(80)
RAPHAEL.
—Ni se les ocurra meter esa aguja en mi piel—dijo Raphael.
Alejándose de los tres brujos, cuando la mujer se le había acercado creyó que usaría su magia para ver qué iba mal con él, si uso sus poderes, pero al parecer aún no encontraba nada raro en su sistema probando con las medicinas mundanas, quería usar una jeringa para extraer sangre, pero le tenía miedo a las agujas, pánico, terror, ver a aquella cosa finita brillando como un arma peligrosa hacia que su garganta se secara y tramar un plan para huir del lugar, no se dejaría sacar sangre aunque fuera lo último que hiciera.
—Raphael Pancracio Santiago ven ahora mismo a este sillón y deja que Catarina te saque sangre— dijo Magnus.
El vampiro miró al brujo más joven, aquel que llevaba maquillaje, un traje de última moda y un arete en su oído, aquel que se veía de su edad, para sacar su lengua como niño infantil y seguir alejándose buscando la forma de huir.
—Recuerdo mi nombre—dijo Raphael— para saber que mi segundo nombre no es Pancracio.
Las risas de los tres brujos se escucharon en toda la sala, Magnus movió sus dedos para hacer que llamas azules salieran de sus dedos para ir hacia él, Raphael puso sus manos al frente de su cara cuando el saco vio como estaba sentado frente a la bruja piel azul que tenía la jeringa en sus manos.
—Raphael no vas a sentir nada, tranquilo—dijo Catarina.
Ragnor se colocó a su lado para posar su mano en su hombro.
—Si quieres después de esto podemos ir a comer helado—dijo Ragnor como un padre.
Al principio lo dudo, un helado era muy tentador, pero no sé dejaría pinchar.
—Me rehusó a hacer esto— se quejó Raphael.
Tratando de escapar de nuevo, minutos después...
—Suéltame, no quiero hacer esto, tienen magias, podemos evitar esto— dijo Raphael.
Estaba encadenado en una silla, ¿Cómo habían conseguido las cadenas? Magnus ¿Cómo lo habían agarrado? Magnus, ¿Podía huir? No.
—Si te comportas iremos a ver a Simón— dijo Ragnor— es mi última palabra o te dormiré y haré experimento contigo y tu cuerpo.
El vampiro dejó de moverse para mirar a Ragnor.
— ¿Enserio?
Lo decía por Simón, irlo a visitar haría que no lo olvidara, que no se olvidaran, que el cariño siguiera allí con ellos, dirigió su mirada a Magnus, que se había sentado al lado de Catarina mientras hablaban en voz baja como si estuvieran hablando de algo importante y no quisieran ser escuchados.
—Nunca me voy a oponer al amor que se tienen con Simón— susurró Ragnor—al contrario quiero ayudarlos a que estén juntos.
El vampiro se avergonzó, la palabra amor en la misma oración que su nombre y de Simón, era tan raro y lindo, trató de buscar otro tipo de tema para dejar de hablar de ellos, ya que se avergonzaba muy rápido.
— ¿Tu y esa mujer son?—pregunto Raphael.
Dejando la pregunta en el aire, Ragnor se sentó a su lado y sonrió.
— ¿Catarina? No tengo ni idea—dijo Ragnor con una sonrisa—al amor no hay que apurarlo a veces no funciona si lo apuras, cuando encuentras al indicado, lo notas, lo siente adentro de tu pecho, sabes que esa persona la estabas esperando por toda tu vida.
Y eso es lo que sentía con Simón, cuando abrió los ojos había creído a Simón como la cosa más hermosa que sus ojos habían visto, después lo negó por su miedo a sus gustos, pero con el pasar de los días las cosas habían cambiado sintiendo emociones dentro de él cuando estaba cerca de este ¿El era su chico indicado? ¿Entonces estaban destinados?
— ¿No sientes nada por ella?— susurró Raphael confundido— ¿No sientes que sea la indicada?
Los dos miraron más allá donde Catarina se seguían susurrando cosas.
—Mi amistad con Catarina han sido de muchos siglos de vidas, tanto que no puedes ni imaginar— contestó Ragnor—solo siento una gran amistad por ella, y un enorme cariño, ella es hermosa y es una mujer que vale la pena, pero...
Dirigió su vista a Ragnor, el hombre se veía mayor pero no tanto, tenía un estilo de vestimenta no muy Magnus, pero si un estilo muy lindo y casi moderno, su postura revelaba todo lo que sus labios no querían decir, confusión, amargura, esperanza y otros tipos de emociones.
— ¿Pero...?
—He vivido tantos años solo, que creo que no estoy acostumbrado a tener a alguien a mi lado—contesto Ragnor.
Vio como Catarina se paró del lugar sosteniendo la jeringa en sus manos y se acercaba a ellos con una cálida sonrisa.
—Al parecer ya has calmado al travieso—dijo Catarina— es hora de continuar el proceso.
Raphael tragó en seco.
—Tengo una chaqueta, no puedes hacerlo si no me sueltas para sacarla.
Vio como Magnus chequeaba los dedos haciendo que su chaqueta desapareciera, no lo había visto venir.
—Hazlo de una vez mujer del demonio— dijo Raphael cerrando los ojos con fuerzas— mete esa cosa en mi piel.
Escuchó como Ragnor y Catarina reían para que después el sintiera como en su brazo comenzaba a entrar algo finito y pequeño que comenzaba a hacer presión.
— ¿Qué está sucediendo aquí? Están haciendo un tipo sacrificio con Raphael, estaba esperando este día hace mucho tiempo.
Raphael abrió los ojos para mirar donde provenía la voz al igual que los tres brujos de la sala, Alexander estaba en el umbral con una llave en sus dedos a su lado el chico rubio que había sido el que había hablado, seguía sin caerle bien y la pelirroja, quién tampoco le agradaba a punto de desmayarse se sostenía del brazo de una pelinegra muy bonita.
— ¿Nephilim aquí?— preguntó Catarina asombrada mientras sacaba la aguja del brazo—el tiene una llave de esta casa ¿Qué está sucediendo aquí Magnus?
El vampiro no se quería perder esto por nada, quería ver como el brujo explicaba está situación.
—Te la di para emergencias Alexander—lo retó Magnus— no para hacer una fiesta con tu familia.
Había amor entre ellos.
—Es de emergencia y necesito hablar con Raphael—dijo Alec bajando la vista—si tú quieres.
—Y Clary no se siente muy bien— añadió la pelinegra.
— ¿Me ven cara de doctor?— preguntó Magnus— soy brujo, no sus perra.
—Yo la revisaré— dijo Catarina— ve con Raphael y habla con el chico Nephilim, después te toca hablar conmigo.
Raphael se sentía tan extraño, era como Catarina no conocía a todos lo de la sala, había visto a los Nephilim de pasada excepto Alec que sabía venir a menudo, y a Ragnor y Magnus, pero de allí a recordar algo más nada.
—Pobre de ti querido Magnus— se burló Ragnor.
Vio como Magnus chequeaba los dedos para hacer que las cadenas que estaban rodeando su cuerpo desaparecieran, lo primero que hizo fue estirarse, se veía molesto, no comentaba nada o se defendía del comentario que había hecho Ragnor y era raro, porque lo poco que conocía a Magnus amaba bromear pero esta vez se notaba tenso, molesto.
—Ragnor, Catarina cuiden que estos niños no rompan nada—dijo Magnus—Alexander, Raphael síganme.
El vampiro miró a Alec que se había congelado en su lugar, sus ojos estaban abiertos asombrados, sus mejillas estaban coloradas y a parecer estaba tenso a ver la postura de Magnus mientras que el si le obedeció, caminando con la mirada baja detrás de él.
—Si piensas que vas a mandar a mi Parabatai en mi presencia, estás muy equivocado brujo— musitó Jace.
Raphael tuvo que parar y hacer unos pasos hacia atrás porque si no el brazo de Magnus podía golpearlo, vio unas llamas azuladas salir de sus dedos, y después la boca del Nephilim rubio estaba tapada como si estuviese atado.
—Los Herondale deberían aprender a cerrar la boca—dijo Magnus.
Para después comenzar a caminar de nuevo, todos parecían haberse quedados congelados a tal acción, los único ruidos eran los corazones, por segunda o tercera miro al Nephilim ojiazul que sus labios se habían abiertos por el asombro y estaba conteniendo la respiración cuando Magnus paso por su lado, después de eso Raphael volvió a moverse y caminar detrás de él siendo seguido por Alec que al parecer había podido recomponerse después de lo que había visto.
—Raphael— susurró Alec poniéndose a su lado— ¿Y Simón?
Magnus dobló por el pasillo, hacia la derecha, donde estaba la sala donde el salía en cuadros, Raphael comenzó a sentirse extraño a ver qué Magnus caminaba tan tenso delante de ellos, recordando que ya había visto a Magnus así antes, en un hotel, las imágenes pasaban también rápido que no pudo ver casi nada, solo a un tenso Magnus.
—Camille se lo llevo—dijo Raphael.
— ¿Qué?
Magnus entró en una habitación cercana dejando la puerta abierta para esperar que ellos entraran, los dos se miraron para después entrar uno detrás del otro.
— ¿Cómo que se lo llevó? ¿Por qué?
—Un intercambio que hizo Simón por Raphael— contesto Magnus
El ojiazul y Raphael se quedaron cerca de la puerta.
— ¿Por qué no has hecho nada?—chillo Alec— son parejas ¿Por qué no me llamaste? Podríamos haberlo evitado.
Se estaba comenzando a sentir un inútil en todo esto, la culpa había recaído de nuevo en el.
— ¿Crees que no me importa Simón?— preguntó Magnus—ellos dos son mis hijos, Raphael y Simón lo son, me estoy volviendo loco para que mi niño recupere la memoria, no me digas que hacer.
El vampiro bajo la mirada.
—Debemos hacer algo— dijo Alec.
—Todo es culpa mía, no estaría pasando todo eso si no fuera por mi— dijo Raphael.
Un cerámico rompiéndose se escucho a lo lejos.
—Si llega a ser tu Parabatai lo mataré—dijo Magnus saliendo del lugar.
Y atrás de el Alec pero el no, su mente comenzó a divagar, había un cuarto, un chico con lentes en sus brazos, podía notar como sentía curiosidad sobre aquella persona, como el enojo subía por su cuerpo por tener que encargarse de él, pero ternura, era Simón, Simón antes de convertirse. ¿El lo había matado para convertirlo en esto? ¿Y si Ethan no existía?
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