(72)
RAPHAEL
Le había dicho ¿Qué creía que estaba durmiendo? Todos sabían que los vampiros no dormían, todos, pero él se lo había preguntado igual y había sido tan estúpido, miró el libro que tenía en su mano "Oblivion", no quería leerlo, solo había entrado en pánico a tal incómoda conversación, caminó hacia la habitación que le había dicho Magnus que era suyo y entró dejando el libro en el escritorio donde habían otro más, pudo leer el título "Maravilloso desastre", debía ser otros de los libros de Simón, eran tan difícil pensar que tenían algo tan íntimo, pero tenía que comenzar a pensarlo como algo lógico, en la forma en que lo miraba, su voz cuando le hablaba, como él se ponía cuando estaba tan cerca. Ellos tenían algo más que una amistad y lo notaba. Miró su habitación, había una ventana que se podía mirar hacia afuera pero parecía que el sol no entraba, no entendía como sucedía pero era fascinante, las paredes eran de un color azul marino, había una cama de dos plaza en el medio de la sala y una pequeña biblioteca en la parte izquierda del lugar, una muy bonita habitación, con un poco de pena caminó hasta una pequeña puerta que había llamado su atención y la abrió viendo un baño, una bañera, los azulejos eran de un color negro brillante y en una de las paredes había un espejo enorme mostrando su reflejo.
Mientras daba vueltas las perillas de la bañera y veía como caía el agua se colocó frente al espejo, ya no era un niño como recordaba, sus rasgos de su cara estaban más marcadas y mostraban rasgos ya de adolescencia casi adultez, sus pelos rizados ya habían desaparecido y estaba corto y un poco alborotado, era él y a la vez no, comenzó a sacarse la remera viendo como una cadena de su cuello rebotaba, se sorprendió a ver qué su piel en todo su cuerpo desde la cara hasta abdomen ya no tenía el color medio moreno que lo identificaba, era mucho más claro, pero lo que más le llamó la atención fue una cicatriz de una cruz, miró la cadena de oro de su cuello y fue la única cosa que reconoció, su madre se lo había regalado, estaba bendecido y recordaba con exactitud lo que le había dicho cuando se lo dio.
<<Raphael Santiago esto te defenderá de todo lo malo, nada te hará daño, ningún mal va a poder atacarte o acabar con tu vida, esto es la prueba de tu seguridad. >>
Lo que no entendía es como había sucedido tal cosa ¿Cómo es que había perdido la vida? ¿Cómo fue que se convirtió en un vampiro? Reaccionó cuando vio que la bañera ya estaba por llenarse volviendo a las perillas y apagándola, mientras se despojaba de la otra ropa que le quedaba y se metía a la bañera disfrutando el agua tocar su cuerpo desnudo, lo hacía olvidarse de los problemas y lo relajaba por completo, podía pensar con tranquilidad y ver los puntos de vistas con mayor concentración. Cerró los ojos y se hundió un poco más en la bañera sintiendo como su cuerpo se hundía bajo el agua, su primera visión fue Simón, sus ojos verdes grisáceos, sus pómulos marcados, su pelo alborotado, sus movimientos y su pequeña sonrisa, no podía creer que fueran parejas, no podía pensar los besos, el cariño, las palabras de amor o la intimidad, era raro pensarlo juntos a los dos, pero no podía enojarse o renegar, tenía que ver que sucedía y como había pasado todo. Después en su vista apareció Magnus y Ragnor, ellos dos parecían muy cercano a él, lo trataban como si lo conocieran de mucho tiempo y hasta el mismo se sentía relajado y cómodo con ellos, aunque tuvieran muy poco tiempos juntos, recordó el momento cuando Simón se fue de la cocina y Magnus con el Nephilim de ojos azules aparecieron hacia él.
†flashback†
Después de que Simón se había ido, Raphael había quedado mas que confundido ¿Entonces era verdad de que le gustaban los chicos? Con confusión se sentó en el piso apoyando su espalda en la pared acomodando sus piernas en su pecho. Ya no era un niño y no podía acomodarse bien entre sus piernas, era más que difícil poder sentirse cómodo en esa posición, pudo escuchar pasos provenir a unos metros, eran dos personas que provenían y entraban al lugar, con cansancio levantó la mirada y vio a Magnus y al chico ojos zafiros entrar y quedarse a unos metros de él. Sabía lo que estaban pensando, estaban sintiendo lástima por él, era muy seguro que lo estaban haciendo, el primero en acercarse fue Magnus que se agachó a su lado.
— ¿Raphael estás bien? — preguntó Magnus preocupando— ¿Te sientes bien? ¿Qué te preocupa pequeño?
Raphael sonrió de lado mirando a Magnus la forma que lo estaba tratando, como si fuera su niño pequeño.
— Solo fue Simón—dijo Raphael que se sentía seguro de confiar en Magnus—estuvimos hablando y no salió muy bien, se fue corriendo y creo que llorando, por mi culpa.
Vio como el chico de ojos zafiros se aproximaba hacía ellos un poco, sin cortar el límite de espacio.
