
El clamor de sus voces.
Era período de clases. Esa era una de las razones por la que los pasillos se encontraban completamente desérticos en este momento, iba caminando con mis pasos haciendo eco y esquivando estratégicamente; agachándome de vez en cuando al pasar cerca de una ventana para pasar desapercibido por los profesores.
En mis manos llevaba la camisa que había sacado de mi mochila y que ahora se dirigía a ser utilizada por otro individuo. El hecho de que Nico usaría mi camisa, no causaba ninguna clase de estragos en mí, por supuesto.
De vez en cuando, apretaba la camisa contra mi pecho con nerviosismo, y también la había olisqueado a escondidas, temeroso de que pudiera haber adquirido un olor extraño o incómodo al ser guardada en un largo tiempo. Sin embargo, más allá del ligero olor como de una bata farmacéutica por culpa de los antibióticos que escondía en mi mochila. Estaba limpia y decente para ser entregada.
Nico se había quedado encerrado y escondido en las regaderas de los hombres, los de Natación habían terminado sus clases como hace horas y nadie pasaría por allí hasta el día siguiente, brindándonos la valiosa privacidad que Nico requería.
Llegue hasta la puerta, mi mano se quedó extendida unos segundos con indecisión sobre el picaporte, pero luego regañándome mentalmente por mí extraño comportamiento, abrí la puerta y lo encontré sentado en uno de los bancos mirando aburrido su teléfono.
- Encontré una camisa, aunque espero que no te moleste el color. - Murmure en voz baja, acercándome hasta él tímidamente mientras guardaba su celular. - Somos casi de la misma complexión, así que creo que te quedará bien.
Sin decir nada, agarró la camisa entre sus manos y la estudio minuciosamente, luego alzó los ojos hasta los míos con cara de póker. Tenía el ligero presentimiento, de que tal vez le disgustaba un poco la idea de ponerse una camisa color verde agua, con pequeños dibujos de Laureles desperdigados por toda la tela.
- ¿Tú lo compraste? - Preguntó con voz aburrida. - No tienes buen gusto.
- Fue un regalo de mi padre. Además, teniendo en cuenta el tipo de ropa oscura y aburrida que usas. - Contraataque con una ligera chispa de irritación y valentía. - No me sorprende que no sepas apreciar una buena camisa.
Nico alzó fugazmente una ceja, curvo sus labios en una mueca de disgusto y diversión, y luego empezó a quitarse su camiseta desgarrada. Mis ojos se movieron por todos lados sin saber donde detenerse.
- Supongo que no hay de otra. - Dijo rindiéndose, hizo una bola de su camiseta rota y la lanzó en el fregadero. - Tendré que sufrir mi penitencia desgraciadamente.
Entonces mi corazón empezó a latir desbocado en mi pecho, parecía un tipo de monstruo queriendo salir de mi tórax para explotar en un mini bin bang deslumbrante y destruir a todos y al resto de la población estudiantil con todo el edificio. Mis ojos se habían detenido en un solo lugar, y ahora no podían despegarse del cuerpo de Nico Di Angelo. Simplemente mirarlo era un acto placentero y maravilloso.
Él no era exageradamente musculoso, pero tampoco era tan delgado, su cuerpo se ondulaba y se marcaba adecuadamente en los lugares ideales, su piel tersa se veía tan tentadora para mis dedos que se retorcían detrás de mí espalda por querer tocarlo. Era como ver una obra de arte por la cual sin poder evitarlo, quisieras pasar tus dedos delicadamente por el marfil para comprobar la realidad de su perfección.
- ¿Sabes? Es la primera vez que te veo haciendo contacto verbal con otras personas. - Comenté en voz baja, solo buscaba hacer conversación con él y volver a oír esa cadenciosa voz exótica. - Incluso pensé que aún no sabías hablar libremente el inglés.
(N.A: Tipo, todo esta escrito en español pero vamos a fingir que hablan en inglés :'v)
Me ignoró absolutamente y con éxito, una chispa de desilusión cayó en mí. No es que Nico me gustará, era solamente que era increíblemente apuesto hasta parecer sobrenatural e incluso yo, siendo un hombre no podía evitar estudiarlo.
