3.
Narra Kise.
-¿Donde dejó esto?- Kurokocchi tenía una caja con algunos álbumes de fotos nuestras.
-oh, dejalos en el sofá, luego los llevaré a mi habitación.
Por suerte, con Aomine habíamos comprado un departamento con habitación para visitas, la cual sería la mía de ahora en adelante.
Tomaba algunos vídeos que Aomine había grabado hace mucho y los ponía en una caja, junto a algunos recuerdos que teníamos de algunas citas.
-Kise-Kun, ¿Qué es esto?- cuando me voltee el tenía una caja con ropa de diferentes oficios... por decirlo de alguna manera.
-eso...- Aomine había comprado muchos trajes diferentes un día que me vio haciendo una sesión con algo parecido y recordaba como me ''pedia'' que me los pusiera cuando jugábamos.
-no me lo digas, puedo adivinarlo- Kurokocchi dejó la caja junto a la otra mientras se sentaba- Aomine-kun pervertido.
Solté una pequeña risa, si sólo Kurokocchi supiera de los vídeos que mi esposo tenía, me moriría de la vergüenza.
El tiempo había pasado más rápido de lo que hubiese esperado, dos semanas de cuidado habían logrado que Aominecchi pudiese salir del hospital, aunque claro, debía tener revisiones semanales y asistir al psicólogo para ver lo de su memoria.
-listo, creo que es todo- un total de seis cajas tenían dentro los recuerdos de nuestra vida juntos.
-Kise-Kun... quizás- no le deje terminar y le dedique una sonrisa.
-estaré bien, Kurokocchi, no te preocupes.
El me miró sin convencerse por completo y luego asintió.
De alguna manera logramos convencer a Aominecchi de que ambos vivíamos juntos, como amigos, desde hace un tiempo y que debido a que no podía quedarse solo por un tiempo, lo mejor sería que se quedara en casa para que le ayudara.
Sin duda era lo mejor...
Narrador tercera persona
Todos habían intentado hacer que Kise cambiara de opinión pero el rubio no daba su brazo a torcer.
Resignados, todos decidieron apoyar a Kise, acompañaban en todo lo que pudiesen al rubio mientras este estaba completamente dedicado al cuidado del moreno.
Kise iba en la mañana, a primera hora, a ver a Aomine y se iba a casa en el último momento que podía.
El moreno no preguntaba mucho acerca de eso, ya que, como sus padres le habían pedido al rubio que le cuidara, pensaba que sólo estaba preocupado por hacer bien su trabajo.
-me aburro- dijo el moreno mientras ponía sus brazos detrás de su nuca.
-duerme, así pasara más rápido el tiempo- Kise estaba jugando en su teléfono sin prestarle mucha atención a Aomine.
-ya dormí demasiado, sería genial si pudiese jugar básquet- de manera brusca, el moreno se sentó en la cama para llamar la atención del rubio.
-¿Qué sucede?- este lo miro frunciendo un poco el ceño.
-cuando estuve contigo, ¿Alguna vez me ganaste?- pregunto Aomine lo más serio que el rubio le había visto en el último tiempo- porque es claro que seguimos jugando.
-yo...- Kise comenzó a hacer memoria pero no era mucho lo que debía pensar- estuve a punto un par de veces, pero con el entrenamiento que has hecho en la Academia de Policía, tus capacidades han aumentado mucho- el moreno sonrió con arrogancia mientras retomaba la posición anterior.
-claro que mejore, soy bastante bueno después de todo- Kise soltó una pequeña risa retomando lo que hacía.
-por cierto, hoy Himurocchi vendrá y nos traerá el almuerzo- aquello alegro bastante al moreno, ya que, lo que más odiaba del bendito hospital era la comida.
-bendito sea Himuro y sus manos- Aomine miró las manos de Kise- espero que con esas manos de princesa puedas cocinar algo bueno cuando salgamos de aquí.
Kise rio y guardó su teléfono para mirarle.
-quizá no soy tan bueno como Himurocchi pero es mucho mejor de lo que hacen aquí- Aomine soltó un risa.
-eso es bastante mejor entonces.
Ese día, Himuro sólo fue a dejarles la comida para luego retirarse alegando que debía hacer algo de suma importancia.
Kise noto que el chico les había traído helado de postre, pero su corazón se detuvo al ver que Aomine no comía el chocolate para dejárselo a él.
Desde que ambos salían, el moreno comía todo el helado menos el de sabor a chocolate, no porque no le gustara, sino que ese era el sabor preferido de Kise, por lo que el moreno siempre le dejaba aquel sabor sólo y exclusivamente para él.
Por un momento quiso llorar al ver que inconscientemente, Aomine recordaba su tiempo juntos.
Narra Aomine
Luego de comer y de limpiar un poco, vino Shae a ver como estaba.
Esa tarde debía salir a caminar por el hospital como parte de mi rehabilitación, y como todos los días en los que debía hacer algo, Kise estaba a mi lado.
A medida que nos pasábamos por el lugar, varias chicas le hablaban con la intención de obtener algo, una foto o autógrafo, pero el rubio se negaba amablemente para seguir acompañandome.
Aquello me hacía sentir bien de alguna manera, pero no entendía claramente el porqué.
Aunque quisiera evitarlo, Kise llamaba mucho la atención, pero el sólo se dedicaba a seguirme como una especia de perro fiel.
Quizá, debería pedirle que me presentará algunas chicas luego.
Pasamos frente a unas enfermeras en un traje rosa y unos pantalones apretados.
Kise me descubrió mirando y se molesto un poco por ello, pero no podía evitarlo.
Miraba a Kise hacer un puchero y no pude soltar una risa, mire su cuerpo y sin querer una imagen de él en traje de enfermera se vino a mi mente.
-¿Me llamó, Aomine-san?- diría entrando a mi habitación luego de que lo llamara.
-claro, enfermera Kise- le haría entrar y sentarse a mi lado.
Sus blancas piernas estarían desnudas mientras contonea sus caderas hasta mi.
-¿Qué es lo que necesita?- tomaría sus caderas y le haría sentarse en mi regazo.
-necesito amor, de su parte, y en grandes dosis- metería mis manos por debajo de su ropa mientras le ponía bajo mi para acercar mi rostro y...
-¿Te encuentras bien?- el Kise real me había hecho volver a la realidad.
-eh, si, claro- dije evitando su mirada.
¿Qué mierda había sido eso?
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Feliz año, que se cumplan todos sus deseos esté 2017 que viene con mucho YAOI ;)
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