Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 20

Empiezo deslizando el cuchillo por sus marcados abdominales desnudos, haciéndolo a mi antojo.

—¿Qué demonios te pasa, Luli?


—¿Qué le hiciste? Habla, quiero escuchar los detalles—mi tono frío lo sorprende.

—Así que ella ya te contó—se ríe con cinismo.

—No lo hizo. ¿Acaso pensaste que no sabía de vuestro amorío secreto? Técnicamente me importa menos lo que hagan a mis espaldas. Lo que realmente importa aquí es que la heriste, y me impresiona cómo ya tratas a las mujeres.

—Un momento, ¿qué...? ¿Sabías todo y nos veías la cara todo ese tiempo? ¿Cuándo te enteraste?

—No me cambies de tema, infeliz—le golpeo en los genitales y comienza a gritar como una niña.

—¡Joder, Luliiii! Eso no se hace a los hombres—se queja molesto, como si eso me importara.

—¿Y te parece bien hacerlo a las mujeres? Eres un cerdo repugnante. Te dije que me dijeras qué fue lo que le hiciste a Bella. Si no quieres que te corte las bolsas ahora mismo, ya veremos con quién vas a seguir teniendo relaciones, miserable porquería—aprieto con fuerza su entrepierna con el cuchillo cerca de su cara, a ver si se atreve a desafiarme.

—Está bien, lo admito, la traté mal, pero no me pasé de la raya—se justifica.

—¿La trataste mal?—me echo a reír, sin poder contenerme.

Agarro su cuello con firmeza y deslizo un cuchillo sobre su piel, dejando una línea roja que comienza a sangrar. Se queja; qué blandengue. Idiota...

—No vuelvas a hacer eso, ¿me oyes? Si no quieres saber cuál será mi próximo movimiento.

—De acuerdo, Luli, no lo haré otra vez. Pero ya basta—me suplica, torciendo el rostro por el dolor.

Antes de soltarlo, tomo su cóctel y lo presiono contra su herida abierta. Luego, sin pedir permiso, le vierto el trago en la boca, forzándolo a beberlo. Se atraganta y termina vomitando. Hago una mueca de asco, pero al mismo tiempo me divierte la escena.

Él me mira con furia y trata de acercarse, pero se topa con el cañón de una pistola.

—Un paso más y te volaré la cabeza—le advierto con una calma amenazante.

—Tranquila, amor, estás un poco intensa. ¿Podrías bajar un poco el tono?— me dice con una falsa dulzura.

—Esto es solo una advertencia. Si vuelves a cruzar la línea, no sé qué puede suceder. Hagamos como si esto nunca hubiera pasado. ¿Estamos claros?

—Claro que sí. Amor...

Disparo. Pero... lamentablemente, fue más rápido agachándose al suelo. La bala impacta en la bandeja de bebidas que la empleada llevaba. Ella cae al suelo junto con las bebidas, todo un desastre; tras el susto, la veo revisarse para asegurarse de que no le pasó nada. Al darse cuenta de que está bien, aun así se desmaya.

Los escoltas de Hugo llegan rápidamente y me rodean con sus armas, pero los ignoro y sigo hablando.

—Dile amor a la zorra de tu madre. ¡Avisa a tus hombres que se mantengan fuera de mi camino!

Sigo apuntándole. La próxima vez, no dejaré que otra bala se me escape. A través de una de las ventanillas de cristal, veo al demonio de Saúl mirándome con esa sonrisa molesta; luego se pone el cigarro en la boca. Suspiro y vuelvo a lo mío.

—Está bien, lo haré.

Sus ojos fijos en mí me ponen furiosa.

—¡Deja de mirarme, idiota!

—Lo siento —disimula al apartar la mirada, miserable.

Hugo Se vuelve hacia sus hombres mientras bajo el arma, intentando calmar esa ira que aún no he soltado del todo.

Ordeno a mis hombres que le dejen el paso libre; no quiero que se altere de nuevo. La veo alejarse sin siquiera mirarme; esa actitud es impresionante, me encanta. Sonrío al pensarlo.

—Está sangrando, jefe. ¿Quiere que llame al médico?

Me toco el cuello, que no deja de sangrar. Sí, me ha hecho daño la terca. Aunque la herida no es tan grande, arde como si fuera el fin del mundo.

—Solo es un rasguño, nada comparado con lo que le haré cuando la tenga frente a mí.

Esa me lo va a pagar, sin duda. Uno de mis hombres se encarga de atender mi herida durante un momento.

—Más tarde llama al maldito doctor; ahora no tengo ganas de que nadie toque mi piel otra vez.

De repente, mi vista se detiene al ver a Saúl a través de la ventana de cristal, a lo lejos, fumando con su querida Reina. Al parecer, han sido testigos de toda la escena. Menuda situación.

—Jefe, Saúl lo está esperando.

—Ahora voy—le echo otra mirada y su expresión no es nada agradable en este momento.

—Creo que te dejaré un momento a solas con tu hermano—me dio un ligero beso en los labios y se apartó. En ese instante, Hugo entra con una expresión de mal humor.

—Hasta luego—dice mi Reina, intentando captar la atención de Hugo. Él la ignora mientras está conmigo, lo que me hace levantar una ceja ante su comportamiento.

—Te agradecería que no fueras tan descortés con mi Reina. Lo que sucedió mientras desayunaba con mi Reina  no merece ni ser mencionado; estoy seguro de que puedes solucionar eso tú solo.

—Eso no volverá a ocurrir, lo que...

—No te llamé para discutir tu relación con esa Cría. Mejor hazme el favor de contactar a Idier; necesitamos retomar nuestro trabajo. Te has estado distrayendo últimamente.

—Está bien.

—Ahora llama a mi Reina y cierra la puerta—le ordeno mientras enciendo otro cigarro.

Él se marcha molesto, cerrando la puerta de golpe. Algo que ni siquiera noté, pero bueno, es hora de ponerme al día con el niño Idier. Saco el humo con calma, pensando en mis planes oscuros.

En ese momento, mi Reina entra y se acerca a mí.

—¿Te hace falta algo más, mi Rey intocable?—me dice con dulzura.

—Así es—la tomo de la mano y la acomodo en mi silla.

—Esta noche, ponte hermosa para mí; tenemos una reunión muy importante y quiero que seas la envidia de todas. Hoy cerramos el trato con ese tipo asqueroso, ya sabes cómo va.

—¿Dónde será?

—Mi cuerpo te lo dirá—me planto frente a ella mientras está sentada, disfrutando de sus caricias en mis brazos desnudos; llevo una camiseta blanca de algodón sin mangas, y la luz del sol resalta mis tatuajes que parecen cobrar vida.

—¿Puedo quitarte la camiseta?

—No—se molesta al instante.

—Te encanta hacerme sufrir, y eso me vuelve loca.

—Idier llegará en cualquier momento; ya sabes que no mezclo amor y negocios.

—Claro, esos negocios de los que nunca me cuentas bien, y resulta que soy tu reina ignorante—me da la espalda y se cruza de brazos.

—No puedes saberlo todo, mi Reina; es por tu propio bien. Solo sigue mis órdenes y no vuelvas a mencionar este tema.

Ella no dice nada, pero puedo percibir su enojo a simple vista.

Me acerco sigilosamente a su espalda y beso su cuello con una pasión feroz; puedo sentir cómo mi toque la electrifica.

—Saúl, parra—me suplica, pero sé que en el fondo le gusta.

La levanto y la coloco sobre la mesa, derribando todo lo que había encima.

—No me hagas caer en la tentación ahora; sabes que soy bastante intenso en la cama. No quiero lastimarte. ¿Estás segura de que esto es lo que deseas en este momento?

Veo una chispa de inquietud en sus ojos; tiene algo que decir, pero se queda callada.

—No temas, mi reina; sabes que hasta ahora he sido caballeroso contigo.

—Lo sé, solo que...—desvía la mirada, temblando; eso me excita aún más.

—No digas nada—le respondo mientras acaricio su rostro con mis manos. Sin pensarlo dos veces, empiezo a devorar su boca con deseo.


Mi padre estuvo toda la hora molesto conmigo. Por suerte, no tiene idea de lo que pasó en ese bosque; si lo supiera, las cosas serían aún más complicadas.

Ahora viene a decirme que quiere que me aleje del caso, justo cuando he luchado tanto para avanzar. Hago como si estuviera de acuerdo con su decisión y la del tío, pero en el fondo no me lo creo. Bueno... así son las cosas.

No sé si debería contarle lo que vi en esa casa espeluznante; eso solo podría empeorar la situación. Primero necesito averiguar si Saúl fue quien se llevó la vida de mi hermano.

Quiero ver si tiene el valor de mirarme a los ojos y confesar que él mató a Idiomar. Estoy convencido de que podría hacerle algo en ese instante, aunque esté rodeado de sus malditos guardaespaldas.

Hoy será un día clave. No creo que una cárcel sea suficiente; yo mismo me encargaré de él, sin olvidar a Hugo. No quiero ni imaginarme lo que soy capaz de hacerles.

—¿Me estás escuchando, Idier?—me saca de mis pensamientos papá.

—Claro, ¿puedo irme ya?

—¿A dónde?

—Voy a casa. Mañana tengo clase. Me dijiste que debería enfocarme en mis estudios y llevar mi vida con normalidad.

—Efectivamente. Regresa a casa y busca la manera de salir de ese grupo lo más pronto posible.

¿Y cómo se supone que lo haga? Papá no tiene idea de lo que pasa con los pandilleros. Si les digo que ya no quiero ser parte de la banda, sabiendo lo que sé de ellos, es muy probable que eso me cueste la vida.

—Entendido, papá. Lo tomaré en cuenta.

—Bueno, hijo, me voy a trabajar. Te contaré lo que descubramos cuando tengamos más información —me toca el brazo antes de irse por la puerta, dejándome aquí sentado un poco molesto.

Solo sé que continuaré con mi plan hasta el final, no puedo dar un paso atrás ahora que estoy tan cerca de descubrir los oscuros secretos que esconden esas cuatro paredes.

Mi celular empieza a sonar de inmediato. Miro la llamada entrante de Hugo. Qué extraño que me llame en este momento; pensé que lo haría más tarde.

—Ve a la dirección que te voy a enviar a tu maldito celular —ordena y cuelga con brusquedad.

¿Qué le habrá pasado ahora?

---------------------------------------------------------

Al llegar a esa mansión, me quedo boquiabierto. Se trata de un conjunto de lujosas casas, todas con un diseño impresionante y una gran piscina en el centro. Es mi primera vez aquí y la atmósfera que se respira es de pura maldad y secretos inconfesables. Respiro profundamente, consciente de que estoy dentro de la boca del lobo y necesito mantenerme fuerte y alerta.

Veo a una chica salir por la puerta, no tengo idea de quién sea... Pero me da curiosidad.

—No te metas en lo que no te incumbe, niño—me advierte un tipo que parece salido de una película de terror.

Y qué obsesión tienen algunos con llamarme niño, joder.

Me hacen un chequeo con un detector de objetos. Obviamente, no llevo nada que pueda hacerle frente a ese psicópata; mis manos son más que suficientes.

Terminan con ese aparato que odio escuchar y finalmente me dejan ir. Qué control tienen esos idiotas, me sentía súper incómodo. Pensé en llevar un micrófono, menos mal que no lo hice, o estaría en un buen lío.

—Ya puedes pasar—me dicen mientras abren las puertas para dejarme entrar.

Una vez dentro, las cierran tras de mí. Puedo ver la sala de juegos de póker y otras colecciones en la mesa; todo está ordenado y decorado al gusto oscuro de este enfermo.

Y ahí está el Señor, sentado tranquilamente con su cigarro, fumando sin preocupaciones.

—Mi valiente, Idier—su voz grave resuena de manera inquietante bajo la luz del día.

No digo nada; me limito a observar cómo se apaga la pipa y toma otra. Este tipo está completamente enganchado con esa hierba. No tengo idea de lo que siente al respecto, y lo curioso es que, a pesar de todo, parece estar bien. No sé realmente qué tipo de persona es.

—Espero que estés listo para las respuestas que tengo para ti—habla como si lo que va a contar me fuera a dejar traumatizado.

—No estoy aquí para perder el tiempo—me acomodo en un sillón que tengo a mi disposición.

Él se ríe un rato.

—¿Qué quieres saber, Idier? Puedes preguntar lo que te plazca; ya tienes ese derecho.

—Quiero saber quién fue Idiomar para ti.

Él me observa con una sonrisa en el rostro que me desconcierta: «¿qué estará tramando ahora?»

—¿Te preocupa pensar que podrías terminar como mi chico? —exhala humo, sonriendo. Yo no digo nada, solo mantengo mi postura seria y firme.

—No te preocupes, no te pasará nada mientras yo esté contigo; Idiomar no tuvo la misma suerte que tú.

Más dudas surgen sobre si él fue el responsable.

—¿Qué quieres decir con eso?

—Escucha atentamente, Idier; es una historia larga, pero te la resumiré para que captes lo más relevante.

...........................................................................

Comenzó a contarme que Idiomar era un chico muy sociable y talentoso, siempre estaba al lado de Íker, según él. Vio en Idiomar un futuro brillante y quería hacerlo realidad. Todos los chicos desempleados eran sus hombres.

Cada uno obtiene beneficios porque se trata de un negocio. Su intención era ayudar a mi hermano a alcanzar el éxito; en pocos días lo transformó en el mejor corredor de autos, y de ahí provenía el dinero. Pero además de eso, también se involucraban en otras actividades, porque para él, el dinero, el poder y el respeto son sus principales ambiciones.

Saúl y Hugo no dependen de sus padres; ellos mismos han trazado sus caminos hacia el éxito que están construyendo. Para eso necesitan más hombres de confianza, no cualquiera, sino chicos que buscan trabajo para sostener a sus familias.

También quería impulsar a Íker, pero él siempre se negaba, hasta que ocurrió el accidente de Idiomar y tuvieron que forzarlo a colaborar.

—Todo iba bastante bien hasta que un día Idiomar comenzó a cambiar y a mostrarse distante y molesto conmigo. No entendía por qué, ya que nunca tuvo el coraje de decírmelo.

—No sé qué decir —fingiendo ser comprensivo, pero en el fondo me consume la ira. Está claro que hiciste algo que lo llevó a comportarse así.

—Hugo me contó que Idiomar tenía algo que podía acabar con todos nosotros, un dispositivo de esos. Eso me molestó bastante, así que ordené que me lo trajeran y que me explicara cuál era su problema, porque en ese momento nunca había hecho nada que le causara daño.

Toma aire y sigue hablando.

—Me sorprendió mucho lo que me respondió.

—¿Y qué te dijo? —pregunto, casi sin fuerzas, mientras intento absorber su confesión.

—Dijo que le había quitado lo que más valoraba, pero no me aclaró qué era. Solo mencionó que tenía un vídeo en un dispositivo que nunca podré encontrar, y eso me frustró.

"Ordené que lo hicieran hablar hasta que revelara dónde había escondido ese dispositivo; después, me fui con Hugo.

No entiendo por qué se negaba a hablar. Los conflictos deben enfrentarse de manera directa; también quería saber lo que le había quitado. Mientras reflexionaba sobre el asunto, le pedí a Hugo que llamara a uno de mis hombres de confianza y que detuviera la tortura; luego, que me lo trajeran al día siguiente. Pero algo ocurrió después de eso."

Estoy que me muero de tanto oír sus palabras que no sé cómo reaccionar.

—¿Qué fue lo que pasó? —me esfuerzo por preguntar.

—Alguien se nos adelantó.

No entendí cuando dijo eso, y las dudas me vienen como lluvias. Esperaba oír que fue él o Hugo; ahora me viene con que hubo una tercera persona.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro