Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 16 - Una opción desesperada


Es lunes por la tarde y estoy encerrada en la oficina de Olivia desde hace una hora. Justo después de que terminara la entrevista con Oliver, uno de los compañeros de trabajo de Josh. Y, aunque a mí me pareció que él era el mejor candidato que habíamos tenido hasta el momento y que sin duda podría lograr los resultados que esperábamos, mi jefa todavía estaba renuente a contratarlo.

—Debe haber otra opción. Alguien que esté a la altura del proyecto —dice, mientras ojea el montón de CVs impresos que he dejado sobre su escritorio —. Me aseguraste que podías con esto, Emilia. Dijiste que tu estado no iba a afectar tu trabajo y creo que te estás retrasando muchísimo —Me muerdo la lengua para no responder algo que seguramente me dejaría sin empleo —. Le aseguré al señor Prescott que este miércoles tendríamos al fotógrafo encargado y muestras de su trabajo, y no tenemos nada. —Se queja.

"Lo aseguraste tú, no yo"

—¿De verdad no hay nadie más? Estas no pueden ser todas nuestras posibilidades. Quiero que busques en todo California si es necesario. No me importa si tienes que contactar a cada fotógrafo del Estado, ni que mañana tengamos una fila interminable de candidatos... —Su drama comienza a aturdirme.

Estoy a punto de caer en un ataque de ansiedad. Lo sé por la forma en la que mi pie se mueve involuntariamente, debajo del escritorio. Y sin pensarlo suelto tres palabras de las que enseguida me arrepiento.

—¡Tengo uno más!

¡Genial! Ahora no hay marcha atrás.

Olivia cierra la boca y me mira con ojos entornados.

—Okay, ¿y quién es? —cuestiona, buscando entre los CVs.

—No está ahí.

—Y no tengo su información aquí porque... —insta.

—Porque yo tampoco la tengo —respondo y ella arruga la frente con molestia.

—No estoy para juegos, Emilia.

—Lo sé. No lo es —aseguro, aunque a cada nueva palabra que sale de mi boca, me dan unas ganas inmensas de cosérmela para dejar de hablar —. Su nombre es Thiago Edevane, es un conocido y puedo asegurar que su trabajo es el mejor. Es el hombre que buscas.

—¿Y por qué me lo dices hasta ahora?

—Es una persona ocupada y no estaba segura de que pudiera realizar el proyecto, pero recién hablé con él el fin de semana y me aseguró que podría. Tengo su Book en mi computadora, si quieres verlo.

—Creo que ya te tardaste en mostrármelo.

¡Mierda! ¿Pero qué estoy haciendo?

Abro el archivo, en mi laptop y giro la pantalla de frente a Olivia. Ella comienza a revisar fotografía por fotografía, sin hacer ningún tipo de comentario y yo me estoy rompiendo la cabeza, pensando qué demonios voy a hacer si lo elige a él.

Puedo trabajar toda la noche buscando nuevos prospectos y mañana decirle que algo se le complicó a Thiago y que, desgraciadamente, ya no va a poder trabajar con nosotros.

—Me encanta. —Hay una auténtica sonrisa en su rostro y eso me preocupa aún más —¿Podría venir mañana? Me gustaría hablar con él, antes de la reunión con Prescott.

—Tal vez —titubeo.

—¿Acaso no había dicho que sí le interesaba el proyecto?

—Sí. Le interesa, pero —Enarca una ceja y eso me hace replantearme lo que voy a decir —... Sabes qué, ahorita mismo hablo con él. —Sonrío con nerviosismo.

—Eso me gustaría —dice, cerrando y devolviéndome la computadora.

—Mañana por la tarde... O el miércoles a primera hora, a más tardar —indica.

Asiento, bastante más segura de lo que en realidad estoy. Recojo mis cosas y salgo lo más rápido que puedo de ahí.

¡Soy una grandísima idiota! ¿Cómo pude hacer semejante tontería? ¡Era obvio que lo iba a elegir! Acabo de ponerme el pie yo solita.

—¿Emm, estás bien?—Es hasta que tengo a Soph enfrente, que me doy cuenta que ya estoy en mi lugar.

