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Capítulo 23

Habían pasado dos horas desde que las había interrogado. 

Nos contaron todo: lo que sufrieron, como conocieron a Sarisha, como lograron escapar y llegar hasta aquí...nos contaron todo pero continuaban sin darnos la ubicación exacta que necesitábamos.

Si realmente, Sarisha y sus compañeras fueron cogidas y llevadas de nuevo a donde estaban retenidas...no quería ni imaginar lo que Marc y sus hombres habrían hecho con ellas.

Llamamos a los padres de las chicas para informarles la aparición de sus hijas, rostros ansiosos y preocupados, se congregaron en la sala de interrogatorios junto a ellas. Después de un breve descanso, aprovechando de darles espacio para consolar a sus hijas, para que pudieran abrazarse y hablar en la intimidad, tratando de encontrar consuelo en medio de la incertidumbre...volvimos a la sala de observación con el micrófono apagado para respetar su privacidad, nos permitió vislumbrar momentos de conexión y desesperación compartida.

—¿Qué podemos hacer para saber la ubicación exacta? — preguntó Lina.

—He mandado a unos agentes a revisar las cámaras de seguridad —habló el Capitán — para que vean por que zona entraron e seguirlas marcha atrás.

—Pero tar...—alguien llamando a la puerta interrumpió al agente Hanna.

—¡Adelante! — dijo el Capitán.

—Señor, —saludo un oficial entrando, — se ha denunciado la desaparición de un hombre de 42 años.

—¿Cuando? 

—Su mujer dijo que debería de haber llegado a casa anoche, sobre las tres de la madrugada pero no llegó y su móvil esta apagado.

—Vale — dijo mirando la ficha del hombre — Entrega esta investigación al agente Rámirez.

—Sí señor — dijo el oficial saliendo de la habitación.

Sentí como alguien tocó mi hombro llamando mi atención y cuando voltee a ver, era Lina.

—Las chicas dijeron que justo cuando vieron que un coche se estaba acercando a donde se encontraban todas... — murmuró cerca de mi oído para que nadie la escuchara — Marc disparó hacia el coche, provocando que tuviera un accidente. Y si...¿ese hombre desaparecido es el mismo que disparó Marc?

—Uhm...puede que tengas razón — respondí dirigiéndome hacia el Capitán —Capitán ¿podemos tener acceso a la información del hombre? — pregunté y me observó extrañado.

—¿Por qué?

—Puede que sea el mismo hombre que mató Marc — le respondió Lina — El mismo hombre que podría haber sido la salvación de las chicas — terminó de decir y frunció el ceño.

Miró al agente Hanna y él, como si hubiera comprendido el mensaje salió de la habitación y volvió luego de unos minutos entregando la carpeta al Capitán. Él lo cogió y lo abrió, sacando la foto del hombre y entregándomelo.

—Bien, usted y la inspectora vayan a preguntar a las chicas si reconocen a este hombre.

Con una sonrisa asentí con la cabeza y salimos de la habitación para ir a la contigua, pidiendo a los padres de las chicas que nos dejaran un momento a solas.

—Chicas — les llamó la atención la inspectora sentándose en la silla, frente a ellas mientras que yo estaba de pie al lado. —Necesito que me digan si reconocen a este hombre — terminó de decir posando la foto sobre la mesa frente a ellas.

—No — dijeron al unísono.

—¿Recuerdan el coche? — pregunté esperanzado mientras que me sentaba apoyando la espalda contra el respaldo de la silla  — Es decir...¿el color, modelo...?

—No — volvieron a negar lentamente y cerré los ojos.

—Chicas, — las llamó la inspectora — cuanto antes nos ayudéis, antes podréis ir con vuestra familia. Vale, no nos deis la ubicación exacta pero al menos...¿alguna pista?

No dijeron nada, veía en sus miradas, en sus rostros el temor que tenían hacia Marc y apreté los labios.

Nos íbamos a levantar cuando la voz de una de las chicas nos detuvo.

—Os...podemos dar una pista — murmuró la chica morena y me observó directamente a los ojos — ¿Nos prometiste que nos darías protección? ¿Nos tendrías bajo protección?

—Sí — afirmé al instante — Os lo prometo.

—Vimos el coche —susurró mirando hacia las manos — Era de color rojo.

—El hombre tenia una camioneta roja — escuchamos la voz del agente Hanna a través del pinganillo.

—¿Era una camioneta? — preguntó la inspectora Blye y las chicas asintieron.

—Estábamos adentrándonos al bosque cua...

—Espera — detuve a la chica del cabello castaño — ¿Bosque?

—Sí — afirmó la morena y la inspectora y yo nos miramos extrañados.

—Alrededor de la ciudad hay muchas zonas boscosas — comentó el Capitán a través del pinganillo — Concreten el lugar.

—Un momento — dije a las chicas — Dijisteis que cuando huisteis de la casa, salisteis fuera...estabais en medio de la nada, un descampado.

—¿De donde ha salido el bosque? —preguntó la inspectora.

—Cuando llegamos a la carretera, al otro lado de ésta había árboles — respondió la chica del cabello castaño.

—Después de que María nos dijera de separarnos... — continuó la chica morena — Nosotras y las otras tres nos adentramos al bosque con la esperanza de que no nos siguieran. Justo cuando nos adentrábamos, vimos por ultima vez la camioneta estrellada contra el árbol.

—Sintiéndonos culpables de ese accidente — terminó de contarnos su compañera y la habitación se sumió en un silencio incomodo.

—No ha sido vuestra culpa chicas — comentó la inspectora intentando tranquilizarlas.

—Si n-no nos hubiéramos  interpuesto en su camino...él continuaría vivo.

—Chicas...

Creemos tener algo — nos interrumpió el Capitán — Vengan ahora mismo.

—Gracias — dijimos finalmente a las chicas levantándonos y dirigiéndonos a la puerta.

Justo cuando estábamos por salir, una de las chicas me detuvo.

—Aidan — me llamó y voltee a ver junto a la inspectora. —Nos prometiste que nos tendrías bajo protección, nos darias...la protección que necesitamos — habló la chica morena mirándome fijamente.

Podía ver en los ojos de ambas el temor que tenían, lo destrozadas que estaban...

—Y lo haré — les prometí —Ahora mismo les daré a vuestros padres el nombre del centro de rehabilitación al que os mandaré. Esta noche tendrán tres mujeres cada una, todas expertas y cualificadas para esto — les aseguré.

>>Estarán de incognito como trabajadoras del centro pero pendiente exclusivamente de vosotras y de lo que os rodea. Incluso mandare a tres hombres en vuestras casas, igual que las mujeres...estarán de incognito como algún familiar que vino de fuera o algún trabajador — terminé de decir sonriéndolas. 

No era una broma, Marc realmente era un hombre peligroso.

— Gracias...— dijeron al unisonó con unas sonrisas tristes y les devolví.

—Gracias a vosotras por vuestra ayuda y colaboración.

*  *  *  *

Después de despedirnos de las chicas y las familias, volvimos a la sala de observación donde en la mesa ya estaban papeles con informaciones sueltas, esparcidas por la mesa.

—Alrededor de Sevilla hay muchas zonas boscosas que unen otros pueblos y ciudades — habló el Capitán mientras los demás les escuchábamos con atención — Pero las chicas dijeron que en la zona en la que se encontraban...en una parte había descampado y en la otra parte de la carretera, arboles, un bosque pequeño.

—Por lo tanto, —continuó el agente Hanna, — deberían de estar cerca como para llegar caminando en las condiciones en las que se encontraban.

—Y solo hay una zona alrededor de Sevilla, lo suficientemente cerca como para combinar área rural y zona boscosa — habló de nuevo el Capitán. — La carretera nacional N-630 que une Sevilla con Sanlúcar la Mayor a unos 25km al oeste de la ciudad.

—Y el hombre que mató Marc, trabajaba en ese pueblo — habló la inspectora Blye mirando la ficha del hombre —Hemos llamado a su trabajo y dijeron que la ultima vez le habían visto vivo saliendo del pueblo para acá.

—Es decir...— continuó Lina — que los acontecimientos ocurrieron entre la carretera que une ambos puntos.

En mi mente ya estaba trabajando.

Tenia dos puntos unidos por una línea, y según las chicas, dijeron que calculaban unos veinte minutos de camino hasta llegar aquí y ambos puntos estaban separados por una distancia de 25km...por lo tanto, tardaríamos en llegar de aquí al otro extremo de la línea unos treinta minutos.

—Aidan — me llamó Logan sacándome de mis pensamientos — ¿En que piensas?

—En que los acontecimientos debieron de ocurrir cerca de Sanlúcar — respondí — A unos diez minutos...si no me equivoco.

—Deberíamos de recorrer la carretera que une ambos puntos — sugirió Oliver.

—Así es — dijo el Capitán.

*  *  *  *

El sol brillaba en lo alto del cielo, iluminando la carretera que se extendía ante nosotros. Compartía el coche junto al agente Hanna y la inspectora Blye mientras nos dirigíamos hacia el pueblo de Sanlúcar la Mayor. A diferencia de la oscuridad de la noche, la luz del día revelaba paisajes que pasaban velozmente por la ventanilla.

Logan, Lina y mi primo aguardaban junto al Capitán en la comisaria, colaborando desde el centro de operaciones.

—¿De verdad vas a darles protección? —preguntó el agente Hanna, su mirada reflejando un interés genuino mientras se volvía hacia mí.

—Sí —afirmé, manteniendo la mirada en la carretera—. Les prometí protección a cambio de información. Aunque no nos dieron la ubicación exacta, nos proporcionaron pistas importantes.

La inspectora Blye, con la vista fija en el horizonte, continuó con la conversación.

—Esto se te da muy bien —comentó desviando su mirada hacia mí antes de volver a enfocarse en la carretera—. ¿Nunca pensaste en ser algún agente federal o policial? ¿Entrar a esta profesión?

—La verdad es que no —respondí, recordando la infancia con Sarisha—. A mi amiga siempre le encantaron las series policiales y películas de acción, de Jackie Chan... Me obligaba a verlas cuando estudiábamos juntos en el colegio.— Era increíble la confianza que había cogido con el equipo. 

>>Me decía que de mayor quería ser una agente — susurré, dejando que mis pensamientos se perdieran.

—...Para hacer justicia con el mundo...para vengar a mi madre por lo que hizo.

Las palabras de Sarisha resonaban en mi mente a medida que avanzábamos por la carretera soleada, las preocupaciones se entrelazaban con la determinación en mi mente. La búsqueda de justicia, combinada con el deseo de proteger a las chicas, me impulsaba a seguir adelante.

Marc era listo, no dejaría ninguna pista suelta, habría limpiado la sangre derramada en la carretera, habría hecho desaparecer los cuerpos con tal de no encontrarles. Era el hombre más buscado del mundo, once países le buscaban a él y a su banda...si ellos no habían sido capaces de cogerles ¿Quién dice que nosotros lo haríamos?

Estaba perdiendo poco a poco la esperanza...pero continuaba manteniéndome firme, no debía de venirme abajo.

—Aidan —me llamó el agente Hanna, sacándome de mis pensamientos —. Sabes que esto no será fácil, ¿verdad?

Asentí con seriedad. La realidad era clara: estábamos enfrentándonos a un hombre astuto y peligroso, rodeado por una red de crimen organizado.

—Lo sé, pero no podemos rendirnos. Esas chicas cuentan con nosotros...sobre todo Sarisha — terminé de decir lo ultimo.

La carretera se extendía hasta el horizonte, y Sanlúcar la Mayor se perfilaba a lo lejos. El sol iluminaba cada detalle del paisaje, pero la incertidumbre persistía en el aire.

—No permitiremos que les hagan más daño —afirmó la inspectora Blye con determinación.

Poco después, el pueblo de Sanlúcar la Mayor se materializó ante nosotros cuando nos acercábamos, sus calles bañadas por la luz del día. Estacionamos el coche en las afueras, ansiosos por obtener cualquier información que nos acercara a las chicas desaparecidas.

Nos dirigimos directamente a la estación de policía local, donde nos encontramos con el Jefe de Policía del pueblo. Explicamos la situación, compartimos la fotografía del hombre desaparecido...pero no sabían nada, ni siquiera sobre las chicas o Marc.

Nos despedimos del Jefe de Policía, agradeciéndole por su colaboración, y regresamos al coche con la sensación de desánimo pesando sobre nosotros.

El viaje de regreso a Sevilla transcurrió en silencio. El sol descendía en el horizonte, proyectando sombras alargadas sobre la carretera. Cada kilómetro recorrido aumentaba la frustración y la urgencia de la situación.

—No obtuvimos nada allí —murmuró la inspectora Blye, rompiendo el silencio—. ¿Y ahora qué?

—Debemos volver a la comisaría y replantear nuestra estrategia —respondí, sintiendo la presión de la responsabilidad—. Quizás se nos escapó algo, alguna pista que no vimos.

El agente Hanna asintió en silencio mientras seguíamos avanzando por la carretera de regreso a Sevilla. La incertidumbre y la necesidad de encontrar respuestas impulsaban nuestro viaje, incluso cuando enfrentábamos la frustración de un callejón sin salida en Sanlúcar la Mayor.

Cuando llevábamos unos diez minutos fuera de Sanlúcar la Mayor, el paisaje pasaba rápidamente por la ventana del coche. Fue entonces cuando algo captó mi atención, un destello fuera de lugar en la monotonía de la carretera.

—Inspectora Blye, ¿puede hacer dar marcha atrás? Por favor —pedí, señalando hacia la dirección donde acabábamos de pasar.

—¿Qué pasa? — preguntó su compañero.

La inspectora asintió y maniobró el coche para dar marcha atrás. Al regresar al punto que me llamó la atención, algo se reveló entre los árboles del lado de la carretera.

—¡Detén el coche! —exclamé.

La inspectora frenó bruscamente, y los tres bajamos del vehículo para examinar lo que había llamado mi atención:  un árbol que parecía haber sido impactado por un vehículo. La corteza estaba marcada y había algunas ramas rotas y caídas... y el suelo mostraba signos de haber sido perturbado recientemente.

La inspección reveló marcas evidentes de neumáticos en el suelo y astillas de madera dispersas.

—Esto parece ser reciente. —Observé, frunciendo el ceño.

El agente Hanna examinó las huellas y asintió.

—Aquí debió de producirse el disparo y el accidente— dijo.

—Capitán ¿lo esta viendo? — preguntó la inspectora por el pinganillo.

—Sí  — le escuchamos — Acabo de mandar a los agentes allí, para que investiguen la zona. Están de camino.

Mis ojos se fijaron en el descampado, al otro lado de la carretera, en busca de algún rastro. Y entonces, como si la realidad se revelara ante mí, vi la silueta de algo que se recortaba contra el horizonte.

Corrí hacia ella, la figura se hacía más clara a medida que me acercaba, una estructura que había permanecido oculta a simple vista. Parecía emerger de la nada, un testigo silente de acontecimientos desconocidos.

El agente Hanna llamó mi nombre, pero mi atención estaba centrada en el edificio frente a mí. 

—¿Aidan? — escuché que me llamaba el agente Hanna a mis espaldas, pero mi atención estaba en la figura frente a mí...tan cerca y tan lejos.

No le hice caso y continué caminando hacia allí intentando reconocer la sombra y me detuve en seco cuando lo hice.

—¡ES UNA CASA! — grité volteando a ver a los agentes y comenzando a correr hacia el edificio.

Mis zancadas se volvieron más firmes a medida que me acercaba a la casa, pero antes de ni siquiera llegar a la mitad del camino, los agentes se interpusieron, deteniendo mi avance. La mirada firme de la inspectora y la mano extendida del agente Hanna frenaron mi impulso.

—Aidan, espera. Podría ser peligroso entrar sin evaluar la situación. —dijo la inspectora con seriedad.

La urgencia seguía palpitando en mis venas, pero la lógica prevaleció en ese momento tenso. Nos quedamos allí observando la casa desde la distancia en silencio, mientras los agentes desplegaban estrategias en sus mentes.

—Podría haber hombres de Marc por todas partes. Será mejor sorprenderles. —añadió el agente Hanna, su mirada escrutadora buscando señales de movimiento.

Asentí, aunque la impaciencia seguía latente en mis ojos. La estrategia era clara: evaluar el terreno, preparar un plan sólido y luego avanzar con determinación.

—Nos acercaremos desde atrás en coche — dijo la inspectora.

—Per...

