(63)
SIMÓN
Estaba sentado al lado de Ragnor, los dos miraban con atención como Magnus disfrutaba molestar a Alec haciéndolo sonrojarse reiteradas veces, el Nephilim estaba a una distancia prudente del brujo como si tratará de marcar su espacio, solo que lo que no sabía Alec es que Magnus no respetaba eso ¿Espacio personal? ja... era como darle una tarjeta donde le decía que tenía que hacerlo.
—Tengo que ir al instituto solo—dijo Alec— si voy contigo, mi madre enfurecerá, sabes que está prohibido una amistad entre Nephilim y subterráneos.
— Esa ley es estúpida y no respecto para nada—dijo Magnus— se nos ocurrirá una mentira para llevarte y así ganamos los dos.
No entendía porque la paciencia del brujo aún no se había acabado con los rechazos de Alec por respetar la ley Nephilim, pero bueno ese no era el tema que tenía que pensar en estos momentos, Magnus y Alec tenían sus misterios y sabía que tendría que investigar un poco del tema después, pero ahora tenía que pensar en él y en la cita con Raphael, no le molestaba repetir una y otra vez la misma oración en su cabeza ¡Saldría con Raphael Santiago! la primera vez era emocionante, la segunda lo sorprendía, la tercera quería gritarlo a los cuatros vientos y la cuarta volvía a ser emocionante como la primera vez.
— ¿Y si lo emborrachamos? — Preguntó Ragnor—ya sabes un Nephilim sin consciencia, que no puede caminar por las calles de la cuidad y necesita ayuda para ser llevado a su hogar.
—Es una mala idea—dijo Simón.
—Concuerdo con Simón—dijo Alec.
— ¡Claro que no! —Dijo Magnus emocionado—es una muy buena idea, guisadito verde eres un genio.
Vio a Alec tensarse y se lamentó por lo que harían con él.
—Y-Yo no quiero eso.
Pero Simón no pudo escuchar más, había aspirado el aire sintiendo el aroma de menta que sabía representar a Raphael, y pudo escuchar sus pasos acercarse por sus oídos, lo puso nervioso, hizo que empezará a mover sus manos, que sus piernas empezarán a sufrir un movimiento incontrolable, que mordiera sus labios sin darse cuenta de la fuerza con la cual estaba haciéndolo y como un cosquilleo que estaba plantada en su abdomen, tenía que controlarse. Raphael apareció por el umbral de la puerta y Simón se quedó perplejo, estaba por empezar a babear, Raphael se veía... ni podía encontrar una palabra exacta para decir cómo se veía, solo podía admirarlo, tenía una camisa azul que el único botón que esta desabrochado era en su cuello dejando ver poca parte de su piel blanca morena y un poco de su collar dorado, arriba de esa camisa llevaba una chalequillo negro casi brillante, su pantalón que no era tan apretado pero daba una buena vista hacia las piernas que tenía, estaba fabuloso, su estilo, su vestimenta, Raphael era un dios griego para su vista.
— Eso es vestirse bien—dijo Magnus.
Aún no podía dejar de mirarlo, Raphael era prolijo y todo lo que estuviese en el también lo era, como su pelo que estaba bien arreglado, sin que ninguno se revelará y se saliera del lugar, no podía no quedar embobado con los ojos avellanas y esos hoyuelos que estaban dirigidos para él.
—Simón deja de babear—susurro Ragnor.
—Em... Am yo... am... —empezó a decir Simón confundido.
No podía controlarlo, y menos cuando vio al mayor empezar a caminar hacía el, Raphael era tan guapo ¿Cómo había conseguido tener una cita con él? ah si la marca, ¡Bendita marca!
—Es hora de irnos Simón.
El chico mayor le estaba tendiendo la mano, como los chicos que sabían hacerlo en los libros y le encantaba como se estaba sintiendo.
<<Tranquilízate por el amor de todo los santísimos cielos. >>
— S-Si— tartamudeo Simón.
El menor estiró una sus manos y se apoyo en la mano de Raphael, si esto es lo que sentían las chicas o los chicos cuando pasaban por algo así con su pareja, agradecía por haberlo pasado una vez en su vida, con ayuda del mayor se levantó de su asiento quedándose frente de él.
—Que pasen una buena velada—dijo Ragnor.
—No hagan algo que yo no haga—dijo Magnus.
Raphael dejó escapar una risa y sin soltarlo de la mano empezó a dirigirlo hacia la puerta, Simón rogaba de que Raphael no se diera cuenta de cómo sus piernas o todo su cuerpo temblaba, cuando la puerta de la salida fue abierta por Raphael; la noche los golpeó, la luna estaba en su punto más alto brillando arriba de ellos y las escaleras que tanto le habían fascinado cuando había llegado al lugar, hacia que la ocasión fuera tan hermosa.
— Por los temblores de tu cuerpo—dijo Raphael— pienso que estas emocionado por la cita.
—Nunca he tenido una cita—dijo Simón riendo un poco—esta es la primera y estoy emocionado por saber como son, ya sabes...
—Las citas de ahora ya no son como las de antes—dijo Raphael— pero trataré de que disfrutes, disfrutemos las citas que hacen los mundanos en la actualidad.
En el medio de las escaleras Simón paró frenando a Raphael con él, las citas de los mundanos apestaba, no le gustaba para nada, las citas a veces se conformaban con una salida al cine, una mala cena en un lugar caro y después sexo, y es que Simón quería pasear por la ciudad o ver una película, también quería una comida en algún lugar donde pudieran ser ellos sin la necesidad de que personas lo mirarán, aun el no podía comer solo beber sangre y si había sexo, él quería hacerlo después de haber pasado una noche especial, no así porque si, quería una cita a las antiguas con un toque de modernidad, no era tanto lo que pedía.
—Las citas son mejores cuando se viven.
—Muy buena respuesta Simón—dijo Raphael— tanto que creería que la estuviste repasando la oración por un buen rato.
—Arruinas mi momento de decir algo sabio.
Sintió la risa melódica de Raphael entrar por sus oídos, esa risa masculina con una vibración cautivadora, maldita sea Raphael tenía un encanto único, solo hacía falta conocerlo un poco más.
—Vamos Simón, hay algo que nos espera afuera.
Confundido y entusiasmado caminó de la mano con Raphael hasta llegar a la puerta ovalada de madera rústica y salieron del lugar frente a ellos, estacionado en la calle, había una motocicleta y en ella apoyada una chica de rasgos asiáticos que estaba jugando con un celular.
— ¿Una motocicleta? —pregunto confundido Simón.
—Una motocicleta que trabaja con energía demoniaca—dijo Raphael sonriendo.
— Al fin dignas a salir Raphael, puedes pedirme un favor y yo obedecer porque te respeto—dijo la muchacha parándose de la moto—pero no me hagas esperar, cuando me esperan en una fiesta.
Vio a Raphael asentir y sonreír ¿Quién era ella? ¿Y por qué Raphael le estaba sonriendo?
—Me alegra de verte y gracias Lilit—dijo Raphael—ya puedes irte.
Simón sintió como la chica posaba su mirada en el, había algo curioso en su forma de mirarlo pero no pudo saber que era, la chica había desaparecido de un segundo a otro.
— Es hora de dar un paseo.
Simón odiaba esa máquina donde Raphael quería que el subiera, uno era porque era una motocicleta y dos por que la velocidad no era algo que no disfrutara, pero Raphael se veía tan cómodo en ella que tenía que tener un poco de seguridad o la cita Saphael se arruinaría y Magnus como Ragnor se enojarían por el fracaso.
— ¿Tienes miedo?— pregunto Raphael divertido.
— Estas máquinas son una de las primeras posibilidades de caer muerto en las calles de Brooklyn—dijo Simón.
—Ya estás muerto—dijo Raphael— no puedes morir por segunda vez.
— No me acostumbro a saber que estoy muerto.
Subió temblando a la parte trasera de la moto y se arrimó lo mas que pudo al cuerpo de Raphael, cruzando sus brazos por su caderas apretándolo con un poco de fuerza, podía estar muerto pero el miedo a la velocidad seguía en el, vio a Raphael levantarse un poco y con un golpe en una de las partes internas el motor de la motocicleta encendió.
— ¿Sabes que tiene esta moto que las otras no? —pregunto Raphael.
La moto empezó a andar haciendo que el ruido logrará aturdir sus oídos, pero había escuchado a la perfección, Raphael se lo había preguntado por algo.
— No —gritó Simón entre medio del ruido.
Raphael había acelerado haciendo que la moto fuera una velocidad casi ilimitada, Simón apoyó su cabeza en la espalda de Raphael, estaba mareado a ver los flash cruzar por cada lado de su cuerpo.
— ¡Vuela! — gritó Raphael.
Y si algo podía salir peor, es que Simón odiaba las alturas, le temía, no mentía cuando decía que le temía a todo, se agarró con más fuerza al cuerpo de Raphael cuando sintió como la motocicleta empezaba a dejar el suelo.
— ¡Mierda! ¡Jodidas mierda! —Grito Simón— ¡Voy a morir por segunda vez! aunque no se pueda.
El ruido del motor de la motocicleta disminuyó hasta no escucharlo más, solo podía sentir el ruido a lo lejos de los autos tocando la bocinas y aunque tuviera su cara apoyada en la espalda del mayor y tuviera los ojos cerrados con fuerza, podía saber que estaban lejos del suelo, mucho, eso lo asustaba más.
— Simón, tiene que enfrentar tus miedos, tienes que sacarlos de tus pensamientos— dijo Raphael—estoy aquí, mira la cuidad, prometo que no te arrepentirás de lo veras.
Rodeando su cabeza y abriendo sus ojos miró el paisaje, tenía razón Raphael, la cuidad bajo ellos se veía llenos de luces, autos que viajaban a gran velocidad por las carreteras y otros que parecían estar estancados causante de los ruidosos ¿Esto es lo que sentían los que viajaban en avión y veían el paisaje? era hermoso.
— ¿No es perfecto? — pregunto Raphael— tantas personas se pierden de estas cosas solo por estar concentrados en ridiculeces, y esa es por que evolucionan para mal, todos viven en la rutina, preocupándose por el dinero y pagar cosas mundanas cual disfrutarán por un tiempo y después se aburrirán, nadie quiere hacer nada bueno, nadie quiere disfrutar los pocos años que le da su vida mundana ¿Y sabes que es peor? que ellos añoran ser como nosotros ¿Pero para qué?
Raphael tenía sentimientos, eso lo sabía de seguro.
— Los mundanos a veces no sabemos valorar eso—dijo Simón.
— ¿Por qué aun te sigues nombrando como un mundano?
— Porque lo soy—dijo Simón—tengo aun los miedos que tenía cuando era mundano, la misma ropa, los mismos pensamientos, he cambiado, pero lo sigo siendo, dentro de mí lo soy.
Sintió la moto girar y volver por donde habían venido, el puente se acercaba a ellos y la moto empezaba a descender, volviendo de nuevo al suelo, Raphael no volvió a hablar, algo había dicho y Raphael se lo había tomado mal. Después de unos segundos la motocicleta paró, siendo estacionado cerca de otras motos, Raphael fue el primero en bajar, haciendo que Simón y sus manos torpes fueran quitadas por obligación de un lugar donde ya estaba cómodo. Raphael estaba enfadado y no sabía la razón.
—Ven vamos a caminar—dijo Raphael acomodando su chalequillo.
— ¿Y qué harás con la motocicleta?
Si tenían que cruzar por todo el puente, la motocicleta quedaría allí y podría llevársela o robársela, y ninguno se daría cuenta.
— La vendrán a buscar otros vampiros—dijo Raphael—vamos.
Y el mayor empezó a caminar sin esperarlo eso admitía que en verdad estaba molesto, empezó a caminar detrás logrando seguir su paso, miro el puente lleno de luz por causa del anochecer, le hacía acordar a viejos momentos cuando era mundano, no había pensado que recordaría cada cosas como si fuese pasado solo unos días, cuándo su padre lo trajo por primera vez y lo llevó a tomar helado mientras le contaba de las aventuras e historias judías que debía saber, o como cuando al enterarse de que su padre había fallecido había caminado llorando mientras se culpaba de su muerte, otras de las cosas fue cuando Reb se iba a ir de la cuidad tomándose el tiempo para hablar mientras se prometían cosas y jugaban que hablarían todo los días, algo que no sucedió y no podía olvidarse de las caminatas con su mejor amiga por el lugar, era la fuente de inspiración para los dos, viejos y tristes recuerdos que hacían que la cita no le estuviera agradando mucho.
— Raphael.
Lo llamó, el vampiro mayor parecía no prestarle atención y eso no tenía que pasar, era una cita, una maldita cita y Raphael se estaba comportando como un imbécil, lo que lo hacía peor es que el estúpido le sonreía a todas las mujeres que pasaban y le guiñaba, quería irse a casa y pensar mejor sobre si quería hacer lo de la marca.
— Raphael creí que esto era una cita—dijo Simón.
Colocando sus manos en sus bolsillos de la chaqueta cabizbajo.
—Lo es— respondió Raphael.
Estaba sensible, no soportaría el