Capítulo 19
Abrí los ojos, encontrándome atrapada en esa maldita habitación durante dos largos días. Ya no estaba encadenada, pero seguía prisionera en aquel lugar siniestro. Después de mi desesperado intento de escape el primer día, fui sometida a una brutal golpiza y tortura. La confusión y el miedo se apoderaban de mí.
¿Por qué me habían hecho esto? ¿Por qué yo?
¿Y si es el castigo por los pecados que cometiste con Wyatt?
Me levanté del colchón viejo en el rincón de la habitación y me senté, soltando un suspiro que se mezcló con mis lágrimas. Durante esos dos días, había sido sometida a golpes y tocamientos sin entender por qué.
¿Por qué nadie me busca?
Un ruido inesperado me sacó de mis pensamientos. La puerta de la habitación se abrió, revelando la presencia de Marc y David, los hombres que me habían secuestrado. Mi corazón comenzó a latir con fuerza, y una oleada de nervios me invadió.
Se acercaron con sonrisas siniestras y, mientras me abrazaba a mí misma con miedo a nuevos golpes, arrojaron un teléfono cerca de mí en el colchón. No lo miré, no lo cogí. Solo escuché una voz femenina que provenía del video en mi teléfono.
"El pueblo de Córdoba, Lucena, está conmocionado por la desaparición de una joven musulmana de 17 años, Sarisha Sheikh, que fue vista por última vez en una fiesta de Halloween. La familia y amigos están angustiados por su repentina desaparición, y la policía continúa con sus esfuerzos por encontrarla. Sarisha, una estudiante brillante y querida en su comunidad, asistió a la fiesta en una residencia local y nunca regresó a casa. La fiesta estaba llena de alegría y disfraces, pero su desaparición ha dejado a todos desconcertados."
Nada más escuchar eso, cogí rápidamente el teléfono y observé el reportaje, que continuaba mostrando fotos mías junto a lo que supuse que eran mis amigas, sus caras ocultas por la edición del video.
La reportera continuó hablando: "La policía insta a cualquier persona que tenga información sobre el paradero de Sarisha a que se comunique con las autoridades locales. No se han revelado detalles adicionales sobre su desaparición en este momento, y su familia pide privacidad mientras luchan con esta angustia inimaginable. La comunidad se ha unido en busca de respuestas, esperando su pronto regreso a casa."
Mientras sostenía el teléfono en mis manos temblorosas, mi mente se llenó de incertidumbre sobre lo que el futuro me deparaba.
—Aunque tu desaparición ya ha sido publica, —habló David riéndose, — créeme que no nos encontraran. No lo harán, a menos que nosotros les dejemos coger, pero no pasara.
Marc, con una mirada fría y calculadora, se inclinó hacia el teléfono y lo apagó de un manotazo.
—Ahora, Sarisha, entenderás que estás completamente bajo nuestro control — me dijo con su mirada penetrante clavada en la mía — No tienes a dónde huir, nadie vendrá a rescatarte. — Su voz era un susurro amenazante que enviaba escalofríos por mi espina dorsal.
—Y Wyatt, desaparecido después de meterte en este lío — comentó David con una sonrisa siniestra.
—¿Qué tiene que ver él? — pregunté con una voz débil.
—Es él quien te metió en esto.
—No... eso no puede ser, él no sería capaz...
—¿Tantas ilusiones en tan poco tiempo? — interrumpió Marc, preguntando con una ceja alzada y sacando su teléfono móvil del bolsillo. —¿Recuerdas este día?
En la pantalla del teléfono, se mostraba un vídeo del día en que Wyatt me llevó al lago, cuando estábamos compartiendo una comida y donde le deje besarme y tocarme.
El primer gran pecado que cometiste con él.
—¿De dónde sacaste eso? — pregunté con voz temblorosa.
—Me lo envió él — respondió Marc con una sonrisa —Ese día era cuando él debía robarte lo más valioso, mientras lo grababa. Quería robarte tu virginidad y luego enviarnos el video para que lo compartiéramos en todas las redes.
