Duelo
— Debe ser una broma...
El ojiverde arrugó con algo de enfado la carta que estaba leyendo para luego arrojarla.
Daruk quería que llevaran a cabo una ceremonia para bendecir la unión entre la espada maestra y el elegido, es decir, un ritual sólo para el "caballerito".
"¿Otra ceremonia? ¿Acaso no tuvo suficiente con una? ¡¿Pues quién se cree?!" Pensó enfadado mientras caminaba en círculos por la cabaña; "¿No quiere un desfile también?".
Suspiró ya hastiado del asunto y trató de calmarse, lo mejor sería pensar otra cosa...
Hasta ese instante la bestia divina Vah Medoh respondía perfectamente al control de Revali, por lo que no había que preocuparse por ello. Por otro lado el número de ataques de monstruos en los límites de la región habían aumentado y, por lo que había escuchado los caminos, también se estaban volviendo peligrosos.
Él mismo había tenido que erradicar a varios monstruos y campamentos que cada vez parecían acercarse más y más a las zonas pobladas.
"Tal como dijeron... Parecen pistas del resurgimiento de Ganon".
Pronto deberían tomar medidas de precaución, el patriarca había pensado en aumentar el número de guardias que patrullaban en los alrededores e indicarle a la gente que por su seguridad no se alejaran más allá de los alrededores, aunque el consejo estaba en desacuerdo ya que quizás eso sólo aumentaría el pánico colectivo.
"Debe ser difícil tomar decisiones como líder".
Ahora que lo pensaba, la verdad es que el patriarca parecía bastante estresado y quizás algo decaído...
"¿Debería visitarlo? ... No, es mejor mantener nuestra distancia".
Después de todo, no era como si fuesen una familia real... ¿Verdad?
"Ugh, a veces detesto estar solo con mis pensamientos", miró nuevamente la carta en el suelo y frunció el ceño. "Ah... Supongo que no tengo opción, pero ya verá... No importa cuántas ceremonias le hagan para subir su ego, todo se vendrá abajo cuando se revele que es sólo un mediocre".
— Héroe de Hyrule, el elegido por la espada que doblega a la oscuridad... — murmuró la princesa mientras extendía su mano hacia el espadachín que estaba arrodillado frente a ella — Has demostrado valor y destreza ante la adversidad y la oscuridad, y por ello mereces recibir la bendición de la Diosa Hylia.
Estaban en el altar ceremonial frente al castillo de Hyrule, en medio se encontraban la princesa y su caballero llevando a cabo la ceremonia mientras los campeones estaban de pie en el borde de la plataforma.
Todos observaban en silencio pero en su semblante podía apreciarse claramente lo incómodos que estaban, la princesa hablaba con un tono monótono y sus ojos no tenían emoción alguna mientras recitaba de memoria los rezos sagrados. Urbosa miraba con preocupación a la princesa, Daruk se estaba dando cuenta de la frialdad del ambiente, quizás sugerirle la ceremonia a la futura monarca no había sido una muy buena idea. La princesa Zora miraba fijamente al espadachín al igual que el arquero, pero ambos de diferente manera; Mientras que la ojidorada observaba con calma la situación, el ojiverde tenía el ceño fruncido, dejando claro su disgusto ante la situación, manteniéndose de alas cruzadas y recargando su espalda levemente en uno de los pilares.
— Aunque esté surcando los cielos, a la deriva del tiempo, o sumida en las brasas del crepúsculo... La espada siempre estará unida al alma del héroe. Rezamos para que la unión entre... Entre la espada sagrada y el héroe sea eterna — dejó escapar un fuerte suspiro antes de continuar recitando las plegarias a la diosa Hylia.
— Ay... Qué falta de entusiasmo — murmuró el Goron.
— ¿Qué te pasa, Daruk? — dijo el ojiverde ya harto de la situación — Fuiste tú el que quería honrar al caballerito con una ceremonia — extendió su ala señalando el ritual que se llevaba a cabo — ¿Esta farsa no cumple con tus expectativas? — Cuestionó con sarcasmo antes de hacer una pausa tras mirar a la futura monarca y corregir su postura a una más erguida, colocando su ala en su cadera — Pero tienes razón. Está claro que a la princesa ese chico no le inspira mucha confianza... Ni a mí.
— Muérdete de la lengua — le interrumpió la Gerudo — Ese chico le recuerda todas sus carencias así que es normal que se desmoralice — murmuró esto último preocupada al ver el triste semblante de la ojijade.
"Es cierto que... Corren rumores de que aún no ha despertado sus poderes" pensó el peliazul mientras miraba a la futura monarca, sabía que ella había estudiado sin cesar la nueva tecnología Sheikah, desde las bestias divinas hasta la tableta Sheikah y los guardianes que servirían para defender al reino... Pero ahora ahí estaba, mirando a quien en menos de un abrir y cerrar de ojos había superado todos sus esfuerzos.
Sabía perfectamente como debía sentirse.
La ceremonia finalmente terminó para alivio de los dos ojiverdes. Hablando de eso... La futura monarca se había alejado del grupo para poder despejar su mente, una vez estuvo a una buena distancia se apoyó en un árbol y cubrió su rostro con sus manos, tratando de ignorar todo a su alrededor y lo que acababa de pasar.
Diosas, ojalá su padre no fuera a enterarse de como había actuado, o si no, le esperaría un sermón por no actuar a la altura de la familia real.
Seguro pensaban que era patética.
— Princesa...
Se sorprendió al escuchar aquella voz, se quitó las manos del rostro y al voltear se encontró nada más y nada menos que al campeón Orni.
— ¿Se encuentra bien? — le preguntó con genuina preocupación. Aquello sorprendió a la rubia, quien aún callada, asintió suavemente con la cabeza.
— S-Sí, muchas gracias por tu preocupación — respondió con una pequeña sonrisa antes de enderezar su postura - Simplemente he... Tenido algo de presión pues cada vez se acerca más y más...
— El cataclismo... - murmuró el peliazul — En efecto en mi aldea también han notado las señales.
La ojijade apretó levemente la tela de la falda de su vestido ante la angustia, sentía que corría contra el reloj cada segundo de su vida desde que comenzaron las señales.
— Los demás estaban preguntando por usted.
Tragó saliva nerviosa, nuevamente volvió el remordimiento de como había actuado en una ceremonia que era sagrada. Apostaba a qué los había decepcionado a todos.
— ... No debe sentirse culpable.
— ¿Disculpa? — preguntó sorprendida antes de levantar la vista, encontrándose con unos ojos esmeralda que la miraban con empatía.
— Es normal que no esté contenta luego de todo lo que ha trabajado y quedar en segundo plano por alguien más... Yo también me siento así.
Se sentía algo extraño al hablar tan abiertamente con la ojijade, no sólo porque se conocían desde poco tiempo, si no por el hecho de que era la futura monarca del reino, pero... No podía evitarlo al verse reflejado en su situación.