Me dejo caer sobre la silla y me lamento por la estupidez que acabo de cometer.

—¿Ahora qué te pasa? —Vuelve a preguntar.

—Acabo de condenarme yo sola —Me lamento.

La frente de Soph se arruga y después, una de sus perfectas cejas se eleva, mientras intenta descubrir el drama del día de hoy.

—Acabo de mostrarle a Olivia el trabajo de... tú sabes quién —Lloriqueo.

Ahora ambas cejas de mi amiga están enarcadas, en un gesto algo confuso. No sé si está sorprendida o se está burlando de mí. O tal vez, ambas.

—¿Y qué dijo?—pregunta con curiosidad, al mismo tiempo que deja a un lado lo que está haciendo y apoya la barbilla sobre su mano, dispuesta a escuchar toda la historia con atención.

—¿Qué va a decir? ¡Pues le encantó, obviamente!... ¿Entiendes mi problema?

—Honestamente, no —dice con seguridad —. Te dije que él iba a ser la solución a tus problemas y ya ves, tenía razón... Piénsalo se esta forma: Ya no vas a tener que preocuparte por entrevistas tediosas y vamos a poder avanzar en todo lo demás. Aún faltan muchísimas cosas para el evento y de la campaña, ni hablar.

—Pero...

—Si fuera tú, dejaría a un lado mi orgullo y esa extraña aversión que tienes contra Thiago e intentaría trabajar con él. Además, se supone que ya fumaron de la pipa de la paz, ¿no?

—Pero eso no significa que podamos trabajar juntos, nos terminaríamos matando el primer día, estoy segura...

—Wow, wow, wow. Tranquila, que solo es una relación laboral como la que tendrías con cualquier otra persona. Ni siquiera es como que vayas a tener que convivir con él más de un par de horas al día. No seas dramática.

—Pero...

—Habla con él

—¿Y si se niega?

—Si no le interesara el proyecto, no le habría dado su portafolio a Josh. —Buen punto.

—¿Y qué tal si solo lo hizo para obligarme a buscarle la cara y así darse el lujo de rechazarme personalmente?

—En serio, Emilia, deja de ver tanta televisión —rueda los ojos. Yo me quedo en silencio, analizando mis opciones, las cuales, si soy sincera, no son muchas. Sophie suspira y teclea algo en su teléfono e inmediatamente el mío suena con una notificación de mensaje —. Ahí tienes su información. Tú sabrás lo que haces con ella. —Se encoge de hombros y regresa a su trabajo.

Abro el mensaje, esperando encontrar algún número telefónico o un correo, pero solo hay una dirección escrita.

—¿Qué...? ¿Qué es esto?... Esto no me sirve de nada ¿En dónde está el resto de la información?

—Eso es todo lo que tengo —asegura, encogiéndose de hombros, una vez más.

—¿En serio piensas que me voy a creer que tienes su dirección, y no su número de teléfono, cuando Joshua es su amigo? —No responde. Continúa con la vista clavada en la pantalla de su computadora —. Sabes qué. Yo misma le voy a pedir el número a Josh —amenazo.

Solo entonces Sophie voltea a verme.

—Pues va a ser inútil porque Thiago no tiene teléfono. —Se apresura a responder.

—¿Me estás tomando el pelo? Si yo misma lo he visto con él en varias ocasiones. —La miro mal.

—Se le dañó o algo así... —dice con desinterés.

Arrugo la frente. ¡Pero qué tontería!

—¿Y el correo? —insisto.

—No creo que sea muy efectivo —comenta ella —. ¿Qué tal que no lo ve?... Tú no te diste cuenta del correo de Josh hasta tres días después. —Me recuerda y refunfuño porque sé que tiene razón. Debo asegurarme de que estará aquí pasado mañana.

Justo ahora maldigo el ya no vivir en su departamento. De ser así, probablemente, podría ver a Thiago en cualquier momento y soltarle de manera casual lo de la reunión con Olivia, no que ahora voy a tener que buscarle la cara. Justo lo que me había jurado a mí misma que nunca haría.

—Ya te lo dije. Haz a un lado tu orgullo y ve a hablar con él.

