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Capítulo 31


«Estoy reflexionando sobre lo que le haría a esa loca si descubro que me está engañando. Y recuerdo lo que me dijo Ludmila... Cierro los ojos para intentar calmarme.»

—¿Bro, estás bien? —Íker finalmente me trae de vuelta a la realidad. Les miro y me doy cuenta de que me observan con miedo, y no tengo idea de por qué.

—¿Todo bien? —les pregunto con tono neutral—. Nosotros estamos bien, ¿tú estás bien? —me pregunta Bella, aferrándose a las manos de Íker y mirándome con preocupación.

Reviso la ecuación que estaba resolviendo y pronto me doy cuenta de que he arruinado todo por la ira, solo con imaginar a Luli con otro. Observo mis manos manchadas con tinta roja, como pecas de sangre sobre mi piel. Echo un vistazo a mis compañeros espectadores.

—El baño, por favor —evito su pregunta, frustrado por el desastre que he causado en solo unos minutos sin darme cuenta.

—A la izquierda —responde Bella mientras se acomoda en los brazos de Íker. Los dejo en su mundo y me dirijo al baño.

Miro mi reflejo y trato de calmarme. ¿Qué demonios me está pasando? Esa niñata realmente sabe cómo sacar lo peor de mí—. Me cago en todo —murmuro mientras me lavo las manos. Justo cuando termino de quitarme toda la tinta, mi celular suena en uno de mis bolsillos.

El sensor electrónico se activa automáticamente cuando coloco mis manos en la salida de aire. Después de un momento, sostengo con cuidado el celular. Solo ver el nombre del demonio en mi pantalla me aumenta el estrés.

—Dime —es lo único que se me ocurre decir—. Encuéntrame en la dirección de la tarjeta que te dio Hugo, tienes media hora—Cuelga al instante. Agotado, salgo del baño.

Al regresar a la sala de estudio, me encuentro con la parejita besándose apasionadamente.

—Tengo que irme—Al escuchar escucharme, se separan de inmediato —. Bro, ¿tan pronto te vas? ¿Todo bien? —No puedo decirle que Saúl me llamó con Bella presente.

—Es una emergencia, nos vemos esta noche—. ¿Eso quiere decir que vendrás a verme competir? —su emoción es evidente —. No me lo perdería por nada del mundo—ambos sonreímos, mientras Bella nos mira con los ojos en blanco.

Salgo de allí apresurado.


Mi padrino me habla de lo feliz que está de volver a verme.

—¿Te ha gustado el regalo que te traje? —me pregunta, captando mi atención. Miro el hermoso reloj que tengo en las manos. Su diseño es redondeado y está adornado con perlas blancas, perfecto para mis gustos —. Es precioso —digo, colocándolo en mi brazo izquierdo—. Tu madrina lo eligió para ti, ya que no pudo venir en persona.

De repente, veo a mi padre acercándose.

—Me encanta el diseño, gracias por el detalle, Padrino; se los agradezco a ambos. Los amo.

Él dibuja una sonrisa de satisfacción.


—¿Ya han terminado? —pregunta papá al llegar—. Sí, y como siempre, tengo una ahijada encantadora. Deberías venir a París en las vacaciones; tu madrina estará encantada de verte —responde mi padrino con entusiasmo.

—Claro que sí.

Sonríe y me levanto del sillón.

—Los dejo a solas —anuncio educadamente—. Está bien, hija, ve a estudiar que mañana tienes clases —concluye papá mientras se coloca al lado de mi padrino.

Les dejo conversando y me dirijo a mi habitación. Al llegar, cierro la puerta y me tiro en la cama. El nombre de Idier no deja de rondar en mi mente; su hermoso rostro y el mar de sus ojos azules aparecen en mi imaginación. De repente, me levanto de un salto y agarro mi celular. No puedo creer que no me haya escrito en todo el día. ¡Qué imbécil es! ¿Qué tipo de novio es ese?

Lanzo mi teléfono al suelo, frustrada, y lo golpeo con la almohada, luego me aferro a ella para contener un grito de desesperación. ¿Qué estará haciendo ese presumido? Ya quiero verlo. No entiendo por qué el día se siente tan eterno. No pienso llamarlo; mi orgullo no me lo permite.

Los recuerdos de cómo estábamos a punto de hacer el amor en mi cama me sacan una sonrisa. Pero, ¿por qué siempre que estamos en plena acción alguien tiene que interrumpirnos? Sin embargo, no puedo olvidar cómo lo vi con esa venda en el brazo izquierdo. Me gustaría saber cómo está su herida.

