Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 8 - Embarazada, no. ¡Embarazadísima!


—Fue un accidente, ¿de acuerdo?... Le pudo pasar a cualquiera. Esto no es el fin del mundo, Emm. ¿Puedes salir de ahí, por favor?

¡¿Qué no es el fin del mundo?!

—Eso lo dices porque no fuiste tú quien vació hasta sus más grandes pecados sobre los costos zapatos de ese hombre. —Por debajo de la puerta puedo ver los pies de Soph moviéndose de un lado a otro.

Tras el incidente, salí corriendo a encerrarme en uno de los cubículos del baño más alejado de la zona del desastre. Lo sé, soy un patético cliché.

Soph libera un suspiro pesado y vuelve a hablar.

—Emilia —Su voz acaba de pasar de comprensiva a terminante —, no vas a poder estar encerrada mucho tiempo. Olivia te está buscando. Es mejor que vayas y des la cara antes de que se ponga de peor humor.

—¿Qué tan enojada está? —indago.

—Tenía la cara como un tómate, hace diez minutos que la ví.

¡Demonios!

Desde que me encerré aquí, me he estado preparando mentalmente para lo inevitable: Tener que limpiar mi escritorio. Estoy segura que después de lo que pasó, Olivia me va a querer al otro extremo del país y con mi carrera laboral hundida.

Tal vez esta sea la señal que había estado esperando para regresar a Wenatchee y dedicarme a los cultivos, junto a mi familia. Creo que no me iría tan mal después de todo. Al menos podría regresar a casa sabiendo que lo intenté, que me esforcé por cumplir el sueño que nació de una niña de once años.

—Emilia... ¿Me estás escuchando? —La voz de Soph me trae de regreso y me recuerda que estoy hecha un ovillo sobre la tapa de un retrete.

Tomo aire y me armo de valor para salir y enfrentar lo que venga. Apenas abro la puerta, Soph se acerca y me envuelve en un abrazo que hace que quiera ponerme a llorar otra vez.

—Todo va a estar bien. —Me anima y me sonríe, infundiéndome seguridad.

Salimos de mi escondite y comenzamos a caminar de regreso a nuestros lugares. Escucho algunos cuchicheos y no soy capaz de despegar la vista del piso. ¡Genial! Seguramente todo el edificio se enteró ya. Siento este recorrido como si fuera mi propia versión de la marcha de la vergüenza, hasta puedo escuchar la campana sonando dentro de mi cabeza.

Mark se asoma por encima de su computadora y sonríe de medio lado, con un gesto compasivo, el cual solo aumenta mis nervios.

Soph toma asiento en su lugar, me mira y asiente con seguridad instándome a continuar. Imito su gesto, me arreglo el vestido y el cabello y continúo hasta el final del pasillo, donde se encuentra la oficina de Olivia. Golpeo un par de veces antes de escuchar el "Adelante" que me pone la piel de gallina y hace que mi corazón se acelere, cargado de pánico.

"Tú puedes" Me animo mentalmente.

Olivia está sentada detrás de su escritorio, con una postura firme y los brazos cruzados sobre su pecho, el cual se hincha cuando toma aire. Y entonces sé que está tratando de guardar la calma. No me invita a sentarme y eso me deja en una posición vulnerable. De este modo puede leer todo mi lenguaje corporal.

—Emilia —Su voz es un témpano de hielo, pero al menos no encuentro desprecio en la forma en la que pronuncia mi nombre —, necesito que... —¡Oh no! Aquí viene la frase que temía.

—Voy a limpiar mi escritorio —Intervengo. Ella eleva una de sus perfiladas cejas y se inclina ligeramente sobre el escritorio por mi interrupción.

—¿Qué dijiste?

—Sé que estoy despedida. Ahorita mismo recojo mis cosas.

"¡Maldita sea! ¿Será que, por una vez en tu vida, puedes escuchar lo que las personas tienen que decir?" Me reprende mi "yo" interna.

