Capítulo 14 - Inesperado
Salí del restaurante a eso de las dos de la tarde. No sé, con exactitud, cuánto tiempo he pasado tumbada en el mismo lugar. Pero el sol que comienza a ocultarse, regalándole hermosas mezclas de colores cobrizos y rosáceos al cielo, me da una idea. Deben ser cerca de las siete de la noche.
Después de salir huyendo de aquel sitio, me dirigí directamente a la playa. Exactamente al lugar donde solía venir con los chicos, cada vez que queríamos olvidarnos de los deberes universitarios.
Tal vez era esto exactamente lo que necesitaba: Hundir los pies en la arena tibia y dejar que el agua salada se llevara mis penas, porque ahora puedo ver todo con más claridad.
No me duele que Joan le haya propuesto matrimonio a Kristal. Los dos son un par de cabrones que están hechos el uno para el otro. De hecho, creo que debo agradecerle a ella, el abrirme los ojos antes de arruinar mi vida junto a un hombre como él. Y creo que, el tener que soportarse uno al otro, va a ser su peor suplicio. Loque me hiere, es que ellos hayan sido los que actuaron mal, y sea yo quien esté en boca de todos.
Las personas son injustas, la mayor parte del tiempo.
Libero un suspiro profundo y me concentro en el sol, que desaparece lentamente en el horizonte. El mar está en calma y así mismo es como deseo sentirme a partir de ahora.
Termino por tumbarme boca arriba, sobre la arena suave, disfrutando de la sensación, como hace tiempo no lo hacía. Coloco mis manos sobre mi vientre, todavía plano, e imagino a Dot, en un futuro cercano, disfrutando de estos momentos conmigo. Tal vez no todo sea un desastre, después de todo.
Mi tranquilidad se ve interrumpida cuando el teléfono comienza a vibrar de manera insistente. Refunfuño un poco, pero termino atendiendo cuando veo la foto y el nombre de mi hermano en la pantalla. Últimamente no he hablado mucho con mi familia. En parte porque tengo un montón de cosas en la cabeza, pero también es porque estoy tratando evitar el tema "Madre soltera" con mis padres. Todavía no estoy preparada para ver sus caras de decepción y pena, cuando se los diga.
La estridente música que suena al otro lado de la línea, me hace saber de inmediato, que aún se encuentra en el anexo de la granja, trabajando.
—¿Hola?... ¿Bigfoot?... ¡¿Estás ahí?!... —Por más que trato, no logro escuchar respuesta por parte de mi hermano. Todo por culpa de esa música infernal que amenaza con reventárme un tímpano —¡Maldición, Leonard! ¡¿Puedes bajar el volumen de esa cosa?! —Nunca he entendido cómo es que puede escuchar metal a ese volumen y concentrarse en el trabajo, al mismo tiempo. No cabe duda que pensamos diferente. Si no fuera por el hecho de que mis padres aseguran que compartimos vientre, yo estaría convencida de que es adoptado.
Escucho las risas de mi hermano a la par que el sonido comienza a menguar, hasta que se vuelve un susurro lejano.
—¿Por qué siempre tan malhumorada, Tomeelise?
—Pues porque me tienes hablando como idiota en el teléfono. —Me quejo —. Además, este no es, precisamente, mi mejor momento. —Hay un pequeño silencio al otro lado de la línea. Me puedo imaginar a mi hermano arrugando la frente, entendiendo mis palabras.
—¿Qué pasa, Tomee? Sabes que, si me lo pides, ahorita mismo busco un vuelo a Los Ángeles.
Sonrío con nostalgia. Lo que más deseo en estos momentos, es tener cerca a mi hermano, aunque después tenga que soportar todas sus estupideces. La verdad es que, pese a nuestras diferencias, Leo y yo tenemos un vínculo muy fuerte. Es como si fuéramos el salvavidas del otro.
—Te extraño... Y a mamá y a papá, también —digo y la voz se me empieza a quebrar —. Todo aquí va de mal en peor. Es como si una maldición hubiera caído sobre mí... y está vez no estoy dramatizando —agrego, antes de que él diga algo.
—¿Has pensado en tomarte unos días? —indaga —. Necesitas alejarte de toda la porquería de la ciudad, Emilia. La mayoría de las personas allá, son ruines y no les importa pisotear a quien se le ponga enfrente con tal de conseguir lo que quieren... Algunos, incluso, lo disfrutan. Tú no tienes por qué soportarlo. Mi pequeño sobrino y tú tienen un hogar acá y una familia que los adora. —Estoy tratando de contener las lágrimas, pero me es casi imposible con lo que estoy escuchando.
Amo a este hombre con todo mi corazón y daría la vida por él, así como sé que él la daría por mí y, ahora, también por Dot. Golpearía a cualquiera que se atreviera a hacerle daño, así como él quiso venir a golpear a Joan cuando le conté lo de su infidelidad.
"Y espera a que sepa lo del compromiso".
—Por cierto, Emm. No quiero que sientas que te estoy presionando. Sé que necesitas tiempo para procesar todo lo que está pasando, pero... ¿Cuándo vas a decírselo a nuestros padres?... ¿Acaso piensas esperar a que el bebé comience a caminar para que conozca a sus abuelos?... —ironiza, aunque no suena del todo a una broma —. Cada vez me cuesta más trabajo mirarlos a la cara sin sentirme culpable por ocultarles las cosas. ¿Imaginas lo difícil que es cuando mamá me pregunta por qué solo hablas conmigo y no con ellos?... Hoy papá me preguntó si hicieron algo mal últimamente y es por eso no quieres saber de ellos... —Las palabras de mi hermano me hacen sentir una cucaracha. El miedo y mi cobardía a reconocer, frente a las personas más importantes de mi vida, que soy una perdedora, sólo están haciendo que las lastime.
—Mierda —Me lamento —. Sabes que no quiero que se enteren de todo esto por teléfono. Necesito hacerlo de frente y que comprueben por ellos mismos que lo que está pasando no me ha quebrado y que no lo hará...
—Por eso mismo creo que debes darte unos días en el trabajo y venir.
—Justo ahora todo es tan complicado. Leo, no me puedo permitir perder mi empleo. Lo necesito, ahora más que nunca.
—Emilia, el negocio está yendo muy bien. Aquí no tendrías que preocuparte por nada.
—Lo sé y te lo agradezco, pero no quiero depender de ustedes. Esto es algo que quiero hacer yo misma. Quiero que vean que no me tienen que salvar siempre. Soy una mujer fuerte —aseguro y escucho como sonríe.
—Lo sé, Tomeelise. Hay una guerrera dentro de ese diminuto cuerpo. —Ahora soy yo quien sonríe.
—Prometo que voy a llamarles. Pero ni una palabra de lo que está pasando, todavía —advierto —. Yo voy a encontrar el momento indicado para decirles.
—De acuerdo. Confío en tí —responde —. Ahora, debo dejarte. Estoy trabajando en un nuevo injerto. Te quiero.
—Y yo a tí —digo antes de colgar y guardar el teléfono.
El sol ya se ha ocultado por completo, dejando a su paso un calor húmedo y agradable. La noche es tranquila, el sonido de los coches se esfuma en la distancia. A mi alrededor no hay ni un alma, el bar más cercano se encuentra como a medio kilómetro. Solo somos el mar y yo. Y es maravilloso.
Sin pensarlo, me deshago de la ropa y me sumerjo en el mar. La marea está tranquila, así que me relajo, cierro los ojos y dejo que las olas me mesan a su antojo. Esta es mi prueba de confianza más grande. Estoy flotando sola, a merced del inmenso mar que podría decidir tragarme en cualquier momento y, sin embargo, no siento miedo.
Cuando abro los ojos, me doy cuenta de que estoy bastante lejos de la orilla, así que decido no retar más mi suerte y volver. Me recuesto, una vez más, sobre la arena, con una enorme sonrisa en los labios. Mi piel se siente fría mientras se seca, pero hasta esta sensación me resulta agradable. Cómo me gustaría que este momento no se terminara nunca.
Mientras espero a que mi ropa interior se seque lo más posible, coloco las manos sobre mi vientre y cierro los ojos. En mi mente se dibujan un montón de posibilidades de cómo podría ser Dot. Ahora estoy segura, no quiero que Joan sepa de mi embarazo. No quiero que esté en nuestras vidas.
Mis pensamientos se ven interrumpidos por una sensación extraña que me pone alerta. Mi piel se eriza y no es a causa del frío. Cuando abro los ojos, espero encontrarme con el cielo estrellado, pero la realidad es muy diferente. Detrás de mí hay una persona parada, observándome fijamente. Puedo sentirlo a escasos centímetros de mí.
"¡Pero qué mierda!"
Me levanto a toda velocidad, pese a que las piernas me tiemblan. El alumbrado público está demasiado lejos como para detallar su rostro a primera vista, pero por su complexión y estatura, creo que sé exactamente de quién se trata y termino por confirmarlo, una vez que mis ojos se adaptan a la oscuridad.
—¡¿Qué haces tú aquí?! —pregunto exaltada, mientras recojo mi ropa y me sacudo la arena que se me quedó pegada en el trasero —. ¡¿Ahora eres un maldito acosador?!
Thiago no dice nada. Solo está ahí, parado, detallando mi cuerpo semidesnudo y reprimiendo una sonrisa.
¡En verdad me odias, universo!
Siento mis mejillas encenderse y ni el hecho de estar en ropa interior es suficiente para apaciguar el calor que estoy sintiendo en este preciso instante. Me apresuro a cubrirme mientras refunfuño toda una letanía de maldiciones.
—¿Te vas a quedar ahí parado, sin decir nada? —cuestiono con molestia, mientras batallo para subirme los pantalones. El calor, la sal, la arena y el sudor no están ayudándome mucho —¡¿Qué mierda haces aquí?!
—¿Ya vas a dejar de quejarte? —pregunta mientras cryza los brazos tranquilamente. Parece que la situación es muy divertida para él. ¡Claro! Porque no es el que está semidesnudo.
"Espera... ¿Cómo se verá en traje de baño?"
Me golpeo mentalmente y me recuerdo, una y otra vez, que solo son mis hormonas haciéndome pensar estupideces. Este tipo no me gusta. No. Ni un poquito. Odio sus ojos y la forma en que me miran.
Una vez que consigo abrocharme el pantalón y ponerme la blusa, me cruzo de brazos y cierro la boca, esperando a que hable. Veo su pecho subir y bajar mientras toma aire profundamente y desvío la mirada antes de tener otro pensamiento extraño.
—Estaba tomando una cerveza con unos amigos —señala hacía un mísero punto de luz titilante, que seguramente es un bar —, salí a tomar un poco de aire y ví a una persona tirada en medio de la nada, así que me acerqué para ver si se encontraba bien —responde con naturalidad —. Y mira la sorpresa que me llevé al ver que eras tú.
—¿Pudiste distinguir a una persona... desde allá?... ¿Es que tienes visión telescópica nocturna, o qué? —digo con ironía y él reacciona de la manera que menos imagino. Ríe. Por primera vez, desde que lo conozco, lo escucho reir abiertamente.
Me quedo como estúpida, mirándolo. Me gustaría decir que tiene una sonrisa horrible pero, para mí desgracia, es todo lo contrario.
—Digamos que, solo estaba en el lugar correcto, en el momento correcto —responde —. Las olas pudieron arrastrarte fácilmente, con lo diminuta que eres. —Lo fulmino con la mirada.
—Bueno. Ya confirmaste que estoy bien. Puedes irte —digo de forma antipática, pero él me ignora monumentalmente y vuelve a hablar.
—De hecho, creo que quiero quedarme aquí un rato más. Este lugar es agradable —dice tranquilo, con la vista fija en la oscuridad del océano.
"Sí, pero es mío y de mis amigos".
—De acuerdo, entonces me largo yo. —Doy media vuelta y comienzo a caminar en dirección a la carretera. No puedo avanzar tan rápido como me gustaría, porque los pies se me entierran en la arena. Maldigo bajo.
—En serio, Emilia, ¿por qué te caigo tan mal? —inquiere de repente, obligándome a detener mi andar.
"¿Por qué?
1- Por mal encarado y amargado
2- Por meterse en lo que no le incumbe
3- Por cómo habló de Joan. (Aunque eso ya no importa ahora)
4- Por su maldita mirada, que me juzga todo el tiempo"
—El otro día dijiste un montón de cosas que no comprendí —agrega con voz pesada.
—Yo tampoco te comprendo a tí —apunto. Aún nos damos la espalda, lo que me facilita hablar sin que sus ojos me distraigan —. La mayoría del tiempo eres cretino, arrogante y mal encarado... Y, en el mejor de los casos, irónico y burlón.
Puedo escuchar como aspira profundo. Me giro para poder verlo, pero solo me encuentro con su espalda tensa. Me armo de valor y regreso, mientras continúo hablando:
—Además del pequeño detalle de tu mirada —Me planto en frente de él. La corta distancia me obliga a levantar la cabeza, casi como si estuviera mirando al cielo —... No la soporto.
—Sí, eso lo dejaste muy claro la otra vez —comenta y tal vez estoy loca, pero puedo jurar que en su voz hay algo de... ¿melancolía, tal vez? —. Y no entiendo por qué aseguras que creo que eres una perdedora. No hay nada que diste más de lo que realmente pienso sobre tí.
—Eso lo dices porque tú no te has visto al espejo cuando me miras. La manera en la que frunces el ceño y me recorres de pies a cabeza con desdén...
—Emilia, yo sé exactamente como te miro —Me interrumpe. No comprendo qué quiere decir con eso, pero no puedo preguntar porque continúa hablando —. Te propongo un trato —dice con absoluta solemnidad —. Empecemos de cero... Hagamos de cuenta que solo soy un amable extraño que se acercó a ver si necesitabas ayuda.
—Si fueras un extraño, te habría roto la cabeza con un zapato —Yo siempre rompiendo con la seriedad del momento.
Sus ojos se iluminan por una pequeña fracción de segundo, sonríe y un sonido varonil escapa de su garganta. Yo me veo obligada a tragar saliva.
—No lo dudo —responde, al tiempo que eleva una ceja y su sonrisa cambia a una de medio lado.
¿Cómo es que alguien puede ser tan odioso y atractivo al mismo tiempo?
Entorno los ojos, me cruzo de brazos y frunzo la boca, simulando que estoy sopesando su propuesta; y, entonces, un recuerdo llega a mí.
—Dijiste que tú y yo nunca íbamos a ser amigos.
—Y lo sostengo —responde con seguridad y mi frente se arruga.
—¿Pero qué mier...?
—Solo quiero que llevemos la fiesta en paz —Se apresura a decir —. Es una buena forma de empezar, ¿no crees?
—Supongo. —Hago una mueca, no muy convencida.
—Entonces, ¿qué dices?
—Que está bien... creo.
Su rostro se mantiene apacible, únicamente da un ligero asentimiento en respuesta. Sin embargo, puedo jurar que lo acabo de escuchar liberando el aire contenido en sus pulmones, como si acabara de librarse de un momento de tensión.
—¿Te llevo a tu casa? —pregunta como si nada.
—Jamás dejaría que un extraño me llevara a mi casa. — Bromeo y rueda los ojos.
—Te lo estás tomando muy en serio, ¿no crees?
Esta vez la que rueda los ojos soy yo.
—Ves cómo sí eres un amargado —Espero alguna reacción de su parte, pero se mantiene inexpresivo. Solo mirándome fijamente —... De acuerdo. Tú ganas. Llévame a casa —digo con resignación.
***
El auto de Thiago huele tan bien que me cuesta mucho trabajo salir de él, cuando ya estamos frente al edificio de Sophie. La combinación entre el aroma de cuero de las vestiduras y su colonia amaderada, resulta exquisito. No sé si los antojos de embarazada también incluyan los aromas, pero, justo ahora, se me antoja oler esta combinación por el resto de mi vida.
Sorprendentemente, logramos sobrevivir al trayecto. No voy a decir que fueron los mejores veinte minutos de mi vida, porque estaría mintiendo, pero conseguimos superar los primeros minutos de silencio incómodo que pasó a ser solo silencio, cuando él sugirió que descansara un poco mientras llegábamos. Incluso reclinó el asiento para que estuviera más cómoda. Según él, el descansar bien era fundamental en mi estado.
Creo que ahora debo de agregar a la lista de cosas irritantes, que también es un sabelotodo.
Suspiro.
Este tema de empezar de cero, sin duda va a llevar su tiempo. Pero creo que hoy logramos dar un buen paso.
—Bueno... pues... gracias —Estoy un poco nerviosa ¿Cómo se supone que tengo que despedirme de él ahora? —. Lamento que ya no hayas podido regresar con tus amigos por traerme.
—Ellos van a estar bien. Ni siquiera creo que hayan notado mi ausencia. —Se encoge de hombros.
Lo miro con los ojos entornados.
—¿Qué?
—Ahora que lo pienso —Comienzo a hablar —... Creí que tus únicos amigos en California, eran Joshua y Eder... Además, el bar en el que, supuestamente, estabas, quedaba como a medio kilómetro de donde me encontraste eso es...
—Eso no te importa, Emilia —Me corta con fastidio y cierro la boca de golpe. Arrugo la frente. Aquí está, nuevamente, el Thiago cretino. Sus cejas se elevan ligeramente, cayendo en cuenta de lo que acaba de hacer — No. Lo siento, no quise...
—No importa —Ahora soy yo quien lo interrumpe —. Perdón por entrometerme, no es de mi incumbencia —digo, mientras desabrocho el cinturón —. Que pases buena noche. —Salgo del auto y cierro la puerta.
Me dirijo al edificio sin detenerme o girarme para ver si se queda o se va. Mientras espero el elevador recapitulo el día tan extraño que tuve hoy:
1- Mi ex va a casarse con la mujer con la que me engañó.
