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XL

Hice a un lado a Jessica en cuanto lo vi girarse y me apresuré a alcanzarlo en el pórtico. No podía creer que de nuevo arruiné las cosas con él, aunque no fue mi culpa y tampoco entendía qué llevó a Jessica a malinterpretar las cosas entre nosotros.

Ricky estaba a punto de echar a andar su scooter, por eso, con premura sostuve el manubrio del vehículo y me apresuré a hablarle:

—Ricky, te lo juro, no es lo que crees.

—¿Ah, no? ¿Cuál parte? A mí me pareció que la estaban pasando bien. ¡Tobías, déjame ir!

—No, no, no; Ricky, escúchame.

—Te oigo. ¿Crees que no he visto como se vuelven más unidos? —Por inercia asentí a esa y cada una de las preguntas que salieron de su boca, sin soltar su vehículo mientras le suplicaba dejarme hablar, entonces sus ojos temblaron y sentí mi pecho quebrarse en cuanto lo escuché continuar—: ¿Cierto o falso que la besaste? No te atrevas a mentirme porque sé lo que vi. El gran Tobías Wolf, amo de las conquistas, ha regresado.

—Ricky, no es así, ¡ella me besó!

—¡Qué patética excusa antigua! Por favor, suéltame.

Sin importar las veces que me disculpé e intenté explicarle, no hubo forma de evitar verlo partir. Sin embargo, con el corazón en la garganta, regresé al interior a confrontar a Jessica por lo que acababa de provocar.

—¡Jessica, tú y yo tenemos una relación amistosa por nuestro hijo, esto no puede repetirse!

—Lo siento, no quise provocarte líos... —Lucía arrepentida al hablar y una vez más se acercó a mí—. Es solo que... tú, realmente me gustas.

—No, Jessica... —me quejé con las manos en el rostro.

—Escucha, tenemos un hijo, podemos ser una familia, ese hogar estable que todo niño ameri...

—¡Nooo, Jessica! —la interrumpí en voz alta cuando se acercó demasiado y me hice a un lado—, yo no siento lo mismo por ti. Tengo una relación formal con Ricky, lo amo a él y ahora por causa tuya me he metido en un serio problema.

Comencé a rebuscar mi celular por la sala y luego en la cocina hasta hallarlo, ladeé la cabeza, confundido tan pronto lo revisé. Ricky no mentía, había muchas llamadas suyas desde alrededor de las ocho y cinco, lo extraño fue que en ningún momento le escuché.

Entonces contemplé sorprendido el icono de "no molestar" dispuesto en la barra, pero en ningún momento yo lo activé.

—Jessica, ¿por qué silenciaste mi teléfono? —Exigí una respuesta desde el umbral de la cocina con mi mirada fija en sus ojos. No importaba si lo negaba, ya había visto la verdad en ellos y su comportamiento. Una mano suya se aferró al codo contrario al mismo tiempo que tragó en seco.

—Yo no...

—¡No mientas!

—Perdóname, tienes razón. Lo hice.

Negué con la cabeza mientras ella seguía hablando, aunque toda mi atención estaba puesta en el celular, suplicaba al cielo que Ricky contestara. Acabé en el buzón, también perdí la cuenta de las veces que volví a intentarlo.

—Por favor, Jessica, llama a un taxi y ve a casa, necesito resolver las cosas con él.

Fue lo último que le dije y ni siquiera esperé su respuesta antes de ir a mi habitación para tratar de comunicarme con él. No hubo forma, jamás contestó, una y otra vez me maldije. Escuché la puerta principal después de un rato y suspiré aliviado por la partida de Jessica.

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Ricky seguía sin contestar, en vista de eso, decidí ir por él al campus el sábado, sabía que iba a pasar la mañana ocupado entre investigación y actividades, no había espacio para excusas como "no se encuentra". En cuanto dejé a Tadeo con Jessica, fui a buscarlo.

Por fortuna, la popularidad del chico aún hoy lo precede y no resultó difícil hallar su ubicación en la residencia estudiantil, el problema: un indecente rubio, cubierto apenas por un pantaloncillo floreado, me contemplaba atento; su posición, con las manos aferradas a la parte superior del marco de la puerta, dejaba a la vista cada músculo de su atlético cuerpo.

—¿Sí? Dime, ¿a quién buscas? —preguntó con un aire de superioridad que me obligó a estrechar los ojos al mirarlo, es que, esa voz grave y burlesca la había escuchado antes.

—Eres Kevin, ¿cierto?

—Depende, ¿quién pregunta? —Frunció sus labios rosados a la vez que una mano se posaba bajo su mentón.

—Soy Tobías, llama a Ricky.

La expresión del chico mutó a una sonrisa y relajó el cuerpo al hablar.

—¡Aaah, ya, Tobías! Entonces, tú eres el arquitecto —me dijo en un tono más jovial, yo asentí en silencio y me dispuse a ingresar en el momento que se hizo a un lado para permitirlo. Sin embargo, pronto volvió a bloquear la entrada y la jovialidad inicial en un segundo se tornó molestia—. ¡Tengo algo para ti!

Ni siquiera tuve chance de reaccionar, el insolente chico enterró un fuerte puñetazo en mi abdomen que me dejó boqueando en el suelo.

—¡Eso es para que sigas jodiendo a mi Rico! —gritó el desgraciado y aunque quise levantarme a contestarle, no pude hasta que Ricky apareció desde el interior, empujando al pendenciero ese.

—¡Te pedí negarme, no golpearlo! —le gritó antes de agacharse conmigo a ayudarme— Tobi, ven. ¡¿Qué te pasa, Kevin?!

—Exagerado, ni siquiera le pegué fuerte.

Y con esas palabras, el maleante y mejor amigo de Ricky retornó al interior, con los brazos cruzados tras su cabeza, restándole importancia a todo el asunto.

Ricky seguía enojado conmigo, pero no dudó en ayudarme a incorporar e ingresar a la habitación.

En cuanto estuvimos dentro, captó mi atención que solo había una cama, supongo debí hacer un raro gesto por eso porque el maleante que reposaba a sus anchas en ella, se hizo a un lado y palmeó sobre el colchón con una burlesca risita.

—Ven conmigo, amorcito, ya te hice un huequito —dijo el infeliz y aunque lo evitó, Ricky acabó riendo luego de acostarme. El cretino ese volvió a abrir la boca con ese tono burlesco que me provocaba asesinarlo—. Perdóneme, arquitecto, a veces no mido mi fuerza, pero sin preocuparse, también soy enfermero y estaré atento.

—Ya, tonto. Déjanos solos un momento, Kev.

El rubio se puso en pie y luego de un saludo militar a Ricky, marchó hacia la salida. Tan pronto quedamos a solas, las risas de mi novio se esfumaron y clavó su rabiosa mirada en mí, no dijo ni una palabra, permaneció expectante.

—Ricky —le dije en bajo, aún me costaba hablar—, te juro que no pasa nada con ella, su beso me tomó desprevenido.

—Tobias, yo los he visto juntos, serían la familia ideal los tres.

—Difiero. Mi corazón te pertenece —repliqué con convicción y Ricky desvío la mirada, entrelacé nuestros dedos antes de continuar—: Si yo no siento nada por ella, ¿cómo podríamos formar una amorosa familia para el bebé?

Lo vi disimular una sonrisa y decidí halarlo conmigo, él no puso resistencia ni siquiera cuando lo envolví entre mis brazos y le besé la cabeza.

—Te amo y te juro que lo de anoche no significó nada, ella fue quien me besó.

—Tobías, quiero confiar en ti.

—Hazlo, ya hablé con ella, eso no volverá a pasar —le dije y busqué acomodarlo entre la cama y mi pecho, comencé a acariciar el lateral derecho de su cara, él me devolvió una sonrisa—. Ricky, te amo y es contigo con quién deseo formar una familia.

Juntamos nuestros labios en un suave beso que despacio se tornó más caliente; de hecho, las manos de Ricky buscaron desabrochar mi camisa, mientras una mía intentó replicar el gesto en su pantalón.

No obstante, solo quedó en intento. Sin esperarlo, el rubio indecente asomó la cabeza desde un costado de la cama y nos provocó tal susto de muerte al hablar que mandó a la basura todo el ambiente:

—Dos opciones: me dejan participar o mirar, ustedes deciden.

—¡¡¡Keeeeevin!!! —Ricky gritó al chico e intentó golpearlo con la almohada en cuanto nos incorporamos sobre la cama cómo par de gatos, el maleante ese no dejaba de reír.

—Ya, pues, Rico, no pretendías que me quedara afuera en shorts escuchándolos coger tras la puerta.

Sentí el rostro arder hasta las orejas, pero mi reacción provocó más risas y burlas en el chico ese. Ya era más que seguro, todo se fue al retrete. Ricky intentó empujar a su amigo, pero este solo le agarró por los brazos para retorcerlo y besó su cabeza, muerto de risa.

Cuando finalmente lo liberó, invité a comer a mi novio para pasar tiempo a solas, lejos del entrometido ese. Estuvimos de la mano por todo el campus entre pláticas y risas. Resultó gracioso que todo el mundo lo conocía y él a ellos también, luego de saludar aquí y allá me contaba algo sobre tal persona y yo no salía del asombro.

—Creo que extrañarás este sitio —le dije en cuanto nos sentamos en la cafetería, él asintió sonriente.

—Tobi, mis mejores años los he pasado aquí, eso puedes jurarlo. —Lo vi tomar un largo trago de su late al mismo tiempo que yo mordía mi croissant, después continuó—: Pero al salir de aquí, seguiré en el hospital con mi empleo cuya paga aumentará levemente al titularme...

Su burlesca risa le obligó a interrumpirse, yo me sumé y en cuanto estas mermaron fue que prosiguió:

—Aun así, amo mi carrera, el hospital, los niños... —Sus manos buscaron las mías sobre la mesa y sonreí— a ti, Tadeo, nuestra vida juntos.

—Esa es mi parte favorita —añadí antes de reclamar su boca—. Te amo —susurré en sus labios.

—Yo a ti, Tobi. 

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El verano marcó el final en la vida universitaria de Ricky, con suma felicidad y orgullo por tamaño logro, sin mencionar las extraordinarias calificaciones, partió en su viaje de grado con duración de ocho semanas, un recorrido por el viejo mundo al cual me habría gustado acompañarlo, pero obvio hubiese sido rarísimo dado que eran solo graduandos.

Manteníamos comunicación constante, en cada paraje compraba un souvenir para Tadeo y claro, este se emocionaba y le hacía saber cuánto lo extrañaba.

Las cosas con Jessica volvieron a lo típico, una amistosa relación de padres que buscan darle un buen ejemplo a su hijo. Hablábamos, reíamos y tomábamos decisiones sobre el bebé, lo normal, hasta que cierto día mientras los tres cenábamos en el café sesentero, Tadeo comentó emocionado acerca del viaje que haría con su mamá a la montaña para esquiar; quedé de piedra y fijé la mirada en ella, pero no dije nada.

Cuando íbamos de regreso, Tadeo cayó dormido en el asiento trasero y fue momento de retomar el tema:

—¿Cuál viaje, Jessica? —pregunté durante un embotellamiento, luego de bajar el volumen a la música hasta convertirla en un murmullo.

—Iba a hablar contigo, pero Tadeo se adelantó. —Aspiró una profunda bocanada de aire que luego dejó escapar despacio—. Quiero llevarlo a Santa Fe, mi lugar de origen y enseñarle a esquiar o snowbo...

—No.

—Tobías, él es mi hijo también, puedo viajar...

—No. ¿Crees que otorgaré mi permiso para que te lleves al bebe al otro lado del país? Olvídalo.

—Tobías, él es mi hijo, no puedes...

—¡Te largaste tres años, Jessica! ¿Qué me asegura que regresarás?

No dijo nada, yo volví a centrar la atención en el camino tan pronto la fila comenzó a moverse. Continuamos el trayecto en silencio hasta que ella decidió romperlo con una voz algo quebrada:

—Sigues sin confiar en mí.

—¿De quién es la culpa?

—Tobías, si no confías en mí, puedes venir con nosotros... —Volteé la cara un momento para verla y ella continuó en un acelerado tono—: sí, Tobías, podríamos ir los tres y esquiar en familia, darle a Tadeo una experiencia familiar en navidad.

—Jessica, Tadeo siempre ha disfrutado una navidad en familia, gracias por el interés —hablé con notoria ironía—. De hecho, ya que lo mencionas, tenemos planes familiares en San Antonio y sería más factible que tú te sumes a ellos, ¿qué dices?

—No impedirás que viaje con mi hijo.

—No firmaré el permiso y hasta allí el tema.

El silencio retornó, me concentré en el camino hasta su departamento; al llegar, apenas balbuceó un gracias y se despidió de Tadeo. Di el tema por cerrado, ella no volvió a insistir y creí que se sumaría al plan propuesto, llegado el momento; después de todo, apenas estábamos a mitad del verano.

Sin embargo, una mañana a mediados de agosto, el intercomunicador de la portería sonó y Tadeo se apresuró a contestar, me disponía a tomar el auricular en el mismo instante que el timbre en la puerta captó mi atención, entonces me dirigí allá.

—¡Papi! —La voz de Tadeo reflejaba la misma confusión que yo experimenté en ese momento cuando vi aparecer a Jessica acompañada por un patrullero y un fiscal con una orden en mano.

—¿Qué está pasando? ¡Jessica, ¿qué es esto?! —pregunté exaltado, pero apenas murmuró un "lo siento" al pasar junto a mí para buscar a Tadeo.

—Mami, ¿qué pasa? —preguntó el bebé asustado y confundido, quise abrazarlo, tranquilizarlo al menos, pero me impedían moverme.

Tan pronto lo cargó, el bebé tembló, sus ojos se llenaron de lágrimas y ella intentaba sisear y achucharlo para tranquilizarle. Los vi dirigirse a la salida, sentí mi corazón detenerse y que todo transcurría en cámara lenta...

—¡Paaapiii! —los gritos de Tadeo provocaron un doloroso eco dentro de mí, pero conforme lo veía alejarse en medio del llanto, algo se activó en mi interior, una vez más luché y me retorcí. De nada sirvió, no podía detener aquel circo, un par de policías me impidieron moverme mientras el fiscal continuaba leyendo la orden, acta o lo que sea...

—¡¡¡Jessicaaa!!! ¿Qué crees que haces? —a gritos le exigí una explicación, pero ella solo me ignoró.

Yo no tenía cabeza para el palabrerío del fiscal en ese momento porque la mujer que abandonó al niño por tres años, esa a quien apoyé en cuanto decidió regresar y le di la oportunidad de volver a compartir con él, subía a la patrulla llevando a mi hijo consigo y lo alejaba de mí sin motivo o una maldita explicación ligeramente lógica.






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Hola mis dulces corazones multicolor 💛💚💙💜💖 es un placer leernos de nuevo, espero hayan disfrutado el capítulo🙈

Este capi sale con dedicatoria para mxryuwu por haber Sido el primer comentario en el capi anterior💖 gracias por tu apoyo, espero que hayas disfrutado mucho la historia hasta este punto💖

Ahora sí, los loviu y nos leemos pronto 🤗💖

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