(73)
SIMÓN
Esperaba que no se hubiese sobrepasado con lo que había hecho, ni sabía de dónde había sacado tanta seguridad para entrar a su habitación y proponerle bañarlo, era como si ver a Raphael así tan vulnerable tuviera que equilibrar las cosas, tenía que admitirlo, había escuchado cuando Raphael había prendido el agua, sus oídos habían captado cada paso, cada minúsculo ruido de aquella habitación, solo quería asegurarse de que estuviera bien y ahora que estaba apoyado junto a la puerta del mayor se había dado cuenta de lo que había hecho, una cosa era asegurarse de que su pareja estuviera bien y otra era ofrecerle un baño por él cuando no le recordaba para nada. Rogaba que Raphael no lo comience a ver extraño, porque había hecho algo extraño para los ojos de los dos, pero esperaba que se lo tomara como algo distinto, como una ofrenda de paz.
<<Las ofrendas de paz nunca van a ser así Simón. >>
El menor chequeó la lengua y trató de que su cabeza no pensara nada en particular, porque si no comenzaría a entrar en pánico y después no podría ni mirar a la cara a Raphael, cerró los ojos y apoyó su cabeza en la madera de la puerta tratando de calmar sus impulsos nerviosos de querer huir del lugar, su visión fue solo de Raphael, en aquel baño, su abdomen bien formado, las pequeñas líneas a cada lado de su abdomen, los oblicuos salía de bajo de aquel toallón y lo hacía babear, en su clavícula la cicatriz de aquella cruz, Raphael era hermoso y mucho mejor sin ropa, no pudo evitar sentir un cosquilleo bajo su abdomen a recordar cuando le saco el toallón al mayor y no pudo evitar quedarse embobado mirando su parte baja, el señor colmillo seguía allí intacto esperando que Raphael lo usará algún día con él o sin él. Era mejor pensar que sería con él, no soportaría que Raphael fuera en busca de otras personas; la puerta se abrió haciendo que cayera de espalda al piso, viendo como Raphael aparecía en su visión.
—Oh, lo siento—dijo Raphael asombrado—creí que me esperaría en la sala.
Simón se sentó y observo al mayor con atención, algo había cambiado en su vestimenta, algo... ¡Oh cielos! Raphael no llevaba algunas de sus típicas chaquetas ¡No tenía puesta unas de sus putas chaquetas! Solo tenía una remera corta gris, que dejaban ver sus musculosos brazos y su marcada cadera y abdomen, pero no su chaqueta, las benditas chaquetas.
— ¿Y la chaqueta? —pregunto Simón.
Vio como el mayor ponía cara de confusión.
—Vi muchas en el armario—dijo Raphael señalando hacia adentro— pero creí que no sería necesaria ¿No es que los vampiros ya no sienten la temperatura?
El menor mordió su labio inferior con un poco de fuerza para no decir nada, para después pararse del suelo y observar al mayor.
— Bueno, tú lo hacías—dijo Simón.
Levantando sus hombros para restarle importancia cuando en verdad si le importaba y mucho.
—Pero tienes razón— añadió Simón— ven vamos, todos duermen a estas horas, no han descansado bien y han decidido dormir en la mañana.
Comenzó a caminar esperando que Raphael se pusiera a su lado para llevarlo a la biblioteca, a dónde lo había llevado la primera vez que lo había traído al lugar, capaz así podría recordar algo.
— ¿A dónde vamos? —pregunto Raphael.
—A la biblioteca—dijo Simón.
—Creí que iríamos a la sala—dijo Raphael—dijiste que haríamos algo divertido.
Simón lo miró y le sonrió.
—Cambio de planes, Presidente Miau duerme allí y se pone odioso si los despiertas—dijo Simón— además necesitas comenzar a leer, hace bien para la mente, he visto que no has leídos mis libros, los has dejado tirado en el escritorio.
Vio como el mayor mordía sus labios de una manera tímida y después sonreír.
—Los leeré, lo prometo—dijo Raphael alzando sus manos mientras reía.
La melódica risa del mayor entro por sus oídos y todo su cuerpo sufrió una descarga eléctrica agradable y a la vez amarga, extrañaba cuando Raphael reía cuando acababa de decir algo sarcástico que había dicho a los Nephilim o encontraba algún error en lo mismo y se burlaba de ellos, o cuando reían por algo los dos juntos. Extrañaba a su Raphael, lo repetiría miles de veces.
—Eso espero Rapha— dijo Simón sonriendo— si no tendré que hacer que lo leas con obligación, esos libros son hermosos.
Lo dirigió hacia la derecha para entrar por un pasillo y después entrar por unas puertas que llevaban a la gran biblioteca de Magnus.
— ¿Te puedo hacer una pregunta? — preguntó Raphael entrando primero.
—Claro, dime— contestó Simón.
Entrando y cerrando las puertas detrás de él, vio como el mayor comenzaba a caminar hacia una estantería cercana y comenzaba a tocar con sus dedos los libros amontonados.
— ¿Qué paso aquella noche?
Simón comenzó a caminar hasta donde estaba el vampiro mayor y así mirarlo con atención.
— ¿Qué noche?
Los dedos del mayor viajaron hasta el mismo libro que él había tomado aquella primera vez y ahora la había dejado hace unas semanas "El diario de Will Herondale" y comenzaba a sacarla con lentitud con curiosidad en su mirada.
—La noche del accidente, la cual salí herido—dijo Raphael sin mirarlo.
El menor lo miró aterrado para después darse vuelta y mirar hacia los sillones que estaban en el lugar ¿Era hora de contarle? No claro que no, solo le diría algunas pequeñas cosas, eso sería mejor y evitaría posibles peligros.
—Simón por favor dime qué sucedió aquella noche por lo menos—dijo Raphael poniéndose frente a él.
En una de sus manos llevaba el libro y la otra la estaba acercando a su hombro.
—Por favor.
No podía contra las súplicas del mayor, no suplicaba, bueno antes no ahora lo hacía más habitualmente, lo miró a los ojos y no pudo evitar remojar sus labios por los nervios.
—Está bien, te diré algunas cosas que sucedió aquella noche— dijo Simón— solo algunas cosas.
Y comenzó a caminar hacia los sillones para sentarse con incomodidad, no era creyente de que con solo un relatos alguien recordara todo, pero tenía que estar preparado por si acaso, sintió como Raphael se sentaba a su lado dejando el libro en sus piernas y colocando sus manos cruzadas arriba de ella, mirándolo para esperar que comenzará a hablar.
—Aquella noche íbamos a una cita— dijo Simón tratando de no mirarlo.
— ¿A una cita? —pregunto Raphael sorprendido.
El menor lo miró mordiendo sus labios con nerviosismo.
—Nuestra primera cita en el restaurante Taki's.
Espero alguna reacción pero no sucedió.
—Fue un error ir cuando el peligro nos rodeaba, no pensamos que el peligro estuviera allí justo cerca de nosotros—añadió Simón— todo se convirtió en un caos.
Vio como el mayor se tensaba pero no decía nada, solo esperaba que siguiera.
—Una de las meseras estaba en complot con nuestros atacantes, mis atacantes— dijo Simón—comenzamos a correr hacia la cocina del lugar, pero nos encerraron, eran muchos.
Comenzó a remojar sus labios, odiaba recordar ese mal momento.
—Entonces tu solo pensabas mi seguridad, porque ellos me seguían a mí, y me salvaste—siguió diciendo Simón haciendo que su voz comenzará a fallar— algunas personas desaparecieron y quedamos nosotros con Ethan ¿Te acuerdas de Ethan él chico que me mordió? ¿El que te conté?
Miró al mayor esperando que le contestara.
—Sí, no sabía que se llamaba Ethan— contesto Raphael—no pensé que tuviera un nombre tan peculiar.
—Bueno cómo seguíamos, quedamos con él, tú me alejaste la pelea y tuviste una pelea de palabra con él al principio—dijo Simón— siempre fuiste experto para provocar a las gentes.
Vio como el menor levantaba una de sus comisuras en forma de agrado.
—Bueno parece que el Raphael antiguo es muy genial—dijo Raphael— nunca creí pelear o provocar a alguien.
"Raphael antiguo"
—Tuviste tus épocas— dijo Simón—amas pelear y salir ganando.
—Me sorprende—dijo Raphael— enserio me sorprendo de mi mismo ¿Entonces qué pasó?
Simón se enderezó en el lugar y ahora su sonrisa desapareció.
—Ethan venia preparado con algo que nos sorprendió, te sorprendió—dijo Simón mordiendo sus labios—te clavó la daga en tu estómago y no pudiste hacer nada más, la daga era de Nephilim y era letal.
Vio como Raphael tocaba su abdomen a través de la remera en el lugar donde había sido herido, para después mirarlo y pedirle que prosiguiera.
—Me dijiste que me fuera, gritaste que me fuera—dijo Simón con la voz temblando—te deje solo, muriendo ¡Lo lamento! lo lamento por haberte dejado solo Raphael, perdóname.
No pudo con su culpa, se arrodilló bajo las piernas de Raphael haciendo que el libro cayera fuera del lugar y colocó su cabeza en las piernas de él comenzado a llorar, no podía con esto, él era culpable y ahora Raphael lo sabía, era hora de afrontar su odio.
—Lo lamento Raphael nunca debí dejarte solo, eras mi pareja—repitió Simón.
— ¿Qué pasó con Ethan? — escuchó la voz de Raphael.
Simón apretó más su cara a las piernas de Raphael y su agarré a cada lado de su pantalón, necesitaba su perdón, necesitaba el perdón de su pareja.
—Lo mataste, Alec lo encontró muerto a tu lado —dijo Simón— Me salvaste y yo te deje solo ¡Lo siento Raphael!
Comenzó a sentir unas manos comenzar a apoyarse en su espalda y después como los pulgares hacer círculos, pero no dejó de llorar.
—Simón mírame— dijo Raphael.
Sonaba tan firme, tan él, el menor subió la mirada esperanzado de ver a su Raphael de antes esperándolo.
—Tú no tienes la culpa, dijiste que yo te grite de que te fueras del lugar, si le hice fue para defenderte— dijo Raphael— no te culpes de algo que no tienes la culpa, porque yo no lo hago Simón.
El menor se tiró a sus brazos y lo abrazó con fuerza, el mayor no lo culpaba, no culpaba por haberlo dejado solo y nada de lo que había hecho, eso lo aliviaba. Sintió como unos brazos atravesaban su espalda y como algo se posaba en su hombro, la cara de Raphael.
—Quise un abrazo desde que me desperté, estaba aterrado por todo lo sucedido —susurró Raphael —este abrazo es tan familiar, lo conozco pero no del todo, ¿Por qué tiene que ser así? No recordar nada es estresante.
Simón se abrazo con más fuerza al cuerpo de Raphael, esas palabras, ese sentimiento, ¿Por qué no podían ser felices? ¿Por qué Tessa no venía de una vez y le ayudaba con eso?
—Simón me estás apretando muy fuerte—dijo Raphael riendo un poco.
Asustado se separó de golpe del cuerpo del mayor y lo miro con preocupación ¿Le había hecho daño? ¿Lo había lastimado? Oh cielos no quería eso.
—Lo siento, lo siento, lo siento— dijo Simón nervioso.
La risa melódica de Raphael entro por sus oídos.
—Ya me he mareado de tantos los siento—dijo Raphael—venga párate, vamos a hablar de otras cosas, como de tu familia.
Sintió como el mayor lo ayudaba a pararse para después él sentarse a su lado, mirando con atención a este Raphael, habían hablado de su familia en el puente de Brooklyn pero no se acordaba de nada, parecía tan interesado en estos momentos.
—Soy alguien que pide mucho perdón— dijo Simón sonriendo— y tengo una hermana mayor, mi madre y mi padre fallecido.
— ¿Tu hermana se llama Rebeca? — pregunto Raphael frunciendo el ceño confundido.
Simón lo miró sorprendido y asintió sin poder decir ni una palabra.
— ¿C-Cómo lo sabes?
—Hay algunas cosas que pasan por mi cabeza —contestó Raphael —me acuerdo de ese nombre, es raro, pero lo hago.
El menor comenzó a sonreír con alegría, volviendo su esperanza a todo su cuerpo.
—Eso es un avance, un gran avance— dijo Simón feliz.
Vio como el mayor sonreía igual que él.
—Espero recordarte Simón—dijo Raphael— deseo hacerlo.
—Lo harás, se que podrás hacerlo—dijo Simón—eres Raphael Santiago, nada puede pararte cuando te propones algo.
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