¡Dramática muévete!
―Por favor Dan, que sea entonces una semana y un día―me mira con cara de ironía―es mucho más de lo que puedo darte, esos baños siempre terminan asquerosos y mi nariz no soportará esos... olores, no puedo creer que lleves casi 2 meses lavando esos baños y no tengas queja.
De verdad que no lo entiendo, yo solo aguanté 3 días y fue un récord entre los demás empleados, nadie quiere ese puesto, pero al llegar está chica misteriosa, pidiendo esa labor y más que nada es la única loca que se alegra de no convivir con la gente.
¿Qué tendrá de malo atender gente? digo, hay veces que la gente te habla golpeado, vienen de mal humor o estresados... creo que ya entiendo su punto de no estar de mesera, al menos solo limpia y es todo, no hay gran estrés para ella, al menos solo convive con nosotros.
―Está bien. Me rindo, contigo no se puede pedir favores, pero necesitarás algo y no te lo daré―me encaminó a la puerta para salir del baño de mujeres.
―Que dramática eres y una chantajista de primera, solo lo haré por qué es divertido verte sufrir lavando los baños―me muestra una sonrisa―pero en el futuro aprende a lidiar con esos tipos, tienes más tiempo que yo y eres la más quejica de todos―esta de frente a mí―¡Dramática muévete!
Me hago a un lado y ella emprende su camino en dirección a la cocina, estando ahí sé dispone a lavarse las manos en la cocina, ya está listo el café del gruñón, espero que a ella no le contesté como a mí, con el carácter de ese tipo y el de mi amiga veremos quien sale a la defensiva primero.
Suspiro.
Desde anoche no puedo dormir, siento ansiedad y eso no es bueno, sinceramente lo que menos quiero es ver caras diferentes a las que veo siempre, si ese tipo es como lo describe ella no me costará ser educada con él, mejor si no me ve.
Ser invisible se me da de maravilla y es por eso que nadie me conoce, para todos soy la típica chica fuereña con el pasado misterioso y sin saber a qué vine a este pueblo lleno de personas amargadas, algunos jóvenes se van a la ciudad a realizar sus sueños dejando a su familia aquí.
Desde mi llegada soy el chisme fresco de aquí, creen que no me doy cuenta de que hablan a mis espaldas de posibles situaciones por las cuales me fui de casa, desde sí sufría violencia familiar, novios golpeadores e infinidad de cosas más.
No tengo tiempo ni interés en aclarar mi motivo y considero que aun cuando supieran la verdad, no lo creerían, por algo es que mandan a esta dramática a preguntarme con quién vine, con quién vivo y algo de mi pasado, pero ella es otra historia platica hasta por los codos, así que la dejo que me platique todo lo que quiera total así evitó que me ande preguntando.
Tomo el café, la servilleta ridícula que nos obligan a ponernos en el antebrazo y la charola donde debe ir el café, una vez ya lista, salgo de la cocina bajo la atenta mirada de mi amiga y me encamino a dejar el café, mentalizado el número de su mesa.
Mientras camino a su mesa veo que no hay mucha gente, es raro, muchas veces ahorita estaría lleno de gente y más con el clima que aquí hay, a todas horas es recomendable tomar algo calientito.
Al llegar a él lo único que veo es a un joven viendo a la ventana, absorto en sus pensamientos, espero y no me preste atención al dejar su café.
―Aquí tiene su café señor―inmediatamente su mirada está enfocada en mí, ¿ahora que hago?, ¿sonrió o me muestro indiferente?―si necesita algo más, estamos a su servicio, señor―muestro una "sonrisa".
Emprendo mi camino a la cocina con la mirada enfocada en el suelo, estoy algo nerviosa y como muestra de ello es ver como me aferró a la charola.
Al alzar la vista veo a mi amiga que me ve con ojos casi fuera de su lugar, eso significa algo peligroso, no quiero saber el motivo, solo sé que no dejará en paz hasta saber el porqué a ella la ignoro y a mí no.
"Lo típico de un día normal para mí."
Siento varias miradas, entre ellas una que por instinto me hace girar por curiosidad a la mesa del joven ese y él mantiene su mirada en nuestra dirección, es como si nos estuviera analizando a detalle, es raro, muy raro y viniendo de una persona rara como yo esto es de alerta, ahora entendió la razón de su gesto de mi compañera y el motivo de aquella sonrisa plasmada en su rostro.
Da miedo verlo muy serio, no lo negaré, pero se ve lindo haciendo ese gesto.
El chico ese sigue en su mesa y ya van 3 horas, ¿no tendrá otra cosa que hacer?, desde que le lleve el café es lo único qué ha consumido, mis compañeras me ha pedido ir a preguntarle si quiere algo más, pero les digo que si no ha hecho gesto alguno no nos debe de importar, total no afecta a nadie.
Lo que me sorprende es su resistencia a estar sentado y nada más observar los movimientos que hacemos, no pierde detalle de cada uno de los empleados, quisiera saber en realidad a que vino a este pueblo, digo, no hay mucho por ver aquí, solo construcciones antiguas, una iglesia en renovación y un pequeño parque algo sucio.
Pero ese no es mi asunto, todos tenemos un motivo oculto, lo sabré perfectamente.
Estoy por ser libre e irme a descansar a mi cama o tal vez pase a comprar algo para cenar y desayunar mañana, en casa casi no hay gente a la hora que yo salgo, así que es mejor hacer tiempo en lo que llega alguien más.
Tomó rápido mis cosas del casillero y lo cierro lento, están algo descuidados por lo que si los azotas se llegan a trabar y como el encargado es una persona muy tacaña, grosera e irresponsable preferimos evitar cualquier trato con él.
Después de despedirme, como es muy habitual en mí, agitando mi mano a mis compañeros de la cocina y ellos responden del mismo modo, exceptuando a mis compañeras meseras, creo es por el joven que sigue ahí sin dar señales de querer irse.
Me dirijo hacia la salida del café, estoy por cruzar cuando escucho a alguien hablar detrás de mí.
―Oye tú, si tú la que está por irse...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro