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Hambrientos de Luz

Coloqué mi bicicleta en el bicicletero (¿Creativo nombre,eh?) dejándolo allí luego de asegurarme de que el candado fuera seguro. Se sorprenderían la cantidad de ladrones de bicicletas que había cerca del instituto, realmente era ridículo cuando tenían un montón de otras motocicletas y coches lujosos que podrían hurtar a su disposición y dejar en paz a los pobres desgraciados como nosotros. Apenas y tenían algunos para comprarse una bicicleta y que otros vengan y se la roben era el colmo.

- Hey, Will. - Una voz conocida que procedía cerca mío me sacó de mis cavilaciones. - ¡Casi llegas tarde esta vez. -

- Hola Cecil. - Saludé a mi amigo, ambos chocamos palmas y nos dimos un medio abrazo. - ¿Alguna novedad?

Antes de que pudiera responderme algo detrás de mí llama su atención, el ruido que hace el autobús es estruendoso al estacionar en la parada y de allí junto con otras personas, sale Lou Ellen encontrándonos inmediatamente con su mirada y regalándonos una sonrisa amigable. Trae en sus manos una enorme caja y de su interior sobresalen alambres finos y pequeñas esferas que simulan ser planetas.

- Iré a ayudar a la señorita feminista. - Dice dándome un suave puñetazo en el hombro. - Observa y aprende para tus próximas conquistas, Solace.

Inmediatamente Cecil se apresura a llegar hasta ella para ayudarla con un ligero brillo en sus ojos que resulta ser demasiado obvio para cualquiera que le prestará atención. Detrás de Lou, baja el último escalón uno de mis compañeros de clase poseedores de unos muy bonitos ojos aguamarina que lamentablemente se veían obstruido por su pelo largo. Sus prendas eran holgadas y viejas, caminó con pasos apresurados en dirección al instituto y con la vista gacha en todo momento. El cierre de su mochila estaba abierta y sus cosas cuelgan peligrosamente detrás suyo, estaba apunto de advertirle cuando las voces enérgicas de mis amigos hace que viré hacia ellos y me olvide de él.

- Yo llevaré tus cosas, déjame ser un caballero, Lou. - Demanda Cecil intentando quitarle la caja de sus manos. - Luego te andas quejando de ser un desconsiderado, déjame que te ayude.

- Puedo sola... - Amonesta con mirada ceñuda, entonces como algo sobrenatural, el cartón debajo de la caja se abre por el peso y todas sus cosas se desparraman por el suelo. - Mierda...

Ambos se acuclillan y empiezan a juntar todas sus cosas antes de que alguien los pisará intencionadamente o tuviera la malicia de dañarlos a propósito, algo que definitivamente podría suceder con los alumnos problemáticos y niños de papis caprichosos que ingresaban al instituto.

Iba acercándome tranquilamente, el autobús vuelve a arrancar alejándose mientras tira humo negro y despreocupadamente dirijo mis ojos hasta allí. El autobús da lugar a un lujoso todoterreno pintado de color carbono y bajando del coche observo que se trata de otro de mis peculiares compañeros de clase. El todoterreno se aleja y él camino en mi dirección, es decir, iba hacia el instituto que estaba detrás de mí, claro, no junto a mí por supuesto.

Nuestras miradas se entrelazan en una milésima de segundos antes de que él aparte la suya desinteresadamente sin molestarse en saludarme, pero recuerdo que este comportamiento era habitual en aquel chico para sentirme personalmente ofendido. Él nunca saludaba, nunca sonreía, nunca hacia contacto directo con nadie (excluyendo a sus dos primos hermanos) y se mantenía lo más lejos posible de todos los estudiantes como si fuéramos un montón de zánganos sin importancia. No es como si me importará, no éramos amigos, y gracias al cielo tampoco enemigos.

- ¿No tendrás cinta adhesiva, Will? - Me pregunta a lo lejos Cecil. Asiento, y apresuró mi andar.

Estábamos cada vez más cerca, un metro, cinco pasos, nos cruzamos... Ocurre lo inimaginable, siento que sus ojos se posan en mi rostro por un efímero segundo, pero cuando lo miré por el rabillo de mis ojos él estaba ignorandome completamente con sus orbes oscuros teñidos de cansancio, y algo mucho más raro pasa a continuación cuando nuestras manos solo están separados por centímetros, siento de improviso una extraña presión en mi pecho y se necesita de todo mi auto control para no retorcer todo mi cuello y seguirlo con la mirada hasta la entrada.

Me agachó junto con mis amigos al mismo tiempo que sacaba cinta adhesiva de mi bolso y se lo pasaba a Lou. Lo agarró rechazando al mismo tiempo las manos de apoyo de Cecil y empezó a cubrir la tapa de abajo de la caja.

- Te ves sonrojado, Solace. - Soltó Cecil en tono pícaro. - ¿Acaso has visto a una linda chica y a tan tempranas horas de la mañana ya fantaseas con ella haciéndole un montón de cosas sucias?

- Déjalo en paz, pervertido. - Le regaña Lou, me echa un vistazo y sonríe con ironía. - No es Will si no esta sonrojado cinco veces al día. ¿Lo ves, Cecil? Así luce un chico bien alimentado, no como tú que siempre tiras hasta la lechuga de las hamburguesas.

- ¿Ha pasado cerca Silena? - Me pregunta ignorando a Lou. - Te entiendo hombre, esa chica esta que arde.

- Así es. - Musito sonriendo débilmente, apartó la mirada y la dirijo hacia las puertas del instituto. - Es muy caliente...

El timbre que avisa el inicio de las clases suena desde el interior del instituto, todos los estudiantes que aún estaban afuera charlando, bromeando y coqueteando animosamente empiezan a movilizarse velozmente para no llegar tarde a los últimos días de clases que eran esenciales para la calificación final. Los tres nos levantamos al unísono y seguimos a la multitud, no me había dado cuenta que me había puesto algo taciturno hasta que Lou me pregunto preocupada que me ocurría.

- Solo estoy pensando acerca de ese nuevo pedido de medicina que traerán hoy para el hospital. - Miento dándole un codazo despreocupado, ella alza una ceja incrédula. - Habrá mucho trabajo que hacer.

- Tal vez le impactó mucho la presencia oscura que paso cerca suyo hace rato. - Murmura Cecil moviendo sus labios en una sonrisa maliciosa. - Ya sabes Will, la nobleza no habla con los plebeyos no te sientas personalmente ofendido, de seguro ni ha notado tu brillante persona, o simplemente le importas un bledo.

- Pero mira que talento, deberías ser un consejero motivacional. - Rezonga Lou con puro sarcasmo goteando de sus palabras. - Y Nico Di Angelo no es de la nobleza, es solo un idiota...

- ¿Por qué repentinamente estamos hablando de él? - Interrumpí con desconcierto. - Él chico no me saludo al pasar a mi lado como un montón de otras personas del instituto, bien, no somos amigos ni conocidos, apareció de la nada a mitad de semestre y en tres meses solo he oído tres palabras salir de su boca. "Te enterraré vivo".

- Oh, recuerdo ese día. - Habla emocionado Cecil mientras caminamos por los pasillos con los demás alumnos. - Clarisse y sus simios trataron de coger a Di Angelo y bañarlo con agua de inodoro como Bienvenida, el chico solo esquivó a dos tipos enormes como si fuera Spiderman. Y Clarisse le dio la mano con respeto. Cool.

- Solo preguntaba, porque parecía que te dolió su rechazo. - Dice Lou mirándome fijamente. - Parecía que esperabas que te hablará.

- ¿Parecía eso? - Pregunté sorprendido, ella asintió convencida y alcé mis cejas reflexionando. - Habré estado... distraído pensando en otra cosa. - Y me apresuré a añadir. - No me dolió su rechazo, ni siquiera me he dado cuenta. Déjalo pasar, Lou.

- Distraído en las medicinas que llegarán hoy. - Me recuerda Cecil mi propia mentira, asiento y apartó la mirada inmediatamente.

Compartía la primera clase de Químicas con Cecil, llegamos y nos detuvimos en la puerta mientras que Lou tuvo que despedirse de nosotros para subir al segundo piso en dirección a su clase de Ciencias.

- Buena suerte en tu exposición, estuviste preparando todo eso un mes,  hubo días en que incluso dejaste de ver la luz del Sol. - Le digo apuntando a la caja y sonriendo divertido.  - Lo harás de maravilla, me encantaría estar en tu clase y darte ánimos con un cartel en manos en el fondo.

- Yo llevaría serpentinas y Champán barato para asegurar que el profesor Lewis se embriague y te ponga un diez. - Me apoya Cecil alzando un pulgar y pasando un brazo por mis hombros. - Y finalmente embriagarnos nosotros detrás de las gradas del campo de fútbol donde me declaras amor eterno.

Miró a mi amigo virando mi rostro lentamente con diversión por su movimiento audaz, está intentando mantener su sonrisa despreocupada pero estaba cayendo con cada segundo que Lou mantenía su silencio.

- Eso sería genial y vergonzoso. - Declara finalmente apiadandose de él. - Hablo del cartel y serpentinas, lo demás ni con todo el alcohol del mundo Cecil. En fin, nos vemos luego chicos.

- No te dejes intimidar. - Envío ánimos mientras arrastró a mi amigo dentro de la clase, aún sin rastros del profesor. Nos sentamos en las primeras filas como es lo habitual y me fijo en su rostro abatido. - Eso es un rechazo a todas luces. - Indicó balanceandome en las patas traseras de mi silla.

- Cállate y déjame unos minutos regodearme con este dulce dolor. - Susurra al mismo tiempo que cruza sus brazos encima de su mesa y esconde su cabeza en el hueco que forman. - Moriré solo y feo y pobre. - Suspira teatralmente un sollozo y lo dejo solo sabiendo perfectamente que dentro de unos minutos volverá a reír y bromear.

- ¡Hace tanto calor, este bombón esta a punto de derretirse! - Exclama una voz cerca mío con una exhalación exagerada. - Hey, Jason... Deja ese puto libro de químicas cerrado en la mesa en paz. ¡Me desesperas hombre!

Leo Valdez estaba en la siguiente fila de la izquierda, detrás suyo, estaba Jason Grace con su mochila ocupando el asiento vacío a lado suyo como una indirecta de que nadie podía sentarse junto a él. Leo intentaba quitarle el libro de las manos pero Jason arrastró su silla para atrás alejándose de él.

- Los exámenes comienzan este miércoles, deberías hacer lo mismo que yo. - Le recrimina con un severo ceño fruncido. - Tú más que nadie deberías estar estudiando para no repetir el año.

- Para eso están los copiatines, relájate. - Se dio cuenta que los escuchaba a hurtadillas, alzó una mano en saludo, con sus rizos castaños sobresaliendo detrás de sus orejas. - ¿Cómo estás amigo? 

- Apoyando a un amigo en su soledad.  - Apunte hacia Cecil aún escondido entre sus brazos consoladores. - Creo que ya está pasando por la fase de la aceptación.

- Ah, mi camarada. - Pone una mano sobre su pecho cerrando los ojos fingiendo pesar. - Comprendo su dolor más que nadie. Los feos debemos apoyarnos en estos tiempos de escasez de lindas e ingenuas chicas.

Me reí abiertamente ante sus palabras, a lado mío, Cecil gimoteo y soltó algún tipo de maldición al mismo tiempo que intentaba acertarme un golpe inútilmente, me alejé de sus débiles puños fácilmente. Repentinamente, dejé de reír, sentí de nuevo aquella extraña sensación de ser vigilado miré de un costado a otro sin encontrar nada y justo cuando miraría hacia las filas del fondo...

- Buenos días a todos. - La profesora Martha entró por la puerta apresuradamente, dejó su cartera y libros en su escritorio y antes de escribir en la pizarra dándonos un maratón de problemas de química, fulminó a Valdez y a sus piernas que descansaban encima de la mesa libre de Jason.

- Buenos días, profesora, hoy se ve encantadora con ese nuevo polvo qe ha utilizado. - Halaga en tono pícaro, a la vez que Jason empuja sus piernas y caen contra el suelo en un estrépito. - Realmente es un producto efectivo, hasta parece que hace milagros, me conseguiré uno de esos y apuesto que lucire mejor que Zac Efron.

Un clamor de risas se levanta entre mis compañeros pero inmediatamente enmudecen cuando observan que el rostro de la profesa va oscureciendose con molestia poco a poco. Entrecierro los ojos en su dirección en advertencia y él simplemente se encoge de hombros sin entender y Jason poniendo los ojos en blanco.

- Siga así, Valdez. Y me encantará hacer que repita el año hasta que tenga cincuenta años. - amenaza y se da vuelta hacia la pizarra con tiza en manos. - Empiecen a copiar, es tema de examen.

Cecil había empezado ya a copiar en su cuaderno los problemas que empezaban a acumularse rápidamente en la pizarra con evidente desgana y fastidio. Los minutos se hicieron largos, mientras solo se oía el susurro de los lápices sobre las hojas de los cuadernos e incluso el rozar de uñas por el cuero cabelludo con frustración buscando las soluciones.

- Cuantas veces te he dicho, harás que me salgan canas verdes algún día. - Refunfuñaba la profesora, se había sentado a lado de Leo para explicarle pacientemente que debía hacer, pero como todos los profesores con respecto a Valdez ahora utilizaba el borrador con furia por el cuaderno. - Tú y Perseo Jackson, parece que vienen al colegio solo para calentar las sillas y Joder.

- Pues sí eres un estúpido no hay mucho que puedas hacer. - Dice Taylor desde su asiento en voz alta para todos. - Más que mirar la pizarra con cara de idiota y esperar a que te hable.

Su compañero de alado, Karl suelta  soniditos de cerdo con la nariz mientras se carcajea exageradamente, este chico no me caía bien, era sinceramente repugnante con su mirada alelada y dientes llenos de sarro. Yo al igual que muchos de mis otros compañeros giramos en dirección de Percy esperando ver algún tipo de reacción iracunda, no me sorprendió del todo que tuviera las mejillas sonrosadas de ira y sosteniendose de su silla con fuerza hasta que sus nudillos se pusieran blancos. 

- Sabe que si vuelve a meterse en una pelea frente a un profesor lo van suspender. - Me informa Cecil refiriéndose a Percy. - No va a arriesgarse a echarlo a perder a dos semanas cerca de las vacaciones.

- ¡Ehh, estúpido! ¿Eres tan estúpido que ni siquiera entiendes cuando te dirigen la palabra? - Se mofa Taylor conteniendo una risa burlesca. Algunos de nuestros compañeros se unen a su risa y otros simplemente lo ignoran. - Lamentable tú situación, gamberro.

El rostro de Percy se puso bruscamente pálido ante ese último apodo, el cambio fue tan radical que no paso desapercibido por nadie que le prestaba atención. Sus pies empezaron a rebotar nerviosamente y puso una mirada aterrorizada y desconsolada que retorció algo muy profundo en mí. Antes de que esos dos abusivos pudieran usar este nuevo punto débil conocido, me enfrente a ellos ignorando la mirada alarmada de Cecil.

- Más lamentable es que seas un estúpido y no puedas reconocerlo. - Escupí, todos alrededor movieron sus cabezas como un resorte sorprendidos por mi arrebato. - Da lástima verte creyendote la gran cosa.

- ¡Will Solace! - Exclamó la profesora levantándose de su asiento y mirándome ceñudamente. - Una advertencia, una.