2- Ahora soy la comidilla de toda la oficina
3- Estoy siendo una perra egoísta que comienza a lastimar a sus padres
4- La persona que más me irrita en el mundo, me vió semidesnuda y acaba de traerme a casa.
Suspiro. Me siento agotada mentalmente.
Apenas pongo un pie dentro del departamento, Sophie se abalanza sobre mí con un montón de preguntas: ¿En dónde estabas? ¿Por qué no respondías el teléfono? ¿Cómo te encuentras? ¿Cómo se encuentra el bebé? ¿Por qué vienes así? ¿Qué te pasó?
Me abruma con tantas preguntas que solo puedo concentrarme en las últimas dos, e, inconscientemente me llevo la mano a la cabeza. Seguramente debo traer el cabello como nido de pájaro, todo tieso por la sal y lleno de arena.
—Te tranquilizas un segundo, por favor —Le pido —. Estuve en la playa. Necesitaba pensar y relajarme.
—¿Y funcionó? —Me observa con interés.
—Sí. Al menos hasta que apareció el idiota de Thiago.
Sophie me mira fijamente durante unos segundos y luego eleva las cejas y se lleva la mano al pecho.
—¿Thiago estaba ahí? —pregunta, sorprendida. Pero su tono es demasiado exagerado y termina delatándola.
—¡Lo sabía!
—¿Qué? —Finge demencia.
—Tú lo enviaste a buscarme —La apunto con el dedo de manera acusatoria.
—¿De qué hablas? ¡Claro que no! —dice ofendida.
—No me mientas —La amenazo —. Me dijo que estaba tomando con unos amigos en un bar cerca de ahí y casualmente —Dibujo comillas con los dedos —me encontró. Pero tú y yo sabemos que no hay bares cerca de ahí.
—Maldición —gruñe entre dientes y desvía la mirada —Yo no lo envié, ¿de acuerdo? —dice, encarándome nuevamente —. Él se ofreció a buscarte allá, mientras Josh y yo recorríamos tus cafeterías favoritas —Arrugo la frente. Soph suspira y continúa hablando —. Cuando regresé de la oficina y ví que aún no habías llegado, me preocupé. Te marqué unas diez veces y no me respondiste — ¡Mierda! Después de la llamada con Leo, me había olvidado completamente del teléfono —... Thiago estaba aquí con Josh trabajando y creyó que sería mejor idea si los dividíamos para buscarte. No me pareció mala idea, así que le dí la ubicación exacta de la playa.
¿Él se preocupó por mí?
—Emm, estás embarazada. Ya era tarde, estabas sola y la última vez que te ví, no estabas en el mejor estado. Me asusté.
Siento una pequeña punzada de culpa en el pecho. Soph tiene razón al decir que ahora debo cuidarme mejor. No por mí, sino por Dot.
Suspiro, bajo la guardia y me acerco a ella para darle un abrazo.
—No quería preocuparte. Discúlpame.
Después de aclarar las cosas, me doy un buen baño para quitarme toda la sal del cuerpo y la arena que se metió hasta donde no debía. Son las once de la noche cuando por fin me encuentro en mi pequeño colchón inflable, pero por más vueltas que doy sobre él, no consigo conciliar el sueño.
¡Maldita sea!
A un costado, justo sobre el escritorio de Josh, ubico el maletín de mi computadora. Seguramente Sophie la trajo de la oficina.
Me levanto del colchón y me acomodo en la silla de Joshua (En verdad esta cosa es una maravilla. Definitivamente voy a necesitar una igual en el nuevo departamento).
Enciendo mi laptop y abro la carpeta de los books que me envió Josh. No me equivocaba cuando pensé que estas personas tenían talento. Los dos primeros son bastante buenos, pero el que realmente llama mi atención es el último.
No tiene portada o alguna hoja de presentación del artista, lo cual me deja intrigada. El tratamiento de las fotografías y el manejo de los contrastes de luz y sombras son maravillosos. Resalta las texturas y las particularidades de los modelos. Me quedo embobada durante un buen rato con su trabajo, tanto que no me doy cuenta cuando llego a la última fotografía.
Aunque claro, con mi suerte, todo se va al carajo en un pestañeo. En la última página de la presentación hay un nombre escrito con letra sans serif al centro de un fondo totalmente negro.
"¡Esto tiene que ser una maldita broma!"
***
N/A
Buenos días, tardes o noches :)
A mí este me ha parecido uno de los capítulos más bonitos, hasta el momento. ¿Ustedes qué opinan?
Recuerden que me encantaría leerlas interectuando con la historia ♥️
Bonito fin de semana!!
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