Capítulo 35
Ambos pilotos están dentro de sus autos, con la vista fija en el horizonte. Íker asoma la cabeza por la ventanilla y el tipo le lanza un gesto amenazante, señalando que no le irá bien. Él lo ignora y le dedica una sonrisa a su rival.
—¿LISTOS? ¡YA!
Al recibir la señal, los coches se lanzan a toda velocidad. Íker se concentra en la carretera llena de curvas, consciente de que enfrentarán trampas ocultas como explosivos, pinchazos en las llantas y otros trucos peligrosos, todo para demostrar sus habilidades en esas difíciles rutas. Apenas han comenzado y ya se siente una tensión palpable en el ambiente.
Bella observa la carrera con los nervios a flor de piel y no tarda en morderse las uñas. El estruendo de la multitud la desorienta, así que decide alejarse del circuito, respirando con dificultad por la presión del momento.
«Esto no me gusta nada»
Sus nervios son tan intensos que intenta calmarse con algún remedio, pero justo entonces su celular interrumpe su pensamiento. Sin mirar el número, contesta.
—¡Hola Bella! Soy Armando. Quería saber si Luli está contigo ahora mismo— Al escuchar eso, su preocupación crece. No comprende lo que está ocurriendo y el hecho de que el padre de su mejor amiga la llame ya le parece extraño.
—Bella—la voz de Armando la saca de su ensimismamiento—. Sí, está conmigo, no te preocupes —responde rápidamente.
—Entonces pásamela—Bella se horroriza por haber soltado esa mentira tan rápida. Su única meta ahora es proteger a su mejor amiga.
—Ella no puede atenderte en este momento, disculpa. Está indispuesta y necesita compañía femenina porque no puede manejar el tema del período sola.
—Te agradezco Bella, aunque no me pareció correcto que se fuera a tu casa justo al llegar a la ciudad. Pero como está contigo me quedo más tranquilo. Les dejo con sus cosas de jovencitas. Saluda a tus padres de mi parte y buenas noches.
Al darse cuenta de que ha colgado, siente un gran alivio. Ahora no comprende cómo es posible que Luli ya esté en Brinea sin avisarle. Molesta, le llama, pero lamentablemente no obtiene la respuesta que esperaba. Se pone a pensar en dónde podría estar hasta que le viene a la mente el nombre de Idier. En un instante busca su contacto y, para su suerte, el teléfono suena; ella, irritada, espera que conteste.
Mientras tanto, Luli e Idier están en medio de una conversación, ella acurrucada en sus brazos y muy cómoda, hasta que el celular les interrumpe. Idier se asoma para ver quién está llamando en un momento tan importante y se sorprende al ver el nombre de Bella en la pantalla. Luego mira a su novia.
—Es Bella. ¿Quieres que le conteste o que la ignore? Tú decides—. Puede ser importante; claro que debes contestar —dice Luli. Idier, un poco fastidiado, accede.
—¡Hola, Bella! ¿Cómo va la carrera de Íker? Lamento no poder ir; estoy resolviendo algunas cosas. ¿Podrías avisarle que lo compensaré? Si no es mucha molestia.
—¿Y qué tipo de cosas estás atendiendo? —pregunta su compañera con tono irritado. Al escucharla, Idier niega con la cabeza—. Si estás con Luli, por favor dale el celular—. ¡Has dicho "por favor"! Eso es nuevo.
—Idier, no es momento para discutir; tengo algo urgente que decir.
Él lo piensa unos segundos y luego le pasa el teléfono a Luli.
—¡Hola, Bella! ¿Cómo estás?
—¿QUÉ? ¿CÓMO ESTOY? —al escuchar el grito molesto de su amiga, se sorprende y quita el teléfono de su oído.
—Uy, ¿y esos modales? Casi me quedo sorda.