Me bajo de la cama y recojo mi móvil del suelo. ¡Vaya! Se rompió el protector de pantalla, pero aún funciona. Quizás papá me dé su viejo teléfono. Sonrío al pensarlo.

No puedo creer que aún no le haya guardado el número; ¡qué mala novia soy! De inmediato me pongo a ello. Al intentar escribir el nombre que tengo en mente para agendarlo, lo llamé por error. El susto me hizo soltar el celular, y lo raro es que sigue sonando.

Empiezo a gritar como si estuviera en medio de una película de terror. La empleada doméstica entra a toda prisa, como si hubiera algo muy grave.

—¿Qué pasó, Luli? —me pregunta, visiblemente asustada —. ¡Dame ese celular ya! —le digo, y ella reacciona rápidamente y me lo pasa.

¿Luli, todo bien? —Al escuchar su voz, apago el teléfono al instante y lo tiro sobre la cama. Trato de calmarme, porque mi corazón parece que va a explotar.

«¿Qué está pasando conmigo?»

—Tranquila, Luli, voy a buscar agua —me dice la joven antes de salir del cuarto. Pocos minutos después, entra mi padre con una expresión de preocupación evidente.

—¿Qué fue ese grito, mi ángel? —me abraza sin pensarlo—. Nada, papá, solo cosas de chicas —le respondo mientras se aparta y me mira a los ojos—. Eso espero; pensé que era algo serio.

—Perdona por haberte asustado, papá. No volverá a suceder. —No te preocupes, lo importante es que tú estés bien. Recuerda eso. Bueno... Te dejo estudiar en paz. —Me da un beso en la frente antes de salir.

Justo entonces, entra la empleada con un vaso de agua—. Aquí tienes —me dice al entregármelo—. Gracias —lo bebo de un trago y se lo devuelvo.

—No le cuentes a mi padre lo que pasó aquí —le pido mientras me siento en la cama—. Como ordenes, Señorita Luli. Que descanses, yo me voy.

Desaparece de mi vista y yo me acuesto en la cama, sintiéndome un poco desubicada por todo lo que ha ocurrido.


«¿Qué fue eso?» Marco su celular y me comunica que ya está apagado. Bueno... Lo resolveremos cuando nos veamos, tanto esto como lo de mi hermano. Veré hasta dónde llega su osadía.

Regreso a lo que tengo delante, siguiendo a un chico con trenzas que me indica el camino hacia Saúl, y luego se aleja. Estamos en una sala amplia y luminosa, con una chimenea encendida que tiene un diseño de tigre. Allí está él, sentado junto a sus dos enormes mascotas.

Ese psicópata y sus dos malditas bestias infernales. Los tigres me observan, pero no se acercan para atacarme. Aún así, no me hacen sentir cómodo.

—Idier, mira a mis adorables mascotas bien entrenadas. Tuve que someterlas a varios exámenes para asegurarme de que están en buena salud. No te preocupes, no intentarán devorarte a menos que yo lo ordene. Solo obedecen a mí—Su sonrisa revela el placer que siente al pronunciar esas palabras maliciosas.

—Te llamé para hablar y mostrarte otra faceta de mi mundo. Sígueme.

Lo sigo, aliviado de que los tigres no lo acompañan.

Estoy recostada en los brazos de Íker, y no puedo creer cómo me estoy enamorando de él de una manera tan inesperada. Al menos, es una conexión saludable y no tóxica, a diferencia de... solo recordar su nombre me hierve la sangre.

—¿Qué te parece si después de la competencia damos un paseo? Quiero mostrarte un lugar especial—al escuchar eso, me giro para mirarlo a los ojos. «Qué lindo, un paseo romántico».

—¿Y dónde será ese lugar? —me subo sobre él y empiezo a darle suaves besos en ambas mejillas —. Es una sorpresa —responde casi en un susurro. Me detengo y le ofrezco una sonrisa.

—Me encantan las sorpresas, estoy segura de que será maravilloso—al decir esto, lo beso con pasión; sus labios son suaves y se complementan con los míos, creando una conexión perfecta. Nuestras lenguas se entrelazan en un beso francés intenso. Mi cuerpo anhela más, pero... siento cómo Íker me detiene antes de que pueda seguir con mis movimientos.

—¿No estabas con la regla? —No puedo creer que se haya tomado eso tan en serio; maldigo el momento en que lo mencioné. Me siento algo avergonzada por su rechazo debido a esa maldita regla falsa.

—Entiendo eso por mi madre y mi hermana. ¿Cómo te sientes?