Mi jefa me observa durante un buen rato, de una manera que no sé exactamente cómo interpretar, y entonces habla:

—Bueno, parece que ya has resuelto las cosas por mí, ¿no es así?

Me muerdo la lengua para no apresurarme a decir otra estupidez.

—Lo cierto es que sí —continúa —. Quiero que tomes tus cosas y desaparezcas de mi vista —Lo sabía. Aunque ya lo había previsto, nunca se está lo suficientemente lista para la sensación que estoy experimentando en este preciso instante —...El resto del día —concluye.

Mis ojos se abren con sorpresa.

¿Acaso entendí bien?

Suspira y se pone de pie.

—La verdad es —comienza a hablar a la par que rodea su escritorio y ojea una de las carpetas de mi presentación —... que aún no he decidido que voy a hacer contigo. Lo que pasó hace un rato fue bastante delicado y lo sabes —Asiento y bajo la mirada, avergonzada —. Pero el tenerte aquí, merodeando con esa cara de muerta viviente, me dificulta tomar una decisión.

No sé qué decir. Una pequeña parte de mí aún mantiene la esperanza de que esto pase a la historia como un mal recuerdo y ya.

—Quiero que te tomes el resto del día para ir al médico y asegurarnos de que, sea lo que sea que tengas, no sea nada contagioso —. Arruga la nariz. Había olvidado lo paranoica que se había vuelto tras la pandemia.

Decido no llevarle la contraria, aunque yo sé que lo que me pasa es el resultado del montón de maldiciones que se me han venido encima, esta última semana.

Olivia no agrega nada más, simplemente me hace una seña para que salga y yo lo hago gustosa. Vuelvo a respirar con normalidad una vez que cruzo la puerta. Soph y Mark me miran desde sus lugares y la expectación es palpable en el ambiente. Sonrío y sus posturas se relajan de inmediato.

—¿Y bien? —indaga Soph, cuando me acerco.

—Me dio el resto del día libre. — Ambos arrugan la frente.

—¡¿Qué mierda?! —La expresión de Mark me causa un poco de gracia.

—Quiere que vaya al médico. —Me encojo de hombros.

—Sí, bueno. Apoyo esa idea —comenta Soph, antes de apretar los labios, lo cual significa que hay algo rondando en su cabeza que no se atreve a decir —. ¿Quieres que te acompañe?

—¿Para que Olivia ahora sí termine de perder la cabeza?... Absolutamente, no —respondo —. Solo es un chequeo general y ya sabemos cuál va a ser el resultado —Los ojos de Sophie vacilan, pero al final acepta lo que le digo —. Pero antes, tengo que ir al baño. Siento mi vejiga a punto de explotar.

Mark hace una mueca por mi comentario y regresa a su lugar. Como si el imbécil no tuviera vejiga y orinara, también.

—Voy contigo —indica ella, levantándose y comenzando a caminar, antes de que pueda decir algo.

Una vez en el baño, Soph trata de convencerme de que sería mejor idea que ella me acompañara. "Solo por si acaso" son las palabras exactas que acaba de pronunciar y su insistencia ya me está pareciendo sospechosa.

—¿Vas a decirme por qué tanta insistencia en ir conmigo? —Me encuentro con su reflejo en el espejo, apenas salgo del cubículo. Me observa un momento y su semblante vacila —... ¿Soph? —insisto.

Llena sus pulmones de aire antes de girarse y mirarme frente a frente.

—Quiero estar contigo, para apoyarte en caso de que lo necesites. —Arrugo la frente.

—Estás empezando a sonar como mi mamá y es aterrador. Solo logras ponerme más nerviosa.

—Emm —Me sujeta ambas manos —, has estado muy extraña últimamente; más de lo normal, quiero decir —Sonríe ligeramente y yo la imito —. He estado pensando en todos los malestares que has tenido y hay una idea que me ha estado dando vueltas en la cabeza, desde hace un par de días.

—Es ansiedad. Estrés. Tú misma lo dijiste esta mañana.

—Sí, claro, es una posibilidad... pero. —Guarda silencio.

—¿Pero qué? Te acabo de decir que me pones nerviosa y sigues haciéndolo. —Me quejo liberando una mano de la suya y comenzando a rascar mi antebrazo —¡Mierda! Ya hasta me va a empezar a salir salpullido.

—Deja de hacer eso. —Me reprende, apartando mi mano.

—¡Pues es tu culpa! Deja de darle tantas vueltas al asunto y dilo de una vez.

—Bien. Emilia, ¿has considerado la posibilidad de que pudieras estar embarazada? —Su pregunta me deja helada, después confundida y, finalmente, incómoda.

—¡¿Qué?! ¡Por supuesto que no! —Me libero de su agarre de un tirón y me aparto —. Eso es...

"No digas imposible, porque tú y yo sabemos que es perfectamente posible".

Maldita conciencia siempre teniendo la razón.

Ahora que lo pienso, he estado tan sumergida en mis tragedias estos últimos días, que ni siquiera me he preocupado en revisar mi calendario.

¡Mierda!

—Es imposible —aseguro y casi puedo ver a la pequeña "yo" de mi cabeza rodando los ojos —. Solo es estrés.

"Sí, solo estrés. Solo eso." Tardo de autoconvencerme.

Sophie me mira con preocupación. Está por decir otra cosa, pero levanto la mano y la detengo.

—Me tengo que ir. —Salgo del baño sin pensarlo y me voy directo a los elevadores. Cuando llego a la planta baja, atravieso casi corriendo las enormes puertas de cristal.

Me recibe el calor húmedo y sofocante del medio día y que ahora parece más irritante que nunca. Mientras salía del edificio había pensado que caminar sería la mejor opción para despejar mi mente, pero al diablo con eso. Camino a la estación de autobús más cercana.

Mientras espero que el transporte llegue, abro la aplicación donde llevo el control de mis ciclos. Una sensación horrible recorre mi columna cuando, en la pantalla principal, aparece el jodido unicornio que elegí como mascota, con un mensaje enorme que me recuerda que tengo un retraso de dieciséis días.

—¡Maldita sea! ¡No! Esto tiene que ser una broma ¡Maldita aplicación que no sirve para nada! —gruño mientras golpeo la pantalla con mi dedo, en un intento inútil de cerrar la ventana.

Una señora, a mi lado, me observa y se aleja "disimuladamente" un par de pasos. La miro con recelo y creo que eso solo la espanta más.

Respiro profundamente y hago un esfuerzo por relajarme. Nunca he sido muy regular, de hecho, mi primer ginecóloga me había sugerido comenzar un tratamiento con anticonceptivos para regular mis ciclos, pero me negaba rotundamente a llenar mi cuerpo de hormonas, que probablemente terminarían afectando mi sistema en un futuro. Qué estúpida fui. De haber accedido, ahorita no tendría esta maldita incertidumbre consumiéndome por dentro.

Un taxi se estaciona frente a mí, haciéndome arrugar la frente ¿Cuándo van a entender que tienen prohibido detenerse frente a las paradas de autobuses?

Se abre la puerta del pasajero y estoy a punto de reclamar, cuando mis ojos se encuentran con otro par de un gris enigmático e irritante. Ambos nos quedamos estáticos.

"¡Genial! Lo que faltaba"

La sorpresa surca el rostro de Thiago durante unos segundos, pero enseguida se recompone y vuelve a ese semblante serio e indescifrable de siempre. Su ceño se arruga, al punto que sus gruesas cejas oscuras casi se tocan.

—¿Tú? —decimos al mismo tiempo. No sé quién de los dos siente más desagrado.

Va a hablar, pero se distrae unos segundos por algo que le dice el conductor y yo aprovecho para correr hacía el autobús que acaba de detenerse un par de metros más adelante. No quiero verlo y mucho menos escucharlo. Creo que ya he tenido suficientes dramas el día de hoy.

Lo observo a través de la ventanilla. Se queda unos segundos parado, mirando el autobús, que ya se ha puesto en marcha; después, simplemente da media vuelta y comienza a caminar por la acera en dirección contraria.

