Sueño
Salgo de la habitación y me encamino al despacho, en él ya está mi desayuno.
Una vez que entro veo a esa humana, mi ira aumenta.
Camino a ella y la tomó con fuerza del cabello, sus ojos me ven con miedo, por sus mejillas bajan sus lágrimas, pero odio verla así y gracias a ese sentimiento que tengo es que no puedo golpearla en la cara ¿pero quién dice que no en el cuerpo?
Una sonrisa sádica sale de mí.
La empujo al suelo y sacó de un lado un látigo, ella sabe que cuando pasa eso debe estar en forma de ovillo.
Maniobro el látigo y comienzo a golpearla, la mejor parte de esto es cuando lloran o suplican que pare, pero ella no lo tiene permitido solo llora y llora, no hay otra cosa que haga.
Estoy por darle otro latigazo, pero una mano me detiene, sigo la silueta del dueño entrometido y para mi sorpresa es mi beta.
―Alfa podría dejar eso un rato, acaba de llegar y un alfa de una manada lejana y quiere hablar con usted de algo―comenta nervioso.
Aprieto los nudillos, eso quiere decir que está inepta debe quedarse, le doy el látigo a mi beta y tomó a la humana de los brazos, para sentarla en el sillón que conoce a la perfección.
Una vez todo está normal, le hago señas a mi beta a que pase a ese alfa.
Doy una mirada a "mi luna" y me satisface saber que está quieta controlando su llanto y sobre todo que está por desmayarse.
Perfecto, eso mejoró mi actitud.
―Buenos días, alfa, vengo por temas de mi manada.
Una vez visto temas con ese alfa, busco a mi beta y me llevo una gran sorpresa en la cocina, una que no esperaba, pero quiero ver que pasa, así que ocultó mi olor para no ser delatado.
Estoy detrás de la pared de la cocina.
―Vaya, pero si es la humanita, sírvenos algo de comer y más te vale ser servicial con nosotros―escuchó la voz de uno de mis soldados.
―Si muévete, que tenemos permiso del alfa de castigarte si no nos complaces―comenta otro.
¿Cuándo es que yo les di permiso?
Me contengo y sigo escuchando.
―Ella no les va a servir señores así que si gustan sírvanse algo ustedes―comenta mi madre.
―Usted cállese señora que igual tenemos órdenes de golpearla si nos da la gana ―menciona alguien molestos.
―No...no...no se preocupe señora puedo darles lo que quieren los señores―esa voz no la reconozco, pero odio saber que me altera oírla.
Tendré que hablar con esa bruja y veré porque es que ella habla, no debería decir ninguna palabra.
―Ve vieja chismosa ella aceptó así que lárguese que sobra.
Comenta alguien y todos los demás se ríen.
Estoy por ir a reclamar cuando veo una mano deteniéndose.
―Que no se te haga costumbre interponerte en mis cosas beta―digo con voz gutural.
―No alfa, pero es mejor que me siga y vea lo que pasará.
Sigo a mi beta al despacho y en mi computadora pone a reproducir la cámara que está grabando en la cocina.
Veo a mi madre irse, dejando sola a la humana con los soldados.
―Muévete humana que tenemos hambre.
―¿Quieres ver cómo se agiliza?―pregunta uno de mis mejores hombres.
Todos comparten una mirada cómplice y de la nada dos sacan un látigo, veo a ella llorar.
―Ahora que sabes que nuestra paciencia es poca qué esperas para servir.
La veo dudar, como esa típica batalla dentro de ella, gira y camina a donde está la comida, pero de sus bolsillos saca un frasco, toma la cacerola y se las avienta a los pies de ellos junto con ese frasco, de pronto comienza aparecer fuego y los soldados están espantados.
―¡Bruja!
―¡Bruja, eres una bruja!
Ella a paso lento se les acerca y su mirada se transforma.
El terror de ellos es que a cada paso que da ella la lumbre camina a ellos de forma que los va encerrado en las llamas, pero sin tocarlos.
Cuando ya los tiene acorralados es que les comenta algo.
―Ahora saben lo que soy así que no se metan conmigo...
Despierto alterado.
Trató de respirar profundo, me cuesta creer lo que soñé, sentí que fue tan real y la duda que tengo no me dejará.
Tengo que aclarar esto, no me puedo dejar guiar por lo que pienso, ya una vez me equivoqué una vez tocante a ella, no volverá a pasar.
Salgo apresurado de mi cuarto y el caminar escaleras abajo me hace recordar el sueño, me hace sentir como un déjà vu.
Al pie de las escaleras me encuentro con mi beta, termino de bajar las escaleras y lo abrazo.
―Alfa y está muestra de afecto ¿a qué se debe?
Se separa de mi incómodo.
―Tengo algo que preguntarte y quiero que me contestes con la verdad.
Su mirada es confusa, hago ademán de que me siga y así lo hace, vamos a mi despacho.
Una vez adentro quiero preguntar tantas cosas, sé que él ayudaba a mi mate de los abusos que sufría. Pero no me atrevo a preguntar.
―Alfa ¿qué me quería preguntar?
―¿Sabes dónde está la bruja que me ayudó a silenciar a mi mate?
Sus ojos se agrandan y muestran impresión.
―No alfa, eso solo su lobo lo sabe, pero hasta donde sé no es nada bueno dónde está.
―Lo comprendo, pero quiero ver si algo que soñé es alguna memoria o que es.
《Pero sabes lo que me trae más complicaciones es recordar el rostro de Dayana, es como si me lo hubieran borrado y no me lo dejan ver.
Es como esos sueños que no ves el rostro, pero sabes que es esa persona, así me siento, ver y no reconocer quien es ella.》
Su rostro se pone pálido y eso no me agrada.
―Alfa necesito irme con mi madre, le prometí ayudarla y ya voy retrasado.
No me deja responder, ya que se va dejándome con dudas.
Necesito saber si Dayana es Dan o que está pasando aquí.
Pero recuerdo que el demonio mencionó que su mate la está buscando ¿será una indirecta? ¿qué está pasando aquí? ¿quién juega con mi mente y recuerdos?
Abrumado salgo de mi despacho, tengo tantos asuntos que resolver entre la manada y todo esto.
―Estaríamos en otra situación...
―Ya lo sé, Leonardo, deja de castigarme.
―Entonces, dime, ¿qué coños haremos ahora?
―Para nuestra desgracia fue un tirano, pero un excelente estratega
―Solo de pensar en hablar con él, respirar el mismo aire...
―Asquea―a completo su frase.
Después de esa plática camino fuera de la casa y voy a los calabozos.
Como llevamos mucho sin tener guerra entre especies, se diseñó un área para los rouges, esos malnacidos son los únicos que siguen haciendo de las suyas y al ser erráticos es conveniente dónde los tenemos.
Entre varios hechiceros hicieron los calabozos bajo la tierra, cerca del bosque es que se encuentra, al oeste de nuestras tierras, ahí es donde los tenemos y ahí está también mi padre.
De solo recordar cada palabra cuando sé fue mi hermana, su comportamiento, todo su ser.
Me asquea hasta más no poder.
Lo odiaba y sigo haciendo, pero así como él me quería usar, ahora yo lo haré. Tenemos diferentes fines, pero el mío vale mucho la pena.
Estando cerca del lugar, los guardias que están resguardando la entrada hacen reverencia a mi persona y sin decir palabra alguna levantan la única puerta de la tierra dando una visita a las escaleras a bajar.
Camino perezosamente las escaleras mientras mi vista sé adapta a la oscuridad, aquí no contamos con luz y en al caminar por las celdas va sonando el "agua", que amablemente nos dejaron algunas víctimas.
Instintivamente, brota una sonrisa de mis labios, recordar siempre es bueno.
Soltando un suspiro sigo caminando y en la última celda se encuentra quién me interesa.
Al oír mis pasos es que se para de su cómoda cama y se acerca a los barrotes.
―Vaya, vaya, ¿pero miren quién sé digno a ver a su padre?
Instintivamente viro los ojos.
No me acerco mucho a su celda y para mi comodidad me recargo en la pared de tierra.
―¡Claro! Me interesa algo de ti y puede que tu libertad esté en juego―canturreo.
Su cara se distorsiona por un segundo.
No cambia este bastado.
―Sabía que no podrías con nada, ¿qué es para lo que me necesita alfa?―se burla de mí.
―Sigue hablándome en ese tono y la siguiente en morir es tu mate―menciono seco.
Su cara en un instante se convierte en la de su lobo y con sus ojos negros comienza a pegar en los barrotes.
―Tocale un solo cabello a tu madre y sabrás quién soy―sentencia con voz distorsionada.
Sin prisa alguna camino a su encuentro y con toda la calma del mundo suelto mi comentario.
―Maté a mi mate por estatus, ¿qué te hace pensar que otra muerte en mis manos me hará cambiar?―cuestiono con una sonrisa inocente.
Su cuerpo tiembla.
―Tu madre nunca te hizo algo malo, no la toques, ¡te lo prohíbo!―sigue pegando a los fierros.
―Si, eso sé te da muy bien―paso deliberadamente mis dedos por los barrotes―prohíbes a tu voluntad, pero a mí ya no me importa―lo tomó sorpresivamente del cuello―así que como buen ex alfa de esta manada escucharás a tu nuevo líder y aceptaras mi orden, ¿entendiste?―ejerzo más fuerza en su cuello.
Como puede afirma con la cabeza y al instante lo suelto, con su vieja mano soba levemente la zona dónde lo tenía, sin desviar la vista de mí.
―Ahórrate esas escénicas, que yo no soy las crédulas de tus hijas para pensar que estás lesionado―lo reto.
Deja de sobarse y con una sonrisa cínica toma asiento en su cama.
―Bien, entonces dime ¿qué deseas?―sacude la pelusa imaginaría de su pantalón.
―Sin juegos o traiciones, quiero que líderes a unos soldados y pelees a lado mío contra ese cazador―suelto, sin rodeos.
―Ja. Lo haré, pero es por mis propios fines, no por ti o esa estúpida humana. Me alegré bastante al saber lo que hiciste y por eso mandé llamar a tu hermana―comienza a reírse.
―No estoy para juegos, imbécil―escupo.
Me desquicia verlo así.
―No lo es, solo pregúntate ¿qué hace tu hermana aquí, cuando nadie sabía de su paradero?―ladea su cabeza sonriendo―eso opiné, es mejor que investigues a quiénes tienes a tu lado.
―Vámonos de aquí―ordena Leonardo.
Sin responderle a alguno es que camino a la salida.
Hay muchas incógnitas hasta ahorita y esa pregunta no me la había planteado.
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