>> Hizo el video, sí, pero descubrimos que no cumplió su tarea, nos traicionó. Le dimos una última oportunidad; se encargaría él, o lo haríamos nosotros. Al parecer, decidió dejarlo en nuestras manos...
—¡¿Qué?! — exclamé, sintiéndome abrumada por la revelación.
—Fue él quien te drogó en la fiesta de Halloween, ese día era su última oportunidad, y al parecer te convertiste en su debilidad — continuó David, — porque fue incapaz de hacerlo — terminó de decir antes de darme una patada en el abdomen.
—Aaahh — solté un grito de dolor. Las lágrimas comenzaron a empañar mis ojos, y el sufrimiento se hacía insoportable.
Narra Wyatt
— ¡¿QUÉ LA HAN SECUESTRADO?! — exclamó Aidan incrédulo — ¡¿Quién?! — se acercó a mí, ansioso por respuestas. Al ver que no respondía de inmediato, insistió — Wyatt... ¿Quiénes fueron?
— Marc y David — susurré tras unos segundos de titubeo.
Mi admisión vino seguida de un golpe firme por parte de Aidan, un golpe que me dejó sin reacción. Si hubiera deseado devolvérselo, podría haberlo hecho, pero no lo hice. Sabía que lo merecía. Había jugado con los sentimientos de Sarisha, y la culpa pesaba sobre mí como un lastre insoportable.
Flashback
— Andrew, ¿qué ha sucedido? — pregunté mientras me acercaba a toda prisa.
La llamada de Andrew me había urgido a bajar de inmediato, y su expresión preocupada me había inquietado aún más. Encontré a Sarisha al lado de él, llorando desconsoladamente. Cuando ella me vio, se abalanzó hacia mí, envolviéndome en un abrazo que reflejaba el miedo y el dolor.
— Wyatt — pronunció mi nombre entre sollozos.
Separé su cuerpo del mío para poder verla mejor y le pregunté con suavidad, aunque con el corazón encogido — Sarisha, ¿qué sucede?
Después de un breve silencio, sus ojos vidriosos se encontraron con los míos y volvió a abrazarme, sollozando con una intensidad que me hizo temer lo peor.
— Han intentado abusar de ella — me informó Andrew.
—¿Quién? — pregunté esperanzado que no mencionara el nombre que tenía en mente.
—Marc — respondió luego de unos segundos y cerré los ojos de golpe. —Dijo que tienes hasta esta noche o sino se encargaran ellos.
La sola mención del nombre de Marc hizo que mi sangre se enfriara.
— Sarisha, estoy aquí — susurré, acariciando su cabello en un intento de calmarla — Ven conmigo — dije, llevándola de la mano hacia una silla, donde la hice sentar.
Luego de tranquilizar a Sarisha, regresé mi atención a Andrew, dejando a Sarisha a la vista mientras se abrazaba a sí misma, como buscando consuelo en su propia presencia.
— ¿Qué piensas hacer? — preguntó Andrew con una expresión de preocupación.
— Lo haré — respondí con un suspiro.
— ¡¿Qué?! ¿Estás seguro? — él no podía ocultar su sorpresa.
— Sí, estoy seguro — afirmé con determinación, cortando su sorpresa — Es mejor que lo haga yo a que lo hagan ellos. Además, al día siguiente no recordará nada. Hace unas horas le di una bebida con una...droga.
— ¿Qué droga? — inquirió Andrew.
— H47, mezclada con otras dos sustancias — revelé, mientras mi mirada volvía a Sarisha — Hará todo lo que le diga, me deseará. Todo lo que ocurra esta noche entre nosotros, ella lo olvidará al día siguiente.
>>Pero, lamentablemente, lo que intentó hacer Marc, eso no lo olvidará.
— ¿Y qué hay del video? — preguntó. — Dijeron que debías enviarles un video haciéndolo.
— Lo haré — aseguré — ¿Grabaré el video? Sí. ¿Lo enviaré? Sí. ¿Lo publicarán en todas las páginas? Sí. ¿Tendrá visualizaciones? Sí, pero serán falsas. Me aseguraré de que nadie más lo vea excepto ellos.