***

El edificio de Shopie y Joshua está muy bien ubicado. Hay bastantes tiendas, restaurantes, cafeterías y establecimientos cerca. Así que, cuando me crucé con la primera farmacia, mientras caminaba de la parada del autobús al edificio, entré sin pensarlo.

Aunque, justo ahora, estoy pensando que fue la peor decisión. Nunca había hecho esto, nunca había tenido la necesidad de comprar una maldita prueba de embarazo y, hasta ahora, desconocía la cantidad de opciones que existen.

—Esta es digital —apunta la dependienta, mientras deja frente a mí una tercera caja en color azul.

—¿Cuál es la más efectiva? —pregunto, mientras examino, por quinta, vez cada una de las cajas anteriores y, finalmente, me centro en la que me acaba de entregar.

—Pues todas tienen su propio porcentaje de efectividad. —Se encoge de hombros. La miro mal. Su respuesta no me ayuda en nada —. Pero la mayoría lleva esta. —Señala la última caja.

—Bien. Que sea esa entonces. —Asiente y escanea el código de barras.

—Son trece...

—Sabes qué... —La interrumpo y el hombre que está esperando detrás de mí, gruñe. Le lanzo una mirada asesina y él solo se cruza de brazos y finge mirar hacía otro lado —. Me llevo las tres —indico, mirando nuevamente a la dependienta.

Salgo de la farmacia y recorro la media cuadra que falta para llegar al edificio. El miedo y los nervios me invaden cuando entro al departamento. Me encierro en el baño y leo cada uno de los instructivos, minuciosamente; asegurándome de no pasar por alto ningún detalle.

Programo el cronómetro de mi teléfono. Siento que al más mínimo error; un segundo más o uno menos, una inclinación inadecuada y todo se puede ir al carajo. ¡Maldición! Nunca había sentido tanta presión como ahora. Tan paranoica estoy, que hasta me he asegurado de que el mueble del lavabo esté perfectamente horizontal para poder dejar las pruebas ahí, mientras arrojan el resultado.

Clavo la vista en mi teléfono, concentrándome en cada uno de los segundos que transcurren. El primer minuto termina y entonces todo parece ir más lento. Las manos me sudan, el corazón golpea con una fuerza incómoda mi pecho. Es increíble que el resto de mi vida dependa de los próximos dos minutos.

Si es positivo, ¿Qué voy a hacer? ¿Cómo se supone que voy a mantener a otro ser humano si apenas puedo conmigo? Y mi familia... ¡Mierda! ¿Cómo les voy a decir a mis padres que estoy embarazada y sola? ¿Cómo va a reaccionar mi hermano?... Seguramente va querer tomar el primer vuelo disponible para venir a patearle el trasero a Joan.

El teléfono comienza a vibrar entre mis manos, trayéndome de vuelta a mi horrible presente y a mi futuro incierto. Las manos me tiemblan cuando tomo la primera prueba y la observo.

La sensación que experimento es difícil de explicar, es como una especie de golpe seco en el pecho que me roba todo el aire de los pulmones y se mantiene latente, torturándome desde dentro. Observó una y otra vez la pequeña pantalla con el resultado y el miedo comienza a consumirme peor que al inicio.

Tomo la segunda prueba y el resultado es el mismo.

Aquí estoy yo, Emilia Allen, sosteniendo un prueba de embarazo entre mis manos temblorosas. Recién separada del padre del pequeño ser que comienza a crecer dentro de mí, sin casa y con mi vida laboral pendiendo de un hilo.


¿En qué momento pensé que este sería el año más feliz de mi vida? 

***

Hola, hermosas!!

Me hace muy feliz que me acompañen en esta historia. Llegamos al momento que le va a cambiar la vida a Emilia, para siempre. Me gustaría saber qué opinan al respecto.

Próximo capítulo titulado: Desiciones importantes. Ideas?

Los hashtag de hoy:

#Embarazadísima

#BabyOnBoard

Nos leemos pronto. 

Atte. D.Hill


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro