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RAPHAEL.

Comenzó a caminar tambaleándose hacia la sala donde Magnus y Alec habían ido, otro recuerdo había comenzado a atacarlo, uno donde Simón estaba sentado con sus pantalones bajados, podía verse a el mismo curando unas raspaduras de su rodillas, colocándole el algodón con alcohol con cuidado, tratando de no hacerle daño, no entendía que sucedía, el lo había curado de una caída ¿Pero él no lo había matado y transformado en lo que era ahora? ¿Y si solo estaban usando otro nombre para lo que él había hecho? Por eso es que Simón se había preocupado lo bastante para no contarle de su pasado ¿Y si recordaba y encontraba algo malo en ellos? Y si... No podría soportar saber que le había hecho daño a Simón.

Cuando llegó al umbral de la puerta de la sala, se apoyó como pudo en este, no podía controlar la existencia de los mareos y la nubosidad de sus ojos, necesitaba calmarse, miró dentro del lugar encontrando una visión un poco graciosa, el chico rubio al quién no le agradaba estaba de cabeza flotando en los aires, sus tobillos eran agarrados por una tipo nubes azulada brillante mientras que la pelirroja trataba de buscar alguna cosa para bajarlo, en los sillones estaban sentado los demás, excepto Alec que se había alejado de ellos y tenía una mirada cansada.

—Ya suéltalo Magnus— pidió Alec.

Magnus suspiró dejando de conversar con la chica pelinegra al parecer hermana de Alec y chequeó sus dedos para sentir como el cuerpo de Jace caía al suelo dando un sonoro golpe, Raphael dejó escapar una risa a tal acción, tratando de olvidar lo que le había sucedido antes.

— ¿Cuántas veces he dicho que me molesta que tú Parabatai y su noviecilla vengan a mi hogar?— preguntó Magnus a Alec.

Al parecer la hermana de Alec, Ragnor y Catarina habían optado por evitar el tema, mientras Jace y Clarissa no quisieron hacerlo, vio como Alec suspiraba con cansancio.

— ¿Qué tienes contra nosotros brujo?—preguntó Clarissa.

— ¿Qué tengo contra ustedes?— dijo Magnus alzando la voz— ¿Enserio lo preguntas Nephilim?

Por un momento Raphael le temió, Magnus en su estado físico parecía un adolescente entrando a la adultez y su actitud no lo negaba, siempre tan alegre, tan carismático y amable, pero el día de hoy todo eso había dado vuelta mostrando a un brujo serio, molesto, angustiado y amargado.

—Ustedes y su egocéntrica vida, culpa tuya Nephilim he perdido a uno de mis niños— dijo Magnus mirando a Raphael—hemos perdido a Simón.

Se adentró a la sala tratando de caminar a donde estaba Magnus y así no caer en el lugar y llamar la atención de todos los presentes.

— ¿Cómo? ¿Qué?— pregunto Clarissa anonadada.

El vampiro se arrodilló a lado de Magnus mirando como aquella chica de pelo rojizo comenzaba a llorar, no podía creer el punto de falsedad de aquella muchacha, cuando días atrás había dejado en claro que no ayudaría, miró a Magnus que se veía devastado, pudo verlo en sus ojos cuando colocó una mano en sus hombros y Magnus lo miró a él, Raphael quito la vista con amargura y miró a Clarissa para poder contestar.

— El se fue al hotel en mi lugar—dijo Raphael— se entregó por mí.

— ¡Esto es toda tu culpa!— gritó la pelirroja sacando su daga—si tú y tus estúpidos vampiros no existieran Simón sería un mundano con una vida normal.

Raphael respondió sacando sus colmillos y flexionando sus piernas, no podía decirle eso, aunque dentro de él la duda de la culpa estaba clavada como una espina dolorosa.

—Cuando te pidió ayuda tu no estabas Nephilim— contestó Raphael— tú lo dejaste solo.

La chica trató de tirarle con una daga pero Magnus y su magia lo paró.

— ¡Tu eres un asesino!— gritó la pelirroja.

Hizo unos pasos hacia atrás como si acabara de recibir un golpe bajo, su labios se abrieron en forma de sorpresa y se comenzó a marear, el no era un asesino, se repitió una y otra vez.

— ¡Ya basta!

Todos voltearon a ver a un Alec enojado, sus mejillas estaban sonrojadas, su respiración acelerada, su cuerpo estaba tenso y sus manos en forma de puño, Raphael podía escuchar su corazón palpitar con fuerza, la adrenalina recorría por todas sus venas.

—Me tienen hartos, tu Clarissa deja de fingir que tienes algún cariño por Simón— dijo Alec enojado—Magnus haz algo para recuperar a Simón y Raphael, maldita sea Raphael recuerda algo por el amor del ángel.

Todos se quedaron callados, hasta el chico rubio parecía sorprendido a tal reacción de Alec, se podía notar que la paciencia del Nephilim se había acabado

—Alexander—dijo Magnus.

Raphael no pudo evitar mirarlo, pero quito la mirada cuando una sonrisa traviesa se había formado en los labios del brujo, eso significaba cosas sexuales cruzándose en la mente de este, miró a Alexander que tenía las mejillas de un color carmesí.

—No puedo recordar nada— chilló Raphael—nadie puede devolverme mis recuerdos.

—Todos sentados— ordenó Alec— ahora.

Minutos después todos se habían sentado en los sillones, al parecer Alec había logrado su objetivo.

—Debo irme, Tessa vendrá a la ciudad, la buscaré cuando llegue aquí— dijo Catarina levantándose— nos veremos en unos días amigos.

Y caminó hacia las afueras del lugar, dejándolos a ellos solos, Raphael no quería saber nada más de chicas brujas ya había tenido mucho con la mujer que le había colocado una inyección y no había funcionado para nada.

—Escuchen bien Jace y Clarissa si ustedes quieren irse váyanse ahora mismo, no soportaré esto ni un momento más—dijo Alec— Magnus es mi pareja, si al fin lo dije y si debo apoyarlo para que podamos traer a Simón de nuevo, lo haré ¿Entendido?.

Todos se sorprendieron, hubo una sonora exclamación, excepto Raphael que había sospechado de ello dos juntos, algo dentro de él lo sospechaba.

—Yo la lo sabia—dijo Ragnor levantando sus hombros—solo quería hacerme el sorprendido.

—Somos dos— dijo la hermana de Alec limando sus uñas.

— ¡¿Estas saliendo con un brujo?!— Chilló Jace— ¿Por qué ellos lo saben y yo no?

Los gritos volvieron a escucharse por toda la sala, Raphael se levantó del lugar para irse, la cabeza le dolía y estaba cansado de escuchar sus gritos, cada cosa que querían hacer terminaban en un fracaso y eso lo frustraba, lo amargaba por que no podía conseguir lo que quería, a Simón, se apoyó en la pared mientras cruzaba los brazos y mordía sus labios con inquietud ¿Era posible estar sintiéndose solo sin la compañía de Simón? ¿Por qué el chico no lo odiaba? Porque estaba seguro que ese Ethan no existía, gracias a sus recuerdos podía suponer que él había sido el culpable, lo había visto en sus manos inconscientes.

— ¿Qué es lo que te está inquietando Raphael?

Alzó su vista viendo como Ragnor quedaba a unos pasos de él, tenía una pequeña sonrisa, sus dos manos estaban apoyadas en el bastón mientras esperaba una respuesta, ¿Cómo alguien podía estar tan tranquilo en una situación así?

— ¿Yo soy Ethan cierto?

La risa del brujo inundó sus oídos y no pudo evitar fruncir sus ceño en modo de confusión, no entendía que era lo que le causaba tanta risa cuando estaba de hablando de algo tan serio.

—Claro que no querido Raphael, esperaba esta pregunta por tanto tiempo, pero hoy me ha tomado por sorpresa— dijo el brujo secando sus lágrimas por las risas— oh cielos Raphael, tú no eres ese niño.

Algo de tranquilidad entró por su cuerpo, saber que él no le había hecho daño a Simón hacia que todo fuera mucho mejor, le diera más esperanza de recordar.

— ¿Entonces quien es Ethan?— preguntó Raphael.

El brujo lo miro con amargura.

—Un niño con resentimientos de la vida que le tocó— dijo Ragnor para después cambiar de tema— ¿Quieres ir a visitar a Simón? Tengo que hablar con mi vieja amiga Camille.

<< ¡Vería a Simón, oh cielos, iba a ver a Simón!>>

— Si, si quiero ir— chilló Raphael ansioso—oh Ragnor si quiero ir, necesito verlo.

El brujo movió una de sus manos mostrando una chispa verde a la pared haciéndose un portal.

—Creí que no hacías portales— dijo Raphael sorprendido

No había visto a Ragnor usar su magia desde que había despertado.

—Me gustan más los transporte mundanos, pero como es muy temprano, no podemos ir hasta allá así— contesto Ragnor— Ahora pasa antes de que el histérico de Magnus se dé cuenta que no estamos.

Le hizo caso caminando hasta dentro del portal para después caer a un piso color negro, se levantó para mirar el lugar mientras sacudía su ropa, las paredes eran de un color carmesí, había una escalera en el centro de la sala que subía hacia el piso de arriba, todo estaban tan hermoso decorado, tan a los años antiguos y lo sentía tan familiar, tan cómodo, como si hubiese pasado por aquí, cuando sintió la presencia de Ragnor detrás habló.

—Es tan hermoso—dijo Raphael.

—Este fue tu hogar por un tiempo— contestó Ragnor.

Raphael silbó con asombro.

—Ven vamos a buscar a Simón— dijo Ragnor.

Dirigiendo a los dos por un pasillo izquierdo.

— ¿Pero no debemos pedir permiso a Camille?— preguntó Raphael preocupado— ¿Y si Simón no está acá?

Ragnor dejó escapar una carcajada.

—Ven, no seas miedoso— lo empujó Ragnor.

Estuvieron caminando un rato, se cruzaron con muchos adolescentes que susurraban cosas de él, haciéndolo incomodar y mirar a Ragnor para pedir una explicación.

—Tú eras el segundo al mando de aquí—susurró Ragnor— todos tienen un gran respeto por ti y están asombrados por lo sucedido y tu nueva pareja.

Siguieron caminando hasta que...

— ¡Raphael!

El mayor volteó viendo como un Simón venia corriendo hacia él para después tirarse a sus brazos y caer al piso al no poder tener equilibrio.

—Simón—susurró.

— ¿Por qué has venido?— preguntó Simón aún abrazado a él— no me malinterpretes, creí que tardarían más tiempo.

Raphael cruzó sus manos por debajo de la espalda del chico.

—Aun no recuerdo nada, solo he venido a visitarte— susurró Raphael— lo siento por darte falsas ilusiones.

Simón se levantó del abrazo y le sonrió.

— ¿Raphael Santiago viniendo a visitarme​?— preguntó Simón con una sonrisa— que encantador.

—Levantarse tortolos.

Los dos subieron la vista para ver a un Ragnor mirándolo con una sonrisa y pudo ver a un chico con rizos, mirando a Ragnor asombrado entre ellos.

— ¿Quién es este chico?— preguntó a Simón.

Vio como Simón se paraba y le ofrecía la mano para ayudarlo, se paró y lo abrazo, algo dentro de él le molestaba que estuviera aquel chico ahí.

— ¿Celoso Raphael?— susurró Simón.

— ¿Por qué lo estás diciendo?—dijo Raphael.

Mientras abrazaba a Simón podía ver como aquel chico tartamudeaba mientras trataba de hablar con Ragnor, no les estaba mirando, pero la molestia seguía en su pecho.

—Nunca me has abrazado así—dijo Simón— o comportado así ¿Cómo debo tomarlo?

Se separó sorprendido, mientras mordía sus labios con fuerza.

—Y-Yo creí...Somos parejas... Em... Am— comenzó a tartamudear Raphael.

Sintió como Simón lo abrazaba de nuevo para reír, le devolvió el abrazo.

—Te he extrañado Raphael— susurró Simón— y no llevamos ni días separados, recuérdame por favor.

El mayor colocó su cabeza en el hombro del menor y aspiró su olor.

—Lo lograré— susurró Raphael—se que lo lograré, solo espérame.

—Siempre—dijo Simón.

Se abrazó un poco más al cuerpo de Simón, para después soltarlo y mirar a los dos acompañantes.

— ¿Quieres ir a tomar un café en una de estas noches?— preguntó el chico de rizos.

Rascando su cuello con nervios.

—Encantado— contestó Ragnor.

Raphael los miro confundidos ¿El chico estaba coqueteando con Ragnor?

— ¿Estaba listo para irnos Raphael?— preguntó Ragnor volviendo su atención a él.

El vampiro miró a Simón amargado, aún no estaba listo para irse necesitaba quedarse con Simón.

—No, Simón y-yo no puedo irme— dijo Raphael a punto del llanto.

— ¿Raphael esta por llorar?— Preguntó sorprendido el chico.

Trataron de evitarlo, Simón lo miró con una sonrisa.

—Debes volver y hacer lo posible para recordarte y recordarme—dijo Simón.

—No quiero dejarte aquí— dijo Raphael en un puchero.

Miró al chico que tenía una sonrisa traviesa en su cara, sintió como las manos de Simón se colocaban en sus mejillas y buscaba su mirada.

—Me estoy cansando de ser quien te mime, tú eras el que lo hacía— bromeó Simón— ve Raphael.

Y después sintió los labios del menor apoyarse en los suyos para comenzar a moverlos, fundiéndose en un beso lento y con sentimientos en ellos, compartiendo lo tanto que se querían, una de sus cosas favoritas que había descubierto desde que había despertado eran los labios de Simón, tan llenos de amor para él, después de un momento Simón se separó haciendo que volviera a sentirse vacío, mirándolo con amargura.

—Y-Yo

—Vámonos Raphael—lo agarró Ragnor.

Comenzó a ser arrastrado hacia atrás, estaba por cruzar por el portal y no era capaz de decirle ni un "te quiero" a su pareja, quería llorar, lo haría, no podía dejar a Simón con aquel muchacho.

—Te amo Raphael— susurró Simón.

Que el pudo escuchar, cuando estaba siendo empujado hacia adentro del portal comenzó a sollozar ¿Por qué no podía responderle? ¿Decirle que también lo quería? Pudo ver como Simón subía su mano en forma de despedida secando sus ojos y después no vio nada más, sintiendo como caía al suelo, golpeando su cabeza con la madera importada que Magnus había colocado.

— ¿A dónde estaban? ¿Por qué no me avisaron? Necesito una explicación razonable—dijo Magnus alzando la voz.

Raphael quedó allí acostado colocando su brazo en sus ojos para taparlos para que no lo viera llorar, no podía con esto, quería gritar.

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