— ¿Y si te descubren? — planteó una pregunta crucial — Sabes que son peligrosos.
— Lo sé — admití con solemnidad — Pero no lo lograrán.
Con esta decisión tomada, me acerqué a Sarisha y la levanté en brazos, llevándola a mi habitación. Una vez allí, inicié el proceso meticuloso que había planeado. Mientras tanto, observaba a Sarisha con cariño y preocupación, preguntándome si estaba haciendo lo correcto.
— Cierra los ojos y no los abras hasta que te lo diga — susurré.
Sarisha obedeció sin una palabra de protesta. La miré detenidamente, sus ojos marrones fijos en mí como si me desearan. Sabía que este era el efecto de la droga, y eso me hacía sentir aún más culpable. Luego, me separé un momento para iniciar la grabación, ocultando el dispositivo de manera que capturara todos los detalles.
— Ábrelos ahora — ordené.
Sarisha abrió los ojos, y sus pupilas reflejaban un deseo que yo había provocado con la droga. La atraje hacia mí, comenzando a besarla con una intensidad que nos consumía. Poco a poco, la tumbé en la cama, mi deseo y mi culpa entrelazados en un torbellino de emociones. Deslicé mis manos por su cuerpo mientras avanzábamos en ese territorio peligroso que había elegido explorar, sin poder evitar sentir que estaba comprometiendo mi propia alma en el proceso.
Se veía tan hermosa, su piel resplandecía con una suavidad tentadora. Con un toque apasionado, retiré su sostén, revelando la perfección de su figura. Poco a poco, nos deshicimos de la última prenda que nos separaba, quedando solo en ropa interior.
Nuestros cuerpos palpitaban de deseo, y el ansia en el aire era casi tangible. En un susurro, me acerqué a ella, apoyando mi frente contra la suya. Sus ojos se cerraron, y un suspiro escapó de sus labios entreabiertos.
— Hazlo — murmuró con un anhelo desenfrenado, y sellé su deseo con un beso apasionado.
Mis manos exploraron su cuerpo con una mezcla de deseo y ternura. Comencé a masajear su pecho suavemente, mientras mis labios descendían por su cuello, extrayendo gemidos de su garganta. Su respuesta era música para mis oídos, una sinfonía de pasión y deseo compartido.
Poco a poco, dejé de masajear su pecho para bajar la mano, deslizándola suavemente dentro de su ropa interior. Un gemido escapó de sus labios cuando comencé a mover mi mano lentamente en su intimidad, acariciándola con delicadeza.
— Aah... — sus gemidos eran un eco de placer, y mi deseo por ella se intensificó. Intrigado por sus reacciones, introduje un dedo en su interior, provocando un arqueo de su espalda.
— Estás mojada — murmuré entre besos apasionados, sintiendo el calor y la humedad que la envolvía.
— Aah... sí-sigue — rogó, su voz cargada de pasión. Continué moviendo mi dedo más rápido en su interior, disfrutando de sus respuestas y de cómo se entregaba a la sensación abrumadora.
Sentí cómo su cuerpo se tensaba, y su placer estaba en su punto máximo. Estaba a punto de llevarla al éxtasis cuando Sarisha me detuvo, agarrando mi brazo con urgencia.
— Hazme tuya — susurró, con una mirada lujuriosa y sus manos se deslizaron hacia mi miembro, masajeándolo a través de la tela de mis boxeadores. Cerré los ojos, suspirando ante sus caricias provocativas.
Mierda...
Me acerqué a ella para un beso apasionado y necesitado. Con un gesto audaz, bajó mis boxeadores y envolvió mi miembro con su mano, moviéndola lentamente de arriba a abajo.
— Joder, Sarisha — maldije con voz grave, sintiendo cómo mi excitación alcanzaba su punto máximo mientras aumentaba la velocidad de sus movimientos. Estaba a punto de llegar al clímax, pero la detuve bruscamente, agarrando su muñeca.
El deseo era incontrolable, pero sabía que tenía que tomar una decisión. La miré fijamente, apreciando la pasión en sus ojos, pero también sabiendo que era el momento de frenar.
— No puedo hacerlo así, Sarisha — le dije con una mezcla de deseo y responsabilidad. — No quiero que tu primera vez sea bajo la influencia de esa droga. Eres especial, y mereces algo mejor que esto.
— ¿Qué?
— Maldita sea, no puedo hacerte esto — contesté mirándola a los ojos — No puedo arruinar tu vida. Me gustas, te quiero... Sarisha, ambos deseamos hacer esto, pero muy en el fondo sé que tú no.
— Sí que quiero hacerlo, Wyatt. Quiero ser tuya — insistió, sus ojos llenos de deseo.
Mi corazón se debatía entre la pasión y la responsabilidad. Sabía que lo que estaba a punto de suceder no era lo correcto. Besé sus labios con delicadeza, tratando de transmitirle mi amor y respeto.
Después de vestirnos, la miré a los ojos, sintiendo la intensidad de nuestro vínculo. Me acerqué a ella, apoyando mi frente contra la suya con cariño.
— Perdóname — susurré, tomándola de la mano, y juntos salimos de la habitación.
Una vez en la calle, observé mi alrededor en busca de señales de Marc y David, aunque no estaban a la vista, estaba seguro de que nos observaban. Comenzamos a caminar, y después de unos minutos, Sarisha comenzó a correr.
— ¡Sarisha! — la llamé, y ella se volvió hacia mí, una sonrisa en su rostro, antes de continuar corriendo hacia atrás.
— ¡No te alejes de mí! — le advertí, mientras ella aumentaba la velocidad.
— ¡PÍLLAME! — desafió, sacando la lengua y aumentando aún más la velocidad.
No podía permitir que se alejara de mí. Corrí tras ella, aprovechando mi condición de deportista y mi entrenamiento. La alcancé rápidamente y la agarré del brazo.
— Eres lenta — me burlé, riendo.
— ¡Eso es trampa! — protestó, riendo a su vez.
Nos divertimos corriendo juntos, en un momento de ligereza que nos hizo olvidar por un instante la amenaza que pendía sobre nosotros.
Era su turno de pillarme, me alejé un poco de ella corriendo de forma lenta mientras que la escuchaba quejarse detrás de mi y yo me reía.
Pero todo cambió bruscamente cuando escuché un frenazo repentino.
— ¡SARISHA! — grité, girando la cabeza para ver a David y Marc bajando de una furgoneta y apoderándose de Sarisha.
— ¡WYATT! — gritó mientras David le tapaba la boca con un pañuelo. Sarisha luchó por liberarse, pero era en vano.
— ¡SARISHA! — intenté correr hacia ellos, pero me detuve en seco al ver a Marc apuntándola con una arma de fuego.
— Un paso más y la mato — amenazó David antes de subir a la furgoneta con Sarisha.
— Te lo advertimos — dijo Marc con un tono sombrío — Te dimos una oportunidad más hasta esta noche. Dejaste la decisión en nuestras manos, y lo hiciste muy bien.
Cerraron la puerta de la furgoneta y se alejaron, dejándome solo y desesperado en la calle.
— No... no quería esto — murmuré con angustia.
Saqué el teléfono y llamé a Andrew, quien respondió después de varios tonos.
—¿Wyatt?
— Andrew, reúne a las amigas de Sarisha, a Aidan y al F30 en mi habitación, AHORA MISMO. Es muy importante — le ordené.
—¿A todos?
—¡Sí! — afirmé — A excepción de Carla.
—¿En...tú habitación?
—¡Sí! —volví a afirmar —¡Date prisa! Estaré en diez minutos —añadí antes de colgar.
Comencé a correr hacia calle arriba hacia la casa, con el corazón latiendo con fuerza en el pecho.
No debía de pasar esto.
— ¿Wyatt, qué te sucede? — preguntó Sofia, preocupada.
— Han secuestrado a Sarisha — anuncié, llevándome la mano a la cabeza.
Fin de Flashback
La noticia del secuestro de Sarisha había sacudido a todos en la sala. Las voces de sorpresa y alarma se entremezclaban mientras procesábamos la gravedad de la situación. La tensión era palpable en el aire, y nadie podía permanecer indiferente a lo que acabábamos de escuchar.
Aidan, con su mirada desesperada, luchaba por contener la ira y la ansiedad que bullían en su interior.
—¡Aidan, relájate! — intervino Daniel separándonos, aunque la gravedad de la situación no se escapaba a ninguno de nosotros.
— ¡¿Cómo quieres que me relaje?! — exclamó con los puños apretados — ¡Han secuestrado a Sarisha!
Las amigas de Sarisha compartían la preocupación y la incredulidad ante la noticia. La voz de Leila, apenas un susurro, reflejaba el asombro que todos sentíamos.
— N... no puede ser, es imposible — murmuró, incapaz de asimilar la magnitud de lo sucedido.
Salma, con sus ojos llenos de confusión, buscaba respuestas en medio del caos.
— ¿Quiénes son Marc y David? — preguntó, necesitando entender mejor la situación.
Antes de que pudiera responder, Aidan se adelantó para compartir su conocimiento sobre esos peligrosos individuos.
— Son "amigos" de Hugo, Andrew y Wyatt. Se conocieron en unas carreras de coches callejeras. Al cabo de una semana, Drew y Hugo dejaron de ser sus amigos, se dieron cuenta de lo peligrosos que eran, mientras que Wyatt... siguió relacionándose con ellos — explicó, su voz llena de amargura —. Se encargaban de buscar chicas como objetivo para arruinarles la vida. Algunas las vendían, a otras las torturaban o las utilizaban temporalmente, y otras... — hizo una pausa, incapaz de articular lo que se escondía detrás de ese oscuro "otras" — las mataban.
El silencio que siguió a esa revelación era inquietante, ya que nadie quería imaginar el destino de Sarisha en manos de esos criminales. Las chicas quedaron atónitas.
— Pero no en matarlas —murmuré intentando defenderme.
— ¡Es lo mismo! — espetó, enfurecido — ¡Les ayudabas en secuestrar!
Un pesado silencio colmó la habitación mientras todos intentaban procesar la situación y decidir cómo actuar.
— ¿Cuántos años tienen Marc y David? — preguntó Salma.
— El grupo está formado por seis personas — murmuré —Todos ellos tienen entre 18 y 23 años.
— ¿Nunca los arrestaron? — preguntó Leila, esperando encontrar una solución a esa pesadilla.
— Son expertos, es imposible — admitió Amelia, reflejando el temor que todos compartíamos.
La conversación se estancó, y todos se encontraban sumidos en sus pensamientos mientras consideraban cómo empezar a buscar a Sarisha. Una hora pasó en un tenso silencio hasta que Ava finalmente habló, sugiriendo una acción necesaria.
— Chicas, ¿no deberíamos avisar a su padre? — propuso con preocupación.
Las hermanas de Sarisha dudaron, conscientes de la estrecha relación entre el padre y su amiga. Sin embargo, Aidan se ofreció.
— Me encargaré yo — anunció, dispuesto a enfrentar la difícil conversación con el padre de Sarisha mientras que salía de la habitación dando un portazo.
La decisión estaba tomada, y ahora era el momento de dividirse en grupos para emprender la búsqueda. El grupo estaba decidido a encontrar a Sarisha antes de que fuera demasiado tarde. Aidan se encargó de las llamadas necesarias, convocando a Oliver para que proporcionara un vehículo.
La misión de rescate estaba en marcha.
********
Holii!!
¿Que tal os pareció este capitulo?
Espero que os haya gustado, no olviden comentar y votar.
¿Como creen que avanzara los siguientes capitulos?
¿Lograran intervenir antes de que Sarisha pierda lo más valioso de ella o no?
Aviso:
Tengan una caja de pañuelos al lado en los proximos capitulos por si lo necesitan.
Luego no se quejen de que no les avise jajjajaja.
Veremos si esas lagrimas seran de felicidad o no....
Os quiero<<33 !!
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