—Disculpa, pero no estoy en el mejor estado de ánimo en este momento, ¿tienes idea de por qué? —. Obvio que no— la actitud arrogante de su amiga hace que Bella se sienta lista para estallar.
—¿Dónde estás? Tu padre me llamó porque no pudo encontrarte. Sabes cuánto lo temo y he tenido que inventar una excusa por tu culpa. ¿Y si no me ha creído? ¿Te imaginas lo que podría pasar?
—Que estaremos en problemas.
—Puede que te parezca gracioso, pero para mí no lo es. Estoy a punto de estallar. ¡Regresa ya! Luli, por favor, te lo pido.
—Tranquila, querida, ¿de acuerdo? No te pongas así; podrías arrugarte. Aún eres muy joven y hermosa. Te prometo que volveré, pero ahora no puedo.
—¿Cómo que no puedes?
—Es que... A ver, ¿cómo te lo digo? Mejor lo dejamos para después.
—Ya sé, os estáis cogiendo en este momento, ¿verdad? No me extraña que no quieras llegar ahora, aunque me encuentro en la cancha en este instante. De igual forma, cuando termine la competencia de Íker, regresaremos y espero que no tardes con tu amiguito o lo que sea que sea para ti, ya que no salen y no me parece coherente vuestras acciones. Solo espero que te cuides y no me conviertas en tía; todavía soy muy joven —se queja.
Luli sonríe por lo intensa que es su amiga.
Idier camina hacia ella con movimientos seductores, mirando a su novia de forma fija. Luli, al darse cuenta de su intención, siente una fiebre calurosa encenderse por ese simple hecho. Sus manos fuertes tocan la piel delicada de la joven; ella está sentada sin poder moverse, sintiendo su roce atravesar su piel, mientras él mantiene la mirada fija en los ojos negros de su víctima.
Al sentir que ya ha tocado la entrada de su feminidad, sonríe de una forma maliciosa, dejando a Luli sin aliento. Sin pensarlo, se lanza a sus labios; ella, al sentir su tacto, deja caer el móvil de las manos, olvidando por completo a su amiga en línea. Se dejan llevar por la adrenalina. Él le muerde los labios, provocando que ella suelte un gemido de placer.
—Luli, ¿estás allí?
La voz de Bella la hace reaccionar y empuja a Idier para que se detenga; luego vuelve a tomar el celular.
—Sí, estoy. Bueno, nos vemos. No olvides que te amo —dice antes de colgar.
Bella, al darse cuenta, abre la boca con indignación.
—Me colgó, no puede ser —suspira, agotada por tanto estrés. Deja pasar el momento, pero cuando la
vea, piensa en jalarle las orejas. Se concentra en Íker, pero al girarse se topa con la persona que más le ha hecho daño, mirándola con las manos en los bolsillos. Se lleva un buen susto al no esperarlo.
—¡Me cago en todos tus muertos! —exclama, alterada. Mientras tanto, él solo la observa, sin comprender su reacción. Su actitud lo intriga.
—Lo siento, no quise asustarte. ¿Estás bien? Te vi alejada y me dio ganas de hablar contigo.
—Tú y yo no tenemos nada que conversar, así que piérdete —responde mientras se aleja, pero él la agarra del brazo, obligándola a detenerse. Bella lo mira con una mezcla de rabia y deseo de venganza.
—¿Qué te pasó en la cara? —pregunta mientras intenta tocar su mejilla, pero se sorprende cuando ella lo empuja con fuerza.
—Ni se te ocurra volver a hacer eso. Aléjate de mí.
—Solo una pregunta y te dejaré en paz.
Bella revuelve los ojos y se cruza de brazos.
—¿Qué? —responde con desgano.
—¿Alguna vez hemos tenido relaciones sexuales? —La pregunta la deja helada.
—Por supuesto que no —se apresura a negar.
—¿De verdad que no? —su mirada se clava en la de ella, un poco insatisfecho con su respuesta, dejándola sin aliento. No está en condiciones de hablar sobre sus romances tóxicos; ahora está en una nueva relación y no quiere confusiones por parte de Hugo, quien inexplicablemente parece interesado en ella.
