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Reconociendo errores

Esta mañana cuando llegó mi hermana y su mate de recoger el cuerpo de Dayana fui el último en enterarse, hasta mis padres están aquí y si no fuera por mi delta no me habría enterado, parte de la manada quiere hacer un homenaje a su luna que aun cuando no la presente con ese honorífico todos la consideraban así.

No pensé que doliera tanto, pero saber que su cuerpo sin vida esté aquí en la manada es algo horrible, una sensación indescriptible crece en mí y es alimentada por Leonardo, mi lobo.

El que organicen algo para ella no me molesta, pero causa incomodidad, creen que no me enteraré de ello y varios soldados han venido a preguntar si deseo hacer algo para impedirlo, pero se han ido molestos de aquí al tener una negativa.

Soltando un suspiro largo y pesado es como salgo de mi oficina donde he estado toda la noche y parte de la mañana, camino pesadamente a las escaleras que hay para el "sótano", en realidad es una habitación sin ventanas exteriores donde se planeaban las estrategias de batalla, hubo una época donde los enemigos mandaban en incógnito a informantes y así enterarse de nuestros planes, por eso mi madre hechizo el sótano creando un muro impenetrable para extraños, si nosotros no los invitamos a entrar estos se transportan a algún lugar del mundo, mientras uno dentro puede ver todos los movimientos del exterior y sin que nadie sospeche, ni los soldados pueden entrar a ese lugar; solo el alfa, beta y delta.

Al bajar las escaleras inmediatamente se van prendiendo las antorchas a mi paso, la braza es de un color azul, tenue a nuestra vista, pues al ser licántropos en la oscuridad se agudiza nuestra visión y no necesitamos mucha luz.

Termino de bajar las escaleras y camino a la gran mesa donde muchas veces presencié estrategias, hoy hay algo distinto, ahí yace el cuerpo de Dayana, inerte, con un vestido blanco abrazando su barriga abultada, me dejo caer de rodillas a un costado de la mesa y lloro desahogando todo esto: mi frustración, dolor e impotencia.

Toco su mano fría y la enlazo con la mía esperando que se levante y me diga que es un sueño, pero sé que no pasará eso, ambos lo tenemos claro y Leonardo ha cerrado nuestra conexión, es el más afectado con esto.

Tomo un acto de valentía y me levanto para observar mejor lo que creé, quisiera mentir y decir que extraño su sonrisa, pero nunca vi alguna emoción distinta al estar juntos, siempre le exigía estar, sería ya sea sentada en el sillón de mi oficina, ayudando a las cocineras o jardinero, nunca pase tiempo con ella por deseo, las veces que estábamos juntos como pareja "enamorada" eran las veces que venía el consejo u otros alfas.

Jamás noté algo tan simple como sus labios; el labio interior un poco grueso y el superior no muy fino, dando forma como de un pequeño corazón, ahora de color blanco y algo agrietados. No me interesaba nada de eso, solo quería que estuviera ahí sin hacer ruido, pues, era para mí un mueble más aquí, su ropa siempre debía estar bien presentable y que decir de su cabello, no había notado que está más largo desde que la conocí, ese cabello negro debía tenerlo amarrado sin ningún cabello fuera de su lugar.

Que su cuerpo, quitando todo rastro de moretones, costras de algunas quemaduras, fue y será bonito, puedo observar que no era muy alta, pero eso no lo veía, ella sabía que debía permanecer quieta a la espera de una orden mía.

Joder.

¿Por qué no me di cuenta de que ella era todo lo que necesitaba?

―Porque te negabas a pertenecer a una persona―dijo alguien a mi lado―¿cuánto tiempo querido?, me sorprende que te tardarás más, ¿no habías dicho que si encontrabas a tu mate la matarías?, ¿qué pasó?, ¿encontraste satisfacción al maltratarla?, ¿hacer que tus soldaditos jugaran con ella?, ¿qué vivía con miedo de todos?, y más de ti ¿puedes tan siquiera dormir y no pensar que por ti, es que ellos no están vivos?...

La bruja sabe en dónde está y por eso le conviene no seguir con sus preguntas estúpidas.

―... No confundas, querido, que no siga diciendo tus verdades, no es por miedo, es por respeto a la muerta―dice con una sonrisa ladina.

Camina hasta estar del otro lado de la mesa, quedamos mirándonos fijamente.

―¿A qué has venido?―pregunté respirando aceleradamente―a burlarte ¿de lo que hice?, o ¿de lo que me convertiré?

Lo que menos necesito es a alguien restregándome en la cara todo esto, no tengo cabeza para aguantar reproches.

―Nada de eso, querido―comenta con desinterés―vine porque la muerta tiene algo que me pertenece, así que si me permites. ¡No me estorbes más!―grita.

Empieza a inspeccionar, toca algunas partes de ella desde la cara hasta las piernas, su estómago, es la parte donde más se quedó inspeccionando.

―Adelante, querido, pregunta, que si no lo haces te quedarás peor. ¡Vamos!, desde cuando eres obediente a las órdenes―dice con una sonrisa de boca cerrada.

Odio que sonría tanto.