— Es... ¿Extraño que eso me alivie? — murmuró la rubia en un impulso, aprovechando aquella instancia para poder ser sincera sin sentirse juzgada — El saber que alguien más siente lo mismo.
— ... Supongo que no, o eso espero, porque también me siento aliviado.
Aquello hizo por fin sonreír a Zelda, contrastando enormemente con la expresión de tristeza que tenía antes.
— Muchas gracias Revali — el arquero simplemente inclinó su cabeza, en un gesto de "De nada" — Será mejor que vuelva con los demás, y lo que hablamos...
— Será un secreto.
Zelda le sonrió y tras asentir con la cabeza se retiró para volver junto al resto, Revali le miró en silencio mientras se iba pensando en la carga que tenía sobre sus hombros con apenas dieciséis años.
Iba a darse vuelta para retirarse del lugar, pero casi escupe su corazón del susto al ver a nada más y nada menos que a la princesa Zora detrás de él, la ojidorada soltaría una pequeña risa ante la reacción del ojiverde mientras este sólo fruncía el ceño.
— Pensé que estarías con el caballerito... — murmuró algo molesto, aunque sin usar un tono demasiado frío con la joven de escamas rojizas.
— Estaba, pero también me preocupaba la princesa Zelda — le explicó Mipha con calma — Aunque... Parece estar mejor gracias a ti.
— ... No es para tanto - murmuró con una humildad que muy rara vez mostraba.
— Es sorprendente.
— Ya dije que no es para tanto.
— No, es que... Los demás no me creían cuando decía que tenías un lado tierno — respondió con una sonrisa cómplice en su rostro.
El arquero podía sentir como se le erizaban las plumas de la vergüenza, provocándole otra risa a la Zora.
— Fuiste muy atento con ella — continuó Mipha.
— Bueno, resultó que teníamos cosas en común... — dijo restándole importancia.
— Podrías quizás... Intentar lo mismo con Link.
— ... ¿Qué?
"¡¿Qué?!" Pensó enojado, "¡Ya estoy harto de ese caballerito! Si tengo que pasar otro segundo más de lo necesario con él voy a...".
— Supongo que no te gusta la idea — murmuró al ver el ceño fruncido de Revali — Pero... Quizás si simplemente lo escucharas tal como lo hiciste con la princesa, podrías darte cuenta de que también tienen cosas en común.
— Ja... ¿Qué podríamos tener en común más allá de que ambos respiramos?
— Eso lo tendrás que averiguar.
Y sin más, se fue dejando a Revali sin palabras. ¿A qué se refería? Sabía que Mipha y el caballerito se conocían desde hace años, quizás sabía algo sobre él, podría tener razón...
No, era imposible.
Los copos de nieve caían sin cesar y el joven Orni miraba como danzaban con gracia en el cielo antes de aterrizar en el suelo, perdiéndose entre el resto de la nieve.
Volvió en sí tras escuchar los murmullos de la gente a su alrededor, por un instante se había olvidado del mundo exterior. Sujetó con fuerza el ala de su madre, quien enseguida volteó a verlo y le dio una sonrisa tranquilizadora a su pequeño. El niño se sintió más relajado y le dio una pequeña sonrisa de vuelta, pero la expresión de su madre rápidamente cambió cuando llegaron a su lugar de destino.
Ahí estaban frente a la entrada del cementerio, Anneli suspiró antes de caminar con la frente en alto junto a su hijo, el pequeño imitó el gesto de su madre para luego seguirle el paso. La nieve comenzó a dificultarle el paso debido a que se había acumulado por las fuertes nevadas. La ojiverde lo miró enternecida antes de detenerse y agacharse levemente para quedar a su altura.
— ¿Necesitas ayuda cariño?
El pequeño movió la cabeza en señal de negación.
— No mamá, yo puedo solo.
La Orni simplemente asintió, intuía que esa sería su respuesta, aún siendo un joven de ocho años ya mostraba indicios de haber heredado su orgullo.
— Muy bien — respondió antes de enderezarse y seguir caminando junto a su hijo.
Finalmente llegaron hasta un enorme muro de piedra, Revali casi contuvo la respiración por un segundo. Aquel era el monumento para los caídos de la aldea Orni, los cuales no habían podido ser sepultados, después de todo...
Es difícil sepultar un cuerpo de alguien que lleva dos años desaparecido.
— Debe ser tan difícil, no se lo deseo a nadie — murmuraban unas mujeres Orni que miraban la ceremonia.
— Tan joven y ya es viuda.
El ojiverde miró con preocupación a su madre, quien nuevamente mantenía un rostro serio, ambos se quedaron en silencio sosteniendo con firmeza los ramos de flores que llevaban esperando que diera inicio la ceremonia. Revali se sentía nervioso frente a aquella estructura, sobre todo por ver la cantidad de nombres que tenía tallada en ella y... Los ramos de flores que habían sido colocados en el suelo, quizás cuántas familias no habían podido darle una debida sepultura a su ser querido.
— Siempre ha sido una tragedia que se añadan nuevos nombres a este monumento — comenzó a hablar el Orni a cargo de la ceremonia — Lamentablemente, hoy se une a los caídos uno de nuestros más ilustres guerreros Orni — hizo una pequeña pausa antes de mirar a la pelicían — Señorita Anneli, ¿Quisiera decir unas palabras?
La joven lo miró con duda antes de bajar la mirada con dolor, conmoviendo a todos los presentes, quienes lo interpretaron como la pena vigente de una reciente viuda.
— N-No puedo... Lo siento.
— No se disculpe, lo entendemos — le consoló una de las mujeres que compadecía su situación y le hizo una señal al encargado para que prosiguiera.
Revali sentía como si estuviera bajo el agua, no sabía cómo explicarlo pero por más que intentara prestar atención al discurso no podía, el sonido se distorsionaba en su cabeza y sólo escuchaba su pulso acelerado.
El sonido del cincel contra la piedra le daba escalofríos, era como si estuviera golpeando sus propios huesos en lugar del muro, sentía como sus latidos aumentaban frenéticamente con cada letra que era tallada en el monumento. Era una pesadilla. Lo único que deseaba es que se detuviera, salir de ahí, ¡Necesitaba salir de ahí!
Un suave apretón en su ala le trajo de vuelta, miró a su madre, quien le dió una dulce mirada con unos ojos dolidos que compartían su misma angustia, unos ojos verdes que le decían "Sólo un poco más, ya casi termina". Como por arte de magia sentía como su ritmo cardíaco regresaba a la normalidad y su cuerpo dejaba de temblar.
Volvió su vista al frente y observó lo que acaban de tallar en el monumento.
"Raeli Aérghon - Desaparecido durante una misión".
— Al joven guerrero le sobreviven su esposa e hijo, quiénes han venido a rendirle memoria en este trágico día.
Tras dichas esas palabras, ambos ojiverdes se acercaron al monumento, agachándose frente a este para colocar los ramos con lirios naranjas* que traía cada uno. El peliazul miró las flores durante unos segundos, preguntándose: ¿Realmente era el final de todo?, ¿Este era el cierre?
