(65)
RAPHAEL.
—Eso lo tendremos que ver Raphael— dijo Ethan— Kendall ve a buscar a Malcolm, que no se vaya.
Raphael besó el pelo de Simón y lo soltó dejándolo a un lado del peligro, se iba a deshacer de Ethan de una vez por todas para que dejara de hacer más maldades.
—Simón quédate cerca— dijo Raphael— si vez que las cosas se ponen malas corre y ve por Magnus y su Nephilim ¿Entendido?
Vio a su pequeño asentir y alejarse con pereza a un rincón, lo entendía después de lo que habían hecho no sentía las ganas de alejarse de él tampoco, cuando vio que estaba bien y seguro aprovechó para analizar la situación, Kendall se había ido a buscar ese tal brujo, no había nadie más en el lugar de parte del vampiro, ahora quedaban ellos dos y eso significaba que sería mucho más fácil acabar con el niño que se había revelado.
—Esto acaba acá de una vez por toda—dijo Raphael.
El chico lo miraba serio, sus colmillos estaban afueras y sus manos hechas un puño, pero a cambio de cómo estaba el vampiro, Raphael solo sonreía, sabía lo que iba a pasar y estaba seguro que sería bueno.
—Te mataré ¿Y después sabes lo que haré?—dijo el chico para provocarlo— me llevaré al chiquillo y disfrutaré su cuerpo las veces que quiera.
Raphael dejó de sonreír mirándolo con molestia, no le había agradado para nada lo que había escuchado.
—Deja de hablar e inténtalo niño.
Escuchó un pequeño gruñido por parte del muchacho y lo vio sacar sus uñas afiladas dejándolo a cada lado de su cuerpo, Raphael le mostró sus colmillos y lo trató de intimidar, había podido contra vampiros más rebeldes que este, Ethan no era especial, no era más que un vampiro de bajo rango.
—Vamos Ethan, creí que serías más rápidos—dijo Raphael—estos niños de ahora y sus estúpidas amenazas, ven de una vez.
Vio a Ethan agarrar un cuchillo que estaba en una de las mesadas de la cocina y tirarlo hacía su pecho, Raphael no pudo reaccionar con rapidez sintiendo como el filo del cuchillo se incrustó en la parte izquierda de su clavícula, tenía ganas de reír, se sacó el cuchillo con gracias y miró como le salía un poco de sangre del agujero que le había quedado en la camisa ¡Había arruinado la única camisa que combinaba con el chalequillo!
— ¡Raphael!
Miró sobre su hombro y vio a Simón queriendo correr hacia él, su cara mostraba la preocupación, le dio una sonrisa para que viera que estaba bien y volvió su vista a donde estaba Ethan.
—Sabes que no puedes matarme si no es con una de las armas angelicales— dijo Raphael tirando el cuchillo al piso— novatos.
El chico corrió enojado y trató de pegarle en la cara pero Raphael pudo ser más rápido y lo esquivó golpeándolo él en la espalda viendo cómo caía a sus pies.
—Eres un estúpido bastardo— dijo Ethan sonriendo en el suelo— siempre queriendo mandar a todos, eras el segundo al mando pero eso no significaba nada, robaste a mi vampiro, el es mío y lo tendré cueste lo que cueste.
Pero no lo haría, Raphael podía verlo débil, ni tenía el porte de un vampiro a la hora de la pelea, sus reflejos no eran nada bueno y sus palabras eran más que solo habladurías, el chico estaba drogado y no sabía desde cuándo estaba así, lo vio tratándose de parar pero Raphael lo golpeó una patada para que volviera a caer, eso lo que hacía la droga, te debilitaba, te daba una idea falsa de que serían invencible, que serías más fuerte, pero no era así, te terminaba matando, siendo nadie, alguien como Ethan y muy posible Kendall.
—Mátame de una vez Raphael— dijo el chico— eres un asesino, se la mierda que eres.
Raphael se alejó del cuerpo de Ethan y lo miró con terror, llamarlo asesino era la peor palabra que podían decirle, el no era un asesino, el era un vampiro, alguien que cuidaba a los demás a no descarrilarse y si no obedecían los castigaba, el no era un asesino, su madre le había enseñado a ser un buen hombre respetando las leyes de Dios. ¡Él no era un asesino!
—Cuéntale a Simón, dile de la azotea del hotel— dijo Ethan parándose— dile como disfrutas colocar a otros vampiros allí, esperando que se quemen vivo por el sol.
Miró a Simón que lo miraba horrorizado, sus manos estaban tapando su boca y sus ojos estaban brillando.
—Él es el maldito asesino Simón— añadió Ethan— yo quería salvarte de él, por eso vine a buscarte, yo no soy el malo aquí.
— ¡Cállate!— gritó Raphael.
Cuando estaba por saltar hacia el cuerpo de Ethan para sacarle la sonrisa a patadas, algo se incrustó en su parte baja del pecho que lo sorprendió, le estaba quemando como si del sol se tratará, sintió la mano de Ethan colocarse en su hombro y empujar lo que había clavado con más profundidad haciendo que cayera de rodillas y sintiera el gusto de la sangre en su boca.
— ¡Raphael!
— ¿Creíste que iba a ser tan inútil Raphael?—Preguntó Ethan riendo— está me la dio Malcolm, una daga de la encantadora Annamarie.
Raphael apoyó sus manos en el piso, las armas angelicales era el doble de peligrosas que algo bendecido como su collar, podían ser el doble de peligrosas que el sol, Raphael escupió sangre alzando su mirada viendo como Ethan sonreía, no le importó, había a alguien que salvar, miró hacia su dirección, Simón estaba llorando y gritando.
— ¡Raphael!
— ¡Corre!— gritó escupiendo sangre a su vez.
Lo vio negar, pero después asintió llorando y corriendo por la puerta principal, si Simón estaba a salvó se pondría tranquilo, su pareja estaría bien, cuando vio que había desaparecido volvió su vista a Ethan y trató de pararse, la daga seguía incrustada en el lugar y le dolía como si hubiese caído al sol, pero si tenía que luchar hasta que su cuerpo le dijera basta lo haría.
— ¿Qué sientes Raphael a saber que son tus últimos minutos de vida?
El chico reía y caminaba en círculo festejando su logro, Raphael con una de sus manos débil trató de sacarse la daga con cuidado, empezaría a desangrarse después de esto y era seguro que moriría, pero nada más lo satisfacía que matar al maldito bastardo.
—Muérete de una vez—grito el chico—muérete ¡Muérete!
Raphael se mordió el labio para no gritar y se sacó el cuchillo al todo, o Ethan era imbécil o no se estaba dando cuenta de la situación.
— ¿¡Por qué no te mueres!?— Gritó Ethan enojado arrodillándose a su lado— ¿Por qué no te mueres Raphael?
El vampiro mayor alzó su mirada y le sonrió, podía sentir su boca pastosa con el sabor de su sangre y a la vez podía sentir como caía de su boca al piso la misma, con el último esfuerzo alzó su mano y se lo incrustó en el cuello pasándolo de un lado a otro, viendo la cara de pánico de Ethan y como su boca se llenaba de sangre cayendo al suelo.
—Inútil— dijo Raphael.
Acostándose boca arriba en el suelo, ya no tenía fuerza para nada, su cuerpo no quería reaccionar y podía imaginar ya su muerte, pero de lo que estaba seguro es que había salvado la vida de Simón, y estaba orgulloso de haber logrado eso, no sufriría los castigos que la vida tenía planeada para él, el podría vivir los años que quisiera en paz y había podido tenerlo unos segundo como su pareja, ya no pedía nada más. El ardor subió por todo su cuerpo y Raphael grito de dolor, parecía como si su piel se prendiera fuego y como empezará derretirse, empezó a gritar con más fuerza, era insoportable, trató de pensar en Simón y en las pequeñas cosas que había descubierto y le había gustado para distraer sus últimos momentos.
Simón era muy charlatán, pero siempre sacaba una risa en él, su cuerpo era frágil y delgado, cuando se enojaba sus brazos se cruzaban y siempre fruncía el ceño o las cejas, algo que el también hacía, cuando se ponía nervioso empezaba a mover sus piernas, manos o hasta morderse el labio para controlarlo, le gustaba la música y amaba su guitarra, y siempre sería agradable y adorable con todas las personas, excepto con algunos que hablaran mal de las personas que quería ¡Le gustaba!, Obvio que le gustaba, desde el primer momento, desde que le hablo había causado algo en el, se había metido en cada pedazo de su muerto corazón. Pero ahora el moriría.
— ¿Raphael?
Raphael abrió los ojos viendo a Alec frente a él.
—Alec— dijo Raphael en un hilo de voz— Simón...
La visión se le nublarse y se volvió oscura, sintiendo como era cargado, moriría en los brazos de un Nephilim y no en los de su Simón.
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