Que no tiente mi nivel de cordura, que en un santiamén la puedo perder y no creo que ambos salgamos bien.

―¿Qué es exactamente lo que te pertenece?―escupí la pregunta.

―Deja pensar―hace una pose muy exagerada de estar pensado―no es lógico lobito, soy una bruja que trabaja con espíritus, cosas de magia negra antigua y muchos amuletos encantados, ¿con eso te doy la respuesta a tu pregunta?―me observa obvia.

Trato de encontrar una relación con Dayana, pero nada se me ocurre.

―No lo entiendo, hasta donde sé, ella no estaba enferma.

La poca adrenalina se va esfumando de mi ser, como anunciándome que lo qué salga de sus labios dolerá.

―Tu capacidad de asociación es pésima, te lo diré, ya que eres lento―se encamina hacia donde estoy―ella tiene un amuleto de vida, me explico mejor, al ser engañada―me señala―por su mate más de una vez, su cuerpo se debilitaba y con el embarazo era peor. Estoy segura de que nunca notaste esos detalles o ¿me equivoco?, ¿jamás se te iluminó la cabeza de arriba para pensar que eso sucedería?

Trato de digerir esta información, enlazar todo lo que menciona con los sucesos, pero por más que quiera negarlo todo cuadra a la perfección.

Todo licántropo sabe esa historia, pero supuse que era un mito, cuando un licántropo encuentra a su mate y esté se acuesta con otra persona en el cuerpo de su pareja destinada aparezcan moretones, marcas quemando a su paso la piel en los lugares donde tocaste a tu amante, pero si sigues engañando a tu mate, está puede morir o puede rechazarte y encontrar un mate que si la quiera y el infiel, ya que no es merecedor de aquella oportunidad de amar.

Tu mate sufre tu traición y uno sufre la soledad, es una maldición de nuestra diosa luna conjurada a todos sus hijos, como a ella le hicieron eso, no quería que nosotros cometiéramos algo tan ruin.

Pero para un alfa es el peor castigo, ya que sufrimos más que los demás y solo una vez tendremos mate, no importa cuánto tarde la debemos esperar y amarla con intensidad...

―Ella...―me interrumpe.

―Si, ella estaba muerta, pero, gracias al amuleto, ella vivió con las heridas del engaño―escupe con odio.

―Yo... yo no sabía eso, si lo hubiera sabido ahora ella estaría aquí, viva y con mi cachorro en brazos―digo desesperado.

Maldita sea.

―Más bien serían cachorros, estaba embarazada de triates―me codea y guiña el ojo―eres asertivo.

Haciendo caso omiso a su comentario y guardando las ganas de gritarle tantas verdades, controlo mi respiración y analizo todo esto, tendré que priorizar muchas cosas que antes ignoraba.

Desgraciadamente, lo único que llega a mi mente es imposible, anoche lo había pensado, pero lo descarte rápidamente así como vino, para este tipo de trabajo necesito a alguien que trabajé con ese tipo de magia y casualmente esa persona está frente mío.

―Te propongo un trato bruja―comente sin rodeos.

Espero y lo acepté.

―¡Uy!―junta sus manos y las frota―esto se pone bueno, dime que gano y que quieres.

Soltando un suspiro, reflexiono en como plantear mi idea y una ironía cruza mi mente, el cómo mi hermana no cambia con los años, descarada desde niña.

―Devuelve la vida de mi mate e hijos y te ayudaré a destruir a aquel alfa que te humillo y cederé el título de alfa―digo extendiendo mi mano en dirección a la bruja.

Fue una idiotez, pero estoy desperado al encontrar una solución, pasan los segundos y nada cambia, retiro mi mano esperando cualquier comentario hiriente.

―No lo sé, no veo interés en la manada y menos deshacerme de alguien que ya no vive... deja meditarlo y te aviso dentro de... un tiempo―comentó sin prisas y sin borrar esa sonrisa de su cara desapareció.

Debí saber que es un precio muy bajo, ¿qué más ofrecerle?, ¿por qué no pone un precio a su trabajo? Estos jueguitos siempre me dieron dolor de cabeza.

Mi paciencia es nula y esas respuestas me sacan de quicio.

―¡No! QUIERO LA RESPUESTA ¡AHORA―grito a la nada―por favor―sollozo―te lo suplico, quiero recuperarlos, no quiero sufrir más, quiero probar el amor y cariño del que me prive, que todos me vean con mejores ojos y no de miedo o temor, ¡ayúdame hermana!.

Pensé que estaría de vuelta conmigo, pero seguí sin ninguna respuesta.

Silencio total es lo que obtengo, algo de lo que estoy acostumbrado ya.

Esto me hace recordar algo vagamente y una sonrisa triste crece en mi rostro, pues cada año algunos jóvenes de 16 años recién transformados los vemos ir y venir por todo un año en busca de su mate, unos corren suerte al encontrarla en la misma manada y otros tardan, pero la encuentran, yo nunca la busqué, me quede en casa asumiendo el puesto de alfa, uno por el cual luche tanto.

Y al menos es lo único bueno que tengo.

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