Tuerzo el gesto. Sé que voy a arrepentirme, pero creo que no me queda más opción. Todo por tener la lengua más rápida que el cerebro.

***

Me balanceo sobre los talones mientras finjo estar demasiado atenta en el teléfono como para notar que la mujer de la puerta de junto ya ha salido a asomarse unas tres veces. De seguro es de esas vecinas chismosas que se la pasan todo el día pegadas a la ventana o a la mirilla.

Llevo cerca de quince minutos parada frente a la puerta marcada con el "3C", tal como lo indica el mensaje de Soph. Incluso he contado cuántos arañazos y manchas tiene la pintura (Son pocas, a decir verdad). También he pegado la oreja tratando de percibir algún sonido que me indique que el hombre que vive aquí se encuentra dentro, pero todo está demasiado tranquilo.

No es muy tarde, apenas son las ocho de la noche. Probablemente aún no llega del trabajo. O tal vez se pasó a casa de Josh y Sophie como es su costumbre; de ser así, estoy perdida, porque el señor no sale de ahí sino hasta altas horas de la noche.

¡Maldición!

Aprovecho que tengo el celular en las manos para enviarle un mensaje a mi amiga y confirmar si Thiago está en su casa. No pasan ni dos minutos cuando ya tengo la respuesta.

Soph: ¿Aún no has llegado? Pero si salimos de la oficina desde hace más de una hora.

Ruedo los ojos.

Emilia: Estoy frente a su departamento.

Soph: ¿Entonces por qué preguntas si está aquí?

Emilia: Porque no se escucha ningún ruido dentro.

En la pantalla aparece el "escribiendo" a un lado del nombre de mi amiga, pero enseguida desaparece y es sustituido por una notificación de llamada entrante. Apenas respondo y Soph se lanza al ataque.

—¿No has tocado? —Su voz es una mezcla de incredulidad y hartazgo.

Aprieto los ojos y me lamento internamente. La verdad es que quiero salir corriendo de aquí.

—Déjate de tonterías y enfrenta la situación, Emilia. Thiago no está aquí. Le dijo a Josh que esta semana tenía cosas importantes que hacer en casa. Así que seguro está ahí dentro.

—Pues si son cosas importantes, seguro no va a querer recibirme.

—Tú un día vas a acabar con mi paciencia, en serio —Bufa —. No me vuelvas a llamar si no es para contarme cómo te fue con él —. Cuelga la llamada sin dejarme responder nada.

¡Maldita sea!

Hago un par de ejercicios de respiración y tomo valor para golpear la puerta, antes de que la señora del 3A salga por cuarta vez y amenace con llamar a la policía.

Seco el sudor de mis manos con la falda de mi vestido, cierro los ojos y comienzo a contar. Si para cuando llegue a diez no ha abierto la puerta, me largo.

Voy por el siete, cuando escucho el seguro correrse y, en seguida, las bisagras de la puerta rechinar.

Abro los ojos esperando encontrar al causante de mi dolores de cabeza, pero la persona que está frente a mí no es Thiago. Lo sé porque, definitivamente, él no es una rubia de piernas kilométricas, bonita sonrisa y cara perfecta.

¡Mierda! ¡¿Estuve veinte minutos parada frente a la puerta equivocada?!

—Hola —dice con amabilidad.

No sé que cara tengo pero, al parecer, una no muy buena porque la expresión de la chica cambia radicalmente. Ahora me mira con la frente arrugada.

—¿Te encuentras bien? —pregunta.

—Sí —respondo en un susurro —. Yo... Yo... creo que me equivoqué. Estoy buscando a... —No puedo terminar la oración debido a la voz que se deja escuchar dentro del departamento. ¡Carajo! No me equivoqué de lugar.

—Nina, ¿quién es? —pregunta Thiago, mientras sujeta el borde de la puerta y la abre más.

—Una chica que parece que se equivocó de departamento. —La rubia repite mis palabras de hace cinco segundos, ajena a toda la situación.

Las cejas de Thiago se elevan y sus ojos se abren ligeramente por una fracción de segundo, cuando me ve parada frente a él. Y yo no puedo evitar seguir con la mirada cada línea del brazo musculoso, que continúa sujetando la puerta.

¡Santa virgen de la berenjena!

Jamás había visto más allá de su bíceps. Pero esta vez, la camiseta sin mangas que lleva, me deja apreciar incluso parte de sus pectorales. No estaba equivocada. Esas cosas sí son del tamaño de mi cabeza.

—¿Emilia? —La voz de Thiago me vuelve a poner los pies en la tierra y me hace reparar en la rubia que aún se encuentra parada entre mi cuasienemigo y yo —¿Qué haces aquí? —La intensa mirada de ella me hace querer cavar un pozo y meterme en él.

Es entonces cuando caigo en cuenta de la intimidad de la situación. Ella lleva una ligera pijama de seda y encaje que no le alcanza a cubrir ni la mitad del muslo y él, bueno, ya lo dije, camiseta sin mangas y un holgado pantalón de algodón. Ambos están descalzos.

Ahora me siento incómoda, en muchos sentidos.

—¿Entonces, sí la conoces? —pregunta ella, arrugando la frente y girándose a mirar a Thiago, quien asiente sin quitarme los ojos de encima —. Okay... Bueno... Entonces... creo que te esperaré adentro —dice, dándole un apretón en el brazo que me provoca una extraña sensación en la boca del estómago —. Buenas noches. —Se despide de mí, antes de desaparecer al interior del departamento.

—¿Quieres pasar? —Me pregunta él, apartándose de la puerta.

—No. Ni quiero interrumpir. Yo... Lo que vengo a decirte es rápido... Sophie me dio tu dirección, por cierto. Espero que no te moleste, es que ella y Josh... —Cierro la boca cuando me doy cuenta de que estoy comenzando a divagar y Thiago tiene, de nuevo, esa sonrisa contenida que tanto me irrita. Respiro profundo, me aclaro la garganta y me concentro en lo que tengo que decir —. Joshua me compartió tu book fotográfico.

—Bien... —responde él, instándome a continuar.

—Supongo que te comentó que estamos buscando a una persona que se encargue de las fotografías para el evento de lanzamiento de la campaña de uno de nuestros clientes más importantes.

—Algo mencionó sobre una amiga que necesitaba ayuda, pero jamás dijo que eras tú —Se cruza de brazos y apoya todo su peso en el marco de la puerta. Yo me esfuerzo por mantener la vista es su rostro —... ¿Segura que no quieres pasar?... En este pasillo, hasta las paredes oyen —susurra. Estoy segura que lo dice por la señora del 3A. Podría apostar que, ahora mismo, está tras la puerta, acariciando a uno de sus diez gatos, con un ojo pegado a la mirilla.

—La verdad es que me siento cómoda aquí —respondo. Él levanta un dedo y se muerde los labios, mientras aguarda "no sé qué". Yo lo imito y me quedo en silencio, completamente quieta. Casi ni quiero respirar.

—¡Buenas noches, señora Davies! —habla fuerte y claro y enseguida se escucha la puerta de la vecina cerrarse y asegurarse. ¡Vaya! Me quedé corta con el nivel de fisgoneo de esta mujer —. Insisto —dice y vuelve a mirarme.

Suspiro y dejo caer los hombros, rendida.

—Bien —acepto —. Pero solo van a ser cinco minutos... —agrego, mientras me adentro a los terrenos de Thiago.

Mentiría si dijera que no me picaba la curiosidad por saber cómo vive, pero después de ver a la modelo semidesnuda que lo acompaña, se me habían ido todas las ganas. Hasta ahora.

—¡Vaya! —Es lo único que puedo decir.

El lugar está pulcro y ordenado como para fotografía de catálogo. La decoración es bastante minimalista, aunque hay algunos acentos de color en ornamentos, cuadros y detalles en las paredes que lo hacen resaltar y no parecer el hogar de un viejo ricachón amargado. Me gusta.

—¿Quieres tomar algo? —pregunta, cerrando la puerta.

—¿Qué?... ¡No! Te he dicho que solo estaré aquí cinco minutos —contesto —. Además, te están esperando. —Más que decírselo a él, me lo estoy recordando en voz alta, para dejar de pensar en tonterías e ir directo al grano.

—De acuerdo, solo relájate, ¿quieres? Tanta tensión le puede hacer daño al bebé —comenta.

Lo miro como a un bicho raro.

—¿Y tú cómo sabes qué es lo que le puede hacer daño? —Me cruzo de brazos y levanto una ceja —. ¿Acaso también estás embarazado y no me he dado cuenta? —Bajo la mirada a su abdomen, pero me arrepiento en seguida y desvío la mirada. ¡Dios! ¿Por qué de repente hace tanto calor aquí?

Thiago ríe. Cosa que no ayuda en mucho, mejor dicho, en nada, a apaciguar mi bochorno.

—Está bien, fierecilla, ya entendí —Eleva las manos en son de paz —. No me vuelvo a meter.

—¡Genial! —Ironizo —. Y deja de distraerme, que ya pasaron los cinco minutos y aún sigo aquí —refunfuño.

—De acuerdo, te escucho —Sonríe de medio lado —. Me decías lo de un evento, la campaña y tu cliente importante...

—Así es —Asiento y rebobino toda la información en mi cerebro, volviéndome a concentrar en lo que tengo que decir —. En la empresa estamos buscando un fotógrafo experto en retrato artístico. Le mostré tu portafolio a mi jefa y le encantó —No soy capaz de admitir que a mí también me pareció increíble. Ese va a ser un secreto que, seguramente, me lleve a la tumba. Aunque suene exagerado —, así que... me gustaría saber si estás interesado en formar parte del equipo —Me muerdo el labio —. Solo sería por este proyecto, así que no tendrías que sacrificar tu empleo ni nada —Me apresuro a continuar —. Armaría un cronograma con base en tus horarios disponibles y todo eso. Bueno, seguro sabes cómo funciona. —Espero que no lo note, pero las manos me tiemblan y tengo un nudo en la garganta. Me siento una tonta aquí parada, tratando de convencerlo de que diga que sí. Esto demuestra lo desesperada que estoy.

Él solo asiente y me observa. Mientras que a mí, los nervios y las ganas de salir corriendo, me matan.

—¿Y de qué se trata el trabajo, exactamente? —indaga, cruzándose de brazos una vez más. ¡Malditas distracciones!

—Pues —¿Qué tenía que decir? —... Emm—¡Ah, sí! —... El señor Prescott quiere fotografías que muestren diferentes etapas del embarazo. Pero no las típicas —aclaro —. Ya sabes, esas en donde salen mujeres vestidas con batas de embarazo y vestidos floreados en tonos pasteles y que sonríen mientras se sujetan el vientre. No. Estamos buscando algo un poco más fuera de lo convencional —digo —. De hecho, yo había pensado en fotografías a blanco y negro, semitransparencias que dejen ver de manera delicada el cuerpo y la piel de las modelos... y muchos juegos de luz, también. —Por un segundo, me pierdo imaginando cada detalle de lo que estoy diciendo, pero reacciono cuando siento la mirada de Thiago clavada en mi rostro.

—Vaya —musita demasiado bajo pero, aún así, logro escucharlo. Hay algo extraño en sus ojos, justo ahora. Una especie de brillo o algo parecido, que no sé explicar. Se aclara la garganta enseguida, se recompone como si no hubiera pasado nada y vuelve a elevar la comisura derecha de su labio —¿Para qué me necesitan a mí, cuando parece que ya tienes todo el proyecto resuelto? —Se burla.

Arrugo la frente y lo acribillo con la mirada.

—¿Sabes qué?... ¡Olvídalo! —Su sonrisa se amplía y me dan ganas de dejársela como la de The joker —¡Arg! ¡Eres... imposible! —Doy media vuelta dispuesta a irme, pero su voz me detiene.

—Ya, tranquila ¿En qué quedamos sobre relajarte?

—Contigo, eso no se puede —aseguro y él aprieta los labios. No sé si por incomodidad o porque está conteniendo otra sonrisa. Ya nada es normal con él.

—De acuerdo, siento ser tan irritante —dice y suspira con resignación, antes de continuar hablando —. Voy a pensarlo y te aviso en el transcurso de la semana.

—No puedes —digo terminante.

—¿Cómo? —Su entrecejo se arruga.

—Necesito tu respuesta ahora mismo. Mi jefa quiere verte mañana y el equipo completo tiene una reunión el miércoles con el cliente, así que no puedo esperar —Thiago se yergue y eleva una ceja.

—¿Cómo voy a aceptar si ni siquiera sé si me conviene? —cuestiona.

—Te van a pagar bastante bien, ¿de acuerdo? —aseguro. Él sujeta su barbilla como niño de diez años pensando en una respuesta.

—Si acepto, ¿voy a tener que trabajar contigo, directamente? —Vuelve a preguntar.

—Pues soy la encargada del proyecto, así que, para tu desgracia, creo que sí. —Sonrío con falsedad.

—¿Y el pago incluye la indemnización por cada insulto tuyo? —No sé si es mi percepción, pero creo que su voz se ha vuelto más grave. Da un par de pasos al frente, acortando la distancia y me veo obligada a levantar más el rostro. Sus labios casi rozan mi cabeza

¡¿Pero qué mierda es esto?!

Todavía no se me olvida la rubia que lo espera en la recámara o en... No me interesa. Se me el estómago solo de pensarlo.

—¿Qué?... ¡Quieres ya dejar de jugar conmigo! —Me quejo, mientras vuelvo a retroceder —. Solo tienes que decir "Sí" o "No". Es bastante fácil —refunfuño, colocando las manos sobre las caderas. ¡En verdad quiero largarme de aquí!

—No estoy jugando, Emilia —dice, apartándose un poco y veo como su manzana de Adán se mueve, al pasar saliva —. En verdad necesito ver el presupuesto antes de aceptar —responde con seriedad.

¡Mierda!

—Okay. Aquí está. —Saco de mi bolsa una carpeta con todo lo que necesita saber sobre el proyecto y se la entrego —Piénsalo. Pero solo tienes hasta mañana para darme tu respuesta —sentencio —. Adiós, vuelvo a girarme y comienzo a caminar rumbo a la salida.

—Emilia...

—¿Ahora qué? —remilgo.

—¿En dónde se supone que voy a contactarte? —indaga —. Por lo que sé, ya no puedo encontrarte en el departamento de Joshua.

¡Carajo! Había olvidado ese pequeño detalle.

—Me puedes mandar tu respuesta con Sophie —respondo, recordando que mantuvieron contacto el día que estuve en la playa. Todavía no perdono, del todo, a mi amiga por eso.

Arruga la frente.

—Y si es que llegamos a trabajar juntos, ¿vamos a estar utilizando a tu amiga como paloma mensajera?

—¡Bien! —digo exasperada — ¿Tienes dónde apuntar?

Saca su teléfono del bolsillo trasero de su pantalón y me lo tiende... ¿Pero qué...? ¿No se suponía que no tenía teléfono?

¡La bruja de Sophie me la volvió a hacer!

Le arrebato el aparato de las amamos, tecleo mi número lo más rápido que puedo y se lo regreso para que me agende como le venga en gana. Seguramente yo lo guardaría como "Ayudante de Satán" o algo así.

Continúo mi paso hacía la salida, pero algo llama mi atención. Distingo una caja de "Coffee Solutions" sobre la barra de la cocina. Ese lugar no es como un Starbucks, que puedes encontrar en cada esquina; es una tienda para verdaderos amantes del café y la repostería. No muchos la conocen y, que yo sepa, solo existe una tienda en todo LA.

—¿Pasa algo? —pregunta, haciéndome apartar la vista de la caja. Ya está en la entrada, sujetando la puerta abierta.

Al parecer no soy la única que tiene prisa por que me vaya.

—No. Nada —aseguro —. Espero tu respuesta. —Salgo del departamento y camino a toda prisa hasta el elevador, sin mirar atrás. Solo espero no caerme.

—Buenas noches, Emilia —Escucho su voz por última vez y después su puerta al cerrarse.

Cierro los ojos y vuelvo a respirar con normalidad. Estoy segura de que me voy a arrepentir de esto.

***

N/A

Hola, hermosas lectoras.

Me disculpo por la tardanza en actualizar. Tuve una semana de locos en el trabajo, pero creo que las cosas ya se van calmando, así que espero que esto no vuelva a ocurrir.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro