En la piel grabada
―Responde por favor, ¿te mando alguien?, de verdad que no vi esa noche ningún rostro, te lo suplico, no me lleves con ellos. No tengo dinero, pero puedo pagarte con otra cosa...
Recuerdos de esa noche pasaron por mi mente, el cómo me aventaron del carro sin el mayor cuidado, tratar de abrir el costal en el que estaba y ver que tenía muchos moretones en el cuerpo junto a sangre seca por todos lados, es una imagen que quedará en impresa en mí, sino fuera por la abuela y su nieto, no sé dónde estaría.
La cara de él cambia por una pervertida y acorta la poca distancia que hay entre ambos.
―¿Cualquier cosa?―sus dedos tocan mi brazo y su expresión es diferente, refleja angustia―no me interesa eso, vine para protegerte y por eso nos tenemos que ir ¡YA!. Lleva solo lo esencial.
Se aleja un poco de mí y es cuando sin darme cuenta suelto el aire que tenía retenido, pero el miedo aumenta al saber que me están buscando y si él me encontró rápido que serán las demás personas.
¿Me están buscando?, ¿cómo me encontraron?, no quiero volver a lo mismo.
Recordar todas las cicatrices por el daño que me hicieron me hace temblar, por culpa de esos tipos es que no puedo recordar nada, pero mi piel lo tiene más que grabado y es el único recuerdo de mi vida pasada.
No quiero regresar a esa vida.
No por favor.
No.
―¡No!―grito desesperada.
―¡Hey!, respira, nadie te está haciendo daño, vuelve a tus sentidos―su mirada refleja preocupación pura y lo que menos quiero es ser una carga.
Sus manos bajan de mi rostro para sujetar mis brazos sin hacer daño y por alguna razón eso me hace tener miedo. No lo conozco, pero no me fío de él, no me brinda mucha confianza estar a su lado.
―Se que no soy de fiar y que no me conoces, pero si no te mueves menos lo harás, confía en mi palabra y camina rápido. No permitiré que te pase algo otra vez.
Tal parece que leyó mi mente.
Su mirada me hace recordar tanto a mi Luna, tenía la misma mirada perdida cuando la regañaba y todo por los soldados que venían a darme falsas quejas de ella.
Nunca le permití verme a los ojos y al ver los de esta chica no creo que fueran diferentes a los de mi luna.
¿Siempre reflejarían miedo esos ojos tan lindos?
―Iré a preparar mi maleta.
Sin esperar respuesta corre hacia las escaleras y con esa misma velocidad sube los peldaños.
*
―-Mírame a los ojos cuando te hablo―halo de su cabello hacía atrás―que te quedé muy claro tú no eres más que mi satisfacción andante y una insignificante humana, comprende tu lugar, que es ser nada. ¡ME ESCUCHAS!―la suelto rápido.
Mi lobo me recrimina por tratarla así, pero no ve que es una humana un débil ser que ni cachorros podrá darme.
La mirada de sus ojos es vacía y no emite sonido alguno, sellada tal y como me gusta, así no escucho su desagradable voz y ninguna queja cuando la hago mía, es como una muñeca, solo que está si siente y refleja emociones, muchas a decir verdad.
*
No quiero cometer el mismo error, voy a cambiar, por eso es que la cuidaré, sé que no es Dayana, pero es como si fuera ella. No permitiré que su brillo se extinga.
Cuando llegue a esta casa no había notado que es refugio de seres sobrenaturales, cuando empezaba este pueblo habitaban algunos hechiceros, tiempo después llegaron los humanos, en cada pueblo hay una o dos casas para cada especie, pero en esta es diferente, huele a vampiro, hechiceros y un demonio.
Estoy seguro de que ellos saben lo que es ella, pero ¿por qué no le ayudan a recordar algo?, o simplemente decirle que tiene poderes, ¿por cuál motivo ellos se quedan callados?, ¿qué ocultan?
―¡Listo!, ¿ya nos podemos ir?―su pregunta me saca de mi ensoñación.
―¡Claro!, vámonos que el camino será largo.
La ayudo con sus maletas para ir agilizando el paso, justo al llegar a la salida recuerdo que no sé cómo se llama, giro sobre mi eje para saber ese pequeño detalle haciendo que me vea confundida.
―Oye te vas a ir conmigo y no sabes mi nombre, ni yo el tuyo. ¿Qué te parece empezar por ese dato?―le extiendo mi mano―hola mucho gusto, soy Alexis Roch Alf...
Al momento me callo se me olvida que no debe saber que soy.
―¿Alf?―alza una ceja y va mostrando una sonrisa burlona―¿es algún apellido extranjero?, pobrecito con las burlas que te han de haber hecho―suelta una risita―al contrario de ti mi nombre es normal. Hola, un gusto soy Dayana sin apellido―alza los hombros―bueno, pues, ya terminadas las presentaciones, vámonos Alf―suelta una carcajada que me hace brincar.