—¿Te quedaste muda? —suelta una risita—. ¿Qué es lo que realmente ocultas, lindura?
—No me llames así, desgraciado. Tengo novio, y que te quede claro: no te metas conmigo, hay muchas chicas sueltas en la cancha.
—Puede que haya muchas, pero mis ojos solo están puestos en ti. ¿Qué dices?
Se aproxima a ella de manera tentadora, y Bella se queda paralizada.
—Se nota que mi cercanía te pone tensa, lo que significa que no amas a tu novio —sonríe mientras la observa. Esa afirmación la hace reaccionar.
—¿Y tú qué sabes, infeliz? Por supuesto que amo a mi novio. Parece que tu estúpida amnesia te ha dejado más idiota de lo habitual. Eres repugnante —intenta alejarse, pero Hugo la agarra de la cintura, atrayéndola hacia él. Sin previo aviso, sus labios chocan con los de Bella sin su consentimiento. Al sentir esa osadía, lo empuja con todas sus fuerzas, con la respiración agitada.
Huye de él avergonzada por lo que acaba de pasar, se pierde entre la multitud y se sienta en una silla, lamentándose por el beso.
Hugo, satisfecho por haber llevado a cabo su artimaña.
—Se sintió bien, aunque quería más —comienza a acercarse a los espectadores en busca de Bella, pero uno de sus hombres lo detiene.
—Jefe, Saúl quiere hablar contigo.
—¿Por qué me llamas jefe? Mi nombre es Hugo.
—Era el nombre que prefería antes de perder la memoria.
—Es absurdo, ya parece que soy el cabecilla de la mafia. Ese apodo le va como anillo al dedo a mi hermano. Bueno... Pásame el teléfono —su escolta se lo entrega y Hugo lo sostiene con desagrado.
—Sí, Saúl.
—¿Cómo va, mi alumno? ¿Qué tal la competencia?
En ese momento, su mirada se fija en la pista, pero el denso humo le impide ver. Sin embargo, el estruendo de la multitud crea un ambiente lleno de euforia.
—Está bastante intenso, no creo que termine bien.
—Asegúrate de que no le pase nada. El instructor te guiará sobre el próximo paso —cuelga la llamada.
Hugo hace un gesto a uno de sus hombres para que se acerque.
—Sí, jefe.
—¡No me llames jefe! —grita con irritación.
—Perdona, Hugo.
—Bien, localiza al instructor.
—Entendido.
Los autos se lanzan a toda velocidad hacia la meta, a pesar del denso humo que casi lo cubre todo. Íker avanza sin darse cuenta de que ha ganado. Al escuchar el himno de la victoria, frena su vehículo y se baja con una amplia sonrisa en el rostro; ahora puede ver a todos, excepto a su novia. Los que apostaron por él gritan su nombre, pero de repente, su contrincante choca brutalmente contra su auto, provocando una explosión como si fuera una bomba. Íker sale volando debido al impacto.
Todos quedan paralizados ante lo ocurrido, sumidos en un profundo silencio. Su rival desciende de su auto con una sonrisa triunfal en el rostro. Al notar la quietud a su alrededor, se enfurece.
—¡Se han quedado callados, Pringados! ¡Yo soy el campeón! —se jacta.
Bella corre hacia él al escuchar que su novio está en el suelo, herido y sangrando. Al llegar cerca, sostiene su cabeza entre sus manos, con lágrimas brotando de sus ojos.
—Cariño, despierta —le suplica entre sollozos. Pero el cuerpo del joven no responde—. ¡Nooooo! ¡Dios mío, no! —lo abraza con desesperación, sintiendo cómo el dolor en su pecho se intensifica, lo que la hace llorar con más fuerza por su amado, mientras todos observan la escena en estado de shock.
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