(70)
RAPHAEL.
Todo esto era tan extraño para él, se acordaba de haberse ido a dormir después de una velada familiar, su madre les había cocinado unos deliciosa comida mientras el trataba de entretener a sus seis hermanos, algo difícil de conseguir pero lo había podido lograr, los pequeños Santiago podían ser todos unos monstruitos cuando querían pero también querían ser pacíficos y angelitos de dios, cada uno de ellos sabían que tenían que obedecer si no le prohibía comer postre en la cena, ninguno de los niños le desobediencia, amaba a su familia. Pero ahora estaba acá en una sala decorada con colores llamativos, decoraciones muy caras y con tres personas que decían conocerlo y trataban de hacerlo sentir cómodo, no podía sentirse del todo cómodo cuando el no los reconocía, era como entrar a un nuevo grupo de persona y no sabías como llevarte con ellos, no saber sus nombres, sus pasatiempos, hasta los que le gustaba y algo que le costaba a Raphael era socializar, además era muy chocante saber que su familia ya no estarían más o que los años habían pasado rápido y podían estar muerto.
Y sabía que las tres persona lo veían como un extraño o con amargura en sus ojos, más ese chico que se llama Simón que cada vez que estaba cerca de él su voz sonaba como si estuviera a punto de llorar y sus ojos brillaban esperando algo de él o como Magnus y Ragnor parecían amargados cada vez que lo miraba, no quería que ellos estuvieran así por su culpa.
—Creo que es hora de irme a dormir— suspiró Magnus.
¿Los brujos podían dormir? ¿Por qué los vampiros no? Se sorprendió a saber que desde ahora ya no dormiría más ¿Qué haría en todo ese rato libre?
—No puedes, vamos a tener visita— dijo Simón.
— ¿Visita?— preguntó Ragnor confundido.
—Llame a los Nephilim, vendrán a ver por qué la runa de Clary dejo a la mitad la recuperación— contesto Simón.
Y allí volvía a estar, su voz había bajado en la últimas palabras como si le doliera hablar de todo ese asunto, pero le entendía, había dicho que eran muy buenos amigos, a él le pasaría lo mismo si le pasaba eso a su amigo.
—No tendrías que haberlo hecho Simón—dijo Ragnor molesto— tendrías que habernos dicho, hay graves consecuencia si alguien se entera que Raphael a perdido la memoria.
Los miró sorprendido preguntándose ¿Por qué habría consecuencia? Ni siquiera fuera tan importante, al mirar a Simón lo vio que estaba igual que el sorprendido y aturdido.
— ¿Qué es lo que hice?— preguntó Simón.
—Camille se enterará de Raphael, sabes que él siempre ha sido importante para ella y cuando sepa de su estado lo vendrá a buscar— dijo Magnus—como su polluelo, no quiero imaginarme las cosas que le hará o los otros subterráneo que tiene como enemigos vendrán a vengarse cuando sepa que Raphael esta así.
Vio a Simón pararse y comenzar a caminar con desesperación en círculos, agarrando algunos de sus mechones de pelos y comenzando a tirarlo con un poco de fuerza, estaba diciendo cosas con rapidez siendo difícil entender, habías palabras que se podían escuchar como "Estúpido" "No" "Inútil" y después no entendía nada más, este chico debía hablar hasta los codos, se paró y lo agarró del brazo esperando que se calmara y dejara de maldecir por lo menos, era algo irrespetuoso que lo hiciera y tenía que pararlo, pero al ver como Simón separaba su brazo y lo abrazaba, el vampiro mayor no pudo evitar sentir cosquillas en su pecho y sentirse relajado como si estuviese presente a un abrazo por alguien conocido.
—Lo siento Raphael, lo siento— escuchó sollozar a Simón en su hombro—cada vez te estoy metiendo más en problemas, lo siento.
El vampiro paso sus manos por la espalda del vampiro menor y lo atrajo a él con un poco de fuerza, algo en su interior se lo decía que debía hacerlo, cuando aspiró el aire sintió un aroma salir de Simón, algo que no podía descifrar pero que le gustaba mucho. Quería decirle que parará, que él no tenía la culpa y que se pusiera bien, que no podía verlo así, pero no podía, no lo conocía o no se acordaba de él, cuando estaba por hablar la puerta fue tocada, Raphael se asustó y se alejó de Simón mirando hacia otro lado viendo como Magnus hacia algún truco y de su mano saliendo una llama azul grande empezando a mostrar figuras borrosas, no pudo evitarlo mirar con fascinación y caminar hasta donde estaba el.
— ¿Quién osa a molestar a mí, al gran brujo de Brooklyn?
Pudo ver como Magnus lo estaba mirando y le sonreía, haciendo que un recuerdo muy corto pasara por al frente de sus ojos, Magnus y él en un hotel abandonado, pero no pudo recordar más.
—Pues yo— se escucho a través de la llama azul.
