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RAPHAEL.

El ocaso del sol se visualizo por la ventana de la habitación advirtiendo que era hora de comenzar a prepararse, el mayor bajo la mirada y observó como Simón jugaba con el collar pasándolo de dedo a dedo mientras hacía caso omiso a su alrededor, al ocaso del sol y hasta la atención que había ocasionado en Raphael, este no quería molestarlo sabía lo que debía estar pensando a tocar aquella simbología de la Estrella de David, y esa era su familia. Sabía que no iba a poder superar aquello tan rápido, iba a doler como los infiernos recordar que su familia había sido asesinada, y sería difícil de cerrar aquella herida, pero él había prometido ser la familia del menor al igual que todos los integrantes del Loft.

—Creo que es hora de cambiarnos, Fran y Ragnor ya deben estar en la sala.

Raphael pudo mirar como el menor soltaba el collar para alejarse de sus brazos mienta que el quedaba ahí acostado.

—Tomaré una ducha, después es tu turno—añadió el menor.

Para caminar desnudo hacia la puerta del baño, Raphael volvió su vista a la ventana mientras colocaba sus brazos bajo su cuello, la tensión y los nervios de Simón eran muy fáciles de notar. Se imaginó tratar de percibir aquellas minúsculas emociones en el menor estando el sin su memoria ¿podría reconocerlos?

<<No puedes seguir pensando que vas a poder controlar todo, eres una persona, cometemos errores, a veces somos despistados y nos enamoramos. Sí, eso hacemos y nos hace tontos, tontos por naturaleza, mírate tu eres un idiota y yo también lo soy. >>

No pudo evitar recordar esa charla que había tenido con Magnus, aquellas palabras que había creído que no saldrían nunca de aquella boca. Ese mismo día Raphael le había pedido al brujo hacer un hechizo a aquella medalla, la misma que ahora Simón llevaba colgada, no era regalo de la pareja si no el mismo cual la había comprado, lo único que había hecho el brujo era colocar un hechizo de protección.

No importaba que había estado haciendo esto a escondida de su pareja, no importaba que le hubiese mentido, cuando él había recuperado la memoria había visto lo que había tenido que pasar con Simón y ahora no quería que nada le pasará, si debía ir y hacer que el dios de los Nephilim protegiera a un subterráneo como Simón estaba seguro que lo haría.

<<Estamos tan malditamente enamorados que cometeríamos locura solo para verlo a salvó, sin ningún rasguño, sin ninguna herida; solo quieres que él esté ahí, a tu lado, a salvó. >>

El mayor largo una carcajada, Magnus no se había equivocado, al fin y al cabo el estaba dándole un colgante con un hechizo de protección a Simón para tenerlo a salvó.

— ¿De qué te ríes?— pregunto Simón arrimándose a la puerta.

El chico lo miro con curiosidad, al parecer había dejado el proceso de secarse ya que mechones de pelos mojados caían por su frente, su pecho estaba descubierto y llevaba una toalla amarrada a sus caderas, pero al parecer no se había dado cuenta de aquello.

—Nada, solo un recuerdo—respondió el mayor.

El menor solo sonrió y camino por la habitación hacia llegar a la orilla de la cama mientras con sus dedos tocaba el collar.

—Es hora de tu baño Rapha— informó Simón.

Raphael se sentó en la cama estirando su cuerpo, para después bajar de la cama y caminar hacia el baño sin antes ver la cara de Simón que se había avergonzado.

El baño aún tenía una pequeña niebla de vapor, el piso estaba mojado al igual que la ducha, el mayor camino hasta las manecillas del agua y dejo que el agua saliera para después meterse bajo ella...

Después de un rato Raphael y Simón ya estaban vestidos, y listo para salir a la búsqueda del otro dúo y así comenzar con el plan, pero antes de salir de aquella habitación el mayor no había parado para darle una daga mundana bendecida por la iglesia católica, envuelto, por si llegara a suceder algo.

Era mejor estar prevenido.

Caminando por los pasillos el mayor abrió las puertas de la sala para quedarse congelado en el lugar, en el sillón estaban Fran y Ragnor, desnudos en medio de una acción.

—Oh Cielos— Dijo Simón detrás de él.

Ninguno se podía mover y dejar de mirar aquella escena, cuando los dos chicos del sillón los miraron y abrieron los ojos sorprendidos para largar unas palabrotas y dejar lo que estaban haciendo, en ese momento el mayor se dio vuelta para atraer a Simón a él y colocar la cara de este en su pecho. Esto iba incluido un trauma más.

—Ya pueden voltear—dijo Ragnor después de unos minutos—Sentimos que hayan tenido que ver esta escena.

El primero en voltear fue Raphael, que a pesar de la situación tenía una sonrisa divertida plasmada en su cara, cuando miro a los chicos otra vez ya estaban vestidos, sus ropas arrugadas, pelos revueltos y mejilla sonrojada, pero estaban vestidos y con eso bastaba.

—Estaré traumado por días— Dijo Simón.

Para caminar a uno de los sillones y sentarse mirando con asco el otro sillón.

—Y Magnus los matará si llega a ver alguna mancha en este sillón—añadió Raphael.

Para ir a lado de su pareja y acomodarse a su lado, por lo menos Simón había perdido la tensión gracias a este asunto. Después de unos momentos y unos arreglos en la ropa del dúo después de algunas risas la otra pareja también se sentaron.

—Si nadie se lo dice, Magnus no se enterará—Dijo Fran.

—Solo en la próxima háganlo en la habitación de algunos de ustedes, por favor.

La otra pareja asintieron para sonreír con vergüenza.

—Está bien, es hora de comenzar con todo esto ¿Están listos?—pregunto después de un momento Raphael.

Ver como el sol ya estaba a poco de llegar a su ocaso total a través del ventanal hacia que el vampiro mayor sintiera algo en su pecho, adrenalina, de saber que haría algo un poco familiar. Cuando vio que todos los demás asintieron, agregó:

—Cuando lleguemos allá, Ragnor tu solo vas a cerrar las puertas, nadie va a poder salir, así que comencemos es hora de irnos.

Todos se pararon para seguir a Ragnor que se acercaba a unas de las paredes y hacia un portal de color esmeralda, Raphael miro a Simón y sonrió de medio lado para estirar su mano a él, entrarían juntos.

—Suerte a todos— dijo Simón.

Para tomar la mano del mayor y dejarse guiar por este hacia dentro del portal. Cuando estuvieron del otro lado Raphael miro hacia todos lados tratando de ubicarse, miro la puerta de metal negro frente a sus ojos y unos pasillos a cada lado de él, reconocía ese lugar.

Cuando los otros dos chicos aparecieron, sintió como aquel chico rizado que se había colocado a su lado se tensaba, los malos recuerdo jamás se superaban. Cómo cuando él sabía traer a vampiro a ese lugar para encarcelarlos o torturarlos, se dio media vuelta y miro la puerta aspirando el aire, la mundana estaba ahí, el olor a sangre lo decía estaba bombeando con rapidez.

—Ella está ahí—susurró Fran.

Todos lo miraron, sus labios temblaban, sus manos se formaban en puño a cada lado de su cuerpo, sus colmillos salían, y sus ojos se iluminaban, Raphael colocó una mano en su hombro para apretarlo con un poco de fuerza, tenía que tranquilizarse.

—Tranquilo, no quieres que tu sobrina te vea así— habló Raphael— Ahora ve y búscala.

El chico asintió y Raphael saco su mano para mirar a Simón, era hora de hacer seguir el camino ellos dos solo por un rato y encontrar de una vez por toda a Camille.

—Suerte.

Subieron por la escalera de forma de caracol, Simón detrás de él por si sucedía algo, mientras podía sentir el aroma de sus compañeros dentro, las puertas debían ya estar cerradas y todos aún seguían ahí adentro desesperados por salir a matar, lástima que eso no se ejecutaría. Cuando se arrimaron a la puerta el mayor comprobó hacia afuera, habían gritos, murmullos, la desesperación se sentía en todo el lugar, los sollozos de algunos.

— ¡Raphael ayúdanos!

Las súplicas llegaban a sus oídos y eso causaba dolor dentro de él, pena por ellos, estaban tan mal cuidados; miro a Simón y sonrió con amargura.

—Necesito ayudarlos a volver al camino—dijo Raphael.

Vio como Simón asentía y sonreía.

—Te ayudaré.

Comenzaron a caminar hacia donde estaban todos descontrolados, muchos de los vampiros agarraban sus pelos para tirarlos con fuerza mientras gritaban, otros trataban de abrir las puertas sin éxito alguno mientras que otros estaban hechos ovillos llorando desconsoladamente. Sus niños, sus compañeros, a los mismos que había sacado con anterioridad de la adicción estaban como la primera vez.

—Al parece nunca van a aprender el método de rehabilitación, y yo que creí ya hecho todo estos años—Dijo Raphael en alta voz.

Llamando la atención de todos los polluelos, que lo miraron con ojos perdidos bajo el efecto de la adicción pero aún conscientes.

—Raphael.

Se escuchó como la mayoría lo llamaban por su nombre en casi un susurro dejando de hacer lo que estaban haciendo antes, el mayor se enderezó y alzó su cabeza en modo de mostrar que era él, a cual todos obedecían y temían.

—Quiero a todos ustedes dentro de la sala, saldremos de esta y será la última vez que pasen por esta vida.

Todos se quedaron quietos mirándolo.

—Sé que estoy exiliado de aquí, pero nada me evita hacer mis métodos de rehabilitación con ustedes ¿Quieren pasar por esos métodos?

Vio como comenzaban a negar y de a poco se adentraban a la sala, esa sala que pertenecía a Raphael antes, para volver a hacer lo mismo que habían hecho en aquel año. Pero no se percató de que habían quedado cuatro personas, cuatro vampiros delante de él que lo miraban con enojo.

—Raphael Santiago—escupió uno de los chicos.

Mientras apretaba sus labios con molestia y sacaba sus colmillos en forma de querer pelea, los otros chicos hicieron lo mismo, Raphael hizo a Simón más atrás de él y saco sus colmillos para demostrar que él sabía defenderse.

—Tú eres una basura en este lugar, no tienes poder en nosotros, mataste a Ethan y Kendall, tu no mereces estar aquí—Dijo otro de los chicos— estaremos encantados de mandarte con tu familia al igual que tu pareja.

Otro de los chicos carcajeo, mientras Raphael los miraba con molestia.

—Claro que no, antes de matar al chico me voy a divertir con él, va a ver que la hombría de Raphael puede superarse— dijo otros de los chicos.

Raphael se enfureció más a lo escuchado, sabía que esos vampiros estaban así por el efecto de las drogas, que ese no era su comportamiento los conocía y todo, pero no dejaría que tocaran a Simón, ni física ni verbalmente.

—Retiren lo dicho ahora mismo—dijo Raphael.

Los chicos sonrieron con malicia, para ponerse en posición de ataque, Raphael movió un poco su cabeza para mirar a Simón a través de su hombro.

—Simón cierra las puertas, no tenemos que dejar que salgan los demás, yo los distraigo.

El menor asintió para mirar a su alrededor buscando en algo para poder usar de seguro.

—Usa aquella madera, hay que atracarla en la puerta, ellos saben que hacer allá adentro.

Simón volvió a asentir otra vez más, haciendo que Raphael volviera su vista a los otros vampiro y sonriera con gracia, ellos habían aparecido muchos años después, su tácticas para la lucha de la había enseñado él, sabía cualquier movimiento que harían, los ataques, sería pan comido.

—Dejemos los juegos muchachos, están bajo el efecto de la adicción ¿En serio quieren esto? ¿Arriesgar sus minúsculas vidas para vengar la vida de dos personas ya muertas?— preguntó Raphael— Ustedes tienen una posibilidad de ser mejor que ellos.

Sintió como Simón se movía detrás de él, y algunos de los chicos volvían a su postura normal.

—Siempre te has creído mejor que nosotros, que puedes con todo porque crees que tus años aquí te han hecho más fuerte que nosotros, no es así, estás equivocado.

Raphael sonrió con superioridad.

—Soy mejor que todos ustedes, por alguna razón fui segundo al mando y por una razón mandaré en este lugar después de esto.

Y basto con eso para que los niñatos corrieran hasta donde estaba él para atacarlo, Raphael se preparó para devolver la pelea y poder esquivar los golpes de todos ellos, cuando uno de los niños cayó al piso sorprendiendo a los demás, el vampiro mayor lo miro viendo como una daga estaba clavada en su espalda y a unos metros Simón tenía la mano estirada como si aún no procesará lo que acababa de hacer.

— ¡Tin!—gritó uno de ellos.

Corriendo hacia Simón, mientras los otros dos volvían a atacar al mayor, Raphael trato de sacarlos de encima, largando uno de sus manos al cuello de uno y tirándole lejos mientras que sentía una herida aparecer en su parte baja de la espalda, se dio vuelta mientras trataba de tocar la herida.

— ¿Por qué haces esto?— pregunto Raphael— ¿Quieres terminar como tus amigos? ¿No quieres volver a ver a Lilit?

El chico abrió los ojos sorprendido e hizo un paso hacia atrás.

—Camille dijo que estaba muerta, que tú lo hiciste— dijo el chico con dificultad.

Raphael comenzó a negar, conocía a este muchacho sabía la adoración por su amiga, y no quería a pesar de todo, de la herida que le había hecho, terminara muerto como Tin

—Ella está ayudando a Magnus Bane, está viva, ve con los demás vampiros a la habitación y podrás verla después—dijo Raphael.

Los labios del chico comenzaron a temblar, estaba por rendirse.

— ¿Cómo se que estás diciendo la verdad?

—Por la razón que estoy aquí para ayudarlos a no ser asesinado por los Nephilim.

El chico asintió y tiró el arma que estaba escondido entre sus manos, para comenzar a caminar a la habitación donde estaban los demás, eso había hecho relajar a Raphael por que preferiría que los vampiros hicieran eso a querer enfrentarse a él y tener que matarlos. Busco a Simón con su mirada y se sorprendió a ver aquella escena, la tabla que debía ser para la puerta estaba siendo utilizada para pegarle a unos de los niños que quedaban haciéndolo sangrar.

Raphael miro como Ian, el vampiro que había tirado lejos, se acercaba con una lanza por detrás de Simón, Raphael comenzó a correr para detenerlo sintiendo como el miedo subía por todo su cuerpo. No podía ser esto así.

— ¡Simón!

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