— ¿Quieres contarme que sucedió? — preguntó Magnus.
Raphael comenzó a asentir reiteradas veces, un poco cansado y esperando un poco de respuesta de alguien que podía guiarlo un poco y tener un poco mas de conocimiento sobre algo de lo que estaba sucediendo.
—Le pedí a Simón que me dijera la verdad y me dijo que sólo respondiera la pregunta y él me decía toda nuestra amistad—dijo Raphael amargado— pero no le di la respuesta indicada y salió corriendo de acá.
— ¿Qué pregunta te hizo?
—Si me gustaban los chicos.
La mirada de amargura que mostró Magnus le dio a entender que ya sabía lo que había sucedido, y que no había sido bueno.
— ¿Y qué le respondiste?
Raphael comenzó a reír con un poco de nervios y amargura a la vez.
—Le dije que no— dijo Raphael.
Esperaba que Magnus le dijera que Simón estaba confundido y que a él no le gustaban los chicos, que eran solo mejores amigos y le estaba haciendo algún tipo de broma pesada pero no lo recibió, si no miradas de tristezas por parte del brujo.
—Ouch, eso me dolió hasta a mi— dijo el chico de ojos gatunos —Creo que ya se lo que sigue
—Magnus cuéntame qué sucede— suplicó Raphael—cuéntame la verdad.
Vio como Magnus suspiraba y miraba hacia atrás viendo como él chico de ojos zafiros levantaba sus hombros y les daba la espalda como dándole a entender que él no podía decir nada, no era su asunto para meterse.
—Solo te diré esto Rapha, y no puedo decirte nada más hasta que venga Tessa, no es mi tema, es tuyo y de Simón, no puedo decir mucho pequeño—dijo Magnus— pero si te gustan los chicos y las chicas, pero estos últimos meses Simón apareció a tu vida y todo cambio para ti, para bien y tú diste el primer paso y el último salvando su vida. Si, son parejas, te ofreciste a salvarlo y a amarlo, solo eso puedo decirte pequeño.
Raphael trató de pensar en lo que él había dicho, si Magnus sabía eso entonces debía ser verdad, debía ser pareja de Simón antes de que pasara todo.
— ¿Y ahora qué hago? Él debe estar enojado.
—Solo ve y háblale—dijo el chico de ojos zafiros—nada puede pasar si no lo intentas.
Raphael se paró y asintió a aquellas palabras.
—Tienen razón— dijo Raphael— iré a hablarle.
Y caminó hasta la puerta.
†Fin de flashback†
Aún no podía entender cómo es que los otros Nephilim querían pelear mientras que el chico de ojos zafiros parecía fiel a Magnus, con Ragnor no había hablado mucho, parecía siempre estar metido en algún lugar de la casa, esperaba que no tuvieran problemas entre los dos. Escuchó la puerta de la habitación ser golpeada y después abrirse, Raphael preocupado estiró la mano al toallón y se paró para atarla a su cintura, la puerta del baño estaba abierta y no quería que lo encontraran así de ese modo.
— ¿Raphael?
Era Simón quien tenía enfrente y quien había entrado a la habitación, y aún no se había bañado bien, ni se había jabonado ni nada, vio como el chico se aproximaba y se quedaba en el umbral de la puerta mirando de arriba hasta abajo, Raphael se sintió ser desnudado cuando miro el toallón por mucho tiempo, y eso lo avergonzaba.
—Mi mirada está arriba Simón —dijo Raphael nervioso.
Los ojos verdes grisáceos volvieron a subir para mirarlo a la cara.
—No estaba mirando nada Rapha—dijo Simón— creí que estabas leyendo.
—Quería bañarme —dijo Raphael mordiendo un poco sus labios— ya sabes desde que desperté no lo he hecho.
Simón comenzó a adentrarse al lugar sentándose en la orilla de la bañera mientras Raphael comenzaba a ponerse nervioso y asustado.
—Aún me falta terminar de hacerlo—dijo Raphael.
Esperando que Simón entendiera la indirecta y saliera de allí y así darle privacidad.
—Déjame hacerlo por ti—dijo Simón.
Parándose y buscando una botella en una de las estanterías que había colgado en la pared para después caminar a la bañera y tirarlo dentro comenzando a hacerse espuma, mientras sonreía.
— ¿Qué? — Preguntó Raphael atónito.
—Déjame bañarte, dijiste que tú último recuerdo era cuando eras un niño— dijo Simón— míralo como algo parecido.
—P-Pero tú eres mi pareja— dijo Raphael.
—Entonces míralo como algo mejor —dijo Simón volviéndose a sentar mientras le sonreía un poco—Si tú tuvieras memoria en esto momento tú harías esto y yo estaría en tu lugar, pero quiero hacer algo bueno por ti Rapha, por salvarme.
Vio como Simón estiraba una de sus manos hacia él, Raphael primero pensó en echarlo y gritarle que era un psicópata pervertido, pero al mirar la cara de tristeza y la espera de su mano no pudo evitar aceptar comenzando a caminar hasta donde estaba él, tomando su mano.
—Nunca me he mostrado a alguien Simón—dijo Raphael.
Sintiéndose estúpido al momento por que en verdad no sabía si tenía razón, escucho una risita por parte de Simón.
—Eso es mentira —dijo Simón —ya he visto todo de ti.
Sintió una de las manos de Simón pasar por su abdomen mojado hasta llegar al toallón, Raphael se tenso.
—No te haré nada Raphael—dijo Simón sonriendo —el aprovechador aquí eres tú.
Y el toallón se cayó viendo como la mirada de Simón bajaba y saboreaba sus labios con un poco de disimulo, Raphael lo vio tan excitante e incómodo que levantó la mirada de Simón con sus manos con vergüenza.
—Mi mirada está arriba Simón— dijo Raphael
—No estaba mirando nada—dijo Simón sonriendo con picardía.
Raphael se metió en la bañera escondiendo su privacidad bajo la espuma y tratando de relajarse, comenzó a ver como Simón se paraba y buscaba una esponja con otra botella mezclando los dos y volviendo a caminar hasta donde estaba el sentándose en una de las esquinas de la bañera detrás de él.
— ¿Te sucede algo? — preguntó Raphael.
Los movimientos de Simón eran tensos como si estuviese enojado pero trataba de disimularlo, Simón sonrió fingidamente.
—Solo tuve un problema con una amiga—dijo Simón— peleas que vienen de hace meses.
Entonces sus instintos de olfato no estaban mal, lo había supuso desde el primer momento.
— ¿La que olía a témperas y frutas? — Preguntó Raphael— la Nephilim pelirroja.
Sintió como Simón comenzaba a pasar la esponja con cuidado sobre sus hombros y espalda, esta vez con más cuidado.
—Si ella, antes de que fuera lo de ahora, una Nephilim, éramos los mejores amigos mundanos—dijo Simón.
— ¿Y qué sucedió? —pregunto Raphael.
La esponja pasó por la parte de atrás de su cuello y después volvió a bajar por su columna sintiendo tan bien para el vampiro mayor.
— Su vida fue más importante que su mejor amigo—dijo Simón— un Nephilim y un subterráneo no pueden tener una amistad.
— ¿Y el Nephilim y Magnus?
—Están trabajando juntos— dijo Simón—aunque Magnus aprovecha para conquistarlo.
La esponja comenzó a pasar por la parte de atrás de su brazo.
—No tienes que darle importancia a lo que te dice— dijo Raphael—solo confía en ti mismo y en lo que sientes, y en mi porque soy tu pareja.
El mayor bromeó al último escuchando la risa de Simón viéndolo como se paraba y se sentaba delante para poder pasar la esponja por su pecho.
—Es bueno saberlo— dijo Simón sonriéndole.
Vio como el vampiro tomo una de sus manos y la comenzó a jabonar.
— ¿Me cuentas cómo fue que te convertiste? — pregunto Raphael.
Vio como hizo el mismo proceso con el otro brazo, Raphael lo miraba con curiosidad.
—Venia de ensayar—dijo Simón.
— ¿Tocas? — Preguntó asombrado Raphael.
—Sí, toco el bajo y canto —dijo Simón sonriendo —como decía, era ya muy tarde y quise cortar camino por los callejones, hasta que llegue a pandemónium y no pude continuar.
La cara del menor cambió por completo.
—Era un chico y me había parado, temí como los infiernos, quise huir pero no pude, me había hecho el encanto—dijo Simón—se aprovechó y me mordió, pero tú llegaste y lo alejaste, me salvaste por primera vez.
Raphael pudo ver un recuerdo pasar por sus ojos, un niño de lentes hecho ovillo en algún lugar, mirándolo a través de unos lentes con mucho miedo.
— ¿Y qué sucedió? —pregunto Raphael.
—Se te escapó de las manos y después él y una chica vinieron por mí a terminar el trabajo para la transformación—dijo Simón— un rato después llegaste con Magnus a mi casa para enterrarme y así convertirme.
— ¿No se convierte con una mordida sola y sangre?
Simón comenzó a pasar la esponja por su cuello, otra vez.
—No, el vampiro tiene que morder, darle su sangre y después enterrar al mundano—dijo Simón— un trabajo duro.
—Claro que lo es, creí que los vampiros era mucho más fácil— dijo Raphael.
Persiguió con su mirada a Simón como se paraba y buscaba un rociador de ducha movible para conectarlo en la canilla de la ducha prendiendo y comenzando a enjuagar su cuerpo.
—Somos dos que creemos lo mismo— dijo Simón.
Unos minutos después ya estaba limpio excepto la parte de abajo que Simón había respetado y no había tocado como había dicho, pero eso no importaba, le agradaba que Simón se comportara tan respetuoso.
— ¡Taran! ya estás limpio Raphita—dijo Simón parándose— es hora de ir a divertirnos, te daré privacidad y cámbiate, te espero en la sala.
Y vio como Simón salía del baño y de la habitación dejándolo solo, era adorable y se comportaba bien con él, si era su pareja era de seguro que era por eso, la personalidad del menor.
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