Aidan — escuché la voz del Capitán a través del pinganillo — Hay que tener cuidado, no hay que darles motivo para que nos vean desde distancia. Sera mejor que se acerquen en coche desde atrás, conforme se vayan acercando podrán ver cuantos guardias hay y detenerse antes de que os vean.

La estrategia del Capitán resonó en mis oídos, y a regañadientes, asentí aceptando la sabiduría de la precaución. Retrocedimos hacia el coche, dejando la casa en suspenso, como un enigma pendiente de ser resuelto. El agente Hanna tomó el volante, la inspectora y yo, nos acomodamos, con la mirada fija en la estructura que albergaba incógnitas.

El motor rugió, y avanzamos lentamente por caminos secundarios, manteniendo la discreción que la situación requería. El paisaje se deslizaba a nuestro alrededor, cada curva del camino llevándonos más cerca de la casa misteriosa.

La tensión en el coche era palpable, como si cada uno de nosotros contuviera la respiración, listos para el momento en que la verdad se revelara. El agente manejaba con destreza, mientras la inspectora revisaba su arma con determinación. Yo, por mi parte, me perdía en pensamientos sobre lo que encontraríamos más adelante.

Sarisha, aguanta...

A medida que nos acercábamos, la casa tomaba forma nuevamente en el horizonte, y esta vez, la aproximación estaba envuelta en estrategia y cautela. El coche se deslizaba como una sombra, y mi mirada se aferraba a cada detalle del entorno, buscando cualquier indicio de presencia hostil.

El Capitán y Oliver seguían dando instrucciones a través del pinganillo, guiándonos con la experiencia de alguien que conocía los entresijos de la operación. El plan se desarrollaba como una coreografía cuidadosamente ensayada, y cada movimiento estaba sincronizado para evitar cualquier sorpresa desagradable.

A medida que nos aproximábamos al objetivo, la incertidumbre se mezclaba con la determinación en el aire del coche. La casa aguardaba, silente y misteriosa, como si supiera que su secreto estaba a punto de ser revelado.

Entonces vi como la inspectora saco de la guantera un dron pequeño, su zumbido llenó el interior del coche mientras  la inspectora lo manejaba con destreza. A través de la cámara del dron, la casa se desplegó ante nosotros, revelando detalles que escapaban a simple vista. La estructura estaba envuelta en un silencio ominoso, sin signos externos de vida o vigilancia.

—No hay guardias fuera, ni coches. Nada. —informó la inspectora Blye, su voz filtrándose a través de la tensión.

Su compañero asintió, evaluando la información. La ausencia de la seguridad esperada desconcertó nuestras expectativas. ¿Dónde se escondían los secuaces de Marc? La incertidumbre flotaba en el aire mientras el dron continuaba explorando cada rincón de la propiedad.

El dron realizó una danza aérea alrededor de la casa, sus hélices cortando el aire mientras exploraba cada centímetro de la estructura. Desde las alturas, las ventanas se convertían en ojos indiscretos que revelaban la ausencia de actividad en el interior. No había sombras moviéndose ni susurros de conspiración.

—El interior también está vacío — informó la inspectora mientras el agente continuaba conduciendo lentamente — No hay señales de vida. 

Mierda...no se si eso es bueno o no.

La sorpresa se apoderó de nosotros, mezclada con una creciente cautela. La certeza de que algo no estaba bien nos envolvía, y el agente Hanna ajustó el plan en consecuencia.

—Avanzaremos con precaución, pero estén alerta. Esto podría ser una trampa. —advirtió, sus ojos escudriñando el horizonte.

El coche se acercó lentamente cada vez más. La falta de presencia humana en el edificio generaba más interrogantes que respuestas.

 ¿Dónde estaban las chicas? ¿Y dónde coño se escondía Marc?

La inspectora manejaba el dron con maestría, su mirada enfocada en la pantalla que transmitía las imágenes en tiempo real. Cada habitación vacía aumentaba la tensión en el coche, mientras nos sumergíamos más profundamente en la enigma que se presentaba ante nosotros.

El Capitán continuaba dando instrucciones, adaptando la estrategia a la extraña realidad que enfrentábamos. Cautela y coordinación eran las palabras clave mientras nos adentrábamos en lo desconocido. La casa, ahora desprovista de vida aparente, parecía aguardar en silencio el desenlace de este misterioso capítulo.

Mis ojos se clavaron en la pantalla del dron cuando, de repente, una habitación en particular llamó mi atención. 

—Inspectora, vuelve a la ventana de atrás — le pedí — Acerca la cámara.

Al acercarlo, una inscripción en la pared se volvió visible, escrita con una sustancia oscura que hizo que mi corazón se acelerara. La sangre formaba palabras, un mensaje...que se insinuaban desde la penumbra.

—¡Espera, Aidan! —gritó el agente Hanna desde el coche, pero ya era demasiado tarde.

Me encontraba corriendo en grandes zancadas hacia la casa.

Por favor...que no sea la sangre de ninguna chica, mucho menos de Sarisha.

Cuando llegué a la casa, abrí la puerta de una patada encontrándome unas escaleras frente a mi. Las subí corriendo, el corazón latía con fuerza en mi pecho. Cada escalón era un eco de incertidumbre, y la oscuridad de la casa se cerraba a mi alrededor como un abrazo siniestro. Llegué al pasillo de arriba, y allí, la puerta entreabierta de una habitación me llamó la atención.

Empujé la puerta con cautela, y la tenue luz reveló un cuarto en penumbra. Mis ojos se clavaron en la pared del lado izquierdo donde la inscripción ahora se revelaba con más claridad. La frase  "Suerte por encontrarnos" estaba escrita en sangre fresca, un mensaje macabro que heló mi sangre. Las esperanzas de que fuera algo diferente se desvanecieron, y el peso de la realidad se posó en mis hombros.

—No puede ser... —susurré, la garganta apretada por la mezcla de horror y desesperación.

El significado de esas palabras se deslizó como una serpiente fría por mi espina dorsal. 

¿Suerte en encontrarnos? ¿Qué tipo de retorcido juego se estaba jugando aquí? 

Mis pensamientos se agitaron en un torbellino mientras absorbía la crudeza del mensaje.

Observé la habitación: la diadema de Sarisha que lo llevó en la fiesta de Halloween formando parte de su disfraz... una vez que fue un adorno festivo, yacía en el colchón como un testigo mudo de la inocencia perdida. Cada brillo en sus pedrerías parecía susurrar la historia de una noche que se tornó pesadilla.

La mancha de sangre en el suelo, seca pero persistente, era un eco macabro de los sucesos que la mente se esforzaba por negar. El recuerdo del video se reprodujo en mi mente, como una sombra que se deslizaba entre los rincones oscuros de la realidad.

Esa maldita mancha en el suelo era la inocencia perdida de Sarisha...

El silencio en la habitación se volvió ensordecedor, roto solo por el latir frenético de mi propio corazón. La crueldad del mensaje en la pared y la cruel conexión de los elementos presentes dejaban una sensación amarga en el aire.

—No puede ser... — volví a repetir en un susurró, la realidad golpeándome como un puño en el estómago.

Sentía como mis ojos se aguaban. 

La casa, ahora más que nunca, se convirtió en un sepulcro de secretos, y la búsqueda de respuestas se tornaba más desesperada. Cerré los ojos por un momento, tratando de contener la marejada de emociones que amenazaban con desbordarse. 

Volví a recorrer la habitación con la mirada y mis ojos se posaron en la cámara en la esquina del techo, y una mezcla de rabia y determinación se encendió en mi interior. Cada centelleo de la lente era como un ojo acusador que vigilaba el sufrimiento impreso en las paredes.

—¡¿Crees que esto es algún tipo de juego?! —grité hacia la cámara, mi voz resonando con la intensidad de la injusticia.

La casa, una vez más, se volvía un laberinto de misterios, pero esta vez, la furia y la sed de justicia eran las brújulas que me guiaban.

********

Otros de los capitulos que no se encontraba en su antigua versión. Que tal os pareció ??

Se van acercando....??

Dnd demonios se metieron?? Las chicas estaran vivas??
Realmente espero que os haya gustado.

Perdonenme por ser un capitulo muy largo, espero que no os haya parecido aburrido.

Que piensan...Queda mucho para saber si Sarisha esta viva o muerta?? 

Os quierooo !!!<<333

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