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Tras mis espaldas

Después de toda la bomba de emociones, ya más calmado, me pongo de pie y por inercia me quedo viendo su cuerpo, detallando cada parte.

Estar así me hace recordar que ella muchas veces la capté mirar detenidamente por las ventanas, las veces que salíamos ella veía el paisaje con adoración, ver esa actitud me parecía exagerada, pero nunca dije algo.

Por el ventanal de mi despacho se puede apreciar el bosque que rodea la manada, árboles frondosos y grandes, aves volando en el cielo, perdiéndose en lo azulado y al bajar la mirada observamos una parte de la manada; casas sencillas y niños jugando fuera de su hogar, donde la gente permanece sin preocupación alguna.

Respiró hondo.

Dejando de ver su cuerpo me encamino a las escaleras, pero esta vez en lugar de tomar rumbo a mi despacho, iré a mi habitación, tengo que prepararme para la ceremonia.

Una vez saliendo del "sótano" las antorchas se han apagado juntas, sigo mi caminata por las otras escaleras que conectan al segundo piso.
Desgraciadamente el piso donde se encuentra mi habitación es el cuarto, en ese piso están las habitaciones del delta y beta, mientras que en el segundo piso están las habitaciones para los de servicios, en el tercero es para invitados. Juntando el segundo y tercer piso hay 20 habitaciones a disposición. 

Cabizbajo es como voy a mitad de mi destino y por un momento siento una presencia detrás que por su olor sé de quién se trata, por lo que me preparo mentalmente para lo que viene.

―Alfa, ¿puedo acompañarlo?―pregunta dudoso mi delta desde atrás.

―Claro, ¿qué sucede?―preguntó sin mirarlo―¿paso algo en las fronteras de la manada?―me detengo en un peldaño para voltear a verlo―¿se encuentra estable Walter?, ¿necesitas vacaciones?, quieres irte...

Con una sonrisa sube dos peldaños más.

―Alfa, respire, quiere. Todo está muy tranquilo por las fronteras de la manada, Walter sigue en recuperación y ¿vacaciones?, alfa no quiero irme, no cuando me necesitan mis dos mejores amigos, aun cuando ellos sean orgullosos y no lo pidan―finaliza.

Es cierto, cuando éramos jóvenes, ellos fueron más que mi apoyo frente a la manada. Sonará egoísta, pero aprecio mucho su apoyo.

―Lo siento Marc. Toda esta situación se me fue de las manos―murmuró―quiero que las cosas sean como antes, que ella esté en mi cama al despertar y al final de un día agotador. Que mis padres, amigos y hermanas puedan llamarme por mi nombre sin temor a ser azotados.

―Si no hubieras sido un hijo de puta, otra historia estarías viviendo, pero no, te aferraste a cualquier posibilidad de hacerla pagar nada más por existir y ser débil―me señala―ahora sea un verdadero alfa y deje esta mariconada y vuelva a sus deberes―comenta después de bajar corriendo las escaleras.

¡Vaya!

No sé cómo tomarme esas palabras y más con esa última acción.

Pero tiene razón, debo seguir en mis cosas y enmendar errores pasados, con los que me quedan vivos.

Con ese pensamiento terminé de subir las escaleras e ir a mi habitación.

De lo que llevo liderando esta manada, nunca me había tomado un rato para mí, tal vez mi lobo sí, pero yo no podía y pasar parte del día acostado en cama esperando que sea medianoche para la ceremonia, me es tan extraño, que el día lo sentí muy lento.

Con lentitud camino al ventanal, abriendo una hoja, no es un balcón, pero tiene su protección cada ventanal para no caernos desde este piso, afuera el ambiente es frío, hay niebla densa rondando por los pies de la gente, al tener nuestro hogar en una parte del extenso bosque somos espectadores de este tipo de paisajes.

Desde aquí veo a la manada reunida en el centro del pueblo, rodeando a mi familia, beta y delta.

Esta clase de ceremonia tiene código de vestimenta y sin importar rango todos debemos ir de blanco, símbolo de respeto a nuestra diosa luna. La ceremonia da inicio una vez que la luna llena alumbra todo el lugar haciendo que la ropa de todos se ilumine, es cuándo mi padre inicia su discurso sobre Dayana, cada uno de mis mandos da unas breves palabras, mi hermana junto a mi madre solo lloran pegadas a su pareja.

―Odio ver esa escena, ¡son tan hipócritas!―ruge Leonardo en mi interior.

Estoy completamente de acuerdo con él.

¿Ahora les duele? ¡Claro!

Es para guardar apariencias y no sepan lo mierda que son, lo elitistas que son, prefieren amistades y codearse con alfas de "nuestro nivel", no me los imagino mostrando su verdadera faceta delante de la manada. El único que ha visto esa cara de ellos he sido yo, pero esto acabará muy pronto.