Definitiva el viaje de regreso será cansado a diferencia de la mañana.
Caminamos por las calles hasta llegar a la cafetería, mi coche es el único que se encuentra en el pequeño estacionamiento y la cafetería está cerrada, el alumbrado es poco, pero no escucho ni huelo ningún peligro.
No habrá problemas salir de aquí.
Al estar cerca del carro quito la alarma y cómo si estuviéramos sincronizados, Dayana sube al asiento de copiloto, yo pongo sus maletas en la parte trasera del carro, monto finalmente a mi asiento para arrancar sin problema alguno
Observo el cielo y han de ser pasadas dé la media noche y todo ser necesita descansar, yo estoy que pido a gritos mi cama y creo que será un viaje largo y pesado.
Llevamos dos horas con el carro andando y el ambiente es extraño, los dos queremos romperlo, pero no sabemos cómo.
―¿Ya casi llegamos?―se remueve en el asiento― ya no siento el trasero y eres muy aburrido, plática algo, saca conversación de algo, lo que sea―junta sus manos en forma de súplica y exagera su gesto.
―Te han dicho que eres una pesada―giro mi cabeza para mirarla un momento―bueno, empecemos por conocernos mejor, algo así como el juego de las 20 preguntas, comienzo, ¿por qué llegaste a este pueblo o eres de aquí?
―La respuesta es fácil, no soy de aquí, pero lo curioso es que no recuerdo de dónde soy―alza los hombros―la verdad me trae sin cuidado de donde provengo, estoy feliz aquí y no deseo recordar más.
《Pero sabes, lo curioso es que tengo esa sensación que algo falta en mí y hay veces que tengo sueños muy raros, es una persona que me agrede a todas horas, no hay momento que no lo haga, trató de gritar que pare, pero no puedo hay un sello en mis labios que lo único que sale son quejidos.
La situación cambia, pero siempre lleva al mismo resultado, esa persona hace que otra me pegué y me tiene atada sin poder moverme.
Gracias a esos sueños raros es que tengo miedo de dormir, de perderme en esa realidad, hay veces que imagino que no puedo hablar y lloro como no tienes una idea, la impotencia se adueña de mí, pero algo me dice que todo estará bien.
Sabes es gracioso, mientras 2 tipos me golpean, otro me mima y vela por mí, cuida mis heridas como si fuera a romperme en mil pedazos, besa cada una de mis cicatrices y luego me abraza tan fuerte como le es posible, pero sin dañarme, me siento protegida a su lado y esa sensación es la que extraño, pero lo curioso es que no entiendo el porqué.
¿Quién es él?, ¿quiénes son los verdugos en mis sueños?, solo sé que esa persona que me ama, cuida y protege la extraño como un infierno, cada que despierto y veo que solo fue algo de mi mente, un juego tan sucio que el ese sueño no me da miedo perderme y no volver a despertar...》
El silencio se adueñó en ese momento y yo, solo quise desaparecer. Desde que empezó su relato sabía que algo andaba mal, no imaginé que esto pasaría, al mencionar a la persona que la mimaba mi lobo ronroneo de felicidad, reconoce que era él y nadie más.
Temo que ella sepa que esa persona era yo, pero algo no me quedo claro, ella dijo 2,¿quién es la otra persona?, solo yo podía castigarla nadie más y sería hipócrita decir a estas alturas que me preocupa saber quien fue, el daño está y seguirá.
Haré lo posible porque vuelva y poder darnos esa oportunidad que desde un principio debí darnos.
Cuando lleguemos le tendré que hablar a esa bruja y me expliqué qué está pasando aquí. Tendrá que hablar por las buenas o por as malas, no seré parte de su jueguito, ni el recuerdo de mi luna y esta bruja desmemoriada menos.
―Lo siento―dijo ruborizada―creo que me excedí y te conté cosas muy personales.
―No te fijes, es bueno sacar lo que traemos dentro, debes en cuando. Ahora te falta hacerme la pregunta, sigamos con el juego.
―Ok, ¿a qué te dedicas verdaderamente?
―Verás soy empresario y tengo varios cargos a mi mando, no confío en mucha gente para llevarlos a cabo, soy muy exigente si quiero buenos resultados, yo soy el que debo de sacar adelante.
―Entonces eres un adicto al trabajo y perfeccionista, qué cliché.
―Si bueno, que puedo decir, me gusta lo que hago, ahora voy yo, ¿qué opinas en los seres sobrenaturales?, se sincera―alzó los hombros―yo no juzgo.
―La verdad es que si, pero no lo comparto con muchas personas, sino que vayan a pensar que estoy loca y ¿tú?
Su carita me da ternura, baja la mirada y se encoge en su lugar.
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