Vio un chico rubio que había sido el que había contestado, su cara estaba sería pero tenía una chispa de diversión como si se estuviera burlando de Magnus, al lado de él, había una pequeña chica con pelo rojizo y al otro lado había un chico con ojos zafiros como las llamas de Magnus y tenía una mirada preocupada, vio en su cuello algo parecido a una marca o tatuaje ¿Ellos tres eran los Nephilim? ¿Por qué vestían de negro?
— ¿Quién eres tú?— preguntó Magnus
Rodeando los ojos como si le estuviera siguiendo el juego.
—Tu mayor sueño—contesto el rubio guiñando un ojo.
—Jace deja de molestar— dijo el chico de ojos zafiros molesto— ¿Magnus podemos pasar?
—Está abierto para ti garbancito— dijo Magnus.
La llama azul de la mano de Magnus desapareció y Raphael volvió a concentrarse viendo como Simón caminaba hasta su lado y se quedaba allí parado como si fuese su guardaespaldas, no entendía ¿Qué podían hacer simples adolescentes como él? después de un momento los tres Nephilim aparecieron por la sala.
—Diría que estoy encantado de verlos, pero no es cierto— dijo el rubio siendo el primero en sentarse— ¿Qué ocurre para que necesiten nuestra ayuda?
Algo de ese chico le molestaba, era como si algo dentro de él le dijera que ellos dos no se llevaban nada bien, pero no podía ser cierto, el no peleaba con nadie o eso esperaba.
—No necesitamos tu ayuda, si no el de Clarissa—contesto Simón.
Vio como la pelirroja se sentaba al lado del rubio mientras que el otro chico se quedaba parado mirando hacia otro lado menos a ellos, el rubio le tomo la mano a la pelirroja, así que señalaba que ellos dos eran parejas.
—Es mi chica, su problema es el mío— dijo el rubio— como te está pasando a ti con tu pareja ¿O no vampiro?
Raphael miró a Simón que había tensado su mandíbula y todo su cuerpo, la palabra pareja volvía a ser nombrada, necesitaba saber que ocurría.
—Raphael tiene una pérdida de memoria muy grave— dijo Ragnor— la runa lo ha causado y necesitamos saber cómo podemos reponer eso.
— ¿Estás diciendo que mi novia es una inútil?— Preguntó el rubio enojado.
—Claro que no— contestó Simón— mira Jace estoy desesperado, Raphael tenía que sobrevivir, pero ahora ha perdido los recuerdos, todos y necesitamos que lo tenga de vuelta porqué es importante.
El rubio soltó la mano de su novia y tiró su cuerpo un poco hacia adelante mirándolo con atención, sus ojos dorados tenían un tipo de chispa de malicia y su sonrisa lo estaba confirmando, el rubio se paró y se quiso acercar a él, pero Simón lo paro mostrando sus colmillos, Raphael se sorprendió y su interior se sintió orgulloso del menor.
—Quédate en tu lugar— dijo Simón— y deja a Raphael en paz ¿Has escuchado?
— ¿A sí que es verdad que perdió toda la memoria?— preguntó la pelirroja.
Agarrando del brazo de su novio y volviendo a sentar.
—Claro que si— dijo Magnus— ¿O qué? Piensan que los invitamos a tomar té.
—Eso sería agradable— dijo Jace— a pesar que tenga que compartirlo con ustedes.
Vio a Simón sentarse en el piso con cansancio apoyando su cabeza justo en el apoya brazo que estaba a su lado, su pelo estaba casi rozando su mano y le hacía dar ganas de tocarlo y enredar sus dedos en ellos o poder aspirar de más cerca el olor que desprendía de su pelo después de haberse bañando, vainilla con flores silvestres, lo había reconocido desde que lo vio.
—Simón ¿Estás bien?—susurro Raphael.
El vampiro menor hizo la cabeza un poco más hacia atrás mirándolo, esos ojos verdes grisáceos lo estaban mirando algo tristes.
—Claro, estoy algo cansado— dijo Simón.
—Creo que después deberíamos hablar— dijo Raphael— sobre el tema de pareja.
Vio a Simón cerrar los ojos y sonreír, se veía tan adorable.
—Claro que si Raphi.
Volvió su vista hacia adelante pero dirigiendo su mano al pelo de Simón, solo era un consuelo de amigos nada que preocuparse, al sentir como el menor se relajaba con su caricia siguió haciéndolo, miró a Magnus y a Ragnor que parecían estar molesto con el chico rubio y la pelirroja.
—Mira mis runas no tienen la culpa— dijo la pelirroja molesta—no funcionó en un subterráneo, no es mi culpa.
—Está bien—dijo Magnus más que molesto—si no tienen ayuda para ofrecer, les recomiendo que de vayan de aquí, no necesitamos adolescentes inútiles para que hagan esto.
— ¿Qué dijiste?—preguntó el rubio molesto
—Sabes muy bien lo que te dije.