Leonardo aullá en mi interior y yo lo exteriorizo, haciendo que todos comiencen a aullar grandes y chicos, ellos piensan que este aullido es una despedida a nuestra luna, pero es más que eso y el ver como me miran mis queridos padres me enorgullece, ellos crearon a un monstruo y él los cazara.

Después de nuestro cántico la manada se dispersa a sus hogares dando por finalizada la ceremonia dejando sola a mi familia junto a mi beta y su madre, ellos vienen lentamente a casa, mi obediente delta ha ido a su guardia junto con algunos soldados curiosos que rondaban por ahí.

Mañana será un largo día.

Decidí empezar con mi beta, tal vez no tenga por qué estar aquí, pero es al que hice daño desprestigiándolo ante todos.

Por estar en mi ensoñación es que no me fije que ya estoy frente a la puerta de la habitación de Walter, la cual no me atrevo a tocar, no sé qué reacción tendrá al verme.

A la mierda. Enfrentaré esto a como dé lugar.

Toco la madera calmando mis ansias y sin esperar respuesta abro un poco la puerta, observando a mi beta permanecer en su cama y mirando fijamente hacia mi dirección.

―¿Necesita algo?―frunce el ceño.

Tomo unos segundos para pensar que contestar.

―No, venía a ver como estas y si, tú necesitas algo―respondo finalmente.

―Nada alfa, estoy bien atendido por mi madre―su mirada cambia por una de dolor―¿por qué creías que era su amante?, te he dado toda mi lealtad y a ella nunca la conociste, pero aun así no era motivo para creer en eso. Si no sabe alfa―pronuncia con desprecio―ella sufría de golpes y abusos por parte de los guardias, enfrente de usted la golpeaban sutilmente, pero usted dando la espalda, eran de lo peor con ella, siempre la defendía y curaba sus heridas―se para de la cama y camina a donde estoy―¿sabía gran alfa que nuestra luna pasaba por eso?, no, nunca le importó y daba pie a que la maltrataran más, a por qué se ensañaron con ella.

¡Maldita sea!

Me cuesta creer que eso pasó, está bien que les di permiso a golpearla siempre y cuando fuera por no cumplir con su deber, pero no era para qué se pasarán de listos con ella.

Por eso su necedad a querer interrumpir su funeral.

No cabe duda vivía cegado y dejé que todo lo negativo me absorbiera.

―¿Por qué ninguno me informó de eso?―digo colérico―¿todos lo sabían?―temo escuchar esa respuesta.

―Si―mira hacia otro lado―las mujeres de la cocina me ayudaban a cuidar de ella, más cuando andaba haciendo sus labores―su mirada me cala―usted nunca se preguntó ¿quién limpiaba su oficina?, y ¿quién lavaba y planchaba su ropa todos los días?, ¿quiere pistas o lo descubrió hoy?

《Le contaré una historia muy trágica.

Había una vez un niño malhumorado, que se regocijaba en decir que nunca buscaría a su mate, todos quedaron sorprendidos de ese comentario, pero nadie tomó en serio aquellas palabras dichas por aquel niño.

Los años pasaron y ese niño se convirtió en un fuerte alfa, apoyaba y era apoyado por su manada como si no hubiera un mañana, pero al llegar a la ciudad humana encontró un aroma muy fuerte, su delirio, el petricor con ligeros toques de jazmines.

Me gustaría decir que ese alfa se enamoró de esa humana, pero usted y yo sabemos que no es así.

La torturó, obligó a cumplir con incansables quehaceres y ella tenía que obedecer fielmente, no tenía de otra. La llevó a una bruja a privarla de su voz, odiaba la idea de escuchar un sonido de su boca.

Cosa contraria con su lobo, mostraba interés en ella, hacía que comiera a su lado o sentada en sus piernas, a cada rato demostraba que la quería y se encargaba de borrar toda cicatriz con besos y mimos―suelta un suspiro―pero como toda Cenicienta, su hechizo terminaba hasta el amanecer del siguiente día, verla suplicar a su lobo que se quedará más tiempo o que la escondiera de aquel tirano era desgarrador.

Pero sabe que fue lo peor, en la última luna llena donde estuvieron juntos amándose como unos amantes de lo prohibido es que ella le confiesa a su amado que está embarazada, escuchar aquel aullido de felicidad fue ensordecedor. Todo lo contrario al siguiente día, un cambio drástico paso en aquella habitación, ¿se sabe la siguiente parte alfa?》

―Y te haré pagar todo el daño a mi luna―menciona en mente Leonardo.

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