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59. Rosadito.

Percy tenía catorce años, cuando un entusiasta y eufórico Luke lo obligó a subir con él, por primera vez, a la atemorizante montaña rusa. A su mejor amigo le había parecido una experiencia gratificante, y no dejó de parlotear cerca de una hora sobre la fascinante sensación de estar volando en el aire. Pero para Percy, había sido horrible. Horrible, horrible y horrible. Incluso cuando regresó los pies sobre tierra firme, aún tenía la noción de estar boca arriba. Parecía que alguien había volteado su estómago. Su corazón seguía palpitando. Y el sabor a bilis se había impregnado en su lengua. Era un sabor asqueroso. Una sensación asquerosa.

Y fue exactamente eso, lo que sintió, cuando vio a Katie y Dylan bailar juntos en medio de la gente.

Al principio no había causado ninguna molestia en él, pensó que Dylan solo jugaría con ella por unos minutos y luego la abandonaría como hacía con el resto de las chicas, a las que ni siquiera les dirigía una sola mirada. Porque, Percy se atrevería a ser descarado, últimamente toda su atención parecía haber sido brindada a él. Todos sus ojos risueños. Todas sus elocuentes palabras. Toda su compañía. Dylan no había estado conteniendo nada, como si hubiera querido que Percy se embriagara de él, sin dejarle ninguna posibilidad de recuperarse. Todo se había sentido suyo. Suyo, suyo y solo suyo.

Pero allí estaba Dylan, bailando, rozando sus caderas, moviendo sus manos sobre las partes desnudas de ella como si la atesorara. Y Percy no odiaba a su prima, nunca lo hizo, pero ella estaba tocando a Dylan de formas que él jamás podría o se le permitiría hacerlo, y una pequeña parte de él... quizás no tan pequeña, desearía que alguien la pateara a la piscina y la mantuviera bajo el agua para que dejase de existir. O al menos hasta que Dylan se olvidara de ella y lo buscara a él.

—No sabía que Dylan se estaba tirando a Katie —comentó casualmente Cecil.

Y Percy sufrió un escalofrío mientras su visión se desenfocaba un poco.

—¡Claro que no! Sólo están bailando —se apresuró a decir Will, sin dejar de lanzarle miraditas como si temiera que fuera a arrancarle la cabeza a Cecil—. Los amigos bailan juntos todo el tiempo, no significa nada. Por ejemplo, Lou y yo siempre bailamos, siempre...

De pronto, Katie se acercó a la oreja de Dylan para susurrarle algo, y él sonrió, de esa forma tan provocativa que solía generar cierto cosquilleo en el corazón de Percy, y que en muchos otros, aunque lo hubieran querido ocultar, causaba el mismo efecto. Entonces ella posó la palma de sus manos sobre el pecho de Dylan, se puso de puntillas y lo besó. Lo hizo enfrente de todos, y con fogosidad, como si se estuviera haciendo un festín con la boca de Dylan; mordiendo, saboreando, lamiendo, mientras la música seguía sonando, aunque él ya no la oía, y la gente se reía de júbilo como si el hecho de Katie y Dylan besándose fuera algo para celebrar.

—¿También besas a Lou al bailar? —inquirió Cecil hacia Will, mientras le alzaba una ceja vanidosa—. Porque si es así, puede que me enoje un poquito...

—Cállate, Cecil —lo regañó Will— Solo cállate.

Luego se quedó mirando a Percy con preocupación, y le dijo algo, pero él seguía sin poder escuchar; solo había un fuerte rumor en sus oídos a causa de su propia sangre enardecida. Vio a Katie pegar más su cuerpo al de Dylan, y empezar a frotar cierta parte de su anatomía femenina contra una de sus rodillas, mientras abría ligeramente los labios como si estuviera soltando gemidos de placer.

Y Dylan, incluso cuando lo observó, con horror, guiar las caderas de Katie para ejercer más presión y sus labios seguían besándola, Percy no pudo evitar pensar que se veía hermoso con los últimos rayos del crepúsculo dándole color a sus mejillas. Hermoso y horrible, creaba confusión en su interior.

También empezó a sentir náuseas.

Y Percy sabía que lo que estaba sintiendo estaba mal. No sentías este tipo de cosas con respecto a tu amigo. Se suponía que, si lo veías bailando con una chica, lo lógico sería que te alegraras por él y le dieras su espacio, como lo hacían el resto de sus compañeros. Pero Percy solo quería ir hasta allí, apartar a Katie sin importarle ser brusco o poco caballeroso y mirar a Dylan, y exigirle... ¿Exigirle qué?

Casi empezó a reírse de la desesperación, pero recordó que Will y Cecil estaban vigilándolo detenidamente por el rabillo de sus ojos, cual policías preparados para saltar en caso de que se pusiera en modo Psicokiller; por lo que se obligó con una voluntad titánica, a apartar la mirada de ellos. Fue ahí cuando se dio cuenta que los ojos le ardían, como si acabara de mojárselos con agua salada. Y se fijó en su lugar, en Travis, que lucía boquiabierto y algo enojado; de pie cerca de las puertas de vidrio que daban a la sala.

Sin poder aguantarlo más, devolvió su atención a Dylan, y observó con gran alivio (lo cual le hizo sentir patético), que finalmente dejaba de besarla y se alejaba de ella. Entonces, sin siquiera buscarlo, sus ojos se conectaron con los de Percy. Su cuerpo quedó rígido repentinamente, aturdido, como un cervatillo frente a las luces de un auto. Parecía querer acercarse a él, sus pies ya habían hecho el amago y el corazón de Percy se llenó de esperanza y de un alivio tan profundo que sintió debilidad en las piernas.

"Sí, ven conmigo. Déjala, déjala, y búscame siempre".

Una pequeña parte de Percy se asustó por lo que acababa de pensar y por lo que implicaba. El resto de él le valía un poroto, estaba gritando para que fuera a arrebatarlo de las putas manos de Katie y estaba a punto de hacerlo cuando... La vio susurrarle algo en el oído otra vez, su prima, y luego todo ocurrió como en cámara lenta; ella agarró la mano de Dylan y empezó a jalarlo hacia el interior de la casa, pero hubo un momento de duda en los ojos de Dylan, en el cual se quedó quieto. Katie siguió la dirección de su mirada, entonces, y vio a Percy. Irritación crispó los labios de ella.

—Luces como si acabaran de pillarte siendo infiel —se mofó Katie. Lo supo porque era hábil leyendo labios desde muy pequeño—. ¿Vienes o...?

Lo último no pudo entenderlo, porque su prima se había puesto de costado. Sabía que había sido algo malo, sin embargo, por la mirada molesta que le dirigió Dylan antes de ocultarla rápidamente con una sonrisa coqueta.

—¿Qué mierda dices? —dijo—, ¿no acabo de besarte?

Luego miró a Percy, y levantó una mano para saludarlo con toda la alegría y naturalidad del mundo, como si no acabara de lucir culpable solo hace cinco segundos. Seguidamente, fue él, el que jaló a Katie esta vez hacia la casa; sin volver a dirigirle otra mirada.

Percy dio un paso hacia adelante. Will colocó una mano férrea sobre su hombro y lo detuvo.

—Espera, no vayas —advirtió—. No intervengas o sabotearás tu propio progreso. Deja que ocurra lo que tenga que ocurrir.

Debió ser algo que transmitió los ojos de Percy, porque de pronto, el cuerpo de Will se sacudió con un estremecimiento. Su mano sobre su hombro titubeó por unos segundos, pero se deshizo rápidamente del susto y en su lugar, la descendió hasta rodear el interior de su codo con los dedos. Su agarre se sintió cálido y reconfortante, era como si Will Solace acabara de ponerle una curita en el corazón.

—Lo sé, lo entiendo —susurró Will. Cecil dijo "Yo no" a sus espaldas. Y Percy quería fingir que tampoco entendía, pero sí, lo hacía, dolorosamente lo hacía—. Pero todavía no es el momento. Especialmente sabiendo cómo es él. Un paso en falso y todo tu progreso se irá al garete.

Percy agachó la mirada, y se quedó meditando un rato. Y de improviso, se dio cuenta de algo. ¡Había estado tan furioso que no lo notó! ¡Había estado...!

—Es... espera, Will... ¿q... qué piensas qué...? —Sintió sus mejillas calentarse de la vergüenza, mientras tartamudeaba—. Yo no.... No es lo que parece...

Will le dio una expresión que decía: "¿En serio jugarás esa carta?" Luego rodó los ojos y pareció decidir que, a fin de cuentas, Percy tampoco estaba listo.

—Sí, sí, solo soy yo diciendo sin sentidos —dijo, a la vez que empezaba a jalarlo hacia el jardín, donde un montón de mesas habían sido colocadas y pocas sillas estaban libres—. Ahora ven, tengo ganas de beber Tequila.

A Dylan no le atraía Katie, aunque sabía que debería hacerlo. Había escuchado de sus compañeros hablar vulgaridades sobre lo que les gustaría hacer a su sexy trasero. Todos pensaban que era guapa. Y él también, pero en su caso, era como reconocer que un cuadro era bello, y uno no podía sentir deseo por el cuadro.

Tampoco le gustaba su personalidad, toda esa actitud mandona y fastidiosa siempre lo había sacado de las casillas, pero al fin y al cabo, Dylan no buscaba enamorarse (una diminuta voz le dijo que aunque lo intentara no lo lograría), solo quería liarse con la chica más accesible de la fiesta, para que los demás lo vieran y dejaran de joderlo con aquellos putos chismes, producto del jodido sembrador, contratado por la zorra de Drew.

Se había enterado de ello por la mismísima asiática: un tipo que estaba en la fiesta diciendo Dios-sabía-que disparates sobre él, que solo se detendría a cambio de decirle quien estaba vendiendo los nuevos caramelos. Ella había sonreído orgullosa por la amenaza. Y sólo Dios sabía cuánto Dylan había querido estampar su cara contra el hormigón de la casa de Katie, pero se había contenido ya que habían demasiados testigos en el lugar.

Por supuesto no obtuvo respuesta, no porque Dylan no quisiera decírselo, sino porque de verdad no tenía idea. Su padre no se lo contaba todo. Su lema era algo así como: "Cuánta menos gente sepa de tus movimientos, más a salvo estarás". Y eso incluía hasta a sus hijos. Aún así, Dylan sospechaba que, esta vez, su padre no estaba implicado en la violación de territorios, aunque de nuevo, no podía estar seguro. Claro que Drew no le creyó. Por consiguiente la amenaza siguió en pie, a pesar de que Dylan insistió en darle cualquier otra cosa.

—Quiero el nombre del nuevo cocinero.

—¿Qué te parece mil dólares? ¿O el número privado de Taylor Swift?

—¡Gracias! —Drew le dio una brillante sonrisa, luego lo fulminó con la mirada— pero me basta con el número del nuevo vendedor.

—Eres una perra —escupió Dylan—. Te ahorcaré mientras duermes.

—Mnn, tentador...

—¿Quieres?

—Nop. Dame el número.

Así que aquí estaba, arrastrando a una borracha y drogada Katie para llevarle a su habitación donde forzosamente debía darle la mejor cogida de su vida, una tan buena, que luego no pudiera evitar contárselo a todo el mundo, porque Katie era una chismosa sin remedio y sin pelos en la lengua que, sin saberlo, lo ayudaría para combatir con los otros malditos rumores que Dylan ni siquiera podía repetirlos en su mente, sin sentirse horrorizado y mortalmente asustado por que llegara a los oídos de sus hermanos y consecuentemente, a los oídos de su padre, de quien era el único en el mundo que, Dylan tenía verdadero miedo por la forma en que lo castigaría.

Por eso se estaba alejando en lugar de haberse quedado con Percy. Podría haber estado con él en este momento, pensó desesperanzado, hablando, riendo; escuchándolo hablar sobre lo que había hecho en su trabajo, sobre los peces a los que había tenido que alimentar, sobre los niños a los que tuvo que alejar del borde de la piscina que contenía a los tiburones. Su voz sonaría suave y calmada, y en ocasiones, sólo se quedaría mirándolo mientras Dylan tomaba el control de la conversación; con sus ojos verde mar totalmente centrados en él, como si nada más en el mundo valiera la pena prestar atención.

Pero no. Dylan estaba atrapado tratando de salvar su cuello. Fue una suerte que Miranda no estuviera cerca o "rescataría" a su amiga de las garras de...

Se detuvo abruptamente, por lo que Katie chocó contra su espalda, soltando un bajo quejido. Él la ignoró, en medio de la sala semioscura, Dylan sintió que las venas se le llenaban de hielo cuando reparó en que, ahora que había dejado solo a Percy y en vista de que Luke parecía no estar cerca, Miranda tenía el camino libre para...

—¿Dónde está esa...? —Dylan se mordió la lengua a tiempo. Se dio la vuelta, y volvió a intentarlo con una sonrisa amable—. ¿Dónde está Miranda? —Seguidamente, alzó una mano para acariciar el cuello de Katie con los dedos. Sonrió cuando la vio estremecerse—. ¿Por qué no la invitas? Convencela. Sabes por propia experiencia que puedo encargarme de ambas.

Katie pestañeó varias veces, con fuerza, como si buscara enfocarlo bien. Su aliento era una mezcla de marihuana y cerveza Heineken. Lucía mal. Probablemente se desvanecería apenas tocara la cama. Lo cual a Dylan animó bastante... No, debía estar consciente, se recordó malhumorado, o no podría contarlo después. Y estaba lo de Miranda.

Con la mano, Dylan le dio pequeños golpecitos a la mejilla de Katie para espabilarla. No lo hizo muy fuerte, pero bastó para evocar irritación en los ojos de una Katie más despierta.

—Miranda. Kat, ¿dónde está?

—¿Eh?, ¿por qué te importa? —escupió, subiéndose un bretel que se había deslizado hasta mitad del brazo—. Miranda no vino, aunque le insistí tanto... Todavía tiene traumas por lo de la última vez... ¿Por qué está tan oscuro aquí? Iré a encender la luz... espérame...

Ella se tambaleó buscando el interruptor, mientras, taciturno, Dylan se volteaba para darle la espalda. Pensó que era un alivio que Miranda tuviera traumas. ¡No!, es decir. Era bueno que no viniera. No las traumas. Eso era malo. Pobrecita de ella. Mejor que se quedase en la casa, sí, sí.

Entonces, se hizo la luz, y Nico di Angelo apareció delante de él. Como de la puta nada.

Dylan chilló agudamente y casi vomitó su corazón sobre sus pies.

—¡PERO...! —se hizo para atrás violentamente, llevándose una mano al pecho como para detener el infarto—. Jodidamente aterrador, ¿qué diablos está mal contigo, di Angelo?

—Hola —saludó dulcemente Nico, pero había algo siniestro en sus ojos, una oscuridad terrible y más densa que en la que habían estado sumidos hace unos segundos—. De hecho, muchas cosas están mal —dijo— pero no desespero. Creo que he hallado una herramienta.

—¿Qué dices? Casi me matas del susto —rezongó—. Voy a acusarte con Will.

—¿Vamos juntos? Me dirigía a reunirme con él cuando me topé contigo —Nico alzó las cejas, dándose un aire inocente. Lo cual en definitiva, activó todas las alertas dentro de Dylan—. Qué casualidad, ¿no? Ya que estamos, supongo que estás al tanto de la travesura de Drew a cambio de que le des cierta información.

A Dylan se le quitó el susto por el abrupto cambio de tema. Luego chasqueó la lengua, irritado.

—Mierda, ¿tú también? —siseó, enderezándose a una postura menos miedosa—. Ya se lo dije a Drew, no tengo idea de quién está vendiendo la nueva droga... ¿Y a ti por qué te importa? —después añadió, dando un repaso rápido a la habitación—. ¿Dónde está Caronte? Lo vi cerca de ti hace unos minutos. Siempre es bueno oír sus historias...

—Está de explorador —fue todo lo que le dijo Nico, sin ganas—. Y en cuánto a lo primero. Es solo que he estado pensando... ¿Recuerdas al drogadicto que confundió a Will y lo amenazó con un arma? —su voz era extremadamente suave—. Él juraba que era un suministrador. Y me pregunto si estaba demasiado drogado para ver bien o si el parecido con alguien más había sido demasiado para la débil mente del vagabundo. Luego recordé que tú habías estado presente después del hecho y que parecías bastante sospechoso e interesado por todos los detalles. También recordé que, antes de eso, mi padre me pidió investigar ese mismo club sobre una posible venta de drogas que nuestros socios no controlaban. Pero lo había descartado porque se trataba de Will, y siendo franco, estaba demasiado ocupado para que me importara cualquier cosa que no fuera ser feliz entre las piernas de Will.

Dylan había quedado mudo mientras lo contemplaba. La música del jardín llegaba amortiguada hasta ellos.

—Pero ahora me pregunto —Nico agachó ligeramente la barbilla— si todo eso podría estar relacionado. Y si tú, un amante de meter las narices donde no debería, podría haberse enterado de algo de eso.

Él tenía la boca seca cuando habló:

—No lo sé, Nico. Créeme que se lo hubiera dicho a Drew si lo supiera.

—¿Realmente no sabes nada sobre los cristales amarillos?

Algo dentro de su mente hizo clic, al oír lo último. Drew no le había mencionado ese minúsculo detalle, solamente le había reclamado sobre un nuevo vendedor y Dylan había asumido que se trataba de algo al azar por lo que Drew quería echarle la culpa. Siempre había un montón de idiotas minoristas tratando de vender en los barrios bajos, ¿cómo se suponía que él supiera todos sus nombres? Había creído que estaba siendo ridícula.

Pensó que su expresión no había revelado nada, pero vio la tenue satisfacción en los oscuros ojos de Nico y supo que había fallado.

—¿También recordaste algo? —preguntó, hambriento por conocimiento.

—Nico, de verdad... —inició, y se regañó internamente por sonar ansioso— no estoy seguro. Podría ser... Ojalá fuera mi padre. Podría no castigarme tanto si se entera que he arruinado uno de sus negocios... Pero él realmente podría matarme, siempre lo ha querido, me odia más que cualquier cosa en el mundo aunque finge que no... —Dylan empezó a negar con la cabeza—. No, es demasiado peligroso. Temo su furia, porque sería implacable. Mi padre en su crueldad podría ofrecerme piedad porque en su trastornada manera, me ama... No, no puedo decir nada. Y ahora con mayor razón.

—No permitiría que te hiciera daño...

—¿Cómo? ¿Viniendo a vivir conmigo? —se burló Dylan, y había un atisbo de desesperación en su voz—. No, y no insistas, di Angelo —carraspeó—. Ahora, si me disculpas, me llevaré a tu prima para follármela salvajemente en sus aposentos.

Dylan se dio la vuelta, y encontró a Katie y a Travis besándose, y metiéndose mano en una de las esquinas de la sala.

—Vaya, eso fue rápido —soltó Dylan, impresionado.

Travis se apartó de la boca aspiradora de Katie y articuló, jadeante:

—¿Te importa, amigo?

Tenía la barbilla llena de baba y por la forma en que Katie empezaba a lamer su cuello, pronto allí también.

—No, no, continúen —Dylan meneó las manos a la altura de su pecho—. Se nota que la están pasando bien.

Travis le envió una sonrisa torva, e inmediatamente, se dejó absorber de nuevo por los labios de Katie. Dylan se volvió hacia Nico, lo miró indignado, diciendo:

—¿Desde hace cuánto están así?

—Desde que empezamos a hablar —contestó el italiano, de muy buen humor.

—Gracias por avisarme —bufó Dylan.

—¡De nada! —devolvió Nico, y sonrió complacido—. Ahora Percy me debe un favor.

—¿Qué?

Percy estaba sentado en una de las sillas de plástico que habían repartido a lo largo del jardín. El cielo hace rato se había oscurecido y las farolas colocadas a lo largo de los muros cubiertas de césped, iluminaban todo el lugar a la perfección, mostrando más de lo que se debería; sobre manos siendo atrevidas debajo de la mesa, y dentro del agua que bajo los efectos del alcohol, la mayoría había olvidado que era cristalina, o simplemente no les importaba y dejaban ver toda la actividad que ocurría allí.

A su lado, estaba Will, bebiéndose de un tirón como el noveno chupito de Tequila que Charlie había dejado sobre la mesa delante de ellos. Y Percy debía admitir que estaba ligeramente asombrado. Para alguien que siempre lucía bastante dulce y calmado, era toda una heroicidad verlo beber sin soltar un solo hipo o algún efecto, exceptuando las mejillas suavemente sonrojadas que empezaban a extenderse hasta la punta de sus orejas. Lo cual, si Nico se lo permitía, debía confesar que era bastante adorable.

Delante de él, se encontraba Cecil, acababa de conseguir una hamburguesa con doble queso del chef que se hallaba cocinando de pie cerca de una de las esquinas del jardín, donde el humo de la parrilla se aglutinaba pero el viento lo elevaba hacia el cielo, sin crear ningún malestar al resto de personas que estaban bailando, bebiendo, fumando o solo conversando; sentados de la misma forma que Percy, Will y Cecil. Éste último le había preguntado si quería una hamburguesa pero Percy había negado con la cabeza, sin dudarlo. Su estómago seguía revuelto y solo empeoraba a medida que transcurría el tiempo y se imaginaba, de forma masoquista, sobre las cosas que Dylan y Katie debían estar haciendo en la habitación.

Percy estaba considerando marcharse cuando en eso, Will, después de chupar una rodaja de limón como si hubiera quemado todas sus papilas gustativas, le preguntó:

—Por cierto, Percy, ¿dónde está Luke?

—Dijo qué tenía que hacer algo importante, con su padre —contestó Percy, tratando de sonar animado. Falló, por supuesto—. Él realmente quería venir. Pero era una orden, y no podía faltar.

—¿Sabes de qué se trata? —preguntó esta vez, Cecil, a la vez que daba un gran mordisco a su hamburguesa. La salsa se derramó hasta el cuello de su camiseta. Will lo regañó severamente, sonando casi igual a su madre, lo que lo hizo sonreír.

—No me gusta ser un entrometido —respondió— solo sé que debe ser algo del trabajo.

Cecil contestó un vago, "Hmn", y procedió a prestarle completa atención a su comida. Percy aprovechó para lanzar un vistazo hacia la casa. Se fijó en las ventanas del primer piso, esperando distinguir figuras que deseaba profundamente no reconocer. Sin embargo, las ventanas estaban oscuras. Y tampoco podía ver nada de la sala, ya que las paredes de vidrio solo reflejaban la luz del exterior. Su corazón cayó en picado. Lo único que había ganado al buscar, fue un dedo del medio por parte de Abby Chensen, cuando sus miradas coincidieron.

Él simplemente había apartado la mirada, no dispuesto a afligirse más. Estaba a punto de preguntarle a Will porque no estaba con Nico, en lugar de permanecer con la persona amargada que era ahora, cuando de repente, Charlie apareció para sentarse al lado de Cecil, trayendo una nueva tanda de cinco chupitos y un tipo que parecía un año mayor que ellos que, sin preguntar, se sentó en la mesa, justo delante de Percy.

A nadie le pareció extraño, especialmente no a Will, a quien le brillaron los ojos de gusto cuando le rellenaron sus vasitos de Tequila. (Percy se abstuvo de rodar los ojos). Y un momento después, Connor Stoll los acompañaba, dejándose caer en la silla que estaba en la cabecera de la mesa.

—Hey —saludó el gemelo de Travis, y el resto de la mesa lo repitió descuidadamente.

—Connor —Charlie le guiñó un ojo, y acto seguido, les presentó a la persona a su lado—. Amigos, él es Chop. Es primo de Silena, y va en sexto —le dio unas palmaditas en la espalda al aludido—. Háganlo sentirse querido, ¿quieren? Necesito que hable bien de mí si quiero tener una oportunidad con su prima.

Chop soltó una ligera carcajada. Era bien parecido, aunque se veía como el típico mariscal de fútbol de las películas cliché. Tenía la piel muy bronceada, una quijada cuadrada, incluso sentado se veía que era alto y sus ojos eran de un azul turquesa, similares a los de Luke. Le envió una sonrisa presumida a Percy cuando notó que estaba bajo su inspección, luego le guiñó el ojo.

A Percy le cayó mal instante.

—Charlie, ya te lo he dicho. No necesitas que le caliente más el oído —señaló Chop, quitándole uno de los chupitos a Will, por lo que se ganó una mala mirada. Él se rio—. Silena ya está totalmente loca por ti. ¡Su coño se moja con sólo oír tu nombre, man!

Percy detuvo su mueca asqueada a tiempo. Vio que Charlie rompía en risotadas y pensó que solo era él exagerando, pero luego compartió una mirada fugaz con Will, y supo que no había sido el único que se había trastornado.

A Percy le cayó mal el doble.

—Hey, Connor —Charlie lo llamó quitándose una lagrimita de la comisura de su ojo— ¿dónde está tu hermano? Ustedes nunca se separan.

—Lo hacemos cuando buscamos coger —contestó Connor, formando una sonrisa sugerente antes de tomar un trago al vodka que había traído en una mano—. La última vez que lo vi estaba besuqueándose con Katie Gardner —añadió, después de hacerle ojitos a una chica con robustos pechos.

—¿Katie? —Cecil repitió, mientras Percy sentía que empezaba a tener otro hueco en el estómago—. ¿Qué no estaba besándose con Dylan?

—¿Importa? —Chop había empezado a reírse con ganas—. Malditos afortunados. ¡Deben estar disfrutándolo en grande con un jodido buen trío! ¡Qué envidia! Al menos invitenme a mirar, carajo.

—¿Dylan, Katie y Travis? —Connor frunció el ceño, como si el pensamiento lo desconcertara—. Dos chicas, sí. Pero Dylan no hace tríos donde incluyan hombres. Nunca.

—Eso no es lo que yo oí —comentó alegremente Chop, con una sonrisa morbosa extendiéndose cada vez más.

Will, a su lado, dejó lentamente su vaso sobre la mesa y le preguntó:

—Percy, ¿me acompañas al baño?

Él lo ignoró, y Will soltó un bajito: "diablos".

Cecil siguió comiendo su hamburguesa.

—¿Qué fue lo que oíste? —preguntó Connor, acercándose más a la mesa, curioso.

Chop hizo exactamente lo mismo, y poniendo una expresión de confidencialidad, empezó a hablar:

—Escuchen, esto no es solo un rumor, me lo dijo una amiga que es muy cercana a Dylan Thompson, pero no puedo decir su nombre porque la metería en problemas —colocó una pausa dramática—. La cosa es que, a Dylan Thompson realmente no le gustan las chicas, solo es una tapadera. De hecho, sus tríos siempre deben incluir a un hombre porque sólo de esa manera, puede encontrar placer en el sexo. Si no me creen, pregúntenle a mis compañeros de clase, algunos incluso, han disfrutado de la experiencia —y añadió, lamiéndose los labios deliberadamente—. Dicen que coger con Dylan es más exquisito que coger con cien mujeres hermosas.

—¿En serio? —Charlie soltó después de un tiempo, rompiendo el silencio—. No lo hubiera creído. Dylan no luce tan gay.

—¿Y cómo se supone que luce un gay? —inquirió Will, con una mirada glacial.

—Ya sabes... —inició Charlie, incómodo, cuando vio que metió la pata—. No afeminado.

—No todos los gays son afeminados —replicó Will, su voz salpicando con desdén—. Y aunque lo fueran, tampoco tiene nada de malo.

—Como sea, se están desviando del tema —Chop intervino, quitándole importancia a las palabras de Will con un gesto de sus dedos—. El punto es, no saben cómo me encantaría tomar el lugar de Travis, o el lugar de Katie en cualquier caso. ¡Joder, cualquier posición estaría bien con tal de poder saborear a ese chico!

—¡Suficiente! —ordenó Will, y se volteó hacia él—. Percy, acompáñame a buscar a Nico, ahora.

—¿A qué te refieres con lo de las posiciones? —preguntó Percy en su lugar, y Will soltó una grosería, tan fuerte que finalmente hizo que Cecil dejara de comer y prestara atención a la conversación.

Chop posó sus antebrazos sobre la mesa, y le dio a Percy una mirada chulesca.

—¿Acaso eres virgen? ¿Sobre qué más estaría hablando? —se burló—. Penetrar o ser penetrado. Pero francamente, si se trata de Dylan... —se acercó más a Percy, bajando su voz hasta convertirla en un susurro— me gustaría mantener el papel de hombre. Él tiene ese rostro, ese cuerpo... Incluso aquellos que no están interesados en los hombres, se la pasan hablando en las duchas sobre lo que les gustaría hacer a su trasero... Yo digo que se masturban pensándolo.

—Basta, esto es desagradable —se quejó Will pero Chop no lo escuchaba, sus ojos estaban fijos en Percy, como en un trance mientras seguía hablando.

—Y tiene ese bonito tono de piel... tan prometedor...

—¿Qué hay con eso? —preguntó Percy.

—Ya sabes... —sonrió Chop— lo he visto en educación física. Se sonroja tan fácilmente después de correr unos metros. Dulce. Así que no es difícil imaginarlo. Es tan blanquito. Apuesto que lo que tiene entre sus piernas debe ser deliciosamente rosadito —guiñó un ojo—. Y no hablo de su pene, sino de su pequeño agujero rosado en el que me encantaría meter mi lengua.

El silencio se extendió.

Will Solace solo dijo:

—Ay Dios.

—Hablando de Percy, ¿has considerado cómo reaccionaría cuando oiga los rumores? —preguntó Nico, mirándose casualmente la punta de las uñas.

De pronto, Dylan oyó un extraño jaleo del exterior, algo como mesas cayendo y gritos fuertes que iban en crescendo. Lo ignoró. Las peleas en las fiestas eran un clásico. Algún borracho que debió haberse metido con la chica equivocada y había sido descubierto. Cosa de todos los días. Regresó su atención a Nico.

—¿Por qué lo mencionas? —Dylan frunció el ceño—. Suenas cómo si debería andarme con cuidado.

—No tú, tonto —Nico rodó los ojos. Parecía demasiado paciente, y a Dylan le provocó nerviosismo— me refiero al pobre sembrador. Si no le dices a Drew lo que sabes, y lo detienes a tiempo, quizás, por obra del destino, ambos se encuentren. Él podría decirle algo de ti, sin saber quién es, y, ¡Uff, no quiero imaginar lo que Percy le haría! ¡Macabro!

—¿De qué estás hablando? —exigió—. Percy probablemente solo me lo diría, no haría nada.

Se oyó un fuerte ruido. Los ojos de Nico se fijaron en algo detrás de él, y sonrió divertido. Antes de que Dylan pudiera girarse y ver también, la voz de Nico volvió a llamar su atención.

—Supongo que no lo conoces lo suficiente.

—Lo conozco —rebatió Dylan, y jamás se sintió más ofendido por algo—. Percy no pelearía. Mucho menos por mí. Él no mataría ni a una mosca.

La pared de vidrio detrás de él, estalló, realmente, se rompió en mil pedazos, a causa de dos figuras que se habían lanzado contra ella, cayendo sobre el montón de vidrios rotos sin dejar de golpearse mutuamente, como si la vida les fuera en ello. Cual animales salvajes tratando de desfigurar al otro.

Solo un un momento después, con gran sorpresa, Dylan se dio cuenta que, de hecho, Percy había sido el que había lanzado a este tipo que, él no reconocía, a través del vidrio.

Katie, aún en la esquina con Travis, miró el vidrio roto, y gritó horrorizada:

—¡¡Mi mamá va a matarme!!

Pero el que estaba más cerca de morir era otro. Percy había agarrado una de las sillas de madera de la sala y la estampó, sin titubear un segundo, contra la cara de su rival. La silla se rompió también y los pedazos salieron volando. El tipo se desmoronó de vuelta sobre el suelo, y sin regalarle un respiro, Percy se tiró sobre él y empezó a propinarle una lluvia de puñetazos que lanzaba gotas de sangre alrededor.

—Con asientos de primera fila —comentó Nico, feliz—. Excelente.

Percy estaba lanzando improperios, con los ojos brillando feroces como llamas verde azulado. El tipo intentó ocultarse detrás de sus brazos, pero él las apartó con un manotazo. Luego el tipo buscaba salirse debajo de él, lanzando patadas y retorciéndose como un pez en el anzuelo, no obstante, lo único que ganó con eso fue poner más furioso a Percy, quien lo mantuvo inmóvil incrustando uno de los filosos pedazos de madera en su muslo. El hombre aulló de dolor. Y luego empezó a lloriquear suplicando que se detuviera.

Dylan estaba boquiabierto, mirando la escena sin saber qué hacer. En eso, Will apareció, entrando por el agujero de la pared, en lugar de cruzar por la puerta. Miró a Nico y a Dylan, que estaban inmóviles, y exclamó furioso:

—¡¿Qué están haciendo allí?! ¡Dylan, dile que pare!

No hizo falta que él dijera algo. De pronto, Percy se detuvo, poniéndose de pie, con los hombros subiendo y bajando rápidamente por su respiración trabajosa. Tenía la camiseta rota. Las mejillas y los brazos estaban llenos de pequeños cortes, de los cuales hilillos de sangre se deslizaban. Sus nudillos tenían la piel pelada y estaban húmedas de sangre aunque presentía que era del otro, no suya. Había un moretón empezando a ponerse morado en uno de sus pómulos. Y sus labios estaban manchados completamente de sangre.

Y aún así, con el corazón acelerado, Dylan pensó que nunca se había visto más guapo que en ese mismo instante.


Más tarde, esa misma noche, Drew Tanaka recibiría una bonita caja de parte de uno de sus sirvientes, quien le diría que había sido enviada por uno de sus amigos. Ella vería una nota pegada en la tapa, la sujetaría entre sus finos dedos y lo leería:

Querida, Drew.

La próxima vez que envíes a alguien a decir rumores tan feos sobre mí.

Te cortaré los pezones en pedacitos y se los daré a tu padre en un brownie.

Con amor.

D. T. 

En el interior de la caja, Drew encontró los testículos cercenados de Chop.

No sé si es solo cosa mía pero cuando estoy escribiendo el capítulo, siento que lo estoy haciendo muy bien y que suena interesante. Y divertido. Y espero que a ustedes los lectores, les parezca lo mismo, porque sino, bueno, esta confesión resultaría incómoda. Xd

A veces cuando estoy escribiendo, y pongo un diálogo o un párrafo particularmente creativo, según yo, me imagino a ustedes comentando eso. Que les gustará. Y me rio sola... o sonrió pensando que a ustedes les gustará y que comentarán algo allí... Lo sé... cosas raras mías.

Voy a agregar la escena de Dylan dándole el castigo a Chop en la otra obra, donde pongo los cap extras. ♡ 

¿Qué les pareció el capítulo? me siento feliz, porque me salió todo como quería. 

¿Drew conseguirá otra forma para amenazar a Dylan para que le diga el nombre del nuevo vendedor, ahora que Percy le ha hecho trizas y Dylan cortado los huevos? 

¿Nico volverá a besuquearse con Will?

Ojo, que si no lo escribo no significa que Will y Nico no sigan cogiendo, es solo que no puedo escribirlo a cada rato o se convertiría en algo aburrido o como algo porno, a lo 50 sombras, tipo es erótico, y ese es el punto, pero en esta historia no. 

¿Opinión general del cap? 

Bueno, nos vemos chicos. Gracias por leer, Bye!

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