Tensión
Finalmente había llegado el día de la ceremonia, los sirvientes del castillo corrían de un lado al otro terminando los detalles, no era para menos pues para celebrar a los campeones se llevaría a cabo un banquete y una fiesta, por un día el reino olvidaría la amenaza de Ganon y festejarían todos los Hylianos junto a las cuatro tribus de Hyrule.
Cada campeón fue llevado a una habitación para que pudiera alistarse, justo en ese instante Revali había llegado al aposento que le habían asignado.
"Parece que tendré que esperar a la ceremonia para conocer al famoso "caballerito" ese..." Pensó antes de mirar con curiosidad la habitación.
Se fijó en una prenda azul doblada con cuidado sobre una pequeña mesa, era el tono azul que representaba a la familia real de Hyrule, la tomó con cuidado, percatándose que era una bufanda con un bordado en forma de águila.
— Les dejaremos sus prendas de campeones en sus habitaciones, para que puedan alistarse antes de la ceremonia.
Se quitó con cuidado la bufanda con el símbolo de su tribu que solía usar para luego colocarse aquella prenda, mirándola con curiosidad.
"Tengo que admitir que el azul me sienta bien, aunque eso no es ninguna sorpresa".
No tardaría en comenzar la ceremonia, aquello lo ponía un poco ansioso, sobre todo el saber por fin quien era aquel misterioso caballero elegido por la espada maestra, es decir... Su rival.
Entonces fue llamado para ir al gran bastión central, tomó aire para despejarse antes de asentir y seguir a los caballeros que lo guiaron hasta el gran salón, el lugar estaba repleto de soldados de la armada militar de Hyrule, pero también habían varios miembros de la guardia real que destacaban por sus elegantes uniformes, a diferencia de las armaduras de los militares. Por supuesto, también habían ido un diplomático de cada raza acompañando a cada campeón, quienes se encontraban parados junto al estandarte que poseía el símbolo de su respectiva tribu.
Avanzó hasta el centro del salón, colocándose al extremo izquierdo, aún esperaban la gran llegada de la princesa y el rey, por lo que se dio el lujo de mirar sutilmente al resto de campeones quienes ahora serían sus compañeros.
A su lado se encontraba la matriarca de las Gerudo, Lady Urbosa; era una mujer alta y de marcada musculatura, con una larga y llamativa cabellera de un tono rojo intenso, recogida en una coleta. Poseía una preciosa piel morena y bellos ojos verdes, adornada con impresionantes joyas y las típicas vestimentas Gerudo, con una falda azul con el bordado de un camello.
En el extremo izquierdo destacaba, evidentemente, el líder de los Goron, Daruk; el cual por obvias razones sobresalía por la altura y robustez de su cuerpo, poseía un cabello y barba frondosa de color albino, en sus hombros traía a como de capa la vestimenta de campeón, en su caso tenía un bordado de lagartija.
Junto al Goron se encontraba a la princesa de los Zora, Mipha; era pequeña en comparación con el resto de campeones, lo cual resaltaba más su actitud tímida. Pero que eso no te dejara engañar, era la heredera al trono de los Zora, además de ser sumamente diestra en combate con su lanza, pues había recibido un entrenamiento del mismísimo general de su tribu. Tenía escamas rojizas y vistosos ojos dorados, su cuerpo estaba cubierto de distintas joyas plateadas, además de su prenda de campeona.
— ¡Su alteza real, la princesa Zelda Bosphoramus Hyrule!
Todos se voltearon al escuchar aquel anuncio, enseguida las puertas se abrieron y dejaron ver a la heredera al trono de la familia real, aunque aún con sus ropas de viaje se veía elegante; el contraste era bastante ahora que usaba un hermoso vestido de color azul oscuro que combinaba tan bien con el aire de majestuosidad que portaba la joven. Caminó con elegancia hasta llegar al medio del gran salón, mantenía una pose recta y sus manos juntas, con la mirada en alto, una digna heredera al trono.
Entonces comenzaron los murmullos...
Detrás de ella venía su nuevo guardaespaldas, nada más y nada menos que el portador de la espada maestra, enseguida Revali se fijó en él, por fin veía a su rival y...
Debía ser una broma.
El elegido por la espada maestra era un joven Hyliano, y la verdad es que "joven" era la palabra adecuada, Revali podía jurar que era incluso menor que él en edad.
"Creí que la espada maestra estaba en el gran bosque de Hyrule, no en una guardería".
Poseía ojos azules, su cabello era de un tono rubio oscuro y lo llevaba recogido en una pequeña coleta, era de una estatura bastante menor a la de un soldado promedio, incluso la princesa Zelda parecía rebasarlo en altura por unos pocos milímetros. Al igual que el resto de campeones, llevaba una prenda con el color de la familia real, una túnica con bordados de espadas, y lo más atractivo de todo era la espada maestra, el espadachín la traía en su espalda, dentro de una notable funda.
A pesar de su primera impresión, hubo otro detalle que llamó la atención del arquero... La expresión del ojiazul.
Pensaba que seguro estaría orgulloso, aunque desde la perspectiva de Revali no tenía mérito alguno, o feliz, o nervioso... Pero no, su cara era carente de emoción alguna, manteniendo únicamente una mirada distante de lo que sucedía.
El rubio se puso en medio del resto de campeones, mientras la princesa avanzó hasta el centro, parecía estar nerviosa pero trataba de ocultarlo y mantenerse serena, esperando la llegada de su padre.
— ¡Su majestad, el rey Rhoam Bosphoramus Hyrule!
Todos se inclinaron mientras el monarca entraba al salón, junto a dos miembros de la guardia real, avanzó a paso lento y firme hasta colocarse de espaldas a su trono, mirando fijamente tanto a los campeones como a su hija.
— Nobles guerreros... — comenzó a dar su discurso, con aquella voz calmada pero profunda que lo caracterizaba — Les agradezco que hayan viajado tan lejos para aceptar valerosamente una misión de esta magnitud.
Los cuatro campeones y el espadachín se pusieron de pie nuevamente, ya sabiendo lo que venía a continuación.
— Cómo rey de Hyrule, los nombro campeones, y les confiero estas vestimentas, cuyo tono azul es el símbolo de la familia real, el legado de nuestros antepasados. Las prendas que llevan fueron elaboradas por mi hija, Zelda.
La atención de tanto el rey como de los invitados se centró en la heredera al trono, quien se mantenía en una postura recta y levantaba con orgullo la mirada hacia su padre.
— Zelda... Te encomiendo la tarea que te corresponde como princesa de la familia real, lidera a los campeones, para que juntos defiendan al reino de Hyrule de la malicia de Ganon — exclamó el rey mientras extendía sus brazos, haciendo énfasis en aquel último punto de su discurso.
Finalmente Hyrule tenía no sólo a los campeones que tendrían el honor de ser los pilotos de las bestias divinas, si no que además tenían al héroe de la espada maestra y a la princesa, estaban preparados para luchar contra Ganon.
Todos aplaudieron mientras en el exterior estallaban fuegos artificiales para celebrar aquel feliz acontecimiento, tiñendo el cielo de diversos colores, para deleite de los habitantes de la ciudadela.
Tras la celebración, se dio lugar a un banquete, celebrarían toda la tarde finalizando con un baile, aquel día Hyrule festejaría el avance en su plan de derrotar a Ganon.
La comida había sido servida en el refectorio del palacio, todos platicaba animadamente mientras degustaban los diversos platillos que se habían preparado para dicha ocasión, bueno... Casi todos.
El ojiverde parecía no estar muy interesado en la plática, simplemente simulaba jugar con su comida mientras miraba a su alrededor, no se podía negar el júbilo en la mirada de todos los presentes, aquella ceremonia había irradiado esperanza para el futuro del reino y todos estaban convencidos de la victoria. De pronto se fijó en que no era el único que estaba callado, el caballero portador de la espada maestra tampoco había abierto la boca, parecía más concentrado en mirar la cantidad de cubiertos que había en la mesa y tratar de descifrar para que era cada uno, su expresión denotaba cierto nerviosismo y parecía estar esforzando al máximo sus neuronas para tomar una decisión, aquello le saco una pequeña risa al ojiverde pero, al sentir las miradas ajenas, rápidamente la ocultó con una tos falsa.