Me dio la espalda para poder vestirse, y tuve una vista completa y sin restricciones de su espalda torneada con rasguños a lo largo de su piel. Cosa que inmediatamente hizo que me llegará imágenes de él... Acostado en una cama, desnudo, uñas incrustándose en su espalda y el chirrido de una cama a causa de cuerpos moviéndose.
- Mierda, ¿es en serio? - Di un respingo asustado cuando maldijo repentinamente, por un momento pensé que había adivinado mis indecentes pensamientos y se dirigía a mí para golpearme, todo mi cuerpo se puso rígido. Luego vi que sus dedos se movían con exasperación sobre uno de los botones de la camisa.
- ¿Qué es? - Me apresuré a ponerme delante de él. - Oh, se te atoró un botón con un hilo suelto.
- Es culpa de tu estúpida camisa. - Bufó frunciendo el ceño tan profundamente, que pensé que quedaría allí de forma permanente. - Ahora supuestamente, ¿esto significa que ahora caminaré por los pasillos pareciendo un idiota que no sabe colocarse los botones de una camisa?
- Oye, tranquilo Rey del drama, Zeus querrá lanzarte un rayo por querer robar su título si no te calmas. - Sus manos hicieron un ultimo intento y luego cayeron rendidos a su costado. - Déjame ayudarte. - Le pedí, pero mis manos alzadas se quedaron quietas enfrente de su pecho, esperando por su aprobación. Mientras que una escena se repetía en mi mente, advirtiéndome de las consecuencias si actuaba impulsivamente.
Trey lo elevó hasta dejarlo en puntillas agarrándolo de la tela de su camiseta color gris. Con la misma velocidad que lo había cogido, las manos de Nico salieron disparadas en fugaz por debajo de los brazos de Trey y los golpeó para liberarse, volviendo a su lugar con rostro inmutable.
- ¡Oye, no me toques con tus sucias manos! - Gruñó Nico con enojo, y luego para rematar agregó. - Mi fa cagare"
- Es tu camisa después de todo. - Respondió Nico desinteresado, dándome luz verde. - Deberías saber cómo resolverlo.
- No es para tanto. - Musite rodando los ojos, agarré el botón y el otro lado de su camisa cuidadosamente, empezando a desenredar el nudo, evitando a toca costa tocar su piel. - Solo eres muy impaciente, esa fue una de las razones por la que lanzaste a Trey como si fuera un saco de huesos viejos.
- Estaban molestando a mi primo, no podía quedarme sentado sin hacer nada como el estúpido de Jason Grace. - Dijo con un poco más de fuerza en la voz, como si esperará que yo le contradijera. - Además, no es que tú hayas podido lograr la gran cosa con tu pobre intento de distracción con palabras amables. También salve tu trasero. - Agregó con arrogancia.
- Sí, tienes toda la razón. - Contesté tranquilamente, sentí sus ojos escrutando mi rostro. Y automáticamente sentí que mis mejillas se sonrojaban por la vergüenza de ser estudiado desde tan poca distancia. Y por otra razón que no reflexione mucho por el nerviosismo.
- Te lanzaste a por ellos como si fueras un experimentado espadachín de antaño, sabiendo perfectamente que no lo eres. - Habló con desconcierto y un matiz de fastidio, se acercó unos centímetros más cerca de lo que ya estaba, causando que mis dedos se tropezaron por el nerviosismo. - ¿Por qué? Al contrario que tú, yo si tenía una razón, Percy es mi primo hermano, ¿pero tú? Tú ni siquiera eres su amigo, jamás te he visto hablar con él.
Tragué saliva antes de abrir mis labios y contestar, manteniendo mis ojos fijos en mi tarea con temor a lo que sentiría si lo miraba directamente a los ojos a tan poca distancia. ¿Por qué estaba tan nervioso? Éramos dos chicos en una habitación, no debería ponerme tan inquieto... Hacer esto era lo normal para todos los chicos, normal que un chico viera el pecho desnudo de otro chico guapo.
- Supongo que por la misma razón que me diste. - Me encogí de hombros, me sentía tambaleante. - No podía quedarme parado sin hacer nada, aún cuando no lo conozco del todo, ayudarlo también me da una pequeña paz mental de, "Al menos lo intenté".
- Eres un altruista. - Soltó muy cerca de mi rostro. - No me caen bien los de tu tipo.
Finalmente, logré desatar el nudo del botón con el hilo y solté involuntariamente un largo resoplido de alivio.
- Listo. - Me dispuse a alejarme cuando repentinamente, se acercó hasta agachar su rostro para observar mejor el mío. Mis ojos se abrieron de par en par y pensé que iba a morir aquí mismo de un ataque cardíaco.
- ¿Por qué estás tan sonrojado? - Su voz fue grave, y sus ojos negros contenían un montón de sentimientos indescifrables.
Me alejé al instante, casi tropezándome con mis propios pies, me sujete del fregadero detrás de mí y fruncí el ceño con confusión mientras buscaba alguna excusa factible en mi mente. Ni yo mismo sabía la respuesta a esa pregunta.
- Es... Hace calor, estuvimos mucho tiempo bajo el sol allá afuera. Debió hacerme mal. - Explique sin apartar mis ojos de los suyos, dejándole ver mi 50% de honestidad. Traté de distraerlo. - En todo caso, ¿por qué molestan tanto a Percy? Es injusto, él no hace daño a nadie, no se mete con nadie, ni habla con NADIE, literalmente es la persona más inofensiva del instituto. - Demande, subiendo el tono de voz cada vez más alto por la indignación. - ¿Cuál es el afán de los Thompson, y de los otros, de molestarlo tanto? Como si fuera algún tipo de alimaña con lo que todos juegan a ver quién lo destruye primero.
Nico me miraba atentamente con curiosidad mientras terminaba de colocar todos los botones en sus agujeros, entonces, se acercó lentamente hacia mí. Su andar era elegante, como proveniente de otro tiempo en el que los caballeros aún hablaban con formalidad y cortesía. Por un momento pensé que hasta me daría una ligera inclinación respetuosa en agradecimiento, pero luego recordé que solo era un adolescente gruñón.
- Esa pregunta es tan ridículamente fácil de contestar, que me estoy preguntando seriamente si es acaso un tipo de ofensa directa a mi inteligencia. - Se detuvo a escasos centímetros de mí, un aliento seductor separaba nuestros cuerpo sin tocarse. Todo mi cuerpo se sentía muy acalorado súbitamente.
- No es una ofensa. - Musite hipnotizado, estaba tan cerca, podía ver sus imperfecciones, pero Nico parecía haber sido esculpido por artistas bendecidos por los Dioses. - Yo simplemente no lo entiendo.
- Es simple. - Sentencia con voz clara y firme, sin ningún tipo desliz de cualquier inseguridad. - Es porque los Thompson son unos miserables, y una persona miserable solo es feliz, cuando hace a otra persona más miserable.
Estábamos tan cerca, alzó su mano y se dirigió en mi dirección, y entonces... Agarró la parte trasera de mi cuello, jaló de mí con brusquedad hasta que nuestros labios se encontraron en un beso frenesí y caliente, en el que no podía detenerme ni un segundo. Con mi respiración saliendo entrecortadamente en el breve espacio en que nuestros labios se despegaban y...
- Realmente estás muy rojo. - Murmuró Nico, con su rostro muy cerca y su respiración cálida chocando contra mis labios secos, había estirado la mano por debajo de mi brazo para solo coger su remera que estaba tirado sobre el fregadero que utilizaba como apoyo. - Deberías ir a revisarte con un doctor.
Para mi paz interior y extraña desgracia, Nico retrocedió lejos de mí y giró sobre sus pies en dirección a la salida sin haber hecho nada de lo que mis ensoñaciones avisaron. Yo aún me encontraba tieso en mi lugar y sentía como si nunca volvería a pestañear nuevamente, mis ojos estaban totalmente abiertos por el estupor de lo que había fantaseado solo unos segundos.
- Te devolveré la camiseta... - Empezó él, pero lo interrumpí de inmediato con una voz vergonzosamente aguda.
- No es necesario. Te la puedes quedar. - Dije mientras lo miraba (ocultando mi decepción) abrir la puerta y ya con un paso fuera de la habitación. - No la necesito.
- Como quieras. - Y justo cuando estaba a punto de cerrarla, su voz se introdujo por la pequeña rendija que había dejado hasta llegar a mis oídos. - Por cierto, deberías mantener las manos sobre el manubrio mientras manejas tu bicicleta, o quedarás con un tatuaje del asfalto en tu cara. - Repentinamente, su voz cambio a un tono más juguetón. - Tómalo como un consejo para facilitarte las cosas, para cuando quieras conseguir novio.
- ¡Gracias, tendré en cuenta tu consejo! - Contesté con voz alegre y jovial, escuché una suave risa baja y luego Nico cerró la puerta detrás suyo.
Inhale profundamente para calmarme, y conseguir finalmente controlar mi respiración, vaya... Era como si hubiera estado corriendo de una horda de guerrero romanos por horas. Me separé del fregadero, apenas había dado el primer paso al frente y mi pierna instantáneamente falló al sostener mi propio peso y casi caigo estúpidamente hasta el suelo. Logré estabilizarme con dificultad, mis piernas de gelatina no ayudaban mucho.
- Todo está bien. Nada pasa. - Comencé como un mantra, me giré hacia uno de esos espejos y me encontré cara a cara con la vergüenza. Todo mi rostro estaba completamente rojo como un tomate, nacía desde mi cuello hasta la coronilla e incluso el sonrojo cubría una parte de mi nuca. - Quiero morir. - Solté en un lamento, y como si no fuera suficiente sufrimiento, mi mente se encargó de hacer este día absolutamente más vergonzoso a un nivel catatónico, haciéndome recordar y repetir lentamente las últimas palabras de Nico Di Angelo.
- Tómalo como un consejo para facilitarte las cosas, para cuando quieras conseguir novio. - Mi mente alelada, luchando a la vez por recobrar todas su neuronas pérdidas, gira alocadamente en torno a una sola palabra que es pintada en rojo sangre en mi mente y deja mi rostro completamente pálido.
Novio... Novio. Él había dicho novio. No, novia. Como novia por ser chica, dijo novio por chico. Novio es igual a chico y yo soy chico. Chico con chico. Yo con chico. Entonces quiso decir que...
- ¡ESPERA UN MOMENTO! - Chille escandalizado, poniendo las palmas de mis manos contra mi mejilla como la pintura de "El grito". Mis pies se apresuraron hasta llegar a la puerta y al abrirla, me encontré con un pasillo concurrido de alumnos dirigiéndose a sus casas. ¿Cuántos minutos habíamos permanecido aquí encerrados? - Tuvo que equivocarse, tuve que hacerlo.
Cerré la puerta lentamente. Eche un gruñido áspero de exasperación, lo iba a superar como sea, tal vez solo bromeaba, no habrá querido decir nada más con eso. No tenía el porqué de torturarme con hipótesis.
- Estúpido, Di Angelo. - Frunciendo los labios disgustado, abrí una de las canillas para echarme agua por la cara y despejarme definitivamente. - Voy a mantenerme bien lejos de ti. - Asentí para mi mismo, dándome valor de salir afuera a enfrentarlo si lo veía de nuevo. Mantener las distancias, eso haría, porque categóricamente, las cosas que provocaba ese tipo en mí. No podían ser para nada buenas ni sanas.
Aunque se sintieran tan bien.
~~~~~
- El ex diputado Thompson, ha salido de la cárcel completamente impune de todos los cargos en contra suyo. Es importante recalcar, que no volverá presumir tal cargo sin importar las influencias que pueda llegar a utilizar. - Decía una reportera afueras del edificio de la Corte suprema de Justicia. - Tales resultados de nuestro organismo judicial, solo demuestra su incompetencia, y a personas vendidas por más que quieran negarlo. Es claro lo que ha ocurrido.
Thompson... ¿El padre de los trillizos y Dylan? Pensé detenidamente.
- ¿Has oído? Dicen que es el jefe de la mafia en New York. - Comentaba una enfermera joven a uno de sus pacientes que miraba la televisión con rostro angustiado. - Solo por eso ha logrado salir de la cárcel bien libre, a pesar de que lo cacharon en un prostíbulo que era de su propiedad según los papeles municipales.
- Estas son personas muy poderosas. - Le respondió la señora Claire, con voz grave. - Solo personas de su misma clase podrían acabarlo. Personas de su mismo mundo oscuro, ellos se burlan de la policía cariño. - Me vio llegar con un bandeja de sopa de verduras, sonrió al instante y me saluda cordialmente. - Buenos días rayito de mi sol.
- Buenos días Señora Claire. - Dejé la bandeja en la mesa y luego la miré con ojo crítico negando lentamente. - Definitivamente aquí hay algo raro, señora. Usted debe darme la pócima de la juventud, porque cada día se ve mucho mejor que el anterior. Pronto estará de pie bailando una zamba.
La señora Claire río encantada, su delgado pecho se movió mientras se carcajeaba y su rostro se lleno de vida. La enfermera me miró agradecido, y con una ceja alzada como diciendo, "Solo tú puedes lograrlo".
Me encogí de hombros y me recosté contra la pared a lado de su cama.
- ¿De qué hablaban?
- Mafiosos. - Me contesta la enfermera, ella seguía haciéndole el masaje a las piernas de la Señora Claire, ya que no se levantaba mucho de la camilla. - Las calles de New York son tan inseguras últimamente, ya ni siquiera puedes ir al almacén cuando se esconde el sol. Debes esperar hasta el día siguiente.
- Solo evita los callejones. - Murmure en advertencia. - Allí ocurre de todo.
- Solo debe mantenerte a varios metros de esa gente, cariño. Ni siquiera un minúsculo contacto. - Advertía la paciente con calma. - Es por eso que hay que tener mucho cuidado, incluso de tus propias amistades. Nunca debes entrar en su mundo.
- ¿Y si lo haces? - Pregunté bruscamente sin poder detenerme. Ambas mujeres viraron su rostro en mi dirección con sorpresa y gran desconcierto. - Solo estoy preguntando. - Agregué con una risa despreocupada. - No es como si fuera a meterme con mafiosos y salir al cine con ellos.
- Bueno, en caso de que te "metieras con ellos", debes saber que solo hay dos formas de salir de ese mundo. - Le presté completa atención, no sabía porque había hecho esa pregunta, simplemente había aparecido flotando en mi mente y la curiosidad siempre podía conmigo. - Terminas en la cárcel, o terminas enterrado en cualquier lugar remoto para servir de abono a la tierra.
- Pero el pequeño Will es demasiado bueno para hacer amistad con esa gente. - La enfermera me guiña un ojo. - No hay de qué preocuparnos. ¿Verdad Will?
-
No buscamos entrometernos o crear disputas con la familia Di Angelo. - La voz rasposa de Trey se repite en mi mente repentinamente, dejándome confundido. ¿Qué clase de poder tendría los padres de Nico? Para incluso intimidar a otra familia igual de poderosa como los Thompson. Antes de darme cuenta, me había metido tanto en mis cavilaciones que la enfermera tuvo que llamarme dos veces para captar mi atención.
Sonreí para tranquilizarlas, luego me despedí de ellas dirigiéndome hacia la salida, mientras la voz de la reportera inundaba una vez más la habitación.
- En otras noticias importantes, siguen las desapariciones de jovencitas de a partir de 12 a 19 años y el tráfico de opio, -siendo una droga perteneciente a la cultura japonesa- siguen siendo vendidas en la clandestinidad descontroladamente. - El rostro de la reportera se veía realmente desamparado, como si supiera que todo lo que estaba informando, tendría como resultado también su extraña desaparición. - El Embajador Tanaka asegura estar haciendo todo lo posible para encontrar entre los emigrantes de dicho país...
Salí al pasillo, y me encamine a otro destino, hay personas sentadas en bancos suaves y lujosos alrededor mío, las ventanas están limpias, las paredes ya no tenían moho y las goteras habían sido eliminadas, desde hace años este lugar estaba en primer lugar como uno de los hospitales con mejor infraestructura y servicio a sus clientes, a nivel nacional. Mi padre lo había mejorado apenas había juntado el dinero necesario.
- Las personas necesitan un lugar seguro y confiable para atender sus necesidades y la de su familiares. - Recuerdo vagamente a mi padre diciendo, me miró emocionado, con una gran cantidad de billetes amontonados en una maleta sobre la mesa vieja de la cocina. Sin tener ni la más mínima idea de donde provenía. - Yo les daré eso, Will. Voy a darle a las demás personas, lo que yo no pude darle a.. a... - Y su voz se apagaría nuevamente y terminaría con su cabeza enterrada en mi cuello, mientras lágrimas calientes caen y se pierden en la tela de mi cuello.
Había reconstruido el edificio casi por completo... Excepto una habitación en especifico.
Mis pasos se vuelven más lentos cuando cruzó aquella habitación, la melancolía me inunda y siento que soy transportado a otro tiempo... Me veo a mi mismo mirando la puerta desde una altura mucho más baja de la que tengo ahora e imaginando que el sol se oculta tras nubes negras y el aire gélido de una tormenta entra por las ventanas hasta enfriar las lágrimas en mi rostro.
Pero ya habían pasado once años de eso, y ahora había un cartel de prohibido pegado a la puerta, cintas rojas alrededor, y la puerta parecía haberse agrandado por la humedad y atorado contra las bisagras. Supongo que aunque quisiera entrar adentro, no podría hacerlo sin una palanca en manos.
Mi padre nunca había pasado por está habitación de nuevo, no la había remodelado, pero tampoco la había destrozado, simplemente estaba allí, con el interior lleno de telarañas tal vez y una que otra araña o rata mutante. Seguí caminando en dirección a las escaleras, pasando por otra puerta donde años atrás había muerto un anciano frente a mí. Esta puerta al contrario que la que mi mamá había utilizado, estaba totalmente remodelada, y había otro abuelito durmiendo adentro actualmente, como un tipo de paradoja.
Las horas pasaron volaron mientras iba ordenando los frascos de medicina, llevando caldos de pollo y sonrisas frescas y contagiantes a otros pacientes de cada pasillo y piso. Ellos siempre me agradecían efusivamente y yo les contestaba confundido que no había hecho la gran cosa, que estaba ansioso de entrar en la universidad para poder ayudarlos verdaderamente.
Entonces volvían a negar y decían: "Increíble, no tienes idea del efecto que causas en los demás. Supongo que eso es parte de tu encanto después de todo". El edificio era de tres pisos, estaba exhausto cuando ya era pasadas las once.
- ¿Aún estás aquí? - Todo había estado tan silencioso en la recepción, que cuando mi padre habló, me exalte con tanta fuerza que casi se me cayeron los frascos de vidrio con los que jugaba para distraerme. - Deberías ir a casa, ¿o piensas ir a otro lugar? - Inquiere alzando una ceja con diversión, sabe perfectamente que es viernes. Aunque claro, nunca me había importado eso.
Yo podría salir de fiesta en un aburrido lunes, en una aburrida discoteca con personas bailando sosamente alrededor, a todas luces un lugar muerto y sin esperanzas. Entonces simplemente se trataba de encontrar el ritmo o la canción adecuada para despertar un poco el lugar. Nunca nadie se resistía cuando yo manejaba los controles en un club, eso también lo aseguraba Cecil.
Según él, hasta un perro pasando por el lugar, se pondría a manear el trasero y lograría conseguir unas "perras".
Tenía un tipo de Don con la música, que según mi padre, lo había heredado de él. Aunque según mi padre, todo lo que tenía de genial había sido heredado de él.
- No traigas a chicas en casa. - Fue todo lo que dijo antes de abandonar el lugar. - No quiero que traumas a tu hermana menor. Utiliza los cuartos que he puesto a disposición en cada club.
- No gracias. - Frunciendo el ceño, me quité la bata y la doble cuidadosamente para guardarla en un armario. - ¿Sexo con una chica desconocida en un club? Ni de broma, prefiero evitarme la gonorrea y el sida.
La risa armoniosa y alegre de mi padre, se pierde en la calurosa noche. Estira los brazos como queriendo alcanzar la luna, pero solo lo hace para quitarse los nudos en la espalda y lo sigo desde la retaguardia, sacando mi celular cuando empieza a vibrar por nuevos mensajes.
~~~~~
CHAT CON CECIL
Cecil: Se me ocurrió una idea para hacer más divertida y ardiente la noche.
Will: Espero que no sea nada que implique destruir cosas...
Cecil: ¡Oh vamos! Solo fue una vez, además, admite que tirar pelotas de béisbol contra botellas de whisky fue asombroso.
Will: Asombrosamente costoso después...
Cecil: Bah, tu padre es dueño de la mitad de la discotecas del país. Se caga en oro.
Will: Dile eso la última vez, lo amará. ¿Qué piensas hacer?
Cecil: Una palabra. Máscaras...
~~~~~~
Los Baristas servían las bebidas sin descansar un segundo, sus manos se movían por todas partes casi como si tuvieran cuatro u ocho brazos, al igual que no se quedaban en un solo lugar atendiendo a todos los clientes.
Ciel notó que los miraba con admiración por el arduo trabajo que repetían todas las noches incansablemente, ellos eran prácticamente unos autómatas que no necesitaban ni respirar o ir al baño. Ella, le dio un codazo a su amigo llamado Cameron y apuntó en mi dirección. Éste sonrió y le devolvió el gesto a Cecil, ambos compartiendo una mirada que no pude comprender.
Ciel gritó algo, pero por los demás gritos alrededor en la pista, y mis auriculares puestos, era imposible que entendiera y yo no sabía leer los movimientos de labios. Alzó un vaso de whisky brevemente y asintió, ¿quieres un trago? Intérprete el gesto. Hice una mueca y girando mi mano indique. - Luego.
Sonrió, curvando sus labios en rojo que combinaban perfectamente con el top sin tirantes que utilizaba mi amiga. Lucía espectacularmente sexy como siempre, y nadie podía negarlo. Ella era una de las razones por lo que las bebidas se vendían condenadamente rápido. Muchos solo se acercaban a probar suerte con ella en el breve momento que los atendía.
- Ciel parece querer algo de acción contigo hoy. - Cecil levantó mis auriculares, y gritó en mi oído con diversión. - ¿Vas a aceptar?
- Eso no es lo que quiere. - Lancé con confusión y reprimenda. Él simplemente rodó los ojos como si fuera tonto. Le di un empujón juguetón y lo ignoré.
Las luces de colores, el humo espeso que salía de los tubos. La música sonando a todo volumen era como insulina que corría a través de mis venas llenándome de vida. Este era mi lugar, mi refugio, esto es lo que sabía hacer. Mis manos involuntariamente buscaban los botones en el momento exacto y especifico para crear el sonido perfecto que acompañaría a esa tonada, a ese ritmo, a esa voz celestial.
- La pista se está incendiando una vez más con el hijo del sol, chicas y chicos. - Habló con emoción Cecil desde un micrófono a mi costado, se recostó sobre mí poniendo su codo en mi hombro. - ¡Por supuesto señoritas, solo Sunshine podría subir la temperatura a este lugar! ¡¿No creen que se merece unas cuantas ovaciones?!
La respuesta del público fue inmediata, empezaron a gritar mi nombre en coro y alcé mis dos manos a lo alto, fingiendo que era un maestro de ceremonia tratando de afinar y guiar las voces chillones y emocionadas del público que pronunciaban mi nombre de forma disconforme.
-¿No creen que Will Solace se merece mucho más que esto? - Ronroneo Cecil, acercando el micrófono cerca de sus labios como dándole un beso seductor. - ¿Saben? Estábamos hoy, mi querido Sunshine y yo hablando, sobre lo mucho que nos interesaba acerca del estudio de los distintos estilos de bragas que pudieran haber en un solo lugar.
Un grupo de chicas que estaban cerca gritaron en respuesta y se rieron con sus mejillas al rojo vivo. Me miraban como si fuera algún tipo de dulce que quisieran desenvolver, pero en vez de gustarme el pensamiento me perturbó un poco.
Le arranque el micrófono de las manos y dije- Déjame hacer mi trabajo, Idiota. - Dicho eso, se lo devolví, mirando en la dirección donde deberían estar sus ojos. Cecil estaba utilizando una máscara de montaña, la había conseguido en quién sabe dónde.
Puse una nueva canción.
https://youtu.be/BGpzGu9Yp6Y
Destrozaremos el lugar
Le subiremos al bajo
Y haremos que todos la pasen bien
Encenderemos el fuego
Y haremos que ardan
Miré la pista delante de mí, algunos tenían sus máscaras puestas ocultando sus rostros y otros simplemente lo tenían en la mano. Todos bailaban y saltaban o se retorcían en movimientos extraños. Pero como siempre, poner la música y ejecutarla no era completamente toda mi diversión. Para nada, este es el momento en que lo hago, mi diversión favorita...
Destrozaremos el lugar
Le subiremos al bajo
Haremos un poco de improvisación
Y acabaremos con tu semana
Como si fuera un domingo
Lo que hacía siempre era buscar alrededor de la multitud a cualquier persona que luciera aburrida o huraño, un pobre desgraciado que hubiera tenido una mala semana. Una persona, un objetivo, un reto difícil. Jugar con su mente a través de la música. Todos los cuerpos se meneaban contra el otro, ¿tal vez este día no tendría suerte? Y justo cuando estaba por desistir en mi búsqueda... Lo encontré.
Destrozaremos el lugar
Le subiremos al bajo
Y haremos que todos la pasen bien
Skrillex enciende el fuego
Y haz que ardan
En realidad, me sorprendió no haberlo visto desde antes, tal vez solo hace segundos se había colocado allí. Él era mi reto perfecto para subirme el autoestima esta noche. Haría que su sangre se llenará de fuego, que ardiera en mis manos.
Destrozaremos el lugar
Le subiremos al bajo
Haremos un poco de improvisación
Y acabaremos con tu semana
Como si fuera un domingo
El chico traía jenns oscuros y una camiseta con el logotipo de Skrillex en medio de ella. (Lo cual era irónico) Estaba parado allí y extrañamente había un ligero espacio respetuoso alrededor de él, como si las demás personas pudieran sentir el aura peligroso que emitía, imponía su presencia ante todos. Tenía la cabeza ligeramente ladeada, y usaba un simple antifaz color negro sin ningún tipo de adorno. Repito, se vía imponente.
Chico rudo
Chico rudo
Chico rudo
Chico rudo
Él también estaba mirándome, sus labios parecían tener el amago de una sonrisa, pero desde donde estaba no sabría decirlo con certeza. Le sonreí, y empecé a moverme con el ritmo de la música, le mandaba una indirecta para que bailará conmigo. Aunque no parecía el tipo de persona desenvuelta, sin embargo, yo era testarudo. Y estaba en mi zona. Dónde yo también imponía como un Rey.
Oponte
A lo que la gente espera
Y nos opondremos
No podrán detenerlo
Él simplemente se cruzó de brazos, una ceja se alzó por encima de su antifaz, él estaba retándome. Adrenalina corrió por mis venas, haría un poco de improvisación. Él no tenia ninguna oportunidad conmigo.
- Observame, chico rudo. - Moví los labios en silencio, los botones que toque causó una gran explosión entre la multitud.
Asesinamos el piso
Estamos muy locos
Pateamos el piso
No dejamos que los topos entren
Pero él solo me miraba a mí, y yo observé como sus hombros se movían ligeramente. Estaba a punto de ganar la batalla.
Nunca titubees
Nunca te caigas
Nunca te alteres
Nunca te caigas
-Aún no me rindo. - Sus ojos negros se entre cierran y espera pacientemente mi ataque.
- Muévete a mi ritmo. - Pedí extrañamente ansioso, como si estuviera a punto de ganar un carro hecho de oro o algo mucho, mucho mejor sin darme cuenta de nada aún.- Hazlo.
Hola queridos lectores, este es uno de los capítulos que más me ha gustado escribir... No mentira, todos me gustan escribir. Pero este principalmente me pone nerviosa, espero que les haya gustado.
Y comenten mucho, mucho. Que alegran mi corazón. Nos vemos pronto, esta semana estoy con exámenes, así que nos vemos probablemente el sábado con nuevo capítulo.
¿Qué parte les gustó?
¿Qué parte ni se lo esperaban?
Nos vemos!
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