Estaba tan sumido en sus pensamientos que no se dio cuenta en qué momento ya todo había finalizado y se encontraba siendo cargado por su madre, casi como una laguna mental, ahora estaban caminando a solas de vuelta a la aldea mientras la nieve caía de forma delicada sobre el suelo.
— Se acabó cariño... Ese hombre jamás volverá — murmuró Anneli mientras lo aferraba a un abrazo — Nunca más...
Abrió los ojos de golpe terminando con aquel sueño, soltó un suspiro y se cubrió el rostro con su ala, realmente parecía que en ese último tiempo los recuerdos de su pasado no paraban de atormentarlo.
"Diosas, parece que mi subconsciente me está torturando más de lo habitual..." Pensó con amargura antes de levantarse y prepararse.
Aquel era un día importante pues la princesa Zelda vendría a hacerle una revisión a Vah Medoh y mejor aún; vendría con el caballerito como escolta.
Revali planeaba impresionarlo mostrándole su maravillosa técnica para crear corrientes de aire ascendentes, se aseguraría de demostrar que un enclenque espadachín no iba a superarlo en la batalla final.
Mientras el ojiverde divagaba en sus pensamientos, en la frontera de la región de Tabanta se encontraba la princesa Zelda junto a su escolta, ambos cabalgaban manteniendo un silencio sepulcral. Decir que el resentimiento que sentía la futura monarca había disminuido desde la ceremonia sería mentir.
El hecho de que el espadachín siguiera siendo tan comunicativo como una piedra lo empeoraba; odiaba el rostro inexpresivo del rubio, sobre todo en momentos así, cuando se encontraba detrás de ella. Era como si su mirada fría se le clavara en la nuca, como si la estuviese juzgando internamente.
"Ya casi llegamos... Sólo ignóralo" se dijo a sí misma para sentirse mejor, Revali tenía razón. Esa cara estoica sacaría de quicio a cualquiera.
Link por su parte miraba de reojo los alrededores, si bien había viajado en su niñez acompañando a su padre, nunca antes había visitado la región de Tabanta, pero la tensión que sentía junto a la princesa le impedía disfrutar del viaje y solamente podía sentir un nudo en su estómago. No solo estaría junto a la princesa Zelda si no también al campeón Orni, las dos personas que habían dejado muy claro su excepticismo y una muy clara antipatía hacía él.
Finalmente llegaron hasta la aldea Orni, una impresionante estructura que había sido construida en un enorme pilar de roca en medio del lago Ornitón. Dejaron sus caballos en el rancho de la entrada, recibiendo varias advertencias respecto al frío de la zona, aunque aquello no les preocupaba, la princesa llevaba unos ropajes especiales para la nieve mientras que el rubio tenía varias botellas de elixires picantes.
Avanzaron por los puentes colgantes hasta finalmente llegar a la aldea, el ojiazul miraba con curiosidad el entorno, maravillado por las casas llenas de decoraciones tribales coloridas y disfrutaba de la suave brisa. Rápidamente fueron recibidos por el patriarca Tecón, quien les dio la bienvenida con entusiasmo a ambos.
Link había recibido órdenes de quedarse en los alrededores mientras la princesa hablaba con el Orni mayor y llevaba a cabo la investigación, ahora que lo pensaba; también era la primera vez que vería a la bestia divina Vah Medoh.
Había una enorme plataforma de madera con el símbolo Orni pintado, según los carteles aquella era la plaza de la aldea. Caminó lentamente hasta allí pensando que tendría mejores vistas del lugar.
Un fuerte ruido resonó por todo el lugar, sonaba igual que las águilas, miro hacia el cielo y allí estaba: Nada más y nada menos que Vah Medoh. Era algo increíble de ver, el como aquella enorme maquinaria era capaz de volar con total facilidad, otra gran invención de los Sheikah.
Pero entonces algo lo distrajo, una fuerte ráfaga de viento que parecía venir desde abajo de la plaza. Link trató de acercarse lentamente al borde para ver de dónde provenía, pero no fue necesario porque el responsable de aquella corriente de aire apareció enseguida. Ahí estaba elevándose a una gran altura, el campeón Orni, quien aterrizaría con suma elegancia frente al rubio, parándose sobre las barandas de la plataforma.
— Impresionante, ¿No? No hacen falta alas para apreciar tal proeza — exclamó con orgullo el Orni — He perfeccionado la técnica de crear corrientes de aire ascendentes — comenzó a mover sus alas de forma elegante a medida que hablaba — Mi nivel de maestría es inigualable, incluso entre la tribu Orni. Con todos mis talentos, estoy seguro de que podremos derrotar a Ganon sin mayores dificultades — dio un pequeño salto para caer con gracia en la plataforma — Es más, no sólo destaco por mi dominio del arte del vuelo... — se paró junto al rubio colocándose una mano en su propio pecho — Si no que además, y te lo digo con sinceridad, en toda la aldea no hay arquero más diestro que tu servidor.
Esperaba alguna muestra de asombro de parte del Hyliano pero... Nada. El ojiazul mantenía la misma expresión estoica de siempre.
"¿Quién se cree que es?" Pensó con enfado "Bien, si eso no lo impresionó, tendré que provocarlo...".
— Y sin embargo, mi cometido no es más que apoyarte a ti... — murmuró con visible molestia mientras caminaba alrededor del rubio, antes de apuntarlo directamente a la cara — ¡Todo por el simple hecho de que llevas esa espada tan ridícula en la espalda!
Link retrocedió un poco al tener el ala del ojiverde a milímetros de su rostro, pero no mostró verse afectado por sus palabras.
Eso lo hizo molestar más... Aunque el peliazul parecía estarse desahogando en vez de demostrar un punto a estas alturas de la conversación.
— Ja... ¡Qué gran estupidez! — murmuró antes de mirar de reojo al rubio — Ay, perdón... Veo que te ofendí — se acercó rápidamente al ojiazul dándole una mirada desafiante, quedando separados por apenas unos centímetros — ¡Si quieres te reto a un duelo y lo solucionamos!
Aunque no pudiera demostrarlo a simple vista, aquella idea si le llamó la atención al Hyliano.
— Pero, ¿Dónde? — cuestionó el Orni mientras se separaba de Link — Ah, sí... ¿Qué te parece ahí arriba? — enseguida extendió su ala y señaló a su bestia divina, que estaba sobrevolando la aldea antes de soltar una sonora carcajada.
Su atención se esfumó de inmediato al ver que era solo una burla. Ahora que lo pensaba; el peliazul le recordaba a esos perros pequeños que se la pasaban ladrando pero nunca hacían nada, quizás el dicho era cierto.
— Claro, claro, no eres capaz de llegar tú solito... — dijo entre risas antes de darle la espalda a Link mientras extendía sus alas — ¿Te llevo?
Antes de que siquiera pudiera responder Revali ya se había elevado en el aire a metros del rubio, pero aún a esa distancia el ojiazul podía escuchar su molesta carcajada petulante.
— ¡Buena suerte doblegando a la oscuridad! — le gritó para rematar su burla.
"Diosas, que pájaro tan desagradable...".
Finalmente la princesa había finalizado la revisión de Vah Medoh, no sólo la bestia divina funcionaba perfectamente, si no que Revali parecía no tener problema alguno para manejarla, aquello eran buenas noticias.
Los Ornis deseaban festejar la estadía de la futura monarca con una cena en su honor en la plaza, por lo que apenas concluyó con sus deberes reales se unió a la celebración bastante animada. Revali había asistido también aunque se mantenía al margen de la multitud, aunque no lo demostrara estaba feliz al ver mucho mejor a la ojijade, y no sólo a ella, también a toda la aldea luego de los ataques de monstruos que habían recibido en ese momento, parecía que todos estaban centrándose en lo positivo aquella tarde.
Entonces fue cuando lo sintió, aquella molesta sensación de que alguien le estaba observando fijamente, la misma que percibió durante el banquete en el palacio real. Miró disimuladamente a su alrededor hasta toparte con la mirada del ojiazul, este mantenía su cara inexpresiva de siempre, pero parecía no querer quitarle la vista de encima al Orni.
Revali estaba confundido al principio, preguntándose qué rayos le pasaba hasta que tuvo una idea sobre lo que ocurría. Comenzó a alejarse lentamente y tratando de ser sutil hasta llegar a la entrada de la aldea y se quedó ahí esperando hasta escuchar unos pasos detrás de él, enseguida se volteó topandose cara a cara con el rubio.
— Voy a suponer que de verdad te interesó mi propuesta de un duelo, ¿Estoy en lo correcto? — el espadachín asintió — Muy bien.
Perfecto, aquella sería su oportunidad para demostrarle sus habilidades, de una vez por todas demostraría que era mejor que él.
— Sígueme, conozco el lugar perfecto.
Avanzaron saliendo de la aldea y siguieron el camino que rodeaba el lago Ornitón. Mientras más se acercaban al extremo que limitaba con Hebra, más bajaban las temperaturas del lugar. Link bebió una botella de elíxir picante para evitar la hipotermia. Finalmente llegaron hasta un área lo suficientemente despejada para poder llevar a cabo el duelo sin problemas.
El ojiazul miró dudoso la espada maestra, ¿Sería justo usarla? Obviamente da ventaja por sobre un arma normal.
— ¿Qué? ¿Acaso piensas que solo podrás vencerme con un arma legendaria? — preguntó de manera burlona mientras se mantenía de alas cruzadas.
Link frunció el ceño antes de agarrar la espada y dejarla a un lado, para que de su alforja sacase una espada y escudo de caballero, mientras le lanzaba una mirada desafiante al ojiverde. Este le devolvió la mirada antes de tomar distancia.
(Reproducir multimedia)
— Que gane el mejor — dijo con una falsa modestia.
"Claro que ese seré yo..." Pensó con orgullo antes de rápidamente tomar su arco.
El rubio ya había empuñado su espada y trato de correr hacia el peliazul, pero este rápidamente se elevó a unos metros de altura, quedando fuera de su alcance.
"¡Hey eso no se vale!".
— Oh, cierto que no puedes volar, que pena... — murmuró Revali — Eso me facilita bastante las cosas.
Aún enfadado, el Hyliano se puso alerta de un ataque a distancia, pero el Orni no buscaba acabarlo de una manera rápida y fácil, oh no, claro que no. Deseaba humillarlo. Rápidamente se lanzaría en picada, quedando a poca distancia del rubio. Con flecha y arco en mano iniciaría la pelea.
Fue entonces cuando comenzó su tira y afloja, viéndose de inmediato la diferencia entre ambos; los ataques de Revali eran elegantes y sobre todo calculados, los del espadachín se veían más toscos y eran improvisados en la batalla pero no se podía negar que tenía una increíble fuerza y energía, llevaban varios minutos y ambos seguían emparejados, era difícil a simple vista intuir quién resultaría vencedor.
"Ja... Pues sí que ha llegado lejos" pensó luego de que el rubio pudiera resistir la mayoría de sus ataques, ¿De dónde había sacado esa agilidad? "Pues me prepararé yo también".
Se forzaba a pensar lo más rápido posible, necesitaba crear una estrategia en el menor tiempo posible, hasta ahora habían sido esquivados por el rubio.
El Hyliano también se encontraba sorprendido, parecía que la razón por la que el Orni podía permitirse ser un fanfarrón era porque su talento en vuelo y arquería eran innegables.
"¡Diosas! ¡¿Cómo rayos logra disparar a tres puntos distintos a la vez?!" Había escuchado de arqueros que podían disparar más de una flecha a la vez, pero esto era diferente, el ojiverde era capaz de disparar a tres direcciones completamente distintas al mismo tiempo y con una precisión excelente.
"Debo admitir que no es un principiante", el Hyliano nuevamente había usado su escudo para protegerse de las flechas. ¿Cómo podía predecir tan bien sus movimientos? Parecía tener un instinto salvaje lleno de adrenalina. "No puedo descuidarme".
El duelo que al principio habían pensado que sería corto se alargaba más y más, ambos podían sentir como su cuerpo pedía parar, su respiración entrecortada dejaba claro que estaban agotados, pero se resistían a perder.
Acabarían con esta disputa aquí y ahora.
"¡Es mi oportunidad!", Pensó el ojiazul al ver que el ojiverde estaba cerca del suelo, rápidamente lo embistió con su escudo, dándole un fuerte golpe que lo arrojó contra un árbol.
"¡Maldita sea!".
Se escuchó el quejido del Orni y el ruido del fuerte golpe que se había dado, una pequeña nube provocada por la nieve cubrió al peliazul durante unos segundos, Link se apresuró con su espada en mano pero al disiparse la nube el ojiverde ya no estaba.
"¿Dónde se metió?".
Fue entonces cuando levantó la vista, Revali había usado su técnica para crear una corriente ascendente aprovechando la poca visibilidad del rubio.
"El próximo embiste será el definitivo", tenía que pensar rápido, "Ahora voy en serio ¡Así que no tiene oportunidad!".
Sobre su cadáver admitiría la derrota.
"El escudo. ¡Tengo que quitarle el maldito escudo!".
Dispararía una flecha, esta vez explosiva, hacia arriba para confundir al rubio. ¿Acaso se había vuelto loco?
De la nada el arquero intentó atacarlo con una patada, el Hyliano fue lo suficientemente rápido para protegerse con el escudo pero el golpe fue suficientemente rápido para empujarlo un poco, de pronto escucho un sonido extraño. Como el de una mecha de explosivo.
"¡Mierda!".
Levantó lo más rápido que pudo su escudo, la flecha que Revali había arrojado antes había caído y explotado lo suficientemente cerca del ojiazul para mandar a volar su escudo.
"¡Funcionó!" Sin perder el tiempo, el ojiverde tomó su arco y disparo tres flechas explosivas, cada una a un lugar diferente pero todas alrededor del rubio, planeaba acorralarlo. "Tal vez seas bueno... ¡Pero yo soy mejor!".
Link tosió en medio del humo, no podía ver dónde rayos se metió el Orni. Revali comenzó a volar alrededor, ahora mismo podría atacar al rubio con una lluvia de flechas lo suficientemente precisas para desarmarlo y dejarlo inmóvil... Pero no, él no quería eso.
Si lo iba a vencer, sería de frente.
— Llegó la hora de... — necesitaba entrar en el momento exacto, debía ser muy preciso si quería ganar.
Link miraba a todos lados tratando de descifrar dónde estaba el arquero, pero solo veía humo... Hasta que sintió un ruido.
"¡Ahí está!".
"¡Ahora!".
El rubio hizo una rápida estocada pero se quedó congelado al ver cómo el ojiverde en una rápida voltereta estaba detrás de él, con su arco tensado y una flecha apuntandole.
— ¡Darte una lección! — finalizó por fin su sentencia apunto de dispararle.
"¡Esto se termina ahora!" El Hyliano en un rápido movimiento se giró con la espada en mano listo para una estocada, quien fuese más rápido ganaría.
Fue como si el tiempo se hubiera congelado en ese preciso momento, ambos sintieron la extraña sensación de que todo se quedó inmóvil por unos segundos, podían sentir los agitados latidos de su corazón y su respiración entrecortada por el agotamiento.
Revali disparó y en un impecable giro cayó elegantemente de pie en el suelo, dándole la espalda al rubio, no pudo evitar sonreír con malicia antes de girarse.
"La victoria es... ¿Qué?"
Se quedó unos minutos anonadado observando la fecha hecha pedazos, el rubio le había dado un corte limpio partiéndola justo a la mitad. Fue entonces cuando cayó en cuenta de la enorme desventaja en la que estaba debido a la poca distancia.
"¡Maldita sea!" Se maldijo internamente mientras trataba de idear un plan para volver a poner la balanza a su favor pero no había tiempo, el espadachín estaba demasiado cerca y, con su espada en mano, listo para acorralarlo y obtener la victoria.
Revali no permitiría aquello.
El rubio estaba listo para dejarlo literalmente entre la espada y la pared, o mejor dicho el suelo, cuando el ojiverde sacó su arco.
"¿Qué hace?" Tendría que ser estúpido para atacarlo con flechas cuando estaba literalmente a un paso de distancia.
"Acabemos esto" Fue a dar la estocada final pero entonces en un rápido movimiento el peliazul puso su arco en medio, la espada paso justo entre el cuerpo y la cuerda lo que el Orni aprovecharía para apretar el arco, atrapando la espada del rubio y lanzando lejos ambas armas.
Ahora era el rubio quien estaba paralizado tratando de procesar qué rayos había pasado, el ojiesmeralda aprovecharía la oportunidad para darle una fuerte patada en sus piernas, provocando que perdiera el equilibrio y cayera al suelo cubierto de nieve.
Revali sonrió triunfante y se puso de pie, caminando hasta quedar frente al rubio, y con un aire de superioridad colocó su pie en el pecho del rubio para tenerlo completamente acorralado. El ojiazul apretó sus dientes comenzando a hartarse de su actitud petulante.
— Supongo que la victoria es mía, no me sorpr...
Una bola de nieve se estampó contra su rostro interrumpiéndolo, miró con suma furia al Hyliano, quien lo observaba desafiante.
— ... ¡¿Qué rayos fue eso?! ¡¿Acaso tienes cinco a... — otra bola de nieve — ¡Ya para de una vez!
El ojiazul hizo caso omiso y le arrojó otra, esta vez dándole justo en los ojos, haciendo retroceder al Orni.
— Miserable enano — murmuró con molestia mientras se limpiaba la nieve del rostro.
Link rápidamente se puso de pie y soltando su característico grito, se arrojó contra el Orni cayendo ambos al suelo. El ojiazul colocó sus manos y piernas a los laterales del peliazul para asegurarse de tenerlo inmovilizado.
"¡Listo! Ya no creo que pueda hacer nada más". Pero se equivocaba.
El ser atrapado por el Hyliano era una humillación que no iba a aceptar, por lo que tomó un puñado de nieve y se lo estampó con fuerza en todo el rostro, llegando incluso a restregarsela en la cara. Link soltó su agarre para llevar sus manos a su rostro para limpiarse, fue entonces cuando Revali aprovecho de agarrarlo de su túnica y en una vuelta acorralarlo a él contra la nieve, sentándose sobre su cadera para evitar que se levantara.
— ¿Te vas a rendir ahora, caballerito?
— ¡Jamás!
".... Espera, ¿qué?".
— ¿Acabas de habl... — su duda fue interrumpida cuando sintió la mano del ojiazul en su nuca, enseguida sintió un fuerte dolor que le hizo soltar un pequeño grito de sorpresa antes de observar la mano del Hyliano, en la cual sujetaba las plumas que acababa de arrancarle — ¡¿Cómo te atreves?!
Ambos comenzaron a forcejear en el suelo, ambos se rehusaban a perder por orgullo.
— ¡Auch! — exclamó el peliazul al sentir una mordida en una de sus alas — ¡¿Cuál es tu maldito problema?! — miró sumamente enfadado al rubio antes de tomar una rama del suelo y golpearlo en la cabeza para que lo soltara.
— ¡¿Qué cuál es mi problema?! ¡¿Cuál es TU problema?! — Link parecía no dar marcha atrás luego de haber roto su silencio — ¡Tú me pediste un duelo! ¡Tú no me dejas en paz! ¡Tú no has hecho nada más que tratarme mal desde que he llegado!
El ojiverde se sorprendió de ver tan enfadado al Hyliano, quien estaba sobre colocado en su regazo mientras sujetaba con firmeza la bufanda del Orni, pero se negaba a dar su brazo a torcer todavía.
— Oh, pues perdón... ¡Perdón por no besar el sueño por donde caminas como todos los demás! ¡¿Acaso crees que hay que tratarte como realeza solo por ser elegido?!
— ¡Jamás pedí eso! — golpeó con sus palmas el pecho del arquero, provocando que este quedará completamente recostado en la nieve mientras el rubio colocaba sus brazos a los laterales de su cabeza — ¡Ni el ser elegido ni el ser tratado de forma diferente! ¡Pero ya me harté de aguantar tu mierda de actitud todo el día!
— Quítate de encima — murmuró con rabia, negándose a escucharlo.
— Oh, ¿Así que yo tengo que aguantar tus monólogos interminables pero tú te niegas a escuchar? Pues déjame decirte algo, así como tú tal vez piensas que no se nada de ti, ¡Tú tampoco sabes nada de mi! Pequeño consejo; ¡Deja de criticar sin siquiera saber dos carajos de la otra persona!
Por asombroso que pareciera, el ojiverde se había quedado sin palabra alguna. El ojiazul le sostuvo la mirada con el ceño fruncido mientras jadeaba del cansancio tratando de recuperar el aliento, su garganta y pecho le dolían levemente debido al frío aire del lugar. Tras unos segundos de silencio simplemente suspiró ya rendido y soltó al Orni para luego recostarse a su lado, realmente agotado tanto física como mentalmente.
Revali parecía aún estar procesando todo lo que el rubio acababa de decirle, era la primera vez que lo veía así. Aunque eso buscaba, ¿No? Provocarlo y ver una reacción. Entonces, ¿Por qué no se sentía bien?
Quizás había metido un poco la pata... Un poco hasta el fondo.
Estuvieron ambos callados sin saber cómo romper aquella tensión, hasta que el rubio recuperó un poco su energía y se acomodó para quedar sentado, mientras masajeaba sus muñecas, las cuales le dolían bastante tras la pelea, llegando al punto de quitarse sus guantes y muñequeras. De todas formas el elíxir picante seguia haciéndole efecto así que el frío no era un problema.
Miró de reojo al ojiverde, quien también estaba sentado en silencio tratando de recuperarse del duelo, quizás debería intentar una tregua. Se puso de pie y le extendió su mano para ofrecerle ayuda, el peliazul aún molesto le apartó con un golpe suave.
— ... Intenté ser amable pero tú si sabes agotar mi paciencia — dijo molesto antes de agarrar con ambas manos el ala del Orni — ¡Deja de ser tan orgulloso y levántate!
Revali estaba a punto de protestar y gritarle que le soltara cuando se fijó en sus manos expuestas, quedándose paralizado; las manos del rubio se sentían sumamente ásperas y sus palmas estaban repletas de callos, sin mencionar una que otra cicatriz de pequeños cortes que tenía en su piel.
Esas eran las manos de alguien que llevaba años entrenando día y noche.
El rubio logró ayudarlo a pararse antes de mirar hacia la aldea Orni y seguido mirar a su alrededor, realmente habían hecho un desastre por decirlo menos. Por suerte habían elegido un lugar despejado.
Revali, aún metido en sus pensamientos, recién comenzaba a darse cuenta de que probablemente su pequeño "duelo" pudo ser visto desde la plaza Orni. Estaban en problemas.
— Oye... Creo que es muy obvio que nos meteremos en un lío si vamos de regreso — comenzó a hablar el ojiverde.
— Y que lo digas... — observó nuevamente su alrededor — ...Tus plumas están por todos lados.
El peliazul lo miró molesto.
— Las que tú me arrancaste.
— No te arranqué tantas.
— ...Oye, ¿Y tú desde cuándo estás tan respondón?
El ojiazul iba a contestarle pero sintió un fuerte dolor en su cuerpo que le hizo ahogar sus palabras en su garganta, todos sus músculos le dolían. Si bien la pelea fue agotadora tampoco lo había dejado tan mal, ¿Qué estaba pasando?
Comenzó a temblar mientras se abrazaba a sí mismo y sentía su respiración entrecortarse, el arquero lo miró preocupado debido al cambio repentino que tuvo el rubio. Se acercó y fue entonces cuando reconoció los síntomas de lo que le aquejaba.
— Hey — le tomó con fuerza de los hombros para que le escuchara — Link, ¿Hace cuánto te tomaste tu último elíxir?
Oh no. Lo que tanto le habían advertido al llegar.
Rápidamente intentó sacar otro frasco de su alforja, pero sus manos se sentían muy adoloridas y su cuerpo no dejaba de temblar, trató de sacar la botella para beber su contenido pero el temblor de sus manos provocó que soltara el frasco.
Revali en un rápido reflejo lo atrapó y, quizás por su remordimiento, se vio obligado a ayudar al rubio. Colocó una de sus alas en la espalda del ojiazul mientras que con la otra le acercaba la botella, ayudándole a sujetarla.
— Bebe rápido o terminarás congelado.
Link asintió a duras penas antes de tragar la poción, sentía como el dolor se aliviaba poco a poco pero había sido lo suficiente como para dejarlo debilitado.
— ...Sígueme.
Si bien su rivalidad aún estaba a flor de piel, no era un psicópata como para desearle la muerte, por lo que debía ayudarlo... O quizás quería hacerlo.
Tomó el brazo del rubio y lo colocó alrededor de sus hombros para que se apoyara en él, menos mal estaban cerca de su zona de entrenamiento, por lo que no tardaron en llegar al desfiladero Oronen.
— ¿I-Intentas matarme más rápido? — preguntó el ojiazul, debido al frío que hacía en aquel lugar por las fuertes corrientes de aire — ¿O piensas arrojarme al barranco?
— Me estás dando buenas ideas — respondió con sarcasmo mientras negaba con la cabeza hasta llegar a las escaleras de la cabaña — Sube.
El rubio asintió y comenzó a subir lentamente la escalera de mano hasta llegar al pequeño refugio. El arquero subió detrás de él y, sin perder el tiempo, buscó dos pedernales y encendió la hoguera. El ojiazul no perdió el tiempo y se arrodilló frente a esta, extendiendo sus manos hacia el fuego para calentarse y suspirando de alivio al sentir como poco a poco subía su temperatura corporal. Si bien la poción ayudaba, estaba anocheciendo y el frío bajaba a cada minuto.
— Graci... — se había volteado para agradecerle al Orni pero este ya no se encontraba allí.
"Ah claro... Seguro no soporta estar cerca de mí", pensó el rubio mientras suspiraba.
Aprovecharía su tiempo a solas para observar el lugar, si bien al inicio parecía un simple refugio habían indicios de que alguien vivía allí. En un mueble habían algunos arcos al igual que pequeños objetos personales, también había una hamaca colgada y algunos utensilios de cocina, eso sí, todo se veía perfectamente limpio y ordenado, ¿De quién sería ese lugar?
Escuchó unos pasos que lo hicieron voltear hacia la entrada y allí estaba el peliazul, quien traía en sus alas los objetos que ambos se habían olvidado.
— Oh... Te lo agradezco — murmuró el Hyliano recibiendo sus cosas, entre ellas la espada maestra aún envainada. Diosas, ¿Cómo había sido tan estúpido de olvidarla?
— Bueno, sería irresponsable dejar el arma que destruirá a Ganon al alcance de cualquiera — primera vez que decía algo sin intención de atacar al rubio, aunque no lo pareciera.
— ¿Siempre tienes que ser tan pasivo-agresivo? — preguntó alzando una ceja.
El ojiverde se mantuvo en silencio antes de darse media vuelta y comenzar a buscar algo entre los cajones de una pequeña cómoda que había en el lugar.
— Oye, no sé si sea buena idea rebuscar entre las cosas de otra persona, ¿Qué pasa si el dueño de la casa se entera?
— Lo estás mirando justo ahora — respondió simplemente mientras se encogía de hombros.
Espera, ¿Él?
El Orni más narcisista y famoso de toda la aldea. ¿Vivía en una pequeña cabaña lejos de todo el poblado?
— Pensé que vivías en la aldea como todos los demás...
— Solía hacerlo, pero la verdad prefiero mi independencia actual — sacó finalmente una manta, la cual se la extendió al ojiazul — Toma.
El Hyliano la recibió para luego envolverla alrededor de su cuerpo, el ojiesmeralda se sentó frente al rubio y comenzó a avivar el fuego de la hoguera.
— ...¿Por qué tu cambio de actitud tan repentino? — pregunto Link.
— Y tú, ¿Por qué de pronto no paras de hablar?
— Yo pregunté primero.
El peliazul rodó los ojos con fastidio mientras buscaba algunos objetos y provisiones.
— Bueno, quizás te sorprenda pero no planeaba matarte — respondió quitándole importancia, aunque claro que aquello no le convenció al rubio.
— ¿Y...?
"¿Por qué quería que hablara en primer lugar? Ahora extraño que se quede callado".
Pero por más que tratara de negarse a responder por orgullo, aquel remordimiento en su conciencia seguía allí.
— Supongo que yo... — No, pésimo inicio — Es decir... Yo... — suspiró antes de voltear para mirar a los ojos al rubio — Lamento como te he tratado este último tiempo... O mejor dicho desde el principio.
Ambos se quedaron en silencio, el espadachín estaba sorprendido y Revali estaba avergonzado, pero no por haberse disculpado, si no por el haberse comportado como un completo idiota.
— Yo lamento haberte arrancado tus plumas — le respondió como chiste para aligerar el ambiente.
El Orni lo miró con enfado, Link aún tenía algunas de sus plumas que se habían quedado enganchadas a su ropa durante la pelea, se acercó lentamente al ojiverde y comenzó a tratar de colocarle las plumas en la cabeza.
— ...No es así como funciona — murmuró enojado.
— Tenía que intentarlo.
Revali simplemente rodó los ojos antes de sacar unos ingredientes y útiles de cocina.
— Tú aún no respondes a mi pregunta.
— Oh... Cierto - comenzó a jugar con sus dedos tratando de pensar bien lo que diría — Digamos que... El ser elegido para la tarea de portar la espada maestra no era algo que quería en primer lugar — el ojiverde lo miró con asombro — Ya sé, ya sé... Parece algo que todos quieren y no los culparía, apuesto que para ti fue un honor recibir el título de campeón Orni.
"...No exactamente".
— Tuve que renunciar a muchas cosas preciadas y... De la nada, la atención de todos estaba puesta en mi.
Ahora las palabras que le gritó el Hyliano en plena pelea volvían a golpear su consciencia. Claro, Revali no sabía absolutamente nada de él antes de comenzar a criticarlo, pensó que sería algún idiota pretencioso que estaría feliz de la fama y gloria.
Revali sintió su orgullo herido debido al puesto que se le ofreció, pero él no perdió nada.
— Era la primera vez que estaba en esa situación y... No lo sé, supongo que es más fácil guardar silencio y aparentar ser ese héroe que no le teme a nada antes que... Que abrir la boca y decepcionar a todo el mundo cuando vean que no soy nada especial — finalizó, bastante desanimado.
— ...Me equivoqué — murmuró el ojiverde, sin percatarse de que lo había dicho en voz alta.
— ¿Qué?
Se maldijo a si mismo por no cerrar el pico.
— Que... Me equivoqué por como te he tratado.
— Está bien, ya te disculpaste.
— No sólo eso, también... Te he subestimado todo este tiempo — miró nuevamente las manos del ojiazul — Pensaba que eras sólo un mocoso con suerte.
— ...¿Pero?
— Pues resulta que tienes cierto talento... Aunque no tanto como yo, evidentemente — dijo con un tono burlón, ganándose que el rubio le arrojara una almohada, sacándole una pequeña risa a ambos.
Fueron interrumpidos debido a un fuerte ruido que era nada más y nada menos que un gruñido del estómago del rubio, quien de inmediato sintió como su cara ardía de la vergüenza. Claro, aquello no hizo más que sacarle una carcajada al peliazul.
— ¡No te rías! — le reclamó mientras tomaba otra almohada y se la arrojaba.
— ¡Hey! No puedo cocinar si me sigues arrojando cosas.
El rubio se detuvo enseguida al escucharlo antes de acercarse para ver lo que iba a preparar, Revali rodó los ojos, era impresionante ver cómo había pasado de un soldado estoico a un joven extrovertido.
Luego de varios minutos ya había terminado, le extendió un plato de arroz con champiñones picante al rubio, quien lo aceptó con gusto y comenzó a comer con bastante ánimo, necesitaba recuperar la energía que había gastado en la pelea.
— Oye no comas como un salvaje, me estás ensuciando todo — le reclamó el ojiverde al ver que pequeños trozos de comida caían al suelo.
El ojiazul asintió tratando de tener más cuidado pero igualmente devoraba el plato a grandes cucharadas, el peliazul al principio se preguntó si el platillo había quedado muy picante para el gusto del Hyliano, pero esa preocupación se fue al ver que el rubio tomaba un frasco de especias Goron para echarle una generosa cantidad a su platillo y seguir comiendo.
— Gracias por la comida — dijo mientras dejaba a un lado el plato ya vacío.
— No fue nada.
Otra vez se habían quedado sin un tema de conversación, Link siguió observando con cuidado el pequeño refugio antes de enfocarse en la zona de entrenamiento.
— ¿Por qué de todos los lugares, elegiste vivir junto a un barranco?
— Tiene fuertes corrientes de aire, era el lugar perfecto para entrenar, el patriarca me regaló este lugar por haber ganado una competencia de arquería.
— ...Espera espera, ¿Te regalaron un terreno? Necesito entrar a una competencia así — exclamó antes de reír.
— No te hagas el humilde, caballerito, apuesto a que con tu paga por ser el escolta de la princesa podrías comprarte un lugar mucho más grande que este.
— Sí... Supongo que aún no me acostumbro a esta "nueva realidad" — murmuró luego de analizar su situación actual.
Revali lo miró de reojo antes de tomar unas vendas junto con otros objetos de primeros auxilios y acercarse al rubio.
— Extiende tu mano — Link le obedeció, el ojiverde tomo con cuidado su mano para comenzar a tratar sus heridas — No digas nada... Supongo que te lo debo después de todo — el espadachín rodó los ojos, el Orni seguía mostrando su orgullo — Y... ¿Qué harías si ganaras una competición y te dejaran escoger lo que tú quisieras? — preguntó para seguir la conversación anterior.
— Oh, ¿Tienes curiosidad? — ahogó un quejido al sentir como el arquero desinfectaba sus heridas — Pues... Siempre he querido una casa más grande para mi familia.
— ¿Familia numerosa?
— No, sólo somos yo, mi madre y mi hermana, ella siempre ha dicho que le gustaría tener una casita con jardín — murmuró con nostalgia.
— Bueno, cuando derrotemos a Ganon pide que te regalen una como recompensa — dijo como broma.
— ...¿Eso se puede? — Él no la entendió.
Revali rodó los ojos para luego tomar los vendajes y comenzar a cubrir las manos y antebrazos del rubio.
— No que yo sepa.
— Ah... — suspiró con decepción — Ya decía que sonaba demasiado bueno para ser real. Bueno, no importa, ahorraré lo necesario para cumplir su sueño — sonrió levemente al recordar su motivación.
— ¿Qué edad tiene?
— Nueve años.
— Bueno, debe estar feliz de tener un hermano mayor que haría todo por ella — murmuró con honestidad — Ya terminé.
El rubio miro sus vendajes y sonrió levemente, era increíble el sentir como la distancia tan grande que había entre ellos se había acortado gracias a una sincera plática.
— Gracias Revali. Y... — le dio un pequeño golpecito en su hombro — Te perdono por ser un idiota — soltaría una carcajada mientras el Orni le miraba con el ceño fruncido.
— Ja ja...
— Oye... ¿Te importa si me quedo aquí esta noche?
"¿Ah?".
— ¿No te dieron alojamiento en la posada? — preguntó arqueando una ceja.
— Pues sí... Pero tú bien dijiste que nos íbamos a meter en problemas si volvíamos, y no quiero ir solo — admitió avergonzado.
"Yo tampoco", pensó el ojiverde.
— Además parece que habrá una nevada — comentó viendo como caía una gran cantidad de nieve, al parecer esa noche habría una tormenta.
— Bien, puedes quedarte... Pero mañana a primera hora iremos a la aldea.
— Entendido.
— Y por primera hora me refiero a las cinco de la mañana.
— Eres cruel pero justo.
El ojiverde entonces le preparó una hamaca, tratando de que quedara a un nivel que el Hyliano pudiera alcanzar fácilmente. Al caer la noche, cada uno se alistaría para dormir y finalmente acostarse en su respectiva hamaca.
— ...Oye Revali.
— Duérmete, ya es tarde — le contestó mientras le daba la espalda.
— Es que quiero preguntarte algo...
— ¿Qué?, ¿Qué quieres?
— Tú... ¿Recuerdas el día de la ceremonia?
— ¿Por?
— Yo... La verdad no quise hablar por... Tú sabes.
— Ajá.
— Pero... — se acomodó el montón de mantas que traía encima para soportar el frío de la noche — La verdad fue divertido bailar contigo, aunque admito que no se me da bien — soltó una pequeña risita, aquello también le causó gracia al peliazul.
— Supongo que no fue una fiesta tan mala después de todo — admitió, aprovechando que la oscuridad de la noche ocultaba su sonrisa.
— La verdad desde ese día quería preguntarte si... Podríamos ser amigos.
Silencio. Revali amplió sus ojos, agradeciendo estar de espaldas al rubio, sentía como se le erizaban sus plumas de la sorpresa.
Ahora que lo pensaba; por más que hubieran personas con las que se llevaba bien como la princesa Zelda o la princesa Mipha, en realidad...
Estaba solo.
Se había acostumbrado a ello, o mejor dicho, él se había asegurado de que así fuera, era mejor la soledad que el sufrir por alguien más.
¿Entonces por qué estaba tan tentado a aceptar la oferta del ojiazul?
— ¿Amigos, eh?
Una parte de él no quería negarse, quería darle una oportunidad, había visto un nuevo lado del rubio aquel día y... Francamente se sentía especial de cierta manera por ser uno de los pocos que podían ver cómo era el espadachín en realidad, fuera de aquella faceta de héroe con mirada fría.
Había olvidado lo que era el sentimiento de estar acompañado.
— ...La verdad no me molesta la idea.
— Oye Revali.
— ¿Hmm?.
El campeón Orni y el héroe caminaban de regreso a la aldea, lado a lado, dejando pequeñas huellas en la nieve detrás de ellos.
— ¿Vas a escribirme? — preguntó con una pequeña sonrisa en su rostro.
— Tal vez — respondió con un tono burlón, ganándose un pequeño golpe juguetón en su hombro de nuevo.
Cuando llegaron a su destino, tal como habían predicho, les llegó un extenso regaño, a Link por parte de Zelda mientras que Revali tuvo que soportar una larga charla del patriarca. Los dos se sentían ahora mismo como un par de niños que fueron atrapados en medio de una travesura.
Finalmente llego el momento de que la princesa volviera al castillo. Tras las despedidas formales, ambos Hylianos se retiraron del poblado, caminando lentamente por los puentes colgantes. Revali estaba en la plaza Orni, apoyado sobre el barandal mientras veía al rubio alejarse, era extraño, se sentía una pequeña opresión en su pecho a cada paso que daba el rubio.
¿Por qué de pronto sentía aquella molesta sensación?
Justo entonces el rubio se dio media vuelta mirando hacia la aldea, seguía lo suficientemente cerca para ver al peliazul en la plaza, levantó su brazo haciéndole un gesto de despedida.
Aquello hizo que el sentimiento incómodo se disipara poco a poco, no pudo evitar sonreír levemente mientras veía al caballerito.
"Supongo que Mipha tenía razón... Tendré que decirlo la próxima vez que nos encontremos".
Levantó su ala devolviéndole el gesto al rubio.
No era una despedida, era un "hasta pronto".
¡Casi 9000 palabras! Con razón me tarde tanto...
Bueno, y aquí les dejo nuevo capítulo, perdonen la demora jaja... Me tragó la universidad y me llené de trabajos.
Antes de finalizar como siempre le agradezco a mis amigos quienes me han ayudado con la elaboración del capítulo Miss_Galassia, mitsukiluna y HerShark.
Lirios naranjas: En el lenguaje de las flores significan odio, desdén y orgullo... Ah pero no sé alarmen, también puede significar "ardo de amor por ti", por si le regalaron un lirio naranja a sus parejas.
Y antes de finalizar pasamos a dejar nuestros perfiles de redes sociales para que puedan seguirnos:
Mis redes sociales:
Instagram: Serena_Simons12 (En mis historias destacadas tengo un saludo de Enzo Fortuny, el actor de voz de Revali, por si quieren verlo jjjj).
Tiktok: Serena12Simons
Miss_Galassia:
Instagram: _miss_galassia_ (Abrió comisiones por si hay algún interesado).
Tiktok: _miss_galassia_
Twich: miss_galassia_
Vinny-Toh:
Instagram: vinny_toh
Mitsukiluna:
Instagram: mitsukilunallena
Y sin más, eso es todo por ahora, trataré de terminar lo más pronto el próximo capítulo para que no deban esperar tanto.
¡Y sin más, me retiro! ¡Bye bye! 💕
Publicado el 15/10/2022.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro