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SIMÓN.
Los días habían pasado, el Loft se había llenado de alegría y no había extrañado tanto este lugar como lo había hecho en aquel frío hotel a cual no deseaba volver, el Loft hacia que cualquiera se sintiera acobijado y cómodo, al principio si te sentías incómodo con tantos colores y objetos extrovertidos, pertenecía de Magnus Bane, pero cuando te acostumbras a ello no había otro sitio que pudiera causar el mismo efecto que este.
Con el pasar de los días Raphael había recuperado casi la totalidad de sus recuerdos, su personalidad y su comportamiento había empezado a ser el mismo de antes, habían frases sarcásticas e irónicas para Magnus y para cualquier situación que lo requería, era un poco más seguro de sí mismo que antes cuando no recordaba nada, pero también Raphael había conservado algunos comportamientos anteriores, era cariñoso cuando ante sentía el miedo del efecto del amor y no podían adelantar la relación por aquello, había veces que enrojeciera pero comenzaba a evitarlo cambiando a cualquier tema de conversación, y aún no recordaba a Annamarie, lo que era extraño porque el vampiro recordaba casi todo, el pastel que cumplió años en su último año de mundano, lo que vestía cuando el hotel sufrió la cuarentena, como era Magnus cuando tuvo que convivir con él en el Loft después de su transformación... Pero de aquella Nephilim y lo que había pasado con ella no recordaba nada. ¿Eso era bueno o malo? Además la pequeña habitación donde estaban los cuadros de aquella muchacha se quitaron haciendo que el cuarto comenzará a tener algunas reformas y dejara de ser oscura y fría que mostraba una etapa vieja de él, llena de resentimientos y su corazón roto, para pasar a ser un lugar agradable y nuevo y todo había sido por decisión de Raphael.
Con el pasar de los días también había notado como la vampiro Lilit, la que se había encerrado en una habitación y no había salido hasta Raphael fue en su búsqueda, comenzaba a sonreír y ser más abiertas a las emociones con todos los visitantes, la emoción de que Raphael recordara había hecho feliz a todos, Simón había descubierto que Lilit era como la mano derecha de Raphael y por eso había estado tan cerca de él en el hotel y le había advertido de Fran y había aparecido en su habitación para que lo acompañara a esa misión...
Esa misión.
El vampiro menor aún no podía superar aquello, aún sentía como su cabeza palpitaba cada vez que recordaba a su madre morir en sus brazos y creer que él ya estaba muerto, lo estaba pero no en esa clase, por culpa de Camille y recibir como noticia de que su hermana mayor también había muerto por aquella mujer que se había dedicado a arruinar su vida. Juraba que cobraría venganza de todo esto. Hablando de Camille él no era el único que estaba enojado con ella, Raphael después de que Fran le contó por que había estado encerrado en el ataúd, y porque Camille era así, el vampiro mayor había estado enojado consigo mismo de no haberlo notado y preocupado por la sobrina/nieta del chico rizado, porque Fran en presencia de todos y tomado de la mano de Ragnor había contado casi todo de lo que Camille le había hecho y porque había tenido que estar detrás de él todo el tiempo. Camille era una maldita desgraciada y una maldita loca.
Cuando Fran le terminó de contar a Raphael por que el vampiro mayor era tan importante para ella, eso hizo que Simón sintiera cada vez más esa impotencia de matar aquella mujer ¡Raphael era suyo! Y de nadie más. Hablando de Fran, las cosas en los últimos días el Loft se había llenado de romanticismo con él y Ragnor, el brujo cortejaba al muchacho, le regalaba una pequeña rosa roja o besaba los nudillos de su mano cada vez que se encontraban y el brujo le daba las bienvenidas, habían palabras que Ragnor le decía al muchacho "señorito" "pequeño" "mi niño" "cariño" y el vampiro de pelo rizado solo sonreía avergonzado y le contestaba con apodos ridículos y se acurrucaba en sus brazos en una forma de proteger su vergüenza a tal acciones del brujo.
El único que no estaba muy bien en el Loft y que andaba todo el día frustrado y nervioso, aunque quisiera negar, era Magnus, al principio andaba más que contento y feliz por lo que había sucedido y aun seguía con esa sonrisa demostrando que no se arrepentía de aquello pero se notaba a leguas que estaba preocupado porque aún Alexander no regresaba de Idris, el lugar donde los Nephilim habitaban, pero cada vez que Simón quería preguntarle qué había pasado o si sabía algo del Nephilim solo evitaba el tema y retomaba una conversación de lo tanto que lo extrañaba o de que había pasado en el hotel y como lo había tratado Camille. Si, algo sucedía. Pero a pesar de eso, el Loft parecía más animado y más lleno de vida, aunque faltara Alexander, pero algún día él llegaría y todo sería más alegre. Esperaba que el Nephilim no estuviera en problemas.
—Simón...
Simón pestañear y volvió a la realidad alzando su vista viendo como aquellos ojos avellanas lo miraban desde arriba, el menor se acurrucó más en el pecho del mayor colocando su mano en el punto justo bajo a la cadera, y cruzaba su pierna arriba de las piernas de él.
— ¿Qué sucede Rapha?—pregunto Simón.
Vio como Raphael cerraba el libro dejando uno de sus dedos entremedio para no perder la página mientras le daba un pequeño beso en la frente en forma de cariño, para después sonreír mostrando sus dientes perfectamente blancos.
—No estás escuchando y estoy leyendo en voz alta para ti niño tonto— dijo el vampiro mayor.
En estos últimos días cuando Raphael lo había recordado había usado ese apodo para el cada vez que le gustaba bromear "niño tonto" o "niño estúpido" diciendo en forma de cariño.
—Lo siento ¿Puedes seguir por favor?—pregunto Simón.
El vampiro mayor con su mano desocupada acarició el pelo del muchacho mientras volvía a abrir el libro y levantaba la vista para prepararse para leer.
—"La sangre de mi corazón te protege. Si tu vida se pierde, la mía con la tuya se va. Cuerpo de mi cuerpo, mente y tuétano de mis huesos, alma de mi alma, que nuestro espíritu enlaza, sangre de mi corazón, mi luna, mi marea. Sangre de mi corazón, mi condena y mi salvación..."
La voz de Raphael era como un canto de un ángel, tenía el timbre correcto, en el punto justo ni tan grueso ni tan fino, y sabía cómo leer, pronunciaba las frases con el tono correcto, no echaba a perder su relato, marcaba los espacios de la coma y la de los puntos. Se juntó más al cuerpo del mayor, mientras disfrutaba escucharlo leer, podría estar así toda la eternidad.
Lo amaba, claro que lo amaba.
Dirigió la vista al cuello del mayor viendo dos pequeños puntitos cicatrizados donde una vez lo marco y como auto-reflejo dirigió su mano a su cuello donde Raphael había hecho su marca en el. ¡Eran parejas! Y ahora nadie podría estropear eso.
— ¿En qué piensas?— se interrumpió Raphael cerrando el libro y mirándolo.
¿En qué pensaba? No podía responder aquella pregunta por qué no estaba pensando si no solo apreciando la vista.
—En nada— contesto el menor.
Vio como Raphael dejaba el libro con dificultad en una mesita cercana, haciendo que se estirara y su remera se levantara haciendo que los brazos desnudos de Simón tocara su piel y sintiera como una corriente corriera por dentro de él.
—No puedo leer cuando te noto tan distraído—dijo Raphael.
Volviendo a su postura normal para colocar uno de sus brazos detrás de la espalda del menor, haciendo que con uno de sus dedos comenzará a ser círculos y le daba otro pequeño beso en la nariz, justo en la punta de ella en forma de cariño.
— ¿Qué es lo que te tiene tan distraído?—pregunto Raphael al ver que el no respondía.
Oh cielos odiaba esa pregunta, no le estaba sucediendo nada, estaba normal, estaba disfrutando de la compañía de su pareja ¿no podía estar callado disfrutando de aquello? ¿Disfrutar que lo tenía a su lado y nadie iba a poder separarlos nunca más?, Pero tenía razón, había cosas que su mente lo tenía ocupado, Magnus, Alexander, Fran y Camille.
—Estoy pensando en que estamos acá encerrado como el principio, ¿te acuerdas? Cuando no podíamos salir del Loft porque yo estaba en peligro— dijo Simón— esta vez no estamos enfrentando a Ethan, si no a Camille, tiene a todos los polluelos que una vez te siguieron en contra de nosotros y la sobrina/nieta de Fran está en peligro por causa de ella ¿hasta cuándo tendremos que soportar esto?.
Vio como Raphael se tensaba bajo el, estos temas eran muy importantes para el vampiro mayor, eran partes de sus polluelos lo que estaban metidos en esto, y era Camille que los llevaría a su perdición si seguía así, y aunque Simón haya tratado de convencer de que ese tema no era culpa suya a veces lo escuchaba que debía haber parado toda las idioteces de aquella mujer.
—Solo debemos tener paciencia, Camille está en un mal estado y debe ser detenida, de eso me encargaré yo, pero mientras tantos debemos permanecer aquí, no necesitamos que haya más daño, no quiero que ustedes sufran algo, y menos tu, o que mis polluelos también salgan heridos. Yo me encargaré de esto pase y nadie más salga herido por esto, lo prometo.
Simón sintió como el miedo recorría dentro suyo, y se abrazaba a él con fuerza, no dejaría que Raphael se encargará de algo sin su ayuda, no permitiría que pasara lo mismo que habían tenido que sufrir, no permitiría que Raphael sufriera algún daño, era la única persona que le quedaba en este mundo y no lo perdería.
—Yo estaré a tu lado cuando eso suceda— respondió Simón.
El golpe de puertas abriéndose y pasos resonando con fuerza los hicieron sobresaltar, haciendo que Simón se sentara en la cama y escuchará como se acercaban hacia su habitación, para después la puerta abrirse y mostrar a cuatro personas con caras preocupadas, bueno tres, por que Lilit solo estaba detrás con los brazos cruzados.
Sintió como Raphael se sentaba a su lado y acomodaba su remera que estaba levantada.
— ¿A qué se debe tanto público?— pregunto Raphael— uno por uno, no podré entenderlos si hablan todos juntos.
El primero en hablar fue Magnus, que era la primera vez que aparecía vestido frente a ellos en una ropa no de su estilo, un pantalón medio suelto y un buzo color marrón con un gatito en el centro.
—Alexander está en problemas, deberé irme Rapha, siento no podré ayudarte con esto—se disculpó el brujo.
—Yo iré contigo— hablo Raphael.
Simón también iría.
—Pero Raphael— hablo Fran casi exasperado—Camille tiene secuestrada a mi sobrina, y está haciendo que los demás vampiros comiencen a tomar drogas, se va a producir lo mismo que hace décadas.
Aunque el tema de Fran era más urgente, miro a Raphael y vio como miraba a ambos, al brujo y el vampiro, para abrir sus labios y tomar una decisión.
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