Sabía que ella no haría nada para perjudicarme, porque perjudicarme a mí era perjudicarse ella misma con la supuesta relación que ella soñaba obtener con mi padre, si supiera que Apolo era amable con ella solo para conseguir los boletos de primeras filas en los partidos de los Yanquis, ya que su padre era uno de los supervisores del lugar. 

- Estaban molestando a Perseo. - Reclamo indignado pero ella me interrumpe con brusquedad.

- Ese no es motivo para insultar a su compañero, cada quien resuelve su propios problemas y al no lograrlo solo confirma su inutilidad. - Dice con voz neutra sin rastros de empatía. Me he quedado completamente mudo por el estupor, siento que Cecil a escondidas me estira de mi camiseta como advirtiéndome que seguir guardando silencio. - El más fuerte pisotea al débil, y si reconoces que eres frágil al menos deberías estar estudiando con más ahínco para progresar y resaltar entre los demás. Si ni siquiera eres bueno en los estudios, lamentablemente estás destinado a fracasar y a la humillación.

- ¡Probablemente Perseo termine recogiendo basura para comer y durmiendo debajo de un puente! - Grita Karl exaltado, comenzando a carcajearse y de repente, suelta un alarido de dolor que nos pone los pelos de punta a todos. - ¡MI OJO! ¡Me quedaré ciego, ayúdenme!

La profesora se había quedado tan absorta por unos segundos que se quedó tiesa parada enfrente de mí, un bolígrafo de punta fina descansaba cerca de los pies de Karl mientras el desgraciado chico lloriqueaba de dolor y apretaba su ojo dañado con las dos manos como tratando de detener el dolor.

- ¡¿Quién fue?! ¡Respondan ahora mismo! - Exigió la profesora Martha pero nadie sabía a quién deberían culpar, todo había sido tan repentino distraídos en su falso sermón acerca de la debilidad, se acercó hasta Karl y lo agarró de los hombros para ayudarlo a llevarlo en a enfermería. - Tranquilízate, todo estará bien. Pronto pasará. - Intenta calmarlo, luego se dirige a nosotros con frustración. - Damos la clase terminada por hoy, voy a averiguar quién fue. Ay de ustedes cuando sepa el responsable de esta bazofia.

Poco después que ellos se habían marchado con Taylor detrás de él luciendo visiblemente temeroso de ser el siguiente afectado si se quedaba en la clase, los demás alumnos se levantaron de sus asientos y salieron de la clase conversando entre ellos animosos y discutiendo acerca de los posibles culpables.

- Salió mejor de lo que esperaba. - Murmura Cecil volviendo a su habitual optimismo y buen humor. - Vamos, muero de hambre y si tenemos suerte podemos supervisar a Lou desde la ventana de su clase. ¿Deberíamos hacerle carteles de apoyo?

No respondí inmediatamente, estaba sentado de costado en mi silla y miraba por el rabillo de mis ojos las últimas mesas del fondo con facilidad ahora que los demás se habían marchado. Perseo estaba sentado en su asiento, con su mochila en manos tratando de cerrar la cremallera, al parecer el cierre se había descompuesto y se mantenía muy concentrado en su trabajo ignorando a la presencia de prendas oscuras a su lado. Súbitamente sentía que estaba en todas partes, llenando mi campo de visión con su figura elegante y delgada, lo estudie abiertamente, siguiendo la línea dura de su mandíbula, tenía una nariz ligeramente respingona con sus pestañas oscuras y cejas perfiladas.

Él chico oscuridad, ya que hasta sus prendas eran negras, miraba a su primo luchando contra el cierre, y noté ligera preocupación y fastidio, y entonces sus ojos viraron como dos lunas oscuras hambrientos de sentir y llenarse de la calidez del magnífico Sol, sus ojos me absorvieron completamente dejándome sin respiración.

- ¡Will, te estoy hablando! - Cecil se pone delante mío, inclina su rostro para que solo lo miré a él e instintivamente trato de mirar detrás de él estirando el cuello casi con ansiedad. - Estás actuando muy raro hoy, amigo. - Protestó con una mueca desconcertada. - Miró detrás suyo, Percy seguía sentado allí pero ahora se encontraba solo. - Déjalo en paz, algo de razón debemos darle a la profesora Martha, debe aprender y buscar la forma de resolver sus propios problemas.

- Eso no significa que no podamos darle una mano. - Murmuró, me agachó a un lado de mi silla y agarró mi mochila, veo pasar desde la comisura de mis ojos una vans oscuras, al alzar mi mirada lo último que veo de Nico di Angelo es su mochila rebotando contra su espalda ancha con cada zancada apurada que daba. Y en sus dedos balanceaba el bolígrafo que había golpeado a Karl

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- No me digas que sigues con esa tonta dieta, Lou. - Inquiere Cecil con voz teñida de rabia. - Voy a ir a traerte una hamburguesa con doble carne y meterla en tu boca ¡aunque te resistas, te la vas a comer!

Estábamos sentados en una de las tantas mesas de la cafetería, el sol entraba a raudales por las ventanas y una gran cantidad de estudiantes estaban utilizando sus cuadernos para darse algo de viento, otros habían comprados refrescos helados y se pegaban en la cara o en el cuello la botella fría, y algunos más desafortunados sudaban rápidamente y manchaban la tela debajo de sus axilas. Cecil se había levantado dispuesto a conseguir lo que había dicho pero antes de alejarse, Lou puso una mano en su hombro e hizo que se sentará nuevamente en su asiento. 

- ¡No es por la dieta, no te atrevas a moverte un paso! - Explica con fastidio, picotea una vez más sus galletitas saladas y habla con más calma. - En serio solo no tengo apetito hoy, eso es todo. Tal vez sea por la ansiedad de la exposición de hoy o los exámenes finales que se avecinan.

Se encoge de hombros apartando la vista hacia un punto cualquiera,  Cecil me mira apenas conteniendo su desencanto y tratando de hacerme entender que le insistiera acerca del tema y a hacerla entrar en razón, no hacía falta que lo hiciera. Yo también estaba harto de su comportamiento acerca de su figura. Lou Ellen era, algo grande de huesos, es decir algo regordeta para los altos estándares de la sociedad y las arpías como Drew Tanaka. En una de las clases en donde nosotros no estábamos con ella y no pudimos protegerla, Drew con clara envidia por su ingenio en sus trabajos de Ciencias, se había acercado y dicho que era una: "gorda asquerosa que nadie soportaba verla por lástima". Normalmente, Lou habría atacado con doble de fuerza en su respuesta pero Drew había adivinado un punto débil y la dejó muy mal parada, y desde ese día ella se escondía con camisetas y jeens holgados aunque siempre repetía que no estaba afectada.

- Espero que no hayas tomado en serio las palabras de Drew Tanaka, Lou. - Le advierto con seriedad dejando de lado mi manzana. - Porque sería ridículo, que a ti te convenza las estupideces de esa... esa... - Busco las palabras más amables posibles para referirme a esa persona desagradable, pero Cecil se me adelanta sin rodeos.

- A esa golfa anoréxica, esa tabla de planchar. - Suelta e involuntariamente hago una mueca incómoda, no estaba muy acostumbrado a llamar a otras personas por nombres tan vulgares por más monstruosas que sean. Simplemente no nacían de mi interior. - Dilo sin miedo, con pasión Will. - Dice dirigiéndose a mí, luego vuelve a hablarle a nuestra amiga adoptando un tono dulce. - Tú eres hermosa tal y como eres, tienes un atractico cuerpo de mujer, y además una muy bonita cara por la cual presumir, sin ninguna imperfección como esos granos que ella intenta esconder desesperadamente ñ con maquillaje. Tú eres naturalmente bella, y lo sabe. Quiere que te escondas y te deprimas. ¡No dejes que se salga con la suya!

Me quedó realmente impresionado por sus palabras tan conmovedoras y llenas de sentimiento por Lou Ellen quien normalmente no era bueno dando ánimos. Echando un vistazo a Lou, sabía que Cecil se había ganado una gran cantidad de buenos puntos a su favor, ambos se miran fijamente olvidándose completamente de mi presencia, los ojos verdes de ella brillan como un césped con reciente rocío y los de él se endulcifican calidamete.

Sonrió con picardia tratando de ni respirar con demasiada fuerza para no interrumpirlos, sin embargo todos quienes estaban sentados en las otras mesas se levantan abruptamente como emocionados y algunos gritan acercándose a la ventana más cercana y otro grupo salía por las puertas de la cafetería al patio.

- ¡¿Qué sucede?! - Se exalta Lou, con ligero sonrojo en las mejillas que va desapareciendo lentamente. 

Los hermanos Stolls vienen corriendo en mi dirección seguro para curiosear como el resto y justo cuando se cruzan conmigo detengo a Travis sujetándolo del brazo, él trastrabilla y me mira con sorpresa y ansioso.

- ¿Qué es lo que ocurre? - Le preguntó intrigado. - ¿Qué están mirando todo el mundo?

- ¿No es obvio? Hay una pelea en el patio. - Me dice rodando los ojos con tono lleno de obviedad. - Le están dando una golpisa a Jackson, debemos apresurarnos antes que nos perdamos la diversión. - Se zafa de mi agarra y va corriendo junto con su hermano que grita alentando la batalla como el resto.

Me giro hacia mis amigos que están mirándome con las cejas levantadas pero nada sorprendidos por la noticia.

- Ese chico si que sabe meterse en problemas. - Resopla Cecil en tono divertido. - Es como un imán de problemas a donde vaya.

- Los Trillizos Thompson le están dando la tunda de su vida. - Chilla alarmda una  chica con pecas en el rostro, con pelo enrulado y pelirrojo. - ¡Están siendo injustos! ¿Nadie va a detenerlos?

- ¡¿Will?! - Escuché el grito de advertencia de mis amigos detrás de mí, pero yo ya estaba haciéndome camino entre la masa sudorosa de estudiantes que obstruian la puerta. - ¡Will, para!

Las personas han hecho un círculo grueso en mitad del patio, vuelvo a ingeniarmelas para poder llegar hasta el frente aguantando el hedor de axilas apestosas y sudor que se resbala en mis brazos. Nunca le había encontrado algo negativo al verano pero supongo que esta podría ser una de ellas.

Al llegar al frente, me encuentro con la batalla más injusto que era digna y común de los hermanos Thompson pertenecientes al ultimo curso que se graduaría con suerte este año, imaginé que este acto era como una despedida bizarra de los días de colegio. Víctima: Percy estaba desparramado en el suelo, agitándose con dolor. Uno de ellos, Fray estaba sentado encima de su espalda riendo y Finch apretaba su cabeza contra el suelo con su pie mientras le gritaba insultos. Percy no podía hablar, creo que hasta no podía respirar por su nariz aplastada contra el césped. Cada parte de mí se llenó de indignación y furia cuando observé a mi alrededor a todos nuestros compañeros animar la pelea sin atisbo de preocupación por el chico tímido de ojos verde mar.

- ¡Ya basta se esta asfixiando! - Les grité a los Thompson, pero ninguno de ellos se preocupo por mí. Supongo que mi aspecto no era muy amenazador que digamos. - ¡Deténganse de una vez!

Entre la multitud visualice a Jason Grace, estaba pálido con los ojos abiertos como platos y aterrorizado, pero, él no movía ningún solo músculo para ayudar a su primo, estaba como una estatua allí lleno de indecisión y pánico. ¿Cómo podía ignorar simplemente todo esto?

- ¡¿Jason?! - Lo llamé, pero por el barullo de los demás no me había escuchado o simplemente optó por ignorarme.

- Come gusanos muerto de hambre. - Le gritó Finch y cerré mis puños y cargue hacia ellos.

Sentí una mano estirar mi camiseta detrás de mí pero me zafé con un movimiento brusco y luego oí a Cecil gritandome que me quedará apartado de la pelea. No podía, simplemente mirar sin hacer nada, algo en mi interior me ordenaba que no fuera uno más del montón. Justo cuando estaba a punto de empujar a Finch, una figura alta se interpone en mi camino y me empuja con tanta fuerza que caigo al suelo sobre mi trasero y mis anteojos también terminan en el suelo cerca de mis manos.

- Quédate allí pequeño entrometido. - Me gruñe Trey Thompson, sus músculos son gigantescos y siendo sincero conmigo mismo, habían logrado su cometido. Intimidarme. - Luego te daremos tu parte, ya que has intentado meterte en nuestra diversión. Nos divertiremos contigo más tarde.

- ¡Dejenlo en paz! - Demande en un impulso que yo mismo me pregunté de donde mierda había salido. Estaba cagado de miedo, no me gustaba sentir dolor y no había medicinas cerca, ni obstante, tenía que actuar pues la impotencia de no hacer nada sería mucho más doloroso - Lo único que demuestran son su cobardía, ¡sueltenlo! ¿Por qué hacen esto? No lo entiendo, él no molesta a nadie ni se entromete con ninguno de ustedes.

Trey sonrió, retrocedió sin apartar su mirada en mí y cuando llegó hasta Percy me dijo con mofa.

- Observa como me importan tus palabras, marica. - Alzó un pie y cerré los ojos automáticamente cuando pateó a Percy en el estómago. El chico soltó un quejido retorciéndose. - No necesito una razón para divertirme.

- Una vez más. - Le pide Finch haciendo más presión en su cabeza.

Trey alza una vez más su pierna para acertarle otro golpe y antes de que pudiera gritar que se detuvieran. Por el rabillo del ojo, veo que la multitud se abre como una marea, una ola violenta. Luke Castellan viene corriendo con mirada neutra y helada , sujetando su mochila con las dos manos como si fuera un arma imponente. Mueve los brazos tomando impulso, sus pies están en perfecta posición e impacta la pesada mochila en la parte trasera de la cabeza de Trey.

Me quedó quieto como un espectador como todos, viendo como Trey es lanzado por el golpe hacia un lado, cae de rodillas en el suelo y antes de que se ponga en pie nuevamente Luke le da otro golpe justo debajo de la barbilla con su pie, con una patada digna de un bailarín experimentado reconozco asombrado.

Todos enmudecen y dan instintivamente un paso hacia atrás temerosos por el nuevo individuo sumamente peligroso que ha retado a los bravucones,  los dos hermanos Thompson miran atónito a su hermano lloriqueando en el suelo, sueltan a Percy y ambos le dan toda su atención a Luke.

- No te metas, Luke. - Masculló Percy escupiendo y limpiando la tierra de sus labios. - Puedo con ellos, puedo hacerlo.

Perseo se endereza y lo único que logra  es sentarse mientras se toca el estómago soltando un bufido de dolor, Luke se da cuenta de cada mueca dolorosa que intenta ocultar, y con eso una máscara helada ha caído en su rostro y ahora era un chico peligroso y letal con ansias asesinas. Suelta la mochila que aún sujeta  con una mano y cae al suelo con un sonido sordo, tengo la extraña sospecha que en el interior de su mochila podría haber un montón de rocas o ladrillos, fijándome atentamente en lo abultado que parecía.

Luke sonríe con frialdad, sus ojos son calculadores y hace sonar sus nudillos de ambas manos al mismo tiempo con sus pulgares.

- Genial. - Murmura, se inclina ligeramente como un Leopardo. - A mí también me encanta la diversión.

Entonces, él ataca.

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Hola queridos lectores, espero que les haya gustado, aquí está el bonito Percy y su mejor amigo siendo como verdaderamente es. Comenten mucho y voten, llenan el cora de esta chica de felicidad :3
5000 palabras. Wow.

Hajakskd amenlo >:V ok no. >:3

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