(77)
SIMÓN
De hace mucho que no salía a las calles de Brooklyn, siempre cuidando de que Raphael estuviera a salvó y que nadie le hiciera daño habían hecho que sacrificará su libertad de salir en los únicos momentos que podía sin tener que quemarse, no le molestaba haberlo hecho eso estaba seguro, Raphael era su vida y si debían estar décadas encerrado por su bien lo haría, pero debía admitir que extrañaba las calles, ruidos y la noche en la cuidad de Brooklyn, estaba caminando detrás de aquella mujer, aquella que al caminar sus tacos resonaban en la noche, que dejaba a cada hombre y mujer embobados mirándola como si fuese una Diosa griega, debía admitir cuando había escuchado de Camille no la había imaginado así de hermosa, su cara, sus rasgos, su cuerpo todo de ella y ni un defecto, pero cuando la conocía su personalidad opacaba todo esa belleza, no se había olvidado que hace minutos ella había ido a casa de Magnus para ir en su búsqueda de Raphael y hacer saber qué. Le dolía bastante dejarlo solo en aquel lugar, había prometido que lo enamoraría pero ahora ya no podía, lo había dejado a su merced y sus emociones cuando siendo pareja no podían ser así, no podían separarse tanto, el pecho de Simón sufrió una apuntada haciendo que su mano fuera a aquel lugar, había aprendido a controlar las vibraciones y los dolores en su pecho y lo había relacionado mucho con las emociones de Raphael, cuando estaban cerca y Raphael se ponía nervioso o feliz el pecho de Simón vibraba, cuando Raphael estaba triste o molesto su pecho sufría un dolor como el de ahora.
Tenía las ganas de darse vuelta y correr hacia el Loft, sentir sus brazos alrededor de él y imaginar que Camille no había venido en su búsqueda, pero solo pondría más en peligro a Raphael y eso no era correcto, solo debía esperar a que su pareja cumpliera lo prometido y fuera por él.
—Simón.
Miró a Camille que había parado para mirarlo mientras decía su nombre, pero no le contestó, no sabía que manías tenía la mujer, si le gustaba que la llamaran de otra forma o que le respondieran.
—Contesta cuando estoy hablando—dijo Camille molesta.
— ¿Qué sucede?
Estaba estableciendo una charla con una mujer peligrosa, debía tener cuidado a lo que decía o revelaba.
— ¿Qué sucede con tu pecho Simón?
Esperaba alguna amenaza u otra cosa parecida pero que Camille le preguntara que le sucedía si le había asombrado un poco.
—No acostumbro a estar lejos de Raphael— dijo Simón.
Sintió como Camille se acercaba a él y colocaba sus manos sobre sus hombros, Simón alzó la vista viendo como la mujer sonreía con coqueteo.
—Ya no tienes por qué rogar el amor de alguien que te ha olvidado cariño, conocerás mejores gente que te amaran en el hotel— dijo Camille.
Simón paso su lengua por sus labios nervioso preguntándose si debía decirle o no.
—Raphael es mi pareja Camille—dijo Simón —estamos marcados.
Vio como Camille se asombraba para después con su mano alejar un poco el cuello de la campera de y revisar si era verdad lo que estaba diciendo.
—No puede ser—dijo la mujer enojada— no puede ser.
Simón hizo unos pasos hacia atrás y vio como Camille ya no tenía esa sonrisa, si no parecía molesta.
—Raphael nunca había marcado a alguien ¿Cómo puede ser que te haya elegido a ti? — Preguntó Camille molesta.
Estaba comenzando a sentir miedo, la mujer parecía haber perdido toda su amabilidad, le estaba gritando y no sabía por qué, ¿Por qué Raphael era tan importante para ella? ¿Por qué hablaba como si lo conociera? ¿Qué estaba sucediendo aquí?
—Me has defraudado Simón, tú y Raphael lo han hecho— dijo Camille— y tu pagarás las consecuencias por él.
Sintió ser agarrado de atrás por dos personas, se alarmó, ahora si se estaba poniendo feo y no sabía que decir ni que hacer, comenzó a ser arrastrado por aquellas dos personas viendo como Camille caminaba delante de él como si no hubiera ocurrido nada.
Una hora después estaba siendo atado con cadenas que quemaban su brazos, y piernas, sus ojos se habían nublado por las lágrimas que quería salir, su primera vez en aquel hotel y ya estaba siendo encerrado como un prisionero, estaba siendo metido a un ataúd, no queriendo imaginar que serían de sus días después de esto o si podría ver la luz de la noche de nuevo, era irónico, porque la frase ahora no era "La luz del día" si no había tenido que cambiarla por la " Luz de la noche, la conclusión era que no volvería a ver ni una ni otra. Cuando terminó de ser atado, las personas se alejaron y apareció Camille de nuevo frente a su vista, sus ojos reflejaban el odio y sus labios estaban sellados en una línea.
—Camille por favor déjame salir—suplico Simón.
La mujer colocó sus manos en la madera y comenzó a pegar con sus uñas haciendo un ruido escalofriante.
—Aprenderás que no tienes que mentir—dijo Camille.
Simón lo miro confundido.
—No te he mentido— sollozo Simón.
—Dijiste que tú y Raphael son pareja— dijo Camille furiosa—cuando solo lo hicieron por conveniencia, Raphael no te ama y aprenderás eso acá.
Simón comenzó a llorar.
—No claro que no—dijo Simón.
—Y vete acostumbrando a este lugar— dijo Camille—te haré la vida imposible niño.
Y se fue dejándolo llorar, cuando Simón pensó que nada podía ir más mal, uno de los hombres que lo había atado vino y cerró la tapa del ataúd ignorando las súplicas y sus llantos de que no lo hiciera. ¿Ahora quién iba a venir a salvarlo?
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