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Los hijos de alguien

Durante toda mi vida. Me he pasado contemplando a las personas de dos distintas maneras...

Viendo sus espaldas. O viendo sus rostros.

Veía sus espaldas cuando me rechazaban, haciendo como si no existiera en lo absoluto. Ellos lo hacían con mucha facilidad... O veía sus rostros cuando iban a burlarse de mí, solo así se dignaban a mirarme. Solo cuando me lanzarían un comentario mordaz.

Esas eran las dos únicas formas... Sus espaldas, y sus rostros. Nunca una mano amigable de ellos. Jamás una sonrisa sin intención maliciosa oculta.

Pero sé qué eso... cambiará algún día. Tal vez no hoy, pero llegará el día. No podía rendirme, no podía demostrarles que me vencieron. Porque sí me rindo... Sí lo hiciera, sé qué levantarme después me costará más que la caída. Y sí logro levantarme, no estaré totalmente ileso.

Pero es mejor de pie completamente destrozado, que de rodillas absolutamente humillado.

Una hora antes del caos

- Espero que estés contento con tus cinco minutos de popularidad. - Sermoneaba Lou a Cecil sin piedad alguna.- Por posiblemente cinco horas frente al Dios del retrete para que vomites todo el alcohol de tu sistema, porque eso es lo que te ganarás al día siguiente.

- Gané dinero fácil, Lou. - Le contesta Cecil. - Deberías dejar de estresarte por todo y a todos...

Observé a Percy alejarse lejos de la cocina, (ignorando el jaleo de mis amigos a mis espaldas) perdiéndose dentro del montón de personas en las siguientes habitaciones de la casa. Luego desvíe la mirada hacia Luke Castellan, quien era arrastrado por Charlie Beckendor para acercarlo hasta la mesa de la cocina, donde un montón de chupitos recargados de tequila lo esperaban para ahogar su sangre y sus sentidos.

El rubio miró detrás de él como buscando a su amigo azabache, pero pronto su interés se concentró en los gritos de los futbolistas, animándole con ovaciones a que fuera a por el primer vaso de tequila. Sin poder evitarlo, una chispa de preocupación me atacó por Percy, cuando caí en la cuenta de que que él se encontraba solo ahora. Podría ir a hacerle compañía, sin embargo, algo me decía que probablemente era mejor de este modo, la única forma de que aprendiera a valerse por sí mismo.

- Eres un imbécil, lo único que he ganado de este lugar, es que me hayan derramado cerveza en los zapatos. - Detrás de mí, la voz de Lou Ellen subía en aumento mientras regañaba a Cecil, y éste tampoco se quedaba atrás con sus gritos. - Debí haberle hecho caso a mi conciencia y quedarme en casa, en vez de acompañarte a ver como te alcoholizas.

- Pues tienes razón. - Devolvió Cecil indignado. - Debería haberte insistido para que te quedaras porque eres una jodida vieja atrapada en el cuerpo de una chica fea.

Masajeé el puente de mí nariz, mientras soltaba un bufido reprobatorio, mi tolerancia era en grandes medidas, pero este comportamiento había empezado desde que nos subimos al cacharro, hasta llegar a este mísero segundo. Venir hasta aquí había sido un error, eso estaba más que claro, lo único que habíamos hecho era recorrer todos los rincones atestados de chicos con axilas apestosas y esquivar el humo de lo que sea que se fumaban, para evitarnos una volada innecesaria hasta la luna.

Me giré lentamente para estudiar a mis dos amigos gruñéndose el uno al otro, Cecil aún sostenía los billetes de la competencia en una sola mano, y también divisé el desenfoque breve que sus ojos sufrían de vez en cuando frente a Lou. Entonces lo supe antes que ella, Lou estaba demasiado ocupada mostrándose terca y gruñona que no se había dado cuenta que Cecil ya estaba ligeramente ebrio.

- Hace solo una semana era una hermosa chica, ¿y ahora soy un asco? - Le recuerda Lou con una sonrisa desdeñosa, y aplaudiéndole con ironía. - Eres un amor de persona, ¿lo sabes?

- No dije "un asco". - Contradijo Cecil inmediatamente, con voz contenida por la frustración. - Dije que eras fea. - Rodó los ojos. - Pero tampoco es lo que quise decir, ¿de acuerdo? No, no eres fea, tu carácter es feo...

- No lo es, tú eres...

Estaba a punto de darle cachetadas a este par de tercos, y por las miradas de fastidio que compartían algunos chicos cerca de nosotros que también escuchaban el pleito, no era el único con ese deseo.

- Basta los dos. - Interrumpí, mirándolos en advertencia. - ¡Dioses! ¿Acaso no se cansan de pelear siempre? - Luego me dirigí a mi amigo. - Cecil, nos vamos, estoy harto de este lugar.

- Ya era hora, a lo único que quiero saludar ahora es a mi cama. - Soltó Lou con voz tensa, y sin más preámbulo, cruzó la cocina y fue en búsqueda de la salida. La vi alejándose sorprendido, como si fuese un tanque abriéndose paso entre la multitud sin cuidado alguno.

Compartí una fugaz mirada con mi tambaleante amigo y luego ambos nos apresuramos por alcanzar a Lou antes de que se perdiera de nosotros entre la jungla de personas. En el trayecto, recibí varios pisotones, jalones, empujones, y ciertos toqueteos en ciertas zonas muy íntimas... que no iba a mencionar por pudor y vergüenza de haber sido víctima de manos largas. Cruzamos la sala, y divisé a lo lejos a Percy hablando casualmente con Dylan Thompson y cerca de ellos, un par de chicas que habían empezando a discutir acaloradamente.

- Primero deberías de haberte mirado en un espejo... - farfullaba una mujer de pelo rojo, con acento tejano y mirada altanera. - antes de venir hasta mí y sentirte con el derecho de desafiarme. Te faltan diez centímetros más, de pechos, para que logres intimidarme siquiera un poco, querida.

- ¡Ay por Dios, no seas una hipócrita! - Se jacta la susodicha, sacando los dientes a relucir como una furiosa gata siseando a una perra. - ¿Quién no te conoce? TODOS, saben que tuviste que acostarte con un viejo de pene arrugado para que le sacarás el dinero necesario, e implantarte esas siliconas.

Cecil bufó una risa incrédula, y Lou puso una cara de "¿Qué demonios?" Seguido de un montón de silbidos y abucheos por parte de los miembros de la sala. Miré una última vez hacia Percy, dudé una vez más, pero luego imaginé que a Percy no le gustaría tener un niñero, así que decidí seguir mi camino.

Un momento después, siguiendo la estela de Lou, ambos ya estábamos enfrente de la casa debajo del recibidor. Lou se giró hacia nosotros para decirnos algo con enojo, pero más gritos en dirección al lago llamó nuestra atención. Dioses, este lugar estaba completamente enloquecido, y tenía el presentimiento de que el alcohol no era el principal culpable. Nos fijamos en las personas congregándose enfrente del lago, como si estuvieran montando un tipo de Show, teniendo en cuenta los silbidos de apreciación que soltaban.

- ¿Qué sucede por allí? - Preguntó Lou viéndose repentinamente interesada y antes de que pudiera contestarle, Cecil se adelantó a responderle entusiasmado; necesitaba un sedante para la hiperactividad de este chico.

- Vayamos a averiguarlo... - Aprovechó Cecil, inmeditamente le envío una mirada de advertencia antes de que pudiera dar un paso al frente.

- Ni hablar. - Sentencie, sin importarme que el hastío pintara mis palabras. - Nos largamos de aquí, y será mejor que me des las llaves del escarabajo verde sin trabas, porque ni de chiste vas a manejar en el estado en que estás. No quiero que atropellemos a ninguna vaca.

Cecil sacó las llaves del interior de sus bolsillos y las tira en el aire con expresión dudosa.

- ¿Por qué no? - Refutó Cecil muy desconcertado, Lou le envío una mirada severa. - Tendríamos costillas gratis de vaca, y un delicioso asado para el sábado en la noche.

- ¿Cómo diablos meteríamos una vaca muerta en tu pequeño cacharro? - Inquirió Lou, luciendo verdaderamente intrigada

- Oh, mierda, tienes razón. - Se golpeó la mejilla con la palma de su mano consternado, pero después, una idea afloró de su boca curvandose en una sonrisa. - Entonces atropellemos a una ternera, fácil, entrará fácilmente en la parte de atrás o será el compañero de asiento de uno de nosotros.

- Nos vamos. - Anuncié, y empecé a caminar con largas zancadas.

- ¡¡Wiiiiiillll...!!

Estaba absolutamente e inimaginablemente cansado de este lugar, no era solo por la droga que corría como pólvora en el aire, de manos en mano entre los chicos, aunque si era un factor muy importante (y que de paso tenía que inspeccionar cualquier bebida que insistían que debíamos probar). Sino que estaba harto hasta la saciedad de escuchar mala música que ese inexperto DJ colocaba a cada rato. Cada remix era peor que el otro, y cada sonido era una tortura para mis oídos musicales. ¿Cómo es que no podía diferenciar las escalas? No era tan difícil, hasta yo lo lograba.

- Vamos, Will, no es justo. - Cecil tira un lamento largo, y continúa hablando aun cuando empiezo a negar vehemente. - Tú solo quieres irte ya porque el estúpido Dj no te dejó tocar los jodidos controles. Ni lo niegues, tu cara gritó muerte cuando se rio de ti al decirle que eras mejor con la música.

- Ese tipo... - Comencé con voz alterada, me detuve tomándome una idea inhalación honda y le apunté con un dedo. - No estoy molesto, él no me conoce, así que cualquier cosa que me diga como: "Tu música debe ser aullidos de cabra". No. Me. Afecta.

- Sí como no. - Se burla, y Lou le da un coscorrón en la cabeza.

- No estoy enojado. - Insistí, mordiéndome el interior de mí labio inferior, con fuerza. - Sí él está tan seguro en que tiene talento, ¿cómo podría ser tan cruel y decirle lo contrario? - Terminé de decir y continúe caminando para poder llegar hasta el escarabajo. - No seré yo quien le diga que su música es tan genial como su madeja de moho.

Cecil había estacionado el cacharro prácticamente a un kilómetro de la casa, supuestamente para que nadie pudiese dañar su auto, pero era una vil mentira. Porque el lugar estaba atestado de guardias de seguridad alrededor de la casa, manteniéndose rondando en silencio y vigilando, con sus chaquetas abultadas ligeramente donde se supone que se ocultan mejor las armas, supuse que intentaban disimular su presencia lo más que podían.

A Cecil solamente le preocupaba que lo vieran los niños ricos de papi, con su pequeño auto de sardinas y sus ochenta años de oxidación... Me fijé a la distancia, en las luces de un auto que se acercaba a una considerable velocidad por la carretera de tierra roja, tirando una humorada de polvo tras su estela. Las luces y el ronroneo atrayente fue lo único que me indicaron que era un auto, de lo contrario, hubiera sido imposible distinguirlo, ya que el coche estaba pintado en color negro carbón; y se sumía en las sombras fácilmente como si fuese parte de ellas, hasta que llegó bajo las farolas de la residencia, y pude identificar el modelo.

- Will... - Cecil pronunció mi nombre como un duro lamento, caminando a lado de una enojada Lou. Pero lo que mis amigos ni se imaginaban, era que súbitamente, al ver aquel BMW estacionarse a orillas de la calle, todo mi interés de querer irme de este lugar... Se esfumó por arte de magia.

Mientras tanto

Dylan y yo contemplábamos en silencio de pie a pocos metros, la pelea que se había desatado delante de nosotros hace solo unos minutos atrás. Eran dos chicas, una pelirroja y la otra de piel morena, las cuales en este momento rodaban en el suelo estirándose los pelos y enviándose arañazos en la cara que probablemente dolían como el infierno. Había comenzado como una simple discusión, luego empezaron los insultos y después una de ellas había tocado a la otra, y desde allí se desató todo el embrollo.

- Dylan es mío. - Le gritó la morena, dándole codazos en la cara a la otra. - Aléjate de nosotros, perra.

- Estás loca, él me quiere a mí, imbécil. - Le devolvió la pelirroja a chillidos, mientras que intentaba alejar los codazos de la morena con manotazos. - ¡No toques mi vestido! Es más caro que toda tu ropa junta!

Todos los chicos habían formado un círculo alrededor de ellas, así que aunque quisiera acercarme a ellas para detenerlas no podría, no sin una palanca en mis manos para hacerme espacio a través de ellos. Para mi desconcierto, todos se reían de ellas, mientras que algunos tomaban fotos o las grababan en sus celulares. Nadie hizo nada para pararlas.

No podía comprender que era lo divertido, ¿acaso realmente había algo raro en mi? ¿Cuál era la gracia de una pelea decadente y vulgar? Como la que ocurría delante de mí, no podía hallarlo entre aquellas dos mujeres desvergonzadas. No me causaban ningún tipo de entretenimiento. Viré mi rostro hacia Dylan, él me observaba atentamente en silencio, como si esperara algún tipo de reacción inesperada de mi parte.

- Se están peleando por ti. - Le dije sin poder ocultar mi sorpresa, lo miré esperando a que luciera algo preocupado o culpable. - ¿No harás nada al respecto? ¿Te quedarás aquí de pie observando hasta que se saquen los dientes de la boca?

Me miró simplemente con una expresión llena de incertidumbre y pareció que lo meditó por unos segundos, pero luego, volvió a fijarse en la pelea, inclinando su rostro ligeramente hacia un lado con interés.

- No debería, es decir... - Contestó con un fingido tono solemne. - ¿Quién soy yo para detener las peleas en nombre del amor? Y mucho menos cuando se tratan de mí.

Lanzándole una mueca de disgusto, giré y me marché de allí para buscar otro tipo de entretenimientos. Segundos después, Dylan ya estaba siguiéndome el paso a mi lado mirándome con diversión. Llegamos hasta otra habitación detrás de las escaleras, el lugar también estaba lleno de personas que se besaban en las esquinas y fumaban tranquilamente entre amigos.

- ¿A dónde vas? - Inquirió el castaño, siguiéndome casi sobre mis talones.

- A otro lado. - Tenía en la mira unos vasos con coca cola colocados sobre una mesa, caminé en aquella dirección. - Ya puedes dejarme en paz.

- ¿Ya te vas?

- No. - Agarré un vaso que parecía contener coca cola, lo agité un poco y antes de que el recipiente tocara mis labios, Dylan cubrió el vaso con la palma de su mano y para mi sorpresa, lo arrancó de mis manos y lo volvió a colocar sobre la mesa sin lucir arrepentido. Le miré indignado. - ¿Por qué has hecho eso? ¡Era solo coca cola!

- Sí claro. Solo coca.- Concedió en tono indulgente, alzando fugazmente una ceja. - Mira, deberías irte. - Inició por millonésima vez. - Éste no es...

-Este no es mi lugar. Ya, ya me lo has dicho tres veces, ¿de acuerdo? - Escupí enojado, le di la espalda y empecé a inspeccionar a cada una de las personas, tratando de distraerme con cualquier otra cosa. - No voy a marcharme de aquí aún. Así que, ¿cuándo vas a dejar de repetir eso?

- Cuando por fin lo entiendas. Qué debes irte ahora que tienes la oportunidad. - Exclamó molesto, como si realmente esperara que de un momento a otro, ratas salvajes caerían del techo y nos atacaría a todos. - No vas a conseguir lo que quieres en este lugar, Percy. Ni mucho menos de estas personas, ni jamás.

Eso fue todo lo que se necesitó para que captará toda mi atención, me giré para encararlo con un profundo ceño fruncido. Él simplemente se mantuvo allí parado impasible como siempre, y me pregunté distraídamente si alguna vez ya había perdido completamente el control por algo o frente a alguien. ¿Siempre era así de calmado? Cómo si cualquier problema fuera una típica necedad.

-¿Qué dijiste? - Demande con voz contenida, sus ojos brillaron en desafío y pareció complacido de ver algo de ferocidad en mi expresión.

-Mira a tu alrededor. - Proclamó Dylan abriendo los brazos como queriendo abarcar todo el lugar para demostrármelo. - ¿De verdad piensas, que vas obtener lo que tanto quieres de ésta clase de personas?

- ¿Quién dice que estoy buscando algo? - Inicié antes de que volviera a cortar mis palabras.

-Por favor, no engañas a nadie. Es obvio que buscas aceptación de ésta gente. Pero déjame aclararte algo, Percy - Sus ojos avellanas me miraron directamente sin pestañear al hablar. - Aquí hay hijos de políticos importantes; empresarios, abogados, arquitectos e hijos de doctores reconocidos. Un montón de sacos de basura con prestigio y dinero. ¿Tú? Tu apellido no tiene ningún valor, Percy. Eres uno más del montón que intenta ser reconocido.

Me quedé mudo, no tenía un argumento sólido para poder contraatacar aquello, y probablemente tampoco tenía la fuerza suficiente de intentarlo. Yo ya sabía todo eso que me estaba diciendo, porque siempre me lo recordaban ellos... Pero entonces, las siguientes palabras de Dylan me tomaron totalmente desprevenido y una nueva perspectiva se abrió delante de mí.

- Son hijos de alguien. - Continúa con paciencia. - Hijos de Ladrones, de traidores, corruptos y traficantes. Y creo que eres lo suficientemente listo para saber que los hijos no solo heredan los aspectos físicos de sus padres, ¿no? - Intenté decirle algo, pero no sé me ocurrió nada. - Eres diferente, no puedes compararte a ellos por un montón de motivos, y nunca vas a encontrar ningún tipo de amistad aquí, porque nadie es tan bondadoso ni gentil como tú. Nadie. Humillaciones es lo único que tendrás.

- ¿Por qué me dices todo esto? - Pregunté, dejando relucir la desconfianza y la duda en mis palabras. - ¿Y cómo es que puedes hablar con tanta seguridad?

- No esperes conseguir algo noble y sincero de personas que carecen de ello.

- Yo... - Inicié entre abriendo mis labios.

- Aquí no hay personas como tú, percesito. Este no es tu lugar. - Finalizó, soltando una larga exhalación como si hubiera estado conteniendo el aliento. - A eso me refiero con "Tú no deberías estar aquí". O, y no deberías saltar con suposiciones demasiado pronto.

-¡PERCY VINISTE! - El repentino chillido femenino en mi oído, casi causó que diera un respingo hasta el techo. De un momento a otro, de repente tenía en mis brazos a una muy borracha Kelly colgándose de mi cuello con sus brazos. - ¡Ay que contenta estoy! ¡Justo a la personita que necesitaba encontrar!

-H-hola. - Tartamudee sin saber exactamente de donde agarrarla, su espalda estaba totalmente descubierta mediante una blusa que solo poseía delgados hilos para sostener la tela detrás de su espalda. Dylan sonrió con ironía, y se alejó dos pasos atrás antes de que los tacones de Kelly se incrustaran en su entrepierna.

-Ven... - Agarró mi mano, y creo que estaba tan borracha que ni siquiera logró identificar a Dylan detrás de ella. - Te voy a presentar a una linda chica, que no mme ha dejado de molestar en toda la noche desde que le dije que ibas a venir. Insiste en hablar contigo...

Sentía la ansiedad arremolinándose a mi alrededor a una velocidad vertiginoso, ay mierda, era todo lo que podía pensar. ¿Qué voy a decirle? ¿Qué debo hacer? ¿Cómo tengo que comportarme para que no piense que soy un completo estúpido? Mientras pensaba todo eso, Kelly no perdió el tiempo y me jaló en dirección a la sala de nuevo, a la vez que echaba una risita juguetona.

Pero antes de que pasara de largo cerca de Dylan, el chico puso una mano sobre mi hombro y se acercó a mi oreja. Me recordó vagamente a una paloma posándose suavemente en mi hombro, trayendo una noticia o un secreto. (Soy demasiado distraído, ¿okay?)

- Nunca encontrarás la aceptación que quieres de estas personas, Percy. - Me susurró rápidamente al oído antes de irme, y su voz se repitió en mi mente una y otra vez incluso después de encontrarme con un incómodo Luke enfrente de Tammi y otra chica de pelo rubio. - Y esa es una realidad que tienes que empezar a aceptar de una vez.

Fui llevado por Kelly casi a rastras hacia la sala, empujaba a las personas que se ponían enfrente de ella para intentar coquetearle o charlar de un nuevo chisme. Giré mi rostro una última vez hacia Dylan antes de desparecer completamente en la multitud. Seguía en el mismo lugar donde lo había dejado. Entonces empezó a decir algo, y me fijé en el movimiento de sus labios para interpretar sus palabras.

- Mis hermanos están aquí.

~~~~


-¿A dónde te habías ido? - Me preguntó Luke, frunciéndome el ceño y luciendo algo preocupado. - Gracias por abandonarme con diez futbolistas. Intentaron experimentar en mí y ver si podían lograr que se me saliera el tequila hasta por las orejas.

-Cool... - Musite en voz baja, poniéndome a su lado cerca de la chimenea y tratando de mirar a los ojos a la chica delante de mí y no hacia su exuberante escote que estaba a la vista de todos como diciendo: "¡Hola! Míranos pervertido! - Y, aquí estoy... yo.

Luke descubrió rápidamente que estaba demasiado aterrado como para comenzar una conversación, así que el tomó las riendas de la situación, y pronto todos estaban hablando y riendo muy a gusto de cualquier cosa que se le ocurría a Luke. Menos yo.

Me mantuve en silencio escuchando y sonriendo cuando la chica trataba de sacarme más de una palabra. Intentaba hablarle, pero simplemente no se me ocurría absolutamente nada de que charlar. Simplemente, sus temas de conversación sobre, un vestido de victoria secrets y algo sobre que una chica que tenía tan poca carne en los huesos como una gallina. Lo usual, supongo.

-Dile algo... - Luke me insistió, cuando nos quedamos solos un momento mientras las tres chicas iban al baño juntas. ¿Por qué todas las chicas hacían esto? Probablemente debían estar burlándose de mí, o puede que estén haciendo un tipo de plan para eliminarme y así una de ellas pueda quedarse con Luke.

- ¿Qué le digo? - Sisee, soltando un resoplido frustrado. - ¿Qué sí su pelo rubio es natural?

- ¡No! - Negó al instante alarmado, suspiró pesadamente. - Dile cualquier otra cosa menos eso. - Advirtió mientras ambos divisamos que se acercaban de vuelta, con bebidas en mano. - Y no, creo que está teñido.

Solté un ronquido al tratar de contener una carcajada, Luke tenía una mueca de disgusto y se encoje de hombros como si le diera igual. Un momento después, las chicas se acercaron y con ellas aparecieron un par de chicos también que jugaban con los tirantes de Kelly y Tammi, mientras ellas reían tontamente con falsa inocencia. Como si no estuvieran enteradas de las verdaderas intenciones de los chicos que tenían cerca.

La chica que supuestamente siempre me estaba espiando en el colegio, se puso delante de mí un poco más cerca de lo debido, y empezó hablarme de lo genial que estaba la fiesta. Ella se llamaba Abigail, tenía los ojos color marrón chocolate y una figura parecida a una muñeca Barbie.

-Me gusta tu pelo. - Se lo dije con sinceridad, porque verdaderamente los tirabuzones en las puntas de su pelo, la dejaban muy mona. Como y
una princesa.

-Awww, gracias. - Respondió, y depósito un húmedo beso en mi mejilla. Dejando una marca de labial de seguro. - Eres tan tierno, Percy. Sabía que tenía un buen presentimiento acerca de ti.

Nota mental, a las mujeres les encanta que se les diga lo que tienen de bonito. Aunque esto sea un detalle muy obvio.

●●●●

Apenas el auto había estacionado a orillas de la carretera, el conductor apagó las luces e inmediatamente le siguió el motor, tenía que admitir que me sentía algo ansioso, e intenté distinguir muy disimuladamente la figura que estaba dentro del auto. Sin embargo, el polarizado de los vidrios era demasiado oscuro para que pudiera lograrlo.

- ¿Will? - Me llamó de nuevo Lou, viéndome con preocupación y con un atisbo de, ¿celos? - ¿Quién es el que ha llegado en el auto?

Parecía estar conteniéndose para no acribillarme a preguntas. Miré brevemente hacia Cecil y me sorprendió la seriedad que su rostro había adoptado. La piel alrededor de sus ojos, arrugándose ligeramente con tristeza. Sentía mis labios resecos, así que pasé mi lengua por encima de ellos y antes de que pudiera contestarle a Lou, el grito lleno de júbilo de Lee Fletcher nos llamó la atención a los tres, y giramos en la dirección de aquella voz.

- ¡Las chicas están haciendo un concurso de camisetas mojadas enfrente del lago! - Dijo Lee, zarandeado los hombros de Cecil y dando respingos y saltitos de emoción en su lugar. - ¡Ven, amigo mío! ¡Tus ojos deben ver la maravilla en vivo y en directo!

Una multitud de hombres enardecidos y llenos de testosterona a todo dar, salieron de la puerta de enfrente y por las ventanas de la casa con apuro; atolondrados y borrachos, corrieron hacia el lago que estaba al costado de la casa a varios metros, mientras gritaban entusiasmados. Lee agarró bruscamente el brazo de Cecil (logrando que se le cayeran las llaves de la mano al suelo) sin su consentimiento y se adentraron dentro la multitud siendo arrastrados por la horda de locos urgidos.

- Por los calzones de Apolo... - me adelante unos paso para agacharme y coger las llaves del suelo, luego giré donde se supone seguía parada Lou, pero ella ya no estaba allí. Iba casi corriendo siguiendo a la multitud dentro la cual Cecil se había dejado arrastrar, no sin antes habernos enviado una mirada que no logré descifrar.

- ¡Tú trae el coche! - Se volteó Lou hacia mí a medio paso. - Voy a traerlo de las orejas si es necesario, y tú estate listo.

- ¿Estás segura que te hará caso?

-No. - Contestó desanimada. - Pero aún así, me hace más caso a mí que a ti. Eso es seguro. - Miró una vez más hacia el BMW detrás de mí, una expresión de derrota se implantó en su rostro e intenté preguntarle cual era su aprehensión, pero no me dio tiempo ni a decir la primera palabra. - Cuídate, Will, regreso pronto. Eso espero.

Dicho eso, se marchó sola en búsqueda de nuestro hiperactivo amigo. Dejándome aquí solo, confuso e inquieto. Sentía un nudo de nervios tan grande en mi estómago, que por un momento creí que mis propios intestinos se habían enredado entre ellos mismos y casi podía imaginar una trenzada de intestinos dentro de mí. ¿Hacia frío? Repentinamente el viento había cambiado hacia el sur, o tal vez estaba temblando por otra razón. ¡No lo sabía! Mis ojos solo quedaron pegados en frente como si hubiera olvidado como pestañear.

Entonces él finalmente salió del auto, sabía perfectamente de quién se trataba, no necesitaba siquiera mirar para saberlo, pero aún así tenía que asegurarme. Solamente eso, claro. Su rostro, de un semblante serio y frío, fue lo primero que vi, un lado de su boca se curvo hacia abajo con disgusto al mirar alrededor del campo lleno de vacas. Luego su atención se desvío hacia la casa, sus ojos se encontraron con los míos e hizo una extraña mueca que se asemejaba un poco a una sonrisa amistosa.

Estaba guapo, él siempre lucía guapo, eso es cierto. Pero hoy estaba especialmente más guapo que los días anteriores. Lo juro. Poseía un atractivo desaliñado, y era muy elegante a pesar de la vestimenta que usaba. Por su forma de caminar y hablar, uno esperaría ver a un chico con un traje caro, italiano y a la medida, no obstante parecía mucho más cómodo en jeens y camisetas oscuras con logotipos de calaveras.

Empezó a rodear su coche, caminando tranquilamente con sus dedos jugueteando con las llaves de su auto y su pelo negro brillante peinado hacia atrás. Entonces se detuvo justo en la parte delantera de su auto, sus ojos se fijaron en algo o en alguien detrás de mí, y automáticamente, la ironía y el hastío inundaron su expresión, se dejó caer hasta sentarse encima de su capó y soltó un rápido resoplido como si esperara que se acercará un indeseado.

Entonces yo oí su voz, a centímetros de mí. Su persona apestaba a mujer consumista.

-Él parece inalcanzable, ¿no? - La voz apareció prácticamente de la nada a mi costado, causando que diera un gran respingo asustado. - Tanto como lo es su belleza y el derecho de conseguir un lugar para permanecer cerca suyo. Se ven inalcanzables.

Drew Tanaka me miraba directamente a los ojos con curiosidad, su sonrisa parecida a la mueca de una serpiente que intenta sonreír antes de tragarse a su víctima con alegría. Así era como lucía Drew delante de mí, antes de volver a caminar en dirección al azabache sentado en el capó.

Aun con Drew ya estando a pocos pasos cerca suyo, Nico siguió mirándome solamente a mí. Sus ojos oscuros eran como una seductora canción para que te acercaras a él. Y antes de que me hubiera dado cuenta, mis pies ya estaban caminando también en su dirección sin tener idea de porque lo hacía o que se supone que quería conseguir.

- Nico Di Angelo. - Ronroneo Drew poniéndose delante de Nico, éste giró ligeramente el rostro y se cruzó de brazos esperando. La asiática se acercó unos cuantos pasos más, hasta que sus tacos tocaron los tenis de él. - Realmente es una sorpresa que llegaras en mi humilde hogar. Siéntete en tu hogar, mi comida es tu comida y mi bebida la tuya.

- ¿Qué? ¿No vas a intentar seducirme nuevamente como tantas veces lo has hecho? - Bromeó, a la vez que descruzaba de nuevo sus brazos y apoyaba las palmas de su mano sobre el capó. - ¿O es que acaso por fin te has dado cuenta que todo lo que hagas resultará inútil?

- Francamente así es... - Contestó indiferente, y descansando una mano sobre su cadera. - Nuestro último encuentro me dejó todo muy en claro acerca de tus asquerosas preferencias.

Miré a Nico esperando atisbar algún tipo expresión que me diera un indicio sobre de que hablaba Drew, pero él simplemente se veía de lo más entretenido mientras poco a poco las respuestas dejaban de ser tan indirectas y el mensaje quedaba más que directo, incluso para alguien tan despistado como yo.

- ¿Cómo está tu tía? - Preguntó repentinamente Nico, fingiendo interés. - ¿Le mandaste mis saludos en aquel día tan trágico?

Aquello me tomó de sorpresa, pero fijándome en el rostro de Drew no era el único, ella también se mostró absorta unos segundos y luego, una máscara sombría y repulsiva cayó sobre su cara... Echó una risa cortante, y con un gesto de diva, movió su pelo negro para que cayera detrás de su espalda.

- Aún de luto. - Contestó sarcástica. - Como tan bien lo sabes.

- Es una pena en verdad. - Nico siguió, sin sonar para nada arrepentido . - Tu primo me caía tan bien. Tenía ciertas habilidades que eran de muy buen provecho.

Por un momento me sentí fuera de lugar, estaba empezando a cavilar sobre irme y traer el auto como Lou me había indicado al principio, no obstante, todo pensamiento de irme de nuevo se esfumó cuando Nico me miró de reojo, enviándome una silenciosa orden para que permaneciera allí parado junto a él. Drew apenas y se fijaba en mí, todo su atención recaía en el italiano, mientras que una espesa tensión en el aire se arremolinaba alrededor de ellos cada vez más palpable.

- ¿Por qué has venido realmente hasta aquí? - Exigió abruptamente Drew, entrecerrando sus ya pequeños ojos en su dirección.

- No estoy trabajando. - Nico se apresuró a contestarle. - Estoy aquí para divertirme, eso es todo. Puedes calmarte.

- Eso veo... - Le contesta, y observé como sus rasgados ojos inspeccionan el horizonte con cautela. - Ya que has venido solo. - Agregó, a la par que miraba hacia sus guardias de seguridad, enviándoles una mirada que no supe descifrar.

- Ya conteste... - La bulla en el fondo detrás de nosotros, explota en un gran grito colectivo tan repentinamente que se interrumpe así mismo para mirar en aquella dirección.

Los tres lo hacemos, las vociferaciones resuenan cerca del lago y un montón de mis compañeros están saltando en pelotas desde el muelle al agua que debía estar más que helada. Mi teoría se confirmó cuando segundos después de que se habían lanzado, cada uno de ellos volvían a emerger tirando aullidos y corriendo con saltitos bastantes afeminados hasta la orilla.

- Las cosas se están descontrolado un poco por allá. - Mencioné distraídamente en voz alta sin darme cuenta, y ambos se fijaron en mí como si les sorprendería que supiera hablar. -¿Qué? - Demande frunciendo el ceño. - No tenía nada interesante que decir...

- Será mejor que te vayas. - Me interrumpió Nico, mi corazón se cae hasta el suelo cuando lo oigo, pero luego me recompongo al darme cuenta que en realidad se lo decía a Drew con toda desfachatez. - O un par de cadáveres estarán flotando en cualquier momento.

Drew echó un resoplido, me miró brevemente con un brillo malicioso y luego le contestó a Nico para nada preocupada, con sus collares y brazaletes reluciendo como si fuera algún tipo de bronce celestial que se ilumina en las penumbras.

- Sabes perfectamente que ese sería el último de nuestros problemas.

Cruzó cerca de mí, empujándome ligeramente el hombro sin siquiera emitir una vaga disculpa. Observé a Nico, sacar dos paletas del bolsillo de sus jenns oscuros. Eran de color verde, y no tenía que ser muy perceptivo para darme cuenta de que eran las mismas que se había robado del frasco del vidrio en el hospital esta tarde. Quitó el envoltorio de uno de ellos y se lo llevó en la boca, jugando con él dentro de su boca.

- Ten... - Me pasó el otro alargando su brazo hacia mí. - Cógelo antes de que me arrepienta.

Rodé los ojos, el chico probablemente tenía más de diez guardados dentro de la guantera de su coche, pero era demasiado egoísta e infantil como para compartir. Distraídamente, pensé que debía darle clases de caridad y solidaridad a ese chico, hablarle por horas y horas de la importancia de compartir dulces a otras personas.

- Gracias. - Agradecí en cambio, sin decirle nada de lo que pensaba en realidad. - Yo...

- ¿Acaso ya te ibas? - Adivinó fácilmente, aunque las llaves que aún colgaban de mis dedos pudo haber sido una pista. Claro, idiota. No es como que pudiera leer mi mente, y es una suerte que no sea así.

- No... - Me apresuré a contradecirle, sonriendo nerviosamente. - Solo salí por un poco de aire fresco. Adentro es como una chimenea de nicotina.

- Me sorprende que no estés en el lugar de ese Dj. - Apuntó con un movimiento de su mentón hacia la ventana, viré mi rostro y vi al chico cabeza de moho, moviendo la cabeza a la par de su supuesto gran ritmo. Los chicos de alrededor bailaban con movimientos descordinados y sin sentido, pero suponía que estaban demasiado drogados o borrachos para que les importase el tipo de música que escuchaban. - ¿Qué pasó? - Me preguntó con ironía.

- Ehh... - Titubeo, mientras el recuerdo aflora en mi mente.

- Déjame tomar tu lugar. - Le grité al Dj, éste negó con la cabeza por sexta vez con una expresión de burla. Tenía ganas de golpearlo con una silla, ¿realmente no se daba cuenta del oído espantoso que tenía? ¡No estaba coordinando absolutamente nada! ¡Es como si estuviera apretando botones al azar para ver que salía!

- Largo de aquí niño, este no es el lugar para los aficionados. Ni para los que quieren jugar a ser Dj.

- ¿Aficionado? - Repetí incrédulo, ¿yo? ¿Perdóname? No pude detener mis siguientes palabras.- Ni que tú fueras el próximo David Guetta.

Ofendido, estiró una mano y me empujó fuera del pequeño escenario improvisado. Cecil se puso a mi costado inmeditamente, encerrando sus manos en puño, y poniendo una expresión dura, como esperando una señal mía para caerle a trompadas encima del chico.

- No dejaré que pongas mierda de música en mi fiesta. - Gritó el tipo, antes de poner a todo volumen la música para evitar seguir escuchando mis reclamos. - ¡¡A otro lado con tu delirio de creerte ser un DJ!!

El sonido estaba tan fuerte que la mayoría de las personas que estaban alrededor y desgraciadamente cerca de un parlante, se taparon las orejas gritando o soltando muecas de dolor. Sí mi corazón retumbaba de ira o por el pulso de la música, no lo sabía. Empecé a gritar aun cuando mis palabras quedaban ahogadas por el ruido.

- ¡No sabes con quién estás hablando! - Solté en un arrebato; (sorprendiéndome de mí mismo incluso) y antes de ir a la carga contra él, Lou agarró la parte trasera de mí camiseta y la de Cecil, y nos jaló a ambos lejos de allí. - ¡¡LO ESTÁS HACIENDO TODO MAL, ES UNA TORTURA, UNA VERGÜENZA...!! ¡¡NO MERECES ESTAR EN ESE LUGAR!! ¡¡DESHONRA DE LA MÚSICA, DESHONRA PARA TODOS LOS DJ DEL MUNDO!!

- SUÉLTAME LOU. ¡Debo defender el honor de mí amigo...! - Gritó Cecil, luego de eso, todo se puso muy confuso e intenso. Hasta que Lou no dejó caer cubos de hielo en el interior de nuestras camisetas no nos tranquilizamos.

- Es un idiota con cabeza de moho lleno de egocentrismo. - Lancé con voz hueca.

- Uhhh... - Nico alzó las cejas con sorpresa y diversión. - Te ha subestimado, te dijo que eres un asco...

- Obviamente porque no me conoce... - Inicié poniéndole los ojos en blanco.

- Admítelo. - Se rio a mi costa, sacando el chupetin de su boca y pasándoselo encima de sus labios muy suavemente, el gesto resultando de lo más seductor. - Te pica la envidia pero no puedes rascártelo.

- Cállate. - Resople, apartando la mirada de sus labios y concentrándome en quitarle el envoltorio a mi paleta. - Oye, tú... ¿A que te referías con lo de seducción...?

- Drew antes intentaba conquistarme con coqueteos incesantes y seducciones baratos. - Se adelantó a contestame, a la vez que se incorporaba de donde se sentaba y se quedó parado allí, mirándome. - Eran de muy mal gusto, incluso con mi condición, dudo que a alguien le pareciese atractivo sus formas de engatusar.

- ¿Cómo supo que no estabas interesado? - Tenía otra pregunta que hacerle en la punta de la lengua, pero esta era más fácil de pronunciarla.

- Cuando le cité a ella y a su primo en el mismo lugar para que nos encontráramos. - Habló, con sus ojos mirando detrás de mí como recordando aquellos tiempos pasados. - Claro que a su primo lo invité para que viniera a una hora mas temprana que ella, para que viese lo que debía y dejara de fastidiar.

- Aún no lo entiendo...

- Lo haces. - Contestó en cambio. - Solo que aún no quieres admitirlo.

Dicho eso, se giró y caminó en dirección hacia la puerta de su auto, no me di cuenta que pensaba irse ya, hasta que lo vi abrir la puerta y haciendo ademán para entrar adentro. Observé la línea de su mandíbula endurecerse un poco.

- ¿Ya te vas? - Exclamé, sintiendo que quería preguntarle o decirle cualquier cosa para que retenerlo a mi lado. Todo lo que Nico decía siempre era tan enigmático y nunca parecía que tenía suficiente de él, quería saberlo todo. Me apresuré a hablar antes de que se fuera. - La fiesta apenas empieza, hay un montón de gente haciendo estupideces, te divertirás observándolas y Percy...

-¿Percy? - Repitió, quedándose rígido en su lugar. - ¿Él está aquí? ¿Qué hace aquí ese idiota?

Frunzo mis cejas y lo miro con desaprobación.

- Vaya forma de nombrarlo. - Recrimino. - Está con Luke, supongo, o al menos lo estaba antes de que Charlie lo secuestrara para beber tequila...

- ¿Percy?

- No, Luke. - Corregí paciente. - Él debe estar vomitando tequila por la nariz ahora mismo.

- Uno peor que el otro. - Rodó los ojos, suspiró y volvió a cerrar la puerta usando más de la fuerza. - ¿Sabes dónde está? Hablo de Percy, Luke me importa un cereal

- ¿Te quedas? - Pregunté, sintiéndome un poco mas esperanzado. En eso, nuevos gritos se escuchan cerca del lago, pero esta vez suenan distinto, otro tipo de ovación más salvaje y del tipo que alentaba peleas o decapitaciones como en un coliseo romano.

Compartí una mirada con Nico, sentía un mal presentimiento y por el suspiro cansino que soltó el azabache, adiviné que tenía mi mismo mal agüero.

- Cuando eres un imán de problemas... - Murmuró encaminándose en dirección al lago. - Estar cerca de un lago y bebidas no es lo más recomendable.

- Y no olvides, cerca de Drew Tanaka. - Bromee siguiéndole el paso.

- Oh cierto... - Musitó. - Mi padre tendrá un mejor chisme que de lo esperado, lo presiento.

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Dedicado a todos esos disques escritores que dicen escribir maravillas, pero por su exagerada confianza y egocentrismo, dejan de mirar dos veces lo que escribieron, y sus errores son tan monumentales como lo es el sarcasmo de Percy.

Dedicado a Montserrat736 por el hermoso mensaje en mi perfil y a mi sis 7.7, por su apoyo incondicional en mis momentos más extraños.

Preguntas, pensaba hacer algo así como hizo Rlk lo de las preguntas y todo eso ya que también me nominaron :v pero seria poca originalidad de parte... Peeeero, no se me OCURRE nada mejor así que... :v cualquier pregunta que tengan tirenla a lado de esta dulce banana🍌 è.è

Qué piensan que va a ocurrir ahora? Tipo Percy tiene un mal presentimiento...

Y algo que me causa mucha curiosidad, de que clase de trabajo piensan que habla Nico? Me siento tan intrigada como ustedes 7m7 yo no saber nada.

Y Dylan, se esperaban que dijera esas cosas? Que opinan acerca de su punto de vista?

Piensan que sonó sincero o falso?

7000 palabras! Cómo sintieron que fue el final del capitulo? Tuvo sentido para ustedes? Lancen teorías! Bye bye.

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