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Capítulo 14 (2ºParte)

En cuanto pasaron  quince minutos, el coche se detuvo haciendo desaparecer las ventanillas negras y así dejándome observar lo que había fuera, lo que vi me había dejado boquiabierta. Sin ni siquiera pensarlo bajé del coche, contemplando el lugar en el que me encontraba. 

Las hojas doradas y rojizas se mecían en los árboles altos que se alzaban como guardianes del bosque y las hojas caídas creaban un manto mágico bajo nuestros pies. El aire estaba lleno del suave murmullo de la naturaleza: el canto de los pájaros, el susurro del viento y el aroma fresco que parecía emanar de la tierra misma. El lugar era un refugio de serenidad y belleza que bien podría haber sido extraído de un cuento de hadas.

Nuestra llegada al bosque marcó un cambio en la actitud de Wyatt. Mientras observaba su perfil, la curiosidad y el desconcierto se apoderaban de mí. Su cabello negro como la noche ondeaba en la brisa otoñal mientras sus ojos verdes esmeraldas parecían brillar con una chispa de diversión.

La inesperada amabilidad de Wyatt chocaba con la imagen que había construido de él. Mis pensamientos se agitaban en busca de respuestas, pero antes de encontrarlas, me tomó de la muñeca, arrastrándome más adentro del bosque.

El tacto de su mano en la mía envió un escalofrío a través de mi piel, dejándome incómoda e intrigada al mismo tiempo. La silenciosa caminata por el sendero de piedra continuaba, alejándonos de la carretera gris y del mundo que conocía.

A medida que avanzábamos, un aroma embriagador comenzó a llenar mis sentidos. Era un olor fresco, a lluvia y naturaleza, una fragancia que me resultaba irresistible. En la distancia, divisé un lago sereno, reflejando el cielo y los árboles en él.

El camino de piedras nos guió hacia un muelle, donde el césped verde intenso rodeaba el lago. Wyatt depositó una cesta el suelo  que llevaba y ni me había dado cuenta antes de despojarse de su camiseta y pantalones, quedando solo en bañador.

— ¡Oye! ¡¿Qué haces?! — exclamé, dándole la espalda y cruzando los brazos.

— Vamos a bañarnos — respondió con entusiasmo. — No vamos a hacerlo con la ropa puesta, ¿verdad?

— ¡¿Te importaría vestirte?! — protesté justo antes de escuchar el chapuzón de Wyatt en el agua.

Un grito eufórico escapó de su boca cuando emergió de las profundidades del lago. Me reí ante su espíritu juguetón, que parecía transportarlo a la infancia.

Sin poder evitarlo, me acerqué al borde del muelle y sumergí los pies en el agua, descubriendo que estaba sorprendentemente cálida. Mi reticencia inicial se desvaneció ante la tentación de la naturaleza.

— ¡Nisha! — gritó Wyatt desde el otro lado del lago. — ¡Voy a saltar de esa piedra! ¿Me observas?

Hice una señal de "ok" con la mano, y observé mientras se encaramaba a una gran piedra en la orilla opuesta del lago. Saltó con valentía al agua, emergiendo con una expresión de pura alegría en su rostro.

A pesar de la inquietud que había sentido anteriormente, me encontré disfrutando de aquel momento, de la belleza del bosque, el lago sereno y la espontaneidad de Wyatt. Pero las preguntas persistían en mi mente: ¿por qué se había vuelto tan amable de repente? ¿Por qué no había retirado su mano cuando me había tocado?

El ambiente de diversión cambió de repente cuando sentí que el lago se había vuelto inusualmente tranquilo. Wyatt había desaparecido de mi vista, y un nudo de ansiedad se apoderó de mi pecho.

— ¡Wyatt! — llamé con preocupación, observando el lago en busca de alguna señal de él.

La quietud del lago era desconcertante. La soledad del lugar me hizo sentir vulnerable, y la mente empezó a llenarse de temores. ¿Qué ocurriría si alguien se enteraba de que uno de los herederos de la empresa Senwell había desaparecido por mi culpa?

Cuando mi llamada no obtuvo respuesta, la preocupación se convirtió en miedo. No sabía nadar y la idea de que algo le hubiera sucedido a Wyatt me aterraba. En un instante de desesperación, busqué a mi alrededor en busca de ayuda, pero el bosque estaba tan tranquilo y solitario como el lago.

— ¡Wyatt! ¡¿Dónde estás?! — grité, sintiendo el corazón latir con fuerza.

Las dudas y los miedos se apoderaron de mí. Las terribles imágenes de los titulares de las revistas, acusándome de su desaparición, comenzaron a llenar mi mente.

Entonces, cuando menos lo esperaba, una voz conocida me sobresaltó desde atrás.

— ¡Buuu!

Giré asustada, y ahí estaba Wyatt de pie, observándome con una sonrisa traviesa en el rostro. Estuve a punto de caerme al lago cuando me sobresaltó, si no fuera que me había agarrado del brazo y me atrajo hacia él. Provocando que acabará chocando con su torso desnudo y mojado.

— ¡¿Dónde te habías metido?! — le pregunté molesta, empujándolo para alejarlo.

Sus ojos verdes me miraron con diversión mientras me hablaba, y su sonrisa se tornó más amplia.

— Estaba buceando — respondió, mostrando sus gafas de buceo antes de arrojarlas a un lado.

— Al menos me podías haber avisado.

— ¿Te preocupaste por mí? — preguntó, burlándose un poco, mientras alzaba una ceja con expresión juguetona.

— ¿Tú qué crees? — repliqué cruzándome de brazos. — La gente habría pensado que te he matado.

Mientras Wyatt se reía, mi mente se debatía entre la atracción que comenzaba a sentir por él y las normas de mi cultura islámica. Había sido criada en una familia que valoraba la modestia y la decencia, y mi interacción cercana con un hombre que no era mi marido o pariente cercano iba en contra de esas normas.

La forma en que el agua hacía goteo por el cuerpo desnudo de Wyatt, su sonrisa juguetona y su mirada desafiante, todo ello me hacía sentir emociones que nunca antes había experimentado y no sabía cómo manejarlo. Mi corazón latía más rápido cada vez que estaba cerca, y eso era inquietante.

La mera idea de que alguien pudiera enterarse de lo que estaba sucediendo me llenaba de ansiedad. 

Pero, por otro lado, no podía evitar sentir una conexión especial con el chico misterioso. No era solo su físico atractivo, sino su personalidad.

— Vamos, Nisha, —me sacó de mis pensamientos —¿crees que podrías deshacerte de mí tan fácilmente? — dijo con un tono de voz juguetón mientras que se acercaba lentamente analizando mi rostro, agaché la mirada y me hice a un lado dejando que saltará al agua. — Venga, métete al agua ya de una vez.

—No..n-no tengo ropa que ponerme después — respondí volteando a verle.

— Cámbiate, ponte mi camisa — me dijo mientras que me analizaba de arriba abajo — Es lo suficientemente grande como para cubrirte, no tienes más excusas.

— Yo...no se....nadar — terminé de decirle avergonzada en un susurro .

— ¡¿QUÉ NO SABES NADAR?! — preguntó incrédulo y estallo en una carcajada.

—¡WYATT!

—¿Cómo no puedes saber nadar teniendo 17 años? — me preguntó aun riéndose.

—Porque no todos tenemos las mismas oportunidades que tú —murmuré.

Vi que poco a poco dejo de reírse y me miró —Lo siento...— se disculpó. — Estoy aquí, no te va a pasar nada y esa excusa tampoco te servirá, así que deja de inventarte las excusas para no meterte en el agua.

Rendida voltee a verle y me sonrió señalando su ropa que estaba tirada en el césped al lado del muelle, resoplé mientras que me dirigía hacia su ropa y recogí la camiseta. Cuando lo hice, escuché el ruido del agua, me giré y vi a Wyatt de espaldas a mi e inconscientemente sonreí.

— Tienes un minuto para cambiarte —me avisó. —Sino voltearé a verte.

Deje de sonreír y comencé a cambiarme rápidamente por miedo a que me viera desnuda. Al pasar su camiseta por mi cabeza, un olor inundó mis fosas nasales: era su olor natural y no de esos tipos de perfumes caros, lo cual me gustó.

— Ya — contesté volteando a verle.

— Que rap... — se cortó así mismo en cuanto se giró a observarme y comenzó a recorrerme de arriba abajo y viceversa — Wooww, te queda muy bien — añadió silbando.

Él tenía razón, su camiseta era larga y me llegaba hasta la mitad de mis muslos.

>>Ahora, acércate.

— Tengo miedo — murmuré agachando la cabeza mientras que le hacia caso.

— ¿Miedo? — preguntó y asentí avergonzada — Vale, siéntate y sumerge tus pies.

Primero dudé pero al final lo hice, no sin antes tirar de la camiseta hacía abajo todo lo que pudiera para cubrirme bien. En cuanto me senté y sumergí los pies, Wyatt se acercó a mi nadando.

— Tranquila — dijo una vez que se encontraba a centímetros de mí.

Posó sus manos en mis muslos, mirándome fijamente a los ojos, y mi corazón comenzó a latir con fuerza. Wyatt deslizó lentamente sus manos arriba y abajo por mis piernas, algo inusual para mí, pero me estaba gustando. Luego, subió sus manos de nuevo a mis muslos y los apretó suavemente, instándome a separar las piernas. Sin pensarlo, las abrí, permitiéndole pasar... Sentí cómo mi corazón daba saltos.

Nos quedamos observándonos mutuamente durante unos segundos, hasta que aparté la mirada. Wyatt posó sus manos en mi cintura, atrayéndome hacia él y haciéndome entrar en el agua. Mi camiseta comenzó a subir, y traté de bajarla rápidamente.

— Ves, no era para tanto — me dijo con una sonrisa. — Vamos a adentrarnos un poco más — añadió, cogiéndome de la mano.

Nos adentramos aún más, y el agua me llegaba hasta la barbilla, y a él hasta el cuello.

— ¿Te gusta? — me preguntó, y asentí con una sonrisa. — ¿Quieres nadar? — antes de que pudiera responder, añadió con una sonrisa — Aunque me gustaría que siguieras así.

Me di cuenta de que estaba casi pegada a él, con mis brazos enrollados alrededor de su cuello, a centímetros de su rostro. Lo empujé rápidamente, haciendo que me soltara y me alejé de él, lo cual resultó ser un error, ya que empecé a ahogarme.

— ¡Sarisha! — enseguida sentí su mano rodear mi cintura y atraerme de nuevo hacia él. — ¿Te has vuelto loca?

Tragué un poco de agua y tosí, sin poder evitarlo. Después de que logré calmarme un poco, Wyatt me enseñó a flotar y a nadar en el agua. Empezamos a jugar, arrojándonos agua el uno al otro, riéndonos sin parar, hasta que sentí su mano agarrando mi muñeca, acercándose lentamente hacia mí.

No me había dado cuenta de su intención, porque la diversión me tenía absorta, pero entonces me soltó esas palabras que me dejaron atónita.

—Me gustas, Sarisha — susurró con determinación.

—¿Qué? — tartamudeé, intentando zafarme, pero su mano no cedía.

Wyatt me miró fijamente, sus ojos posándose en mis labios, y mi respiración se aceleró. Me sentía atrapada en una situación que me asustaba y emocionaba a la vez, como si estuviera cometiendo un pecado imperdonable. Quería alejarme de él, pero en el fondo, algo me retenía.

No sabía lo que me estaba pasando.

No quería admitir que me estaba gustando, me negaba a admitirlo.

Se acercó más, con suavidad, y sus labios tocaron los míos. Mi corazón latía a mil por hora, y sentí cosquilleos en el estómago. Wyatt me besó con ternura al principio, besos cortos y suaves, pero luego, de repente, su beso se volvió más apasionado. Sus labios se abrieron, y su lengua encontró la mía, desencadenando una oleada de sensaciones que nunca antes había experimentado.

Nos separamos para tomar aire, y mi mente estaba en un torbellino. Me gustaba la sensación, pero la culpa se apoderaba de mí. Era la primera vez que un chico me besaba, y no sabía cómo lidiar con eso.

—Quiero salir del agua — dije, nadando hacia la orilla con la esperanza de escapar de mis propios pensamientos.

Wyatt me siguió en silencio, y cuando finalmente salimos del agua, sentí la camiseta mojada pegada a mi piel. Empecé a exprimirla para quitar el exceso de agua cuando el chico de ojos verdes se colocó detrás de mí, apoyando sus manos en mis hombros. Empezó a acariciarme los brazos, y cerré los ojos suspirando, apoyando mi espalda en su pecho, sin entender del todo por qué.

—Sarisha, ¿estás bien? —preguntó con una voz suave cerca de mi oído.

—No lo sé, Wyatt, — dije con voz temblorosa. —Es solo que... esto no está bien. Mi rel-

—Tú religión —terminó la frase por mi y asentí.

—Me siento culpable —murmuré.

Me hizo voltear para quedarnos de cara a cara y vi que tenía una expresión muy seria.

—Entiendo tus preocupaciones, Sarisha. No quiero que te sientas atrapada o culpable. Pero también quiero que sepas que mis sentimientos son sinceros.

Me alejé de él, sintiéndome atrapada en un mar de confusión. Las voces de advertencia resonaban en mi cabeza, advirtiéndome de las consecuencias de mis acciones. Pero también estaba la sensación de que había descubierto algo valioso y profundo en mi encuentro con Wyatt.

>>Vamos a relajarnos —me dio una sonrisa, cambiando el rumbo de la de conversación. —Venga ven.

Se acercó a la cesta y de ahí sacó una manta que lo extendió por el suelo. Luego se sentó y comenzó a sacar una gran variedad de comidas. Iba sacando una caja que contenía otra cajita y cada una con algo de comida.

Luego me miró y me hizo un gesto con  la mano.

—Vamos, ven.

Me dirigí hacia él para luego sentarme enfrente del chico pelinegro sintiendo su mirada clavada en mi. 

— ¿Por qué me miras tanto?

— Tu pelo...¿se te ha rizado? — me preguntó señalándome — ¿No lo tenías liso?

— Oh, eeh..si — contesté — Se me riza un poco con la humedad o cuando se me moja.

— Te vez hermosa...

—Gracias — murmuré incomoda apartando la mirada de sus ojos y concentrándome en lo que me rodeaba.

Y al ver toda esa comida sin darme cuenta, relamí mis labios.

—Veo que tienes hambre —afirmó.

— No, es solo que..

— Coge lo que quieras — me interrumpió — Y no hace falta que finjas.

Una sonrisa de timidez se dibujó en mi rostro mientras elegía un sándwich de nocilla. La conversación y la diversión fluían entre nosotros, y Wyatt no paraba de hacerme reír con sus chistes y ocurrencias hasta tener un dolor de estomago.

—Me encanta tu sonrisa, Nisha, — mencionó mientras se acercaba a mí y de repente se detuvo frunciendo el ceño. — ¿Tienes frío? 

Asentí levemente. —Sí — respondí. 

Rápidamente, sacó otra manta y se aproximó a mí. Mientras me envolvía en ella, no pude evitar notar que estaba casi desnudo, llevando solamente su bañador. Sus rasgos físicos no pasaron desapercibidos, pero me esforcé por concentrarme en la charla y la atmósfera.

—Gracias —susurré.

Continuamos nuestras conversaciones, compartiendo pensamientos y risas. La belleza del entorno natural me envolvía, y le hablaba de mi amor por el invierno y la vegetación circundante. Le conté que había visitado a mi familia en Inglaterra antes del inicio del año escolar, lo que explicaba mi llegada tardía.

Wyatt asintió, sonriente, y poco a poco se acercó. Cada vez más cerca, mi corazón latía intensamente y nuestros labios estaban a punto de tocarse cuando, en el último momento, desvié mi rostro. Entonces, sentí sus labios en mi cuello, en un tierno beso, seguido de su mano rodeando mi cintura para atraerme hacia él.

Mi piel reaccionó al contacto, y sin querer, solté un suspiro que se escapó de mis labios. Me tapé la boca instintivamente, preocupada de que alguien pudiera escucharnos, pero en mi interior, un deseo incontenible ardía.

Sin previo aviso, nos encontramos tumbados en el suelo, con Wyatt sobre mí. 

—No te tapes la boca — me susurró, retirando mi mano con suavidad. —Quiero escucharte, puedes gemir y gritar todo lo que quieras... aquí nadie te oirá.

La tentación se apoderó de mí, y poco a poco dejé que el placer y la pasión tomaran el control. Cada caricia, cada beso, me hacía sentir que me perdía en un mundo de sensaciones intensas. Por un momento, olvidé mis creencias, mi religión y todo lo que me rodeaba. 

En ese momento, solo existíamos el chico pelinegro y yo.

— W-Wyatt... — logré decir su nombre en un gemido cuando sentí su mano en mi intimidad — No..n-no podemos.. hacer esto — termine de decir en un suspiro — Pa-para...

— Pero te está encantando — respondió sonriéndome, mostrándome sus malditos dientes blancos y perfectos.

No podía responderle, cerré los ojos sintiendo cómo su mano jugaba en mi intimidad. 

— Aah...W-Wyatt — susurré arqueando un poco mi espalda.

No daba crédito de nada. Sentí como metió dos dedos y los comenzó a mover en mi interior intensificando el placer a la vez que me besaba en el cuello.

—Aah...aahh..

— Siento como estas apretando mis dedos — murmuro Wyatt con una voz ronca justo cuando comencé a tensarme.

— Wya...Wyatt...aah..yo... — ni siquiera podía terminar la frase, no sabía cómo decirlo.

—No te preocupes, déjate llevar.

—Yo...ah...aah — terminé cerrando los ojos mientras que sentía un líquido recorrer mis muslos.

Wyatt me beso de nuevo por última vez en los labios  con intensidad y en el cuello para luego apartarse de mi con una sonrisa.

********

Aaaahhhh!!! Q fuerte, eso si que no me lo esperaba. Ah

Q fuerte.

No solo tuvimos la escena del beso sino q algo mucho más!!! Se desmaya*

SARISHA COMO PUDISTE!!

Vale, vamos a tranquilizarnos.

 Solo dire que tendra grandes problemas si no se aleja del chico de ojos verde esmeraldas.

P.D: Espero que os guste el banner.

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