El rubio sacó algo así parecido a una daga y se quiso tirar encima de Magnus, ¡Lo iba a apuñalar! Raphael se metió entre ellos dos y empujó con una mano al rubio tirándole hacia atrás que fue sostenido por el chico de ojos zafiros.
—Creo que deberían irse—dijo Simón parándose y mirando a los Nephilim.
Los dos Nephilim, el rubio y la pelirroja, se pararon y se fueron, Raphael no se había movido aún, estaba en shock ¿El había hecho esto? había defendido a Magnus de ser apuñalado frente a sus ojos, nunca había hecho aquello pero parecía tan familiar.
—Gracias Raphael— dijo Magnus colocando una mano en su hombro.
Entonces fue ahí donde reaccionó, volviendo a su lugar siendo observados por todos, el chico de ojos zafiros seguía en la sala, no había dicho nada desde que había llegado.
—Alexander—dijo Magnus caminando hasta el chico.
—Siento lo que hizo mi hermano—dijo el chico— ¿Estás bien?
Raphael no entendía nada, si este chico y Magnus eran algo ¿Por qué sus compañeros querían pelear? Algo llamó su atención detrás de él, Simón estaba apoyado en el sillón con la mirada hacia el piso, se veía mal, no mal de cuando solías estar triste, si no mal físicamente.
—Magnus, Alec podría ayudarnos en esto—dijo Ragnor— vengan.
Raphael se paró y caminó hasta donde estaba Simón poniendo una mano en su espalda, vio como se sobresaltaba y lo miraba un poco preocupado, Raphael ya estaba comenzando a sentir preocupación por el chico.
— ¿Te sientes bien?
—Sí, he perdido la cuenta de los días que me alimentó— dijo Simón— creo que es por eso.
—Te acompaño hasta la cocina.
—No hace falta puedo ir solo, tu quédate aquí con...
—Te acompaño hasta la cocina— repitió Raphael un poco con más firmeza.
Vieron como Simón sonreía y asentía, los dos comenzaron a caminar hacia fuera de la sala y comenzaron un recorrido por los pasillos hasta la cocina.
—Ellos son Nephilim ¿No?
—Claro, Clarissa, Jace y Alexander— dijo Simón— el último es el preferido de Magnus como lo has notado.
Simón había comenzado a caminar más lento, él tenía razón la sangre te hacia fuerte y si no la tomaba te debilitaba, y Simón se veía más que débil.
—Déjame que te ayude— dijo Raphael.
Pararon en el pasillo y Raphael se acercó a él para pasar una de sus manos por la espalda del menor y con el otro trato de cargarlo poniendo su mano en sus piernas, vio como Simón se sorprendía y acunaba su rostro en su hombro.
—Jace no me cae para nada— dijo Raphael.
Sin darse cuenta de lo que había hecho, escuchó una risita por parte de Simón.
—Somos dos— dijo Simón.
Raphael dobló acordándose que esa era la puerta para la cocina y sentó a Simón en la mesada mientras él buscaba un vaso y la botella para servirle un poco.
—El nos llamo pareja— dijo Raphael ya con el vaso lleno— ¿Qué significa?
Se dio vuelta y le tendió el vaso viendo como el chico bebía con rapidez el líquido para después dejarlo y saborear sus labios, beber tan rápido podría hacerle mal.
—Tiempo al tiempo—dijo Simón sonriendo.
—Dijiste que me dirías—dijo Raphael frunciendo el ceño.
Simón se puso serio y miró hacia otro lado como si estuviera pensando en decirle o no.
—Te preguntaré algo primero—dijo Simón— si la respuesta es la que yo espero, te contaré, al contrario mi boca estará sellada hasta que recuerdes todo.
El vampiro mayor asintió y se apoyo en la pared.
— ¿Te gustan los chicos?
Esa pregunta no tenía nada de sentido, si Simón era su amigo debía saber que les gustaban las mujeres, las que no tenían un miembro entre sus pierna, no los chicos, eso era extraño para él, no iba a decir que le parecía bonito Simón, con ese pelo alborotado o con esos ojos hermosos de verde grisáceos o como su cuerpo parecía delgado a través de esa remera o hasta el olor que desprendía, pero de allí a gustarle había una gran diferencia.
— ¿Qué dices? sabes que me gusta las chicas— dijo Raphael riendo.
Vio a Simón agachar la mirada, apretar sus labios y cerrar los ojos.
— ¿Simón?
Cuando Simón alzó la mirada, podían verse los ojos brillantes a punto de perder algunas que otras lágrimas, sus labios estaban apretados y sus manos se habían tensado sosteniendo con fuerza la mesada.
—Respuesta equivocada cariño— dijo Simón.
Bajando de la mesada y corriendo fuera de la habitación ¿Respuesta equivocada? ¿Cómo es que ni él mismo ya ni se conocía? ¿Cuánto había cambiado?
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