—¿Yo? Pues mal, quiero que me mimes, me duele, y las hormonas no ayudan para nada —no puedo creer que esté jugando esta farsa, pero aún así deseo que me adore.

—Ay, cariño. Pídeme lo que quieras y cumpliré todos tus caprichos —me atrae hacia su pecho. No puedo evitar sonreír—. Por ahora quedémonos así —comento mientras me acomodo en su pecho, disfrutando de la inmensa sensación que me transmite; ni siquiera me doy cuenta cuando cierro los ojos.

Tenerla así es una sensación maravillosa; acaricio su cabello mientras la miro descansar en mi pecho. Siento una calma que a menudo me falta. No quiero dejar que pensamientos negativos me perturben, aunque mi vida esté llena de complicaciones. Solo somos ella y yo, al menos por ahora. Una sonrisa cálida se dibuja en mi rostro de inmediato.

De repente, mi celular interrumpe este momento de tranquilidad. Lo tomo y veo un mensaje de mi hermanita. Al leer lo que dice, mis ojos se abren con asombro.

¿Tu novia te ha secuestrado o qué? Te acusaré donde mamá si no me ayudas hacer la tarea de química, está bien difícil.😡


De verdad, esa niña tan floja no puede hacer sus ejercicios sola. A ver qué le contesto. Estoy escribiendo un mensaje cuando Bella se despierta.

—¿A quién le estás escribiendo? —me pregunta, y me detengo al escucharla. La miro y veo su curiosidad—. Es mi hermanita —logro responder mientras continúo escribiendo.

—¿Por qué nunca me hablaste de tu madre y tu hermana antes? Quiero conocer más de ti, así como tú sabes casi todo sobre mí—. Podemos hablar de eso toda la noche durante el paseo— le digo acariciando su barbilla mientras guardo el celular. La abrazo con fuerza, porque ella es mi paz y mi tranquilidad.

Ahín, seguro que se va a enojar por dejarla en visto, pero no sabía qué más decirle.

Saúl me ha mostrado toda su colección de asesinos como si fuera un gran logro. Aún no me ha contado su plan malévolo, que es lo que realmente quiero descubrir. Estamos viendo cómo dos tipos se pelean a puñetazos, cubiertos de sangre en el ring de boxeo.

—Esta noche tendremos una reunión, así que debes estar a mi lado todo el día; esa es la obligación de un protegido.

No digo nada al respecto mientras el psicópata enciende su cigarro, como era de esperar. Uno de sus hombres se cooca frente a él.

—Saúl, acaba de llegar Hugo —informa el tipo. En ese instante, aparece el mencionado con una expresión muy seria. Levanto una ceja al verlo. El hombre se aleja.

—Hugo, qué sorpresa tan agradable. Cuéntame, ¿qué novedades traes? —dice Saúl con tranquilidad. El idiota se planta frente a nosotros; yo estoy de pie, mientras Saúl está sentado y nuestro oponente tiene un rostro nada amigable.

—Estoy bastante molesto —declara, dejando entrever su irritación.

—Dímelo, ¿qué pasa?...

—Hay una chica en el instituto que me odia, y eso me frustra aún más porque no recuerdo qué le hice. No puedo dejarlo así; realmente me interesa.

Al escuchar eso, me quedo paralizado. Solo espero que no sea cierto; ¿acaso ya vio a Luli? Luego recuerdo que está de viaje con su padre. Así que debe estar refiriéndose a Bella.

—¿Y quién es la afortunada? —pregunta Saúl, acomodándose en su silla con el cigarro colgando de sus labios, como un cretino—. Se llama Bella, si no me equivoco. No entiendo por qué me odia; eso me preocupa.

—Eras un gilipollas, ¿qué esperabas? Por eso te odia. Es una de las consecuencias de tus acciones despreciables. Ahora tienes que aceptarlo. ¿Hay algo más que quieras decirme? Porque lo tuyo con las chicas no es algo nuevo para mí.

—Necesito preguntarte algo más, porque me acordé de algo.

«¿Y ahora qué vendrá?»

Saúl me lanza una mirada rápida y se vuelve hacia Hugo, esperando que hable.

«Por favor, que suelte lo que tenga que decir; no aguanto más este silencio.»

—¿No vas a hablar? —le pregunta Saúl.

—Es que no puedo creer que me empujaras a un pozo cuando éramos niños, y quiero saber... ¿por qué lo hiciste?

No puedo creer lo que acaba de decir Hugo. Miro a Saúl para ver cómo reacciona ante las palabras de su hermano. La expresión en su rostro ahora me...

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