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43. El mejor amigo.

Nico está de mal humor.

Will está siendo recriminado por su padre en la sala, y lo acepta varonilmente con un sonrojo de bochorno sobre sus mejillas llena de pecas y un minúsculo puchero en sus labios. Solo de vez en cuando se defendía, la mayor parte del tiempo se mantenía callado, mientras su hermana menor también colaboraba con su padre para el regaño, diciendo cosas como:

— ¡... entonces, vi a Cecil manoseando el pipi de Will, sin un gramo de decencia!

— ¡¿Quééé?! ¡Mentirooosaaaa! —Replica Will, pero su padre lo manda a callar al instante y Will se frota la cara, tirando sus párpados hacia abajo mientras lloriquea.

Pero incluso con esa imagen tan adorable del rubio, Nico no logra subirse el ánimo.

Sentado sobre una silla con la palma de su mano sujetando su mejilla, su irritación sólo aumenta con los minutos, mientras observa al stronzo preparando palomitas de maíz y pavoneándose alrededor de la cocina de Will como si fuera la de él; tanta familiaridad significaba, que el chico probablemente había pasado la mitad de su vida en su propia casa y la otra en la casa de los Solace. Con seguridad, se le consideraba como un miembro más de la familia, y aquel status, claro que el stronzo alardearía de ello; con pequeños gestos, que se sentían como una bofetada para Nico.

El idiota sabía dónde estaba el maíz; sabía dónde estaban los platos, las cucharas, las ollas; y los sacaba de la alacena como si estuviera en su maldita casa. ¿Quién se cree? Es una pregunta retórica, sabe bien de quién se trata. Pero la ira y la indignación no iban a dejarlo pensar con la cabeza fría un buen rato. No cuando tiene impreso a fuego detrás de sus párpados, la imagen de Will sonrojado debajo del Stronzo.

Sonrojado debajo del Stronzo.

Debajo del stronzo.

"AHH" — mentalmente grita y se contiene increíblemente rápido antes de golpearse la cara contra la mesa. ¡Debió traer consigo su pistola! Quiere meterle plomo al imbécil, desde sus orejas hasta sus pies. ¡No importa que Will este presente! ¿Cómo se llamaba la loca de su amiga? Lou, esa. Ella podría tomar su lugar. ¿Cuántos amigos uno necesita en la vida? Nico ni siquiera tenía amigos, y estaba perfectamente bien solo.

"Eso es porque nadie te agrada lo suficiente para estar más de veinte minutos con alguien, y menos para formar una amistad"— le dijo una vocecita quisquillosa en su interior. Se defendió así mismo diciendo, que no era su culpa que los chicos de su edad, (a excepción de Percy) fueran unos imbéciles que lo sacaban de quicio.

En eso, un movimiento por el rabillo de su ojo llamó su atención, y alzó la mirada justo a tiempo para ver al stronzo agacharse y sacar colorante de una alacena que estaba cerca del horno (sabor frutilla alcanzó a leer el azabache). Cecil se dio la vuelta hacia Nico, y con una enorme sonrisa de blancos dientes le preguntó:

—¿Te gusta las palomitas azucaradas, Di Angelo?

—No— espetó cortante.

—Qué pena — respondió él, frunciendo los labios como si la cara de Nico le diera risa, acto seguido; sacó otra olla, y en su interior vertió aceite y azúcar que empezó a hervir con el fuego, luego de un rato, Cecil agitó la botellita del colorante y también lo vertió en su interior. — A mí y a Will nos gusta. — agregó de espaldas.

"¿Tanto como meterse dedos entre ustedes?"— el pensamiento salta al instante, y gracias al cielo era un hombre capaz de controlarse, o pronto habría una batalla campal en el cual, muy probablemente no obtendría el apoyo de cierto rubio. Decidió que lo más seguro era mantenerse callado, no obstante, Cecil no iba a dejarlo en paz, porque pronto preguntó de vuelta:

—¿Estabas cerca? — Nico acribilla la parte trasera de su cabeza tratando de entenderlo— Me refiero a... Will y yo pensamos que estabas en tu casa, jamás creímos... encontrarte aquí tan rápido... justo delante de la puerta — añadió lo último, en una diminuta voz tembleque.

"Eso está más que claro" — en su lugar dijo:  —Hacía algo, y la casa de Will estaba de paso mientras conducía. Fue una coincidencia. 

En realidad, Nico acababa de estacionarse en la esquina de su cuadra, cuando él había hecho la llamada a Will con emoción mal contenida. Luego de que el rubio accediera a su invitación, su plan había sido el de interceptarlo en el camino, justo cuando este saliera de su casa, e invitarlo a subirse en su coche con toda la actitud galante de la cual era capaz de usar sin morir de vergüenza. Will lo miraría de vuelta sorprendido, y luego le sonreiría como si Nico fuese un tipo de ser perfecto... Y él se lo creería por unos segundos...

Fue una sorpresa desagradable, el rechazo que recibió en su lugar, por primera vez; y fue aún peor, oír al stronzo al otro lado del teléfono y saber inmediatamente, que su negativa tenía otra cara masculina.

El recuerdo estaba fresco, cual cadáver en la morgue en su cabeza, Nico había gritado un caluroso: "Non rompere i coglioni", dentro de su auto, y un segundo después estaba pisando el acelerador como si fuese la cara de Cecil probando la planta de sus tenis, hasta quedarse delante de su casa, bajarse del coche y finalmente plantarse frente a su timbre para apuñalarlo varias veces con su dedo; hasta que una pelirroja con cara pecosa como la de Will, lo recibió con los ojos brillando de admiración ante la belleza sobrenatural de Nico. 

Traducción: No me rompas los huevos. No me toques los cojones

—¿Coincidencia, eh? — Cecil suelta una risita sin disimular, está claro que no se lo ha creído, sin embargo, a Nico eso le traía sin cuidado. Lo que piense Will, es lo único que a él le importa. — Claro... ¡Ah! Por cierto, quisiera disculparme contigo por la pequeña broma telefónica. Estabas robándome la atención de Will, y tenía que hacer algo para que te cortara — el fuego crepitó en la sartén, — No lo hice con mala intención, ¿sabes?

— ¿No se te ocurrió una forma menos escandalosa? — Nico interroga, y Cecil deja salir una carcajada más estruendosa. 

— ¡No! Lo siento— se disculpa, y gira su cabeza para mirarlo, y Nico lo nota inmediatamente; el brillo maléfico en los ojos de Cecil, es la única advertencia que tiene para prepararse a lo que dirá — Oh, y, lamento que Will te haya rechazado por mi culpa. Mala suerte. Le pedí que se quedará conmigo, y nunca puede decirme no — sonríe con maldad, y a Nico se le hiela la sangre —es algo de mejores amigos, mejor acostúmbrate...

— ¿A qué? — Nico pregunta, y la respuesta le supo a vinagre.

— Al hecho de que siempre tendré preferencia en la vida de Sunshine — espetó, luego le sacó la lengua de forma juguetona —¡Fue mío primero! — y terminó riéndose muy alegre. —Es todo broma, ya, ya. Parece como si fueras a quitarme la yugular.

Cecil, muy satisfecho de sí mismo, se volteó de nuevo hacia el frente, y continuó silbando en tono alegre, como si no acabara de pellizcar el punto débil de un demonio con una pica ardiente, ahora, sediento de sangre.

Una mirada frívola se posa sobre la faz de Nico, mientras comienza a pensar la forma más eficiente de hacerlo desaparecer. Necesita volver a obtener toda la atención del cabeza de espagueti de allá, a quien su padre por fin ha dejado de darle calurosos regaños y ahora viene arrastrando los pies al caminar hasta entrar en la cocina. Nico se obliga a cambiar su semblante, antes de que lo note.

—¿Todo bien? —le preguntó, fingiendo una sonrisa tensa.

— ¿Qué? — Will lo miró confuso unos segundos, luego, pareció recordar algo y apartó la mirada rápidamente, mientras sus mejillas se sonrojaron una vez más en la noche — Ah, sí, sólo me ha dado un par de condiciones que supuestamente debo cumplir de ahora en más, ¡pero no lo haré, porque no me las merezco! ¡Fui calumniado injustamente por mi propia sangre!

— ¿Ah, sí? — Nico le alzó una ceja irónica.

Will infló sus cachetes, y luego soltó todo el aire de sopetón.

—Sí. ¿No tienes sed? — Inquirió, cambiando de tema desesperadamente — ¿Quieres agua, soda, jugo de naranja? ¿Por qué Cecil no te ha dado nada? ¡Cecil! ¡¿Por qué no has atendido bien a nuestro invitado con algo de tomar?!

—¡Hey! Yo también soy un invitado — dijo Cecil formando un puchero— ¿y por qué jamás me han ofrecido alguna bebida?

—Porque eres una garrapata que coge todo del refrigerador sin permiso. — Replicó Will, sacando del electrodoméstico mencionado, una jarra enorme con lo que parecía jugo— ¿Y cómo qué también eres un invitado? Pasas más tiempo aquí que en tu propia casa. Mi padre incluso, ha pensado ya en adoptarte.

Mientras Cecil parloteaba, Will dejó tímidamente un vaso de jugo de naranja enfrente de él. Nico le dijo "gracias". Sus miradas se encontraron por un breve segundo, y luego Will la apartó, como si tomara mucho esfuerzo en él. Nico descubrió con eso, que el rubio parecía incapaz ahora de mirarlo a los ojos. Lo cual lo irritó. Después, Will se alejó de él, sin decirle una palabra, aumentando su irritación en niveles que pensó que era imposibles de alcanzar.

El rubio se colocó a lado del stronzo delante del horno, y observó su obra. De inmediato, una sonrisa divertida asomó sobre sus labios y preguntó:

—¿Quién te dio permiso de ponerle colorante?

—Yo me di el permiso — respondió el castaño arrogante.

Después de eso, Cecil decidió que el aceite estaba listo. Pero justo cuando iba a mezclarlo con las palomitas de maíz, Will lo detuvo del brazo inmediatamente. 

—Espera — le dijo, y puso la mitad de las palomitas en otro bol que sacó de la alacena de arriba —. A Nico no le gustan de color rosado, — murmuró en voz baja, sin mirar a Cecil a los ojos. — Esas son para ti...

—Okay — Cecil contestó en tono cantarín.

Después de eso, ambos empezaron a conversar y se dispusieron a ignorar a Nico, quien no había dado aún ni un trago al jugo que le había servido Will. Más bien, ahora quería lanzárselo con fuerza sobre su cabeza rubia. Nico sabía que él no lo hacía a propósito, o tal vez sí... Suponía también que sentía demasiada vergüenza de él, y por eso quería fingir como que no existía.

"¿Holaaa?, hay un Nico sentado aquí como idiota, ¿pueden dejar de mirarse tanto?" — pensó para él mismo, mientras un furibundo monstruo empezaba a rugir en su cabeza. De nuevo, Nico era consciente de hasta el más minúsculo gesto entre ellos y se preguntaba: ¿Por qué sus hombros se rozaban tanto? ¿Por qué sus caderas chocaban tanto?, ¡¿Por qué se miraban fijamente con tanta naturalidad?! Nico trató de concentrarse en lo que decían.

—Déjalo, yo me encargo — Cecil pone una mano sobre el pecho de Will para alejarlo—. Prometo que no quedarán negras como la última vez, ¿ok?

Y Will suelta una carcajada, probablemente recordando la anécdota. Se ríe desenfadadamente, e incluso echa un poco la cabeza hacia atrás. Es como música sonando.

"Él nunca se ríe así contigo" — le dijo una voz cizañera en su oído, y Nico cerró los puños debajo de la mesa. Ojalá pudiera golpear su consciencia, ojala pudiera... Entonces lo nota, por el rabillo de su ojo, el stronzo está mirándolo fijamente y solo cuando este le corresponde la mirada, le deja ver a Nico una lenta sonrisa maliciosa, mientras deliberadamente, coloca un brazo sobre el hombro de Will para apoyarse en él.

"Ojalá pudiera golpearlo".

Ellos subieron de vuelta a la habitación de Will, luego de acabar con las palomitas. Cecil acababa de entrar a su cuarto, y justo cuando Nico le seguiría adentro... Will carraspeó suavemente a su lado, deteniéndolo en el acto. El azabache le dio su completa atención, a pesar de que Will subía y bajaba la mirada de su rostro, aún con un atisbo de vergüenza en sus orbes azules.

— ¿Qué sucede? — le preguntó realmente intrigado, al verlo apretar su bol de palomitas saladas con nerviosismo.

—Te... ¿Te quedarás todavía?

A Nico casi le dio un patatús allí mismo, con su orgullo vociferando indignado dentro de su pecho, exigiendo muerte y destrucción por tal agravio. Contuvo la respiración, como las ganas de querer abofetear a Will salvajemente en toda su maldita y perfecta cara. ¡¿CÓMO QUE SI SE QUEDABA MÁS?!

— ¿Quieres que me vaya? — Nico empezó a sentirse enfermo. — ¿Para quedarte a solas con... él?

Will lo miró finalmente, muy confundido, un segundo después, sus ojos se abrieron desmesuradamente, dándose cuenta de su error. Por la expresión horrorizada que apareció en su rostro, Nico supo que sus palabras no habían sido pronunciadas en ese sentido, y solo fue un malentendido. Sin embargo, (aunque sintió algo de alivio) la sensación desagradable no desapareció por completo. Por lo que su cara agria no cambió mucho.

— ¡No! ¡No, no, no! —negó Will, haciéndose énfasis con las manos. — ¡No te lo pregunté con esa intención! Solo quería saber para, para...

—Me quedo — gruñó Nico, cansado de su parloteo, y entró en la habitación chocando con el hombro de Will de forma brusca. "Idiota" — pensó, e ignoró lo lindo que se veía Will con su cara llena de culpa.

Como la cama era individual, Nico y Cecil se encontraron bastante apretados contra el respectivo costado de Will. Cecil en el lado derecho, él en su lado izquierdo. Tres chicos apretujados sobre un colchón pequeño. Antes de conocer a Will, Nico seguramente iba a sentirse como bendecido. Ahora, sólo sentía algo infernal en su pecho y ganas de patear al indeseado.

Virgen a los 30 era la película que se reproducía en la laptop. Justo el tipo de película dramática que Will adoraba y Nico odiaba. Y que Cecil y Will esten conversando más que mirando la película, solo hacía que su odio aumentara.

Sabía que el mantenerse callado solo jugaba en su contra, que tenía que hablar también, tratar de llamar la atención de Will. Pero simplemente no se le ocurría nada que decir para colaborar con la conversación. Su mente estaba en blanco. Si el stronzo no estuviera, con seguridad, Nico hablaría con Will hasta por los codos. Además, sentarse en el mismo colchón donde había visto a Will y al pervertido juntos... le estaba dando duros conflictos... Involuntariamente, sus ojos bajan, y se quedan en el punto justo donde... Le duele la panza, en serio, iba a enfermarse. 

—Sólo espero no llegar virgen a los treinta también. —Cecil dijo en tono lastimero. — Sería lamentable.

—Bueno, la opción de recurrir junto a trabajadoras sexuales, en caso de que ninguna mujer quiera copular contigo voluntariamente, siempre estará disponible —aportó Nico, haciendo el intento de conversar "inofensivamente".

—Ni hablar — Cecil le responde de inmediato, — ¿Para que gastar mi dinero? Si tengo a mi mejor amigo, aquí a mi lado para que me desflore cuando quiera.

Cecil empezó a reírse como idiota. Nico lo miró con ganas de ahorcarlo. Will soltó una risita nerviosa a su lado y no agregó nada más.

En realidad... ¡Ni siquiera lo había negado!

Entonces vuelve a recordarlo debajo del cuerpo de Cecil. ¿Cómo Will le permitió tocarlo? ¿Que son amigos desde los siete años? Bah, tonterías. ¡Nueve años no son nada! Él había oído de amistades arruinadas por momentos de calentura, con más años que esos. ¿Que él y Will se conocen por poco más de un mes y no tiene derecho a quejarse? ¡Eso no tiene nada que ver! Absolutamente nada. Uhg. Siente el inicio de una migraña colosal a punto de atacarlo, y que el idiota de Cecil esté monopolizando la atención de Will desde que llegó, solo lo empeora.

"Siempre tendré preferencia en la vida de Sunshine".

De pronto, Will despega su espalda de la cabecera de su cama, y se sienta abrazándose las rodillas para ver mejor las película; y Nico tiene que volver a reacomodar de nuevo la sábana (ahora sobre su regazo) a su posición anterior. No es que el frío le moleste, sino que sentía una extraña protección si tenía el cobertor cubriéndolo hasta la nariz. El aroma de Will impregnado en la sábana, también era un bonus satisfactorio.

Nico aprovechó para escudriñar al stronzo por la comisura de sus ojo. Calibrando a su rival, observó que Cecil no era el hombre más guapo que había visto, pero tampoco el más feo. Entraba en la categoría del americano promedio, con su cabello castaño oscuro y piel bronceada, y Nico no podía decidir si su rostro era atractivo o muy simplón; era como si un artista hubiera empezado a construir las facciones perfectas, pero luego perdió el entusiasmo y lo terminó con desgana. O tal vez Nico sólo lo odiaba demasiado para pensar bien de él.

Sus ojos también eran azules, pero mientras los de Will eran como hermosos orbes celestiales, los de Cecil tenían el color de las aguas cloacales.

Nico trató de tranquilizarse, y cogió las palomitas saladas que descansaban sobre su regazo, para llevarlas una a una en su boca. Cuando de pronto, un hombre totalmente desnudo aparece en la película, con su trasero y testículos al aire. Will y Cecil se ríen, pero a Nico solo le da pena ajena, hasta que Cecil menciona despreocupadamente:

—No estoy impresionado, los tuyos son más bonitos, Will.

Nico tosió fuerte, el maíz raspando su garganta como lija.

Will soltó un chillido y miró a Cecil automáticamente, sus ojos fulminándolo como llamas azules.

—¡Eres insufrible! — reprochó en su dirección. Luego giró hacia Nico, con cara preocupada — No hagas caso de ese lunático, por favor. Tiene el coeficiente intelectual menor de setenta.

—Oye, oye, Nico, ¿sabías que Will y yo nos bañábamos juntos en la bañera? Era todo plis, plas, y a Will le encantaba moverlo como ruleta —apuntó su entrepierna— ¡Y después nos tocábamos...! — el stronzo no pudo acabar su oración, porque empezó a reírse tan fuerte, que se agarró del estómago y cerró los ojos.

—¡SOLO HASTA LOS SEIS AÑOS! ¡Y NO LO HAGAS SONAR COMO... COMO...

Nico siguió tosiendo. Will empezó a tartamudear y pasado unos segundos, finalmente se cansó. Lanzó un suspiro exasperado y volvió a recostarse contra la cabecera de su cama. Las pecas en su rostro resaltan mediante su sonrojo.

A su lado, Cecil seguía riendo bajito, y de vez en cuando soltaba un: "auch".

Lo cierto era, que Nico no está siendo del todo honesto consigo mismo. Sí, está enojado con el stronzo por haber tocado algo que él piensa es enteramente "suyo" (sin importar qué tan egoísta suene eso) pero no era la única razón. Nico está enojado, furioso, porque por primera vez, existía alguien "superior a él". No lo admitirá jamás en voz alta, pero la amistad de años de Cecil era muy superior a su actual relación con Will y le daba náuseas sentirse inferior.

Además (tal vez estaba siendo paranoico), pero existía la posibilidad de que si Cecil decidía que él no le agradaba. Podría influenciar en Will, para pedirle que lo deje.

"Siempre tendré preferencia en la vida de Sunshine".

Nico apretó su mandíbula con irritación. "Preferencia mis huevos" —pensó el italiano elegantemente, y acto seguido, alzó un poco las rodillas para que la sábana se levantara y creara una especie de carpa que disimulase lo que ocurriría en breve. Con los ojos fijos en la pantalla de la laptop, la mano de Nico se aventuró hasta el muslo de Will; cual serpiente arrastrándose por su presa debajo de la sabana. Bien oculta.

Al instante, Will miró a Nico sin entender pensando que solo quería llamar su atención, pero el azabache siguió ignorándolo y fingiendo ver la película con expresión imperturbable. Will volvió a apartar la mirada, confundido. La sombra de una sonrisa apareció sobre los labios de Nico, y entonces, sus dedos palpan... y encuentran su objetivo, cubriendo la entrepierna de Will con su mano.

Y apretó. Fuerte.

Will se puso rígido. Sus ojos se abrieron muy grandes, e inmediatamente, (sin mirarlo) trató de quitar la mano de Nico con la suya, con la mínima fuerza que podía efectuar para que Cecil no se diera cuenta de nada.

—Me he quedado sin palomitas — suspiró Cecil con tristeza de pronto, causando en Will un respingo asustado.

—Ten, puedes terminarte las mías, sí lo quieres —le ofreció Nico, extrañamente muy amable, pasándole el bol de palomitas por encima de Will. Cecil se lo agradeció, y se distrajo metiendo grandes cantidades dentro de su boca.

Cuando Will finalmente entendió que Nico no iba a apartar su mano, (al contrario, ponía más presión sobre su entrepierna y le daba una y que otra restregada más, como si se hubiera encaprichado). El rubio se rindió y empezó a mirar a su mejor amigo cada dos segundos, por si este notaba algo raro. En este punto, su respiración era ligeramente superficial, y de nuevo, manchas rojas iniciaron a cubrir sus pómulos. Nico contuvo una carcajada: él era tan adorablemente obvio, y aquello sólo lo impulsó a continuar.

Por encima de su pantalón de chándal, sus dedos empezaron a acariciar el miembro dormido de Will, que poco a poco iba despertándose, y se extendía con dureza en contra de su voluntad. Will lo miraba por la comisura de sus ojos con alarma, luego miraba a Cecil (ignorante de todo), el rubio parecía querer hacerse pequeñito para huir. Pero a pesar de sentirse aterrado... Will colocó su mano ahora sobre la muñeca de Nico, y tragando saliva, le indicó el movimiento que quería.

Un rugido de satisfacción vibró en el pecho de Nico en el acto, mientras las piernas de Will se abren un poco más, para mayor comodidad, y sus párpados caen, ocultando ese par de ojos azules que van oscureciéndose por el placer. Entonces, su mano se apartó de su muñeca, solo para colocarla sobre la entrepierna de Nico. De forma tímida, pero decidida, este también empezó a tocarlo.

Cecil siguió comiendo palomitas.

Y Nico empezó a excitarse también, sabiendo que pronto su autocontrol desaparecería. Él debía detenerse, ya había comprobado su punto: Que él podría tener toda la atención de Will, incluso con la presencia de su mejor amigo a lado. Era hora de detenerse. Pero la parte nublada de deseo, "forzó" a Nico a introducirse dentro de su pantalón para obtener un directo acceso a aquello, que a él le encantaba.

Quería más, quería piel con piel. Y justo cuando su dedo índice tenía la dicha de tocar la suave piel de la cabeza de su miembro, ese es el momento exacto en el que Apolo decide abrir la puerta, gritando:

—¡DIJE, LA PUERTA ENTREABIERTA A  DIEZ  CENTÍMETROS, WILL! ¡¡¡LA QUIERO ENTREABIERTA!!!

Will soltó un alarido aterrorizado, y sufrió un respingo tan fuerte que tiró la mitad de las palomitas de Cecil sobre la sábana, de bajo de esta, él apartó la mano de Nico, esta vez con brusquedad.

—¡Papááá! — Exclamó Will, transformando su terror en enojo— ¡¿Pero por qué?! ¡Si siempre la he tenido cerrada cuando estoy con Cecil!

—Will Solace — Apolo comenzó, y Nico  sintió al rubio encogerse a su lado — No me hagas decir la razón frente a tus "amigos". Que sabes bien que soy un experto en hacerte pasar vergüenza.

Su hijo palideció al instante. No iba a arriesgarse. Al final, Will soltó un largo suspiro y le preguntó a qué venía.

—Recibí una llamada de urgencias, así que saldré un rato. Volveré alrededor de media o una hora, mientras tanto... tu hermana está a cargo.

Cecil bufó una risa, que pronto la ocultó con una tos. Will Solace estaba patidifuso e indignado.

— ¿Quééé? Dejarás a mi hermana de trece años a cargo?

—Sí. — Su padre contestó, encogiéndose de hombros. — Ahora baja, tu hermana quiere que le prepares un omelet para su cena. Luego estarás libre de vuelta.

—¿Y? ¿Acaso le amputaron las manos? ¡Ella puede cocinarlo sola!

—WILL. SOLACE. — Su padre pronunció imperiosamente, dándole una mirada de: Ven. Ahora. O ya verás.

—Ahg — el rubio soltó un sonido irritado, y luego, miró a Nico con nostalgia — Ya vuelvo — al final susurró, bajándose de la cama a la vez, y dirigirse hacia la puerta.

Nico frunció los labios borrando una sonrisa, le parecía divertido ver esta faceta rebelde de Will, se notaba que estaba algo "furioso". Probablemente por haber sido interrumpido en algo. Pobrecito Will, pensó.

Lo último que Nico oyó, fue al padre de Will regañar incesantemente a su hijo por el pasillo, por haber mantenido la puerta cerrada. Segundos después, sus voces desaparecieron en la distancia, y el azabache notó que la habitación había perdido algo de su calidez y gracia. Pareciera que las bombillas no eran las que iluminaban el cuarto, sino la presencia del mismo dueño.

A su lado, el stronzo iba juntando las palomitas que estaban sobre la cama, una por una, para volver a colocarlas dentro del bol. Su expresión era extrañamente meditabunda, y lo ignoraba como si Nico se hubiera convertido en un mueble más en la habitación. Al azabache le pareció perfecta su actitud. Le irritaba oírlo, y callado, incluso podría caerle mejor. Su plan era colaborar con él, fingir que la existencia de uno no existía para el otro... Pero Cecil lo desbarató en cuestión de segundos.

—Sé lo que le estabas haciendo a Will bajo la sábana— soltó con naturalidad, sin mirarlo todavía —. Conozco todas sus expresiones. Me he quedado callado sólo por él, porque sé que luego podría darse un tiro de la vergüenza. O huir a Inglaterra por siete años. Créeme, es un melodramático capaz de hacerlo.

Recogió la última palomita, y luego alzó la mirada para escrutar el rostro de Nico. Sus ojos color agua de alcantarilla, se quedaron impregnados en los suyos, esperando una reacción. Nico supuso que él quería que se mostrara avergonzado, se disculpara o que dijera algo como: "Lo siento, hombre, fui un desvergonzado. No volverá a ocurrir". Algo de ese estilo. No obstante, a Nico le traía totalmente sin cuidado, si Cecil lo había descubierto o no. Como él había dicho, lo único importante aquí era proteger la dignidad del cabeza de espagueti.

Nico simplemente se lo quedó mirando. Su expresión igual al de una roca.

— ¿Y bien? — presionó Cecil, incrédulo ante la nula reacción del italiano —¿Algo que quieras decir?

—Quiero que te largues — Nico dijo— ahora.

Cecil se quedó mudo y boquiabierto. El silencio de la habitación, llenada solo por los gritos del protagonista al depilarse con cera. Por un largo rato, el castaño se quedó patidifuso, luego, su garganta expulsó una estruendosa carcajada, que era una mezcla de fascinación y estupefacción.
 
—Discúlpeme, su majestad. — Cecil bromeó, aún riendo. —Wow. Solo. Wow. ¿Me estás jodiendo, no?

Nico no contestó. Por lo que la respuesta quedó tácita, flotando entre ambos. Cecil formó una sonrisa sarcástica, y le dio su completa atención a Nico, girando su cuerpo por completo en su dirección.

—Entonces es cierto, los rumores no eran falsos. Eres un manipulador con maestría— Su ceño se frunció. —  No importa quién sea, no tienes una pizca de respeto por ninguna autoridad. Manipulas a tus compañeros, manipulas a los profesores... incluso al mismo director cuando es necesario. ¡Y también he visto cómo tratas de manipular a Will!

>>Quieres que todos acaten tus órdenes, como si fuésemos tus siervos. Pues sorpresa, su magnificencia, conmigo no podrás.

Nico escuchó su parloteo, conteniendo sus ganas de rodar los ojos. Blah, blah. Nico palpó sus bolsillos hasta que lo encontró, y lo sacó.

—No podrás manipularme a mí— Continuó Cecil fervientemente, —Porque ese rubio con el que te lías, tiene el corazón de un labrador cachorro, y como su mejor amigo, es mi obligación protegerlo de los cabrones como tú, que quieren aprovecharse de su inocencia.

>>Di lo que quieras, haz lo que quieras, pero no me moveré de aquí. Lidia con eso.

Nico sacó dinero de su billetera y lo colocó frente a las narices de Cecil, quien, descolocado, no pudo hacer otra cosa, mas que quedarse mirando los billetes con expresión tonta. Por segunda vez en la noche, Nico había logrado dejarlo, completa y absolutamente mudo.

—Te daré seiscientos dólares — ofreció con suavidad — si te largas ahora mismo.

Will acababa de poner un pie en el primer escalón, cuando vio a Cecil aparecer al pie de las escaleras. Sus miradas se encontraron, y por la incomodidad que apareció en los ojos de su mejor amigo, supo que este había querido irse de la casa a escondidas de él. Will alzó las cejas sorprendido por su repentina huida y preguntó:

— ¿A dónde vas?

—Ah, yo... eh, iba a... Ehhh — Cecil era un pésimo mentiroso — Me llamó mi padre, — soltó, bajando las escaleras de dos en dos — resulta que la abuela se enfermó. Y debo ir a llevarla al hospital ahora mismo.

Cecil no lo miraba a los ojos, y se rascaba un lado de su cabeza, como fingiendo despreocupación. Quería ocultarse pero incluso con la mirada gacha, Will podía distinguir la vergüenza en sus orbes azules, y algo más que no podía identificar, pero que claramente, lo atormentaba. El rubio soltó un suspiro agotado.

Cuando lo tuvo delante de él, Will se preguntó porque le mentía, si era tan obvio.

—No intentes mentirme, sé por qué te vas. — Will le dijo, causando al instante, una expresión de alarma en el rostro de Cecil.

—¿Lo sabes?

— Irás a ver a Lou, ¿no? Para asegurarte de que esté bien.

Cecil se quedó momentáneamente confundido, sus ojos azules bien abiertos, y entonces, apartó la mirada, formando una sonrisa avergonzada.

—Ah, sí. ¡Me descubriste! — Echó una risita nerviosa. Will frunció el ceño desconcertado, le sucedía algo más a Cecil, de eso estaba seguro. Pero no sabía qué, sin embargo, aunque quisiera ayudarlo, no podría si se lo guardaba para él mismo, así que fingió naturalidad, así como Cecil lo hacía. — Me llamó hace un par de minutos, y... Ahí voy... Entonces... nos vemos otro día, ¿ok? Llámame...

Cecil empezó a retroceder, sus pasos arrastrándose por el suelo.

— Buena suerte con ella, — Will lo detuvo, poniendo una mano sobre su hombro. Cecil miró esa mano como si fuera a ahorcarlo.— Y... — dudó— puedes, ¿puedes decirle de mi parte? Que lamento haberle hablado de forma tan grosera. Por favor. Y que me llame... Cuando quiera.

Cecil miró a su mejor amigo, ligeramente sorprendido. Luego, le sonrió de medio lado, recordando que la actitud generosa era típica del rubio.

— Eres demasiado bueno, Will. — Cecil lo halagó, pero el tono de tristeza que su amigo utilizó para decirlo, lo dejó algo perturbado. Como si el ser bueno, fuera algo malo. — No dejes que nadie te controle, ¿ok? Eres más fuerte que todos.

¿Qué ocurre? Quiso exigirle. En cambio, acortó la distancia que los separaba y lo abrazó. Fuerte. De la misma forma en que él lo había hecho en la tarde, para ayudarlo a romper en llanto y desahogarse. Will esperaba que sea lo que sea, lo que lo atormentara, pronto se resolviera.

—Gracias por seguirme hasta mi casa y quedarte conmigo hasta ahora. — Will murmuró en su oído, — No sabes cuánto lo aprecio. De verdad. Eres el mejor, mejor amigo que alguien puede tener.

De pronto, sintió a Cecil ponerse rígido entre sus brazos, y luego, con voz dubitativa inquirió:

—¿Soy... un buen amigo, verdad? — Will le contestó dándole un fuerte apretón a su cuello, Cecil soltó una risita, luego susurró, como si alguien estuviera escuchándoles: — Will... Solo... solo promete que no me dejarás de lado por él. Que... que no permitirás que arruine nuestra amistad de años.

—Jamás dejaría que pase eso, Cecil.  — Will le dijo, apartándose del abrazo. Le dio una sonrisa a su amigo para tranquilizarlo. —No es necesario siquiera que te lo prometa.

Cecil le devolvió la sonrisa, mientras la promesa quedaba olvidada. Luego le dio la espalda, y Will lo vió partir hasta que la puerta se cerró tras de él. Y cuando Will se giró de nuevo, y estaba a punto de subir los escalones: Se encontró con Nico di Angelo observándolo, parado, al pie de las escaleras con semblante indescifrable. Con sólo jeans, y una camiseta negra, nunca se vio más guapo para Will por alguna razón.

Sus ojos son como lagos sumidos en la oscuridad, mientras mira a Will. Y este se siente diminuto, estando abajo, y él en la cima.

—Se ha ido. ¿No tuviste nada que ver, con su repentina y extraña huida, verdad? — Will le preguntó con voz divertida, pero que en el fondo, había verdadera incertidumbre que esperaba que el italiano la esfumara.

Nico ladeó su rostro con inocencia, y frunció ligeramente el ceño. El gesto fue tan adorable, que abrumó la mente de Will en segundos.

—¿Osas pensar mal de mí?— Profirió con sorpresa, después negó como decepcionado— El chico recibió una llamada de una tal... ¿Lou? Así se llama, ¿no? Se nota que no quería marcharse, pero por fuerzas mayores a él, tuvo que retirarse. ¡Es una pena! Ahora te has quedado solo conmigo— finalizó, con una sonrisita tenebrosa.

Will seguía subiendo las escaleras, y cuando estuvo a pocos pasos de alcanzarlo. Se detuvo. Solo para estudiarlo fijamente, con su cuello estirado hacia arriba. Escrutó cada sublevación de esos ojos. Pero en ellos no había ni la sombra de una señal de que estuviese mintiendo. Sus orbes eran fríos, veraces. Will podría pasarse años buscando en el pozo sin fondo de esos ojos, y jamás hallaría el engaño.

Will se dijo para tranquilizarse, entonces, que nadie podría mentir así de bien, tan descaradamente. Que era imposible. Por lo que él debía estar diciéndole la verdad. Nico tendría que ser un experto. Y era demasiado joven para serlo. Nico no podría mentir tan naturalmente, con esa sonrisa tan bella, que distraía la mente de Will y la de cualquier persona.

—Pareces un chico que dice la verdad — Will decidió con serenidad.

Nico sonrió, antes de empezar a caminar hasta su habitación de espaldas. 

— Solo soy un manipulador de la verdad. 

Ahg. Finalmente. Desde el puto sábado que estoy escribiendo este capítulo, pero la vida no colaboró para que acabara rápido. Pero bueno.

.5756 palabras. Quería que fueran 7000, pero en vista de que estaba por perder los estribos. Lo he publicado ya. Me vale.

Es Arata ♡.♡ Lástima que Drew lo mató. Era tan bello. Grashiaaaas SweetDisaster20 😶😶

Ahora sigue instituto. Rock. Perseus. :3 oh, y tal vez mi sis y yo hagamos algo nuevo juntas... tal vez. ♡ por agradecimiento por los 2 k de mi parte, y ella por cochina >:v

¿Cuál es tu análisis del cap? O sea, ¿qué opinas?

¿Que opinas del descaro de Nico? 😱😱

Nos vemos, chicos.

Psd: Se supone que la historia tendrá 70 o más caps. Eso espero.

Psd2: Amo a mi Cecil.


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