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Capítulo 21

—Te comparto esto porque de aquí surge tu próxima misión. La más crucial de todas las que vas a llevar a cabo.

—No lo comprendo.

—Quiero que atrapes al asesino de Idiomar antes que la policía. —Espera... «¿Estoy escuchando bien? Pensé que él era el asesino, y ahora tengo que buscar a alguien más, que resulta ser el verdadero culpable».

—Por lo que veo, no tienes idea de quién es. ¿Cómo voy a saberlo yo, que apenas llegué?

—Eso queda en tus manos. Confío en que puedes lograrlo. Además, nadie mejor que tú puede identificar al asesino que se mueve por las sombras. Cuando sepas quién es, házmelo saber.

—¿Qué es lo que buscas de ese asesino misterioso?

—Quiero descubrir quién le dio autorización para tocar a mi protegido sin mi consentimiento; no debía morir sin resolver ciertos asuntos conmigo. Y en cuanto a ese dispositivo, me intriga la información que guarda en su interior. Ese miserable seguramente lo tiene; hay que quitárselo. Lo demás lo manejo yo.

Nos quedamos en silencio un momento y luego continúa hablando.

—Solo investiga; piensas como un detective. Antes de que te unas a la banda, ya te había estado observando.

Espera... ¿Sabes quién soy? ¿Qué demonios hago ahora que me ha descubierto? Necesito saber exactamente qué es lo que ha descubierto.

—No entiendo, ¿qué es lo que sabes sobre mí, en concreto?

—¿Cómo no voy a conocer a mi nuevo protegido? El hecho de que vivas solo y no tengas familia me sugiere que estás luchando por sobrevivir, y esa es la razón por la que estás aquí. No es solo por diversión, sino por necesidad. Algo que también me beneficia.

No sé qué pensar ahora...

—Veo en ti un futuro prometedor. Eres inteligente y no te dejas manipular fácilmente; haces preguntas, mientras que a mí nadie se atreve a cuestionarme. Eso es algo que Idiomar nunca se atrevió a hacer. No temes cruzar esa línea y eso me atrae: cómo enfrentas lo desconocido. Es un rasgo que realmente capta mi atención. Sin olvidar mencionar tu habilidad para engañar sin ser descubierto, como la relación que mantienes con Luli.

Espera... ¿Qué? ¿Cómo sabe ese psicópata lo que pasa? Ni su propio hermano se ha dado cuenta.

—¿De qué estás hablando? Yo no...

—No necesitas actuar conmigo; sé todo lo que hay que saber. Tranquilo, será nuestro secreto. De hecho, me interesa que estés con ella; habrá una misión al final de la cual participarás mañana.

«Eso no me gusta».

—Voy a organizar una fiesta para que todos reconozcan tu nuevo rango. Te mereces un gran respeto por el paso que has dado, y no esperes que sea cualquier tipo de celebración.

—Creo que es demasiado para mí.

—Aún no has visto nada; esto es solo el comienzo para ti.

Sin duda, Saúl es el mejor estratega que he conocido; ya tiene todo perfectamente planeado en su mente. En un momento, pensé que había descubierto mi verdadera identidad. Bueno... Al menos cree que soy independiente y que me uní a ellos por necesidad, si supieras.

Por otro lado, tengo la sensación de que está jugando conmigo y que realmente sabe quién soy. No tengo idea de qué plan oscuro tiene en mente; es el tipo de persona que, si te utilizan, te desechan una vez que han alcanzado su meta.

A partir de ahora, creo que debo tener mucho cuidado al reunirme con mi padre y mi tío, ya que no sé cuándo actúa ese misterioso que parece enterarse de todo. Suelta información tan fácilmente y sin mostrar ninguna emoción; su enigma me deja reflexionando.

—Creo que te mereces un descanso después de lo que enfrentaste ayer —dice, riendo de manera burlona mientras vierte el whisky en el vaso lleno de hielo.

—Tengo otra pregunta.

Lo observo beber con tranquilidad, mirándome como si fuera un lobo hambriento.

—Dime.

—¿Por qué necesitabas a los tigres?

Él esboza una sonrisa que no tiene nada de gracia.

—Son mis tigres. Solo los quería de vuelta, ya que alguien me los quitó.

—Entiendo.

—¿No quieres saber quién fue? —dice con una sonrisa inquietante.

—¿Fue Idiomar?

Él levanta una ceja.

—No fue él; te lo diré cuando llegue el momento adecuado.

—Está bien —me levanto y empiezo a salir; dos tipos cierran la puerta detrás de mí.

Veo al idiota de Hugo acercarse, con una sonrisa en su rostro. ¿Qué le habrá pasado ahora? Aún no me acostumbro a sus cambios de humor.

—Idier —pronuncia mi nombre como si fuéramos amigos, pero no lo somos.

—¿Necesitas algo?

—Tenemos que hablar, ven.

En ese momento lo sigo hasta la piscina.

—He estado pensando y creo que eliminar a ese tipo no es la mejor opción. El padre de Luli es un comandante. Si le hago algo a ese tipo, lo más probable es que ella lo cuente; es muy caprichosa y siempre obtiene lo que quiere. Se me ocurre algo mejor.

—¿Y qué piensas hacer?

—Que tú te encargues de encontrarlo y lo persuadas para que abandone la ciudad pronto. Necesita terminar con ella por su propia voluntad; eso sería un golpe maestro. Me encantaría ver la expresión en el rostro de Luli cuando se dé cuenta de que su aventura no ha servido para nada en cuanto a provocarme celos.

Hugo se sienta, y justo en ese instante se acerca un chico con una bandeja repleta de bebidas variadas.

Me da curiosidad saber qué le ocurrió en el cuello que tiene vendado, pero prefiero no preguntar.

—Hoy me ha demostrado que aún me quiere. Vino a verme, y no te imaginas lo que me hizo sentir al usar sus nuevas tácticas de seducción. Para mí, parece que se estaba liando con ese tipo solo para ganar más experiencia sexual—comenta mientras disfruta de su cóctel con una sonrisa.

Me pongo serio al escuchar eso; no puedo creer lo que dice.

—No entiendo, Luli, ¿qué...?

—Vino a verme bajo el pretexto de su amiga. Así es ella, demasiado caprichosa. Me encantó su forma de seducirme esta vez. Si no fueras gay, te invitaría a un trío en alguna ocasión; qué pena—sonríe mientras me mira.

Lucho con mi ira y no sé cómo soporto sus comentarios tan inapropiados. Juro que si vuelve a mencionar algo sobre Luli, le voy a dar un golpe.

—Jefe, tiene una llamada—le informa uno de sus subordinados mientras le pasa el teléfono.

—Bueno, Idier, haz el trabajo hoy; mañana quiero ver los resultados—sostiene el teléfono y atiende la llamada con calma.

Salgo de allí serio y molesto; necesito asegurarme de que eso no sucedió. Maldita sea.

........

Es un verdadero fastidio tener que ir a clases sintiendo este estrés. Mi descanso no fue suficiente y ahora estoy en el coche con mi madre y el chófer. Ella se mira en el espejo constantemente, buscando alguna arruga, como si su obsesión por no envejecer no tuviera fin.

—¡Mamá, ya basta! Estás increíble, vas al trabajo, no a una cita con un amante.

—¿Qué tipo de modales son esos, Bella? ¿Acaso crees que somos amigas para hacerme ese tipo de bromas?

—¿Y por qué lo haces frente a mí? Todos los días es lo mismo. Obvio que querías que dijera algo.

—Tienes que entender que tu madre es hermosa. Una actriz como yo tiene que verse espectacular; eso no lo comprendes porque aún eres joven.

—Papá no quiere que aceptes papeles que puedan comprometer su matrimonio. Espero que no hagas que regrese aquí por celos; no quiero verlo.

—Llegamos al instituto, señorita Bella—anuncia el chófer.

Bajo del auto sin despedirme de mi madre, y es que cada día terminamos en una pelea. No debería ser así entre una madre y su hija. La amo con todo mi corazón, pero a veces me saca de quicio.

—Que te vaya bien, cariño. Y, por favor, intenta sonreír; te amo—la observo desde la ventanilla y, de inmediato, me manda unos besitos en el aire, lo que me arranca una sonrisa involuntaria.

—Yo también te amo.

—Lo sé, mi amor—suben los cristales y el coche comienza a alejarse.

Entro al instituto y me detengo al ver a Íker con un par de chicas rodearle. Esas perras...

—Tu novia no te quiere, solo mira lo lastimado que estás; al menos debería haberse preocupado por ti.

—Por favor, no hablen de mi novia cuando estoy aquí; no saben nada.

—Me molesta que ya tengas una; ahora ya no vamos a poder estar tan cerca de ti, con lo dulce que eres—le toca el hombro de manera coqueta. Siento cómo la rabia me hierve por dentro, ahora tengo competencia.

Veo a Íker alejarse de esa chica que está tan enganchada con él.

—Gracias por preocuparse, chicas, creo que es hora de irme—justo en ese momento aparece Idier, y les veo marcharse juntos.

Salgo de mi escondite y me dirijo al baño; él se ve realmente herido. ¿Cuándo le pasó eso? El nombre de Hugo aparece en mi mente. Ese maldito sádico... ¡Le voy a hacer pagar!

Me miro en el espejo, con el rostro lleno de furia. En ese instante entra la chica que más coqueteaba con Íker. La veo retocarse los labios, claramente operados. Esa zorra cree que está a mi nivel. Es rubia, con ojos oscuros y un trasero que seguramente también ha sido operado. Me fija la mirada, sorprendida de encontrarme tan cerca.

—¡Wow! Bella, te ves horrible, ¿qué te pasó en la cara? ¿Hoy no te pusiste maquillaje?—dice la perra, y eso me enciende la ira.

Con un movimiento brusco, agarro su cabello con fuerza y la empujo hacia el espejo. La oigo quejarse del dolor.

—¡Pero, tia! Solo era una broma, no es para tanto.

—Esto es para que no te atrevas a coquetearle a Íker otra vez. ¿Acaso no sabes que soy su novia? No me importa tu estúpido chiste.

—No tenía idea de que eras tú—responde mientras mi mano sigue aferrada a su cabello. No intenta defenderse; se nota que es de las que hacen ruido pero se achican cuando llega el momento de la verdad.

—Ahora lo sabes, y asegúrate de decírselo a las otras guarras. Si no...

La inclino para que vea su reflejo en el espejo.

—Esa carita retocada que ves allí podría quedar hecha añicos, así que ten cuidado, zorra—la suelto con brusquedad.

Ella me mira aterrorizada y sale corriendo del baño. Suelto un suspiro al instante.

—¡Impresionante! —Al escuchar esa exclamación, me doy la vuelta rápidamente para localizar de dónde proviene la voz y me encuentro con una Luli sonriendo de manera inquietante. No puedo creerlo, ha estado observando todo el tiempo y yo no tenía idea.

Se acerca aplaudiendo con una sonrisa de psicópata en la cara.

Observa el cristal del baño, ahora que me fijo bien, está hecho trizas y manchado con la sangre de la  zorra.

—Me sorprende tu ataque de celos, eso significa que realmente estás enamorada —dice mientras se mete un chicle en la boca.

La miro mientras mueve los labios, observándome con curiosidad.

—¿Por qué viniste a clase si aún no te sientes bien?

—No quería quedarme en casa.

—No juegues con tu salud. ¿Has visto la cara que tienes? Pareces como si hubieras estado de fiesta antes de llegar aquí. ¿Así quieres que Íker te vea? Ambos necesitan cuidarse.

—Tienes razón. ¿Me puedes llevar a casa? No quiero que Íker me vea así; podría asustarlo, como dijiste.

—De acuerdo, entonces vamos a pedirle permiso al director—me dice mientras me agarra del brazo y saca unas gafas de su bolso para ponérmelas.

Justo en ese momento, entra una chica alta con el cabello teñido de un rojo vino intenso. Al ver el desastre en el baño y las manchas de sangre detrás del cristal, su boca se abre en una O. Se lleva las manos a la cara y luego gira el cuello para mirarnos.

—¿Qué ha pasado aquí? —nos pregunta, con los ojos desorbitados.

Luli se acerca a ella, manteniendo la mirada fija.

—Primero que nada, cierra la boca, no sea que te entre algún bicho. Segundo, aquí no ha pasado nada. Y por último, limpia todo esto. No te atrevas a hablar de lo que no entiendes; esto es una advertencia.

Luli se da la vuelta y se acerca a mí. Puedo ver la expresión horrorizada en el rostro de la chica, con los ojos bien abiertos. Siento cómo ella me sostiene del brazo mientras nos dirigimos hacia la puerta del director.

Han pasado varias horas de clases y no he visto a Luli, ni a Bella. No entiendo por qué me siento tan frustrado; los comentarios del pesado de Hugo resuenan en mi mente como una pesadilla.

—Oye, estoy preocupado. Bella nunca falta a clase. ¿Crees que todo esté bien?

—¿Ya le llamaste al celular?

—Sí, varias veces. ¿Debería ir a su casa?

—Sí, pero si Bella te ve tan afectado, podría sentirse peor. ¿Qué le dirás cuando te pregunte?

—Casi se me olvida cómo me veo ahora. Ya pensaré en algo. Solo sé que la extraño y quiero verla.

—Vaya, ahora sí te estás volviendo todo sentimental—le digo con un tono aburrido.

—Eso pasa cuando realmente te gusta alguien—me dejó pensando.

De repente suena el timbre y despido a Íker antes de dirigirme a la biblioteca, con los pensamientos sobre Luli dándole vueltas en mi cabeza otra vez. No voy a dejar que eso me consuma, le digo a mi conciencia.

Estoy intentando recordar el autor de un libro que se me ha olvidado, cuando de repente veo a Luli mirándome desde un rincón, esa chica siempre aparece de maneras tan extrañas.

—Hola—es lo primero que dice, y vaya sorpresa. Pero no le presto atención; sigo con mis pensamientos. Estoy molesto porque fue a ver a su ex, y ahora viene a jugar conmigo. Ya no voy a dejarme atrapar en sus juegos.

Siento que se va acercando poco a poco.

—Quédate ahí —le digo con irritación, pero ella sigue avanzando, ignorando lo que acabo de decir—. No te acerques más, y lo digo en serio—se detiene y me mira fijamente, pero da un paso más y ahora está demasiado cerca.

—¿Estás molesto conmigo?—pregunta con esa voz de niña buena e inocente, lo que me saca aún más de mis casillas.

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