mirada. El cuarto parecía empequeñecerse a medida que el peso de la verdad se instalaba en mi mente. El cabreo y el enfado crecían dentro de mí como una tormenta que amenazaba con desbordarse. Notaba cómo las lágrimas resbalaban por mis mejillas, las limpié con rabia y, al cabo de unos segundos, comencé a descender las escaleras sin ganas.

¿Había perdido a Sarisha?

 La pregunta retumbaba en mi mente como un eco persistente, alimentando la sensación de derrota que se aferraba a cada rincón de la casa. La inspectora, parada en la planta baja, esperaba con una expresión que combinaba la urgencia y la compasión.

—¿Qué pasa? — pregunté sin ganas.

—Te teng...

—¡¿Qué ha pasado?! — le interrumpió una voz masculina procedente de fuera.

Y conocía la maldita voz.

Cuando miramos la puerta, apareció mi primo con la respiración acelerada y sudando.

—¡Alto! — le detuvo la inspectora antes de que se adentrara a la casa, sacando su arma y apuntando hacia él. —¡Identifícate!

—Wyatt Stoke.

—¿Stoke? — preguntó la inspectora mirándome de reojo y asentí con la cabeza.

—¡¿Qué demonios esta pasando?! — escuchamos la voz del Capitán a través del pinganillo.

Es Wyatt Stoke — le explicó Oliver —Mi primo.

—¿Y que hace ahí?

—¿Cómo coño llegas...?

—El GPS de tu móvil — me interrumpió y puse los ojos en blanco. Incluso pasaba de discutir con él.

—Agente Hanna — llamó el Capitán — E inspectora Blye, procuren mantenerle fuera de esto. No quiero que nadie más se involucre.

—Sí señor — afirmó el agente Hanna apareciendo al lado de nosotros.

Wyatt con la respiración acelerada, miró a su alrededor.

—¿Y Sar...?

—¡Ni se te ocurra acabar la pregunta! — le advertí entre dientes.

—Aidan — me llamó el agente — Creemos tener algo — añadió, dirigiéndonos hacia la cocina con la inspectora detrás.

Me quedé en el umbral, echándole maldiciones internamente a mi primo antes de seguir a los agentes.

Cuando llegamos a la cocina, encontramos a la inspectora y al agente Hanna de pie frente a una encimera con un portátil encima. Sus rostros reflejaban seriedad y preocupación. Nos acercamos, sintiendo la tensión creciente en el aire.

—¿Qué pasa? —pregunté, mi voz temblando por la ansiedad.

Ambos agentes intercambiaron miradas antes de señalar el portátil. Lentamente lo abrí y me encontré con una imagen perturbadora.

Una de las chicas yacía en el suelo, su cuello derramando sangre en una grotesca escena de violencia. 

—¡¿Qué demonios es esto?! —exclamé, la realidad de la imagen golpeándome como una maza.

La habían degollado...

 Miré a mi primo, quien compartía el mismo desconcierto y horror que nos invadía a todos. La sangre me hervía ante la grotesca representación de violencia. Mis ojos se enfocaron en la pantalla, y mi corazón se aceleró cuando la imagen cambió, revelando otra chica con la misma escena. El horror se apoderó de mí a medida que las imágenes iban pasando, cada una más espantosa que la anterior, hasta que llegó la cuarta foto.

La de Sarisha.

Wyatt me arrebató el portátil, examinando las imágenes con una mezcla de incredulidad y horror. Las lágrimas amenazaron con escapar de mis ojos mientras mis emociones se agitaban en una mezcla de dolor y furia. 

Me aguanté para no lanzarme encima de Wyatt, delante de los agentes. 

—No puede ser... —susurró.

—La han...asesinado — murmuré incrédulo.

Luego de unos minutos, cuando mi mirada se centró en la pantalla del portátil, ésta se volvió negra mostrado una frase en rojo que parpadeaba: "La mentira duele pero la verdad mata".

La conexión entre las imágenes y la ominosa frase creó un nudo en mi estómago. ¿Qué juego retorcido estaba jugando Marc con nosotros? 

Sentí la rabia acumularse en mi, pero la inspectora rápidamente desvió mi atención hacia la siguiente revelación.

—Creemos que estas imágenes pueden ser clave para resolver el caso, pero...

Antes de que pudiéramos procesar completamente sus palabras, la pantalla se volvió negra, y un contador hacia atrás apareció ominosamente.

—¡Están intentando borrar las pruebas! —grité arrebatando el portátil de las manos de Wyatt.

Junto con la inspectora y el agente Hanna, nos sumergimos en una frenética lucha contra el tiempo mientras Wyatt continuaba quieto ahí. Los segundos descendían implacables, y aunque nuestros dedos se movían con urgencia sobre el teclado, la pantalla se desvaneció llevándose consigo las imágenes que podrían haber arrojado luz sobre el destino de Sarisha.

—¡Procuren recuperar esas imágenes! — nos ordenó el Capitán.

—¡No puede ser! —exclamó la inspectora luego de unos segundos, su voz reflejando la impotencia.

—¿Qué pasa? — preguntó el Capitán.

—Hemos perdido las fotos — murmuró el agente.

Golpeó el teclado con frustración, pero la verdad, como si se burlara de nosotros, se desvaneció. La cocina, una vez llena de esperanza y determinación, se sumió en un silencio abrumador.

—¿Y ahora qué? —pregunté, mi voz apenas un susurro de incredulidad.

—Sabían que íbamos a venir — murmuró la inspectora Blye.

Entonces, lo volví a repasar todo mentalmente.

Marc si hubiera querido, también habría asesinado a las chicas de la comisaria pero no lo hizo...las dejo con vida aposta. Porque sabía que llegaríamos a ellas y ellas nos conducirían de forma directa o indirectamente hacia la casa.

Nos estaba esperado, ese era su plan: conducirnos hacia la casa y que viéramos las fotos de las chicas restantes...degolladas.

Habíamos perdido, ni siquiera podíamos localizar... el cuerpo de Sarisha.

La inspectora, con una mezcla de decepción y determinación, miró la pantalla en blanco. —Tendremos que seguir buscando otras pistas, cualquier indicio que nos lleve a la verdad detrás de esto.

Entonces, enfurecido, volví la mirada hacia mi primo: —¡¿Se puede saber qué coño te pasa?! —pregunté, empujándolo, pero él ni se inmutó.

>>¡¿Tienes alguna puta idea de lo que está pasando?! —le espeté, mis ojos buscando respuestas en los suyos.

Wyatt finalmente rompió su silencio con la mirada perdida en el portátil que yacía de nuevo encima de la encimera, su voz cargada de pesar. —No sé más de lo que has visto. Solo quería ayudar.

—Ayudar... — repetí la ultima palabra soltando una risa falta. —¿Cómo? —pregunté, la frustración burbujeando en mi interior.

—Marc está jugando con nosotros, Aidan —respondió con los ojos llenos de lagrimas— Es falso.

—¿Qué? — preguntamos todos.

—No sé de las chicas...pero creo que la imagen de Sarisha es falsa.

—¿Cómo puedes estar seguro? — preguntó el agente Hanna.

—Marc...la necesita viva — susurró aun con la mirada perdida en la pantalla — La necesita viva para hacerme sufrir a mi. Le conozco, él quiere que pensemos en eso...que hemos perdido y tampoco han ido lejos, continúan por aquí cerca. 

>>Él quiere que pensemos que ya no tenemos nada más que investigar y que se ha esfumado. "La mentira duele, pero la verdad mata" esas fotos son una distracción, una mentira.

—Podría ser una advertencia de que la verdad detrás de esas imágenes es aún más devastadora de lo que imaginamos. Es posible que estemos siendo guiados hacia algo más oscuro...—escuchamos la voz del Capitán.

La inspectora asintió pensativa, llamándonos a la acción. —Tenemos que seguir buscando. Cada minuto cuenta.

Wyatt y yo asentimos con la cabeza.

La frase "La mentira duele, pero la verdad mata" adquirió un significado más profundo a medida que las implicaciones de las fotos se desentrañaban en mi mente. Wyatt, con su perspicacia, sugería que las imágenes podían ser una artimaña, una trampa emocional urdida por Marc. La posibilidad de que las fotografías fueran falsas, destinadas a sembrar confusión y dolor, resonaba con la ominosa declaración.

Si Marc estaba utilizando esta artimaña, significaba que no habíamos perdido a Sarisha de la manera que las imágenes pretendían mostrar. La verdad detrás de esas fotos era, de alguna manera, aún más aterradora y compleja de lo que imaginábamos. La mentira, representada por las imágenes de la violencia gráfica, dolía, pero la verdad detrás de la fachada podía resultar aún más devastadora, hasta el punto de ser mortal.

La conexión entre la frase y las fotos se tejía en una telaraña de engaño y maquinación. Marc no solo estaba jugando con nuestras emociones, sino que también estaba guiándonos hacia una realidad distorsionada. Las lágrimas de rabia y la frustración se mezclaban con una nueva determinación mientras continuábamos nuestra búsqueda, conscientes de que cada minuto perdido podía acercarnos o alejarnos de la verdad.

Enfrentándonos a la oscuridad que se avecinaba, comprendimos que el juego de Marc no se limitaba a la manipulación visual; estaba involucrando nuestras emociones y perspectivas.

*  *  *  *

Narra Sarisha

Tres semanas. Veintiún días desde que mi vida se convirtió en un gran infierno...

No quiero contar, no quiero recordar lo que nos hizo Marc y sus hombres después de que nos hubieran cogido cuando intentábamos escapar. 

Después de darnos nuestro castigo, después de hacernos sufrir, después de torturarnos...nos llevó a una nueva casa abandonada y vieja. Posiblemente a unos diez minutos de donde nos encontrábamos.

Cuando llegamos a esa "nueva" casa, nos encerró a las cuatro en habitaciones separadas, con apenas la libertad suficiente para ir al baño. Mi cuerpo ardía y dolía, testigo silencioso de los tormentos sufridos.

<<—...Te dije que era imposible huir de estos hombres. >>

Recordé las palabras de María despues de que Marc y sus hombres nos hubieran cogidos y violados en una misma habitación.

Estaba sentada en mi "nueva habitación", en una esquina abrzando a mis rodillas, sintiendo la vulnerabilidad de mi propia existencia. Llevaba días sin ropa, una cámara grababa cada momento. Me sentía sucia, avergonzada de mi propia existencia. Intenté arrancarme la piel en un intento desesperado de liberarme de este cuerpo que me repudiaba.

Marc se encontraba sentado en una silla delante de la puerta de la habitación con un ordenador en su regazo, se oían gemidos procedentes del ordenador y a veces el gruñía. El imbécil se estaba masturbando delante de mi.

Se levantó de su silla con desdén, dirigiéndose hacia mí. Me aferré a mis rodillas sollozando, presintiendo lo que estaba por venir. Quería morir. 

Agarró mi cabello, acercándome a su miembro. Supliqué, pero mis súplicas cayeron en oídos sordos. Al ver que luchaba por no abrir la boca y evitaba el tacto con su miembro, me jaloneó de los pelos haciendo que me levantara, estampando sus labios sobre los míos, y sentí una punzada en mi intimidad.

No era la primera vez que me pasaba. Esa mañana entera estuve sintiendo punzadas de dolor en mi intimidad cada vez que intentaba moverme.

—¡Aahh!  grité de dolor por la punzada.

—Ssh... — dijo posando un dedo sobre mis labios — Tranquila, te daré placer.

No, por favor  murmuré entre lágrimas, pero mi súplica fue ahogada. 

La resistencia era inútil porque él no conocía la compasión. 

Ssh..no sabes lo hermosa que eres — dijo mientras sus manos recorrían mi cuerpo acariciándome a la vez que mi dolor se intensificaba. — Ya no aguanto más, joder... añadió empujándome a la cama para después subirse encima de mi.

Grité, lloré, pero no había piedad. Las lágrimas caían mientras él disfrutaba de mi sufrimiento.

Cogió mis muñecas colocándolo a cada lado de mi cabeza mientras que se posicionaba entre mis piernas, metiéndolo de golpe.

¡AAHH!   grité de dolor recibiendo otra punzada.

—Te estas quejando...— dijo con una voz grave apretando los dientes mientras que comenzaba a moverse —...pero aquí abajo me dice otra cosa porque...¡ah! — gimió —...me estas apretando.

Yo cerré los ojos negando. No servía de nada suplicarles, él no conocía la maldita palabra piedad. Sus penetraciones continuaban cada vez más rápidos al igual que mi dolor iba en aumento mientras lagrimas resbalaban por mi mejilla.

—Mm...mierda...ahh — volvió a gemir — ¿Te dije lo hermosa...ah... que te ves? — susurró, y el asco crecía dentro de mí. No soportaba más.

Sus palabras crueles resonaban mientras que entraba y salía de mi...yo llorando en silencio, deseando que todo terminara. 

Cuando Marc estaba llegando a su limite dio una estocada fuerte y firme haciendo que el dolor en mi creciera. Gruñó al momento en que llego a su limite, acabando dentro de mi provocándome más asco del que ya tenía de mi misma.

Cayo encima de mí, mientras que respiraba agitadamente.

— Es una pena — comenzó a hablar cerca de mi oído —... que no fuera Wyatt quien haya disfrutado de ti. Me alegro de haber sido yo.

Wyatt...Maldije el día en que le conocí. En medio de la oscuridad de ese momento, mi mente retrocedió hacia aquellos días antes de la pesadilla. Wyatt, el chico en quien creí que podía confiar, el que me hizo creer en un futuro diferente.

El arrepentimiento se apoderó de mí, como un peso insoportable en el pecho. Recordé los momentos en los que la vida parecía prometedora, las risas compartidas y los sueños comenzamos a construir juntos. Ahora, esos recuerdos eran como fantasmas que me atormentaban.

Sentía la amargura, la traición y la desesperación en cada fibra de mi ser. Había confiado en el chico pelinegro, bueno, mejor dicho Wyatt...simplemente Wyatt.

Confié en ese chico y él me había conducido directamente al infierno. ¿Cómo pude ser tan ingenua? Me preguntaba, sintiendo que mi propio juicio me había fallado.

Mi cuerpo estaba marcado por el dolor, pero mi alma estaba fracturada por el arrepentimiento y la traición.

Wyatt, el nombre resonaba en mi mente como una maldición. Ahora, solo deseaba volver atrás en el tiempo y advertirme a mí misma, evitar el encuentro que condujo a destruir mi vida. Pero, por desgracia, el pasado no se puede cambiar, y yo me encontraba atrapada en un presente desgarrador.

La rabia, el dolor y la tristeza se mezclaban en una tormenta dentro de mí. No sabía cómo podría seguir adelante, pero una cosa estaba clara: el arrepentimiento de haberle conocido sería una sombra que me acompañaría mucho después de que esos días infernales llegaran a su fin...si es que llegaban.

—¡MARC! — la voz de Bruno interrumpió mis pensamientos.

Su amigo no le hizo caso, continuaba besando y moviéndose dentro de mi.

—No ves que estoy ocupado, joder...

—Aidan y Wyatt están aquí — dijo y sentí como Marc se tensó y se apartó de mi poniéndose de pie — Y no están solos, vienen con refuerzos y están rodeando la casa — añadió sacando su arma de fuego y tendiéndolo hacia su amigo.

—¡¿Dónde están los demás chicos?! — exclamó Marc, su voz vibrando con urgencia. 

Mi corazón latía con fuerza, sintiendo alivio al saber que Aidan y los demás estaban cerca. Aunque el miedo seguía presente, una pequeña chispa de esperanza se encendió en mi interior.

—Están defendiendo, ganando tiempo para que bajes al garaje — dijo Bruno, y vi cómo Marc quitaba el seguro de la arma. 

La situación se volvía cada vez más impredecible, pero por un breve instante, la idea de que no estábamos solos en esa pesadilla me reconfortó.

Bruno atendió una llamada mientras Marc se vestía rápidamente los pantalones y se acercaba a mí, tirando de mi cabello con rudeza para hacerme levantar. El dolor se apoderó de mí, pero sabía que era preferible al tormento al que me había sometido anteriormente.

El temor persistía, pero en lo más profundo, la presencia de Aidan y los demás me otorgaba una frágil sensación de seguridad. Aunque mi cuerpo aún llevaba las marcas de las atrocidades sufridas, la esperanza se aferraba a mi mente como un frágil hilo de luz en la oscuridad.

—¡NO! ¡SUELTAME! — grité cuando Marc me arrastró consigo hacia las escaleras sin darme tiempo a ni siquiera taparme. Mi resistencia era mínima, pero cada paso que nos alejaba de esa pesadilla era un paso hacia la libertad.

La voz de Bruno resonó, informando sobre las perdidas de sus hombres. La desesperación por salir de la pesadilla se mezclaba con el temor mientras intentábamos encontrar una salida de aquel infierno.

Descendimos las escaleras con prisa, y el 

—Bruno, —le llamó su compañero mientras bajábamos las escaleras con prisas, — las llaves del coche están en la cocina ¡date prisa!

Marc nos dirigió al salón y nos paramos en seco cuando vimos a Aidan con chaleco antibalas  apuntando a la persona que tenía al lado.

Mis lágrimas brotaron de alivio al ver a alguien de mi lado, aunque la alegría se desvaneció rápidamente cuando Marc tomó medidas extremas. Desesperado, me utilizó como escudo cogiéndome del cuello mientras que se ponía detrás de mi con su arma apuntando a mi costado.

—¡AIDAN! — llamé con mi voz temblorosa.

—¡SUÉLTALA! — le gritó.

—¡Baja la arma o la mato! — dijo Marc justo cuando vi a Bruno detrás de mi amigo, de mi hermano...

—¡AIDAN! ¡CUIDADO! — le avisé — ¡DETRAS DE T...! — pero Marc no me dejo acabar la frase y me tapó la boca.

 Mis ojos se abrieron desmesuradamente, reflejando el pánico mientras observaba cómo Bruno y Aidan caían al suelo en medio de un forcejeo frenético.

—¡SUÉLTAME! —mi voz se ahogó bajo la presión de la mano de Marc en mi cuello, y sentí la asfixia apoderándose de mí. 

Mis pulmones ansiaban desesperadamente el aire que me negaban. Era como si el tiempo se ralentizara mientras luchaba por liberarme de su agarre implacable hasta que poco a poco comencé a ceder, deje de luchar.

De repente, la presión en mi cuello cesó abruptamente. Caí al suelo, tosiendo y jadeando, buscando con desesperación el oxígeno que mi cuerpo reclamaba. Sentí un dolor agudo y punzante en mi costado como un relámpago, un eco implacable del caos reciente. Mis manos, guiadas por un instinto de supervivencia, descendieron hacia la fuente del dolor. Allí, la yema de mis dedos encontró una textura cálida y pegajosa, un reconocimiento inmediato de la humedad característica de la sangre. El mundo a mi alrededor se volvía borroso, una nebulosa de confusión, mientras mi mente luchaba por asimilar el violento giro de los acontecimientos.

Ladee la cabeza a mi derecha para ver quien apartó a Marc de mi...mientras que comenzaba a respirar entrecortadamente. La espalda ancha y familiar de alguien ocupaba mi campo de visión. Mis ojos se enfocaron, y no hubo lugar a dudas. 

Era Wyatt. 

El mismo hombre que, en un giro inesperado del destino, ahora intervenía para poner fin a su tortura provocada.

—A-Aidan... —logré decir en un susurró a la vez que continuaba viendo la espalda de Wyatt, quien no paraba de golpear a Marc.

Mis ojos comenzaron a cerrarse pero los obligaba a mantener abiertos 

>>¡Aidan! — intenté llamarle en voz alta pero salió en un susurró.

—¡AIDAN! — gritó Wyatt apareciendo a mi lado justo cuando ya no pude aguantar más y cerré los ojos —¡AIDAN! ¡Maldita sea, abre los ojos! — le escuché decir sintiendo como me zarandeaba con suavidad.

Aunque quisiera, no tenía fuerzas para abrir los ojos.

—¡SARISHA! — era la voz de Aidan, sentía que me continuaban moviendo con suavidad para que abriera los ojos  —Tienes que abr... — y deje de escucharle.

********

POR FIN ENCONTRARON A SARISHA!!!

De verdad pensaron que ella fue...degollada?? Q fuerte

Pero...ahora recibió un disparo :0

Recuerden que en uno de los capitulos anteriores, Sarisha nos conto que falleció su prota fav en el capitulo 15 y aun quedaban 5 cap restantes.

Entonces...¿Qué pasara? ¿Se salvara o no?

Espero que os haya gustado y no olviden votar y comentar. 

Ya vamos volviendo a la normalidad poco a poco...bueno, o eso creo.

No me maten :)

Os quiero<333

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