Por lo que veía, los rumores de que era un plebeyo eran ciertos, eso explicaría la clara incomodidad que se podía percibir en él, a pesar de que lo tratara de ocultar con una mirada estoica perpetua.
Revali decidió ignorarlo y continuar con la comida que apenas había tocado, entonces lo percibió, aquella extraña sensación de que alguien te observa, dirigió su mirada de forma muy sutil hacia el espadachín, encontrándose con unos ojos azules.
El rubio se sorprendió al verse descubierto por el peliazul, por la posición de sus manos parecía que estaba tratando de imitar al ojiverde para saber que cubiertos utilizar. Revali frunció el ceño y lo miró bastante molesto por esto, pero se limitó a suspirar y simplemente continuar comiendo, sintió una pequeña risita y al voltear hacia la otra dirección pudo vislumbrar a la princesa Zora que sonreía enternecida por la escena, el campeón Orni sentía como sus plumas se erizaban de la vergüenza.
La cena continuó entre diversas pláticas, la princesa Mipha parecía llevarse bien con el jefe Daruk, la matriarca Gerudo conversaba animadamente con la princesa Zelda, al igual que la consejera Sheikah; Lady Impa.
Revali decidió salir al exterior un momento, definitivamente las fiestas no parecían ser lo suyo, se dirigió al balcón que tenía el refectorio, dónde se podía ver toda la zona sur del reino, desde Gerudo hasta incluso Lanayru, era realmente una vista magnífica dónde todos los habitantes de la ciudadela que estaban celebrando en las calles parecían hormigas. Aún era de día pero no tardaría en comenzar el atardecer, dejando claro que faltaba poco para que el evento terminara, aquello animó un poco al ojiverde.
Muchos podrían pensar que adoraba la soledad, pero... La verdad es que simplemente se había acostumbrado a ella hace bastante tiempo, pensaba que era mejor simplemente estar solo que volver a abrirse a alguien...
Y resultar herido nuevamente.
Algo lo sacó de sus melancólicos pensamientos, aquella sensación de que no estaba solo, volteó a su derecha y allí estaba otra vez, el caballero elegido por las diosas, quién estaba parado en un pequeño puente que había junto al balcón.
"Maldita sea, no puedo voltear sin que él esté detrás mío" pensó con enfado, hasta fijarse bien en el rubio.
El ojiazul tenía sus brazos sobre el barandal del puente y había apoyado su barbilla sobre estos, esta vez, no tenía la expresión seria que mantuvo toda la ceremonia si no que... Tenía una expresión abatida, parecía estar mirando algo en específico desde aquella preciosa vista que tenían.
El guerrero Orni miró disimuladamente en la misma dirección que el espadachín, a su parecer, estaba observando la aldea Mabe; un modesto pueblo en la región del centro de Hyrule que se destacaba por su actividad agrícola y ganadera.
El Hyliano soltó un suspiro y enderezó su postura para volver al refectorio, pero se llevó un susto al ver al ojiverde, al parecer no había sentido su presencia, aparentaba querer hacer ademán de reverencia pero se detuvo e hizo un ademán de saludo con la cabeza, era tan extraño pasar de ser un caballero de la milicia a alguien a la altura de otros nobles como la princesa Mipha o la matriarca Urbosa.
Revali soltó una pequeña risa involuntaria al ver que el rubio aún seguía adaptándose a su nuevo estatus, era algo divertido...
Y quizás adorable...
Inmediatamente sacó ese pensamiento de su mente, ¿Qué rayos había sido eso? Como sea, volvió a fijar su vista en el joven rubio mirándolo de arriba a abajo, ahora que estaban frente a frente.
— Hmp — dijo molesto, definitivamente seguía sin entender porque ese mocoso había sido elegido por las diosas, simplemente se dio media vuelta y se dirigió nuevamente hacia el interior del castillo, dándole la espalda.
El espadachín se quedó viendo cómo se iba, soltando un suspiro al ya no sentir la tensión del ambiente. Decidió quedarse unos minutos más, mirando el paisaje y su hogar antes de darse media vuelta y entrar también.
Entonces recordó... Después del banquete había un baile, ¡Y los invitados de honor eran los campeones!
Fantástico, iba retrasado a su propia fiesta.
Apresuró el paso, no se vería bien que estuviera corriendo por los pasillos del castillo y arriesgarse a ocasionar un incidente.
Por fin llegó hasta el bastión central, dónde recibió ciertas miradas de reproche por su retraso, aquello sólo lo incomodaba más. Estaba de pie junto al resto de campeones en lo alto, próximo al trono dónde hace unas horas el rey había dado su discurso, el monarca estaba bajando las escaleras a la par con su hija, colocándose ambos en medio del salón; originalmente era tradición que el rey y la reina iniciaran el baile pero, desde el fallecimiento de la monarca, era su hija quien había tomado su lugar al ser la heredera al trono.
Comenzó a sonar una suave melodía mientras padre e hija danzaban, se sentía un ambiente de tranquilidad pero aún habían ciertas incertidumbres mientras miraban a la princesa, ¿Era cierto el rumor de que no podía despertar sus poderes?, ¿Serían sus esfuerzos suficientes para detener a Ganon? Habían tantos rumores girando en torno a la princesa y al parecer, algunos eran ciertos.
— Link — le susurró alguien, el rubio miró por encima de su hombro encontrándose con la joven Sheikah — Tú y los campeones deben unirse al baile apenas terminen su majestad y la princesa.
"... ¿Qué?".
La expresión del ojiazul dejó claro lo que pensaba en ese instante.
— ¿No te lo dije? — pregunto confundida la albina, el espadachín inmediatamente negó con la cabeza — Bueno, ya lo sabes.
"Lady Impa, por las diosas...".
Sus pensamientos fueron interrumpidos por los aplausos de la multitud, recién entonces Link se percató con horror de que el baile ya había finalizado y le tocaba a él. Miró con desesperación a los lados... Necesitaba a una compañera o compañero de baile de confianza, así se sentiría menos nervioso.
¡Mipha! Se conocían desde hace años y ya sabía que tenía dos pies izquierdos, era la compañera perfecta... Y su alteza real Zelda le estaba preguntando si le gustaría bailar.
Ok ok... La matriarca Urbosa, ella lucía intimidante pero ahora mismo se mostraba cálida y amistosa, sería perfecta... Pero también se fue a la pista, junto con el jefe Daruk.
Eso sólo dejaba a...
— No puede ser... — murmuró con desagrado el ojiverde.
"El maestro Revali", como le llamaban en la aldea Orni, sabía pocas cosas de él y aquello era suficiente como para intimidarlo. Era el protegido del patriarca Tecón y había obtenido el mando del ejército Orni a la corta edad de 18 años, convirtiéndose en el general más joven de la aldea.
En la ceremonia había portado con orgullo su prenda de campeón y no titubeaba ante la tarea de enfrentar a Ganon, quizás... Quizás eso es lo que el reino esperaba de él como héroe de Hyrule y no a un simple ex soldado con demasiadas dudas en su cabeza.
— ¿Qué hacen? El baile ya va a comenzar, vayan de una vez — susurró Impa antes de darle un suave empujón a ambos para que se dirigieran a las escaleras.
El ojiverde la maldijo internamente mientras el ojiazul rogaba para que sus piernas no le fallaran, ambos bajaron hasta la pista de baile donde Revali suspiró con fastidio antes de extenderle su ala, ya que no quedaba de otra. Link tragó saliva nervioso antes de asentir y colocar su mano sobre el ala del arquero mientras ponía su otra mano en su hombro.
El Hyliano casi tuvo un infarto al sentir el ala libre de Revali en su espalda, jamás imaginó que apenas conociéndose ya tendrían un contacto físico tan cercano.
"Es suave...".
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La música dio inicio, Revali dirigía el baile ya que no permitiría lo contrario, además de que el ojiazul resultó ser un pésimo bailarín; pues ya lo había pisado varias veces por accidente mientras trataba de seguir torpemente los pasos de la danza.
— Contrólate — le susurró bastante enfadado el ojiverde luego de conseguir otro pisotón.
El rubio bajó la mirada a modo de disculpa mientras trataba de tener más cuidado, pero la verdad es que le era difícil no cometer errores al sentir tantas miradas sobre él, era como si juzgaran cada uno de sus movimientos.
Miró de reojo a sus otros compañeros que estaban en la pista de baile. Todos, sobre todo la princesa, aparentaban bailar en perfecta armonía, era como si estuviesen sincronizados.
Se fijó en que veían directamente a su compañero a los ojos, quizás debería intentar eso en lugar de observar hacia cualquier dirección...
Levantó la mirada hacia el ojiverde y trató de centrarse en él, repitiéndose mentalmente que debía ignorar al público.
"... ¿Qué diablos le pasa ahora? ¿Por qué me mira fijamente?" Pensó con molestia el arquero, le estaba poniendo algo... ¿Incómodo? Un palabra mejor sería nervioso pero el peliazul jamás admitiría eso.
Link estaba algo más calmado ya sin sentir tanta presión, el lado bueno es que ya no estaba pisando a su compañero de baile.
"Sus ojos son muy llamativos" divagó en su mente, jamás había visto a alguien con unos ojos de un tono tan fuerte, eran como dos esmeraldas.
Sin darse cuenta se acercó más al peliazul, no tanto para que todos se dieran cuenta pero si lo suficiente para que el ojiverde sintiera aún más nervios por la cercanía.
"Es un baile y ya, luego te alejas de él..." Trataba de calmarse pero entonces también se fijó en los ojos del espadachín, ahora que los veía detenidamente eran de un color azul muy suave, casi del mismo tono que el cielo que tanto adoraba... "Es algo... Tolerable esta cercanía".
Seguían moviéndose al ritmo de la música, no se daban cuenta por estar encerrados en su propio y pequeño mundo pero a la vista de los demás, ambos daban la imagen de sincronizarse a la perfección.
Los músicos dieron por finalizada la canción, recibiendo fuertes aplausos de los presentes mientras los invitados de honor daban por finalizado el baile. Revali y Link se miraron unos segundos, esperando que cesaran los aplausos, aún manteniendo una distancia respetable pero no tan alejada del todo...
— ... Al menos no masacraste mis pies antes de terminar la canción — susurró con sarcasmo el peliazul.
El rubio lo miró y para sorpresa del ojiverde, en lugar de mantener su mirada seria, le dedicó una pequeña sonrisa tras entender la broma y asintió suavemente.
Ambos hicieron una pequeña reverencia tras finalizada la danza y se distanciaron, tomando un camino diferente, aunque... Reprimiendo el fuerte deseo de voltear a ver por encima de su hombro.
El sol había comenzado a ocultarse, por lo que colores cálidos comenzaban a teñir el cielo. Los campeones habían salido al jardín del palacio, colocándose en un quiosco para disfrutar del aire fresco y la calma ahora que había finalizado la ceremonia.
— Creo que... Mi cuerpo no aguanta tanta formalidad — le murmuró Daruk al ojiazul, quien se encontraba a su lado, mientras estiraba sus brazos.
— Así que esta es la tableta Sheikah.
El rubio volteó a ver al ojiverde quien se encontraba junto a Zelda, Urbosa y Mipha. La futura monarca sostenía el aparato entre sus manos enseñándoselo a los demás, que miraban impresionados el avanzado artefacto.
Revali tomó la tableta para verla más detalladamente, debía admitirlo, junto con Vah Medoh y los guardianes, la tecnología Sheikah no dejaba de sorprender al reino.
— Así es — respondió con orgullo la princesa — Al parecer tiene muchas funciones, pero no sabemos aprovecharlas todas — suspiró antes de hablar con un aire más melancólico — Nos quedan muchas cosas por aprender.
Tras observarla con detenimiento, el Orni dejó la tableta en las manos de la princesa Zora, quien observó embelesada la pantalla.
— El otro día la princesa me enseñó cómo funciona — dijo la Gerudo mientras se inclinaba un poco debido a la diferencia de altura que tenía con la ojidorada — Crea unas imágenes muy realistas.
— Increíble... — murmuró asombrada, para luego levantar la vista hacia la heredera al trono — Me encantaría verlo — pensó un segundo antes de acercarse tímidamente a la ojiverde — Princesa... Podría... ¿Podría pedirte un favor?
Murmuró algo a los demás mientras Link miraba confundido, ¿Qué estaba planeando?
— Bien, vamos a tomarla aquí.
Prunia, la investigadora del laboratorio real de tecnología ancestral, tenía en sus manos la tableta mientras habilitaba el módulo "Cámara". Los campeones estaban parados frente a ella, habían salido a las afueras del palacio para tomar una fotografía conmemorativa para recordar aquel día tan especial.
— ¡Miren todos hacia la tableta Sheikah!
Zelda se encontraba en medio, a su derecha estaban Link y Mipha, Urbosa y Revali estaban a su izquierda y detrás se encontraba posicionado Daruk.
— Daruk, agáchate un poco, cariño, que eres enorme y no te veo la cara.
El mayor algo avergonzado asintió y se inclinó un poco para igualar su altura a la de Urbosa.
— ¿Por qué esa cara tan larga, princesa? ¡Dame una sonrisa!
La pelirroja le colocó una mano sobre su hombro y le dió una dulce mirada a la ojiverde sacándole una pequeña sonrisa.
— Acércate Revali — dijo nuevamente la investigadora para llamar la atención del Orni, quién estaba bastante alejado del resto — Nadie va a hacerte daño.
- Si, ya voy - murmuró no muy animado para luego acercarse un poco más al grupo.
— Mipha, te veo como muy tensa - la princesa se sobresaltó avergonzada — Respira un poco y relájate.
— ¡S-Si! — la joven de escamas rojas tomó aire un par de veces antes de lograr calmarse y relajar su postura.
— Muy bien, perfecto — la albina comenzó a enfocar la cámara — Ya lo tengo.
Todos se quedaron quietos, preparados para la foto.
— Sonrisas y... ¡Clic clic!
Justo un segundo antes de que se tomara la fotografía, Daruk rodeó con sus brazos a todo el grupo, ocasionando que todos salieran con divertidas expresiones en su rostro debido a la sorpresa.
Revali estaba indignado por el resultado mientras que Urbosa soltaba una de sus características carcajadas, la mayoría pensó que el resultado había sido algo divertido, además de que...
Sería un bonito recuerdo.
Logro desbloqueado: Publicar antes de que termine el mes gay 🏳️🌈✨
¡Y woosh! Segundo capítulo ya listo jeje, está vez no tengo datos curiosos, pero les diré que el próximo capítulo se viene bien cargado.
Cómo siempre, un enorme agradecimiento a mis mejores amigos que me han ayudado, recuerden que nada de esto sería posible sin ellos 💕
A mi beta reader, diseñador y editor HerShark, a nuestra talentosa ilustradora Miss_Galassia y a mí beta reader ya oficialmente parte del equipo mitsukiluna, felicidades eres oficialmente miembro del squad homosexual.
Y eso sería todo, un abrazo a todos mis lectores y esperen con ansias la próxima actualización.
¡Bye bye y feliz mes del orgullo!
PD: Si quieren seguir a Miss Galassia en tiktok se los dejo aquí, subió un video mostrando cuánto la sobreexploto laboralmente-
Fecha de publicación: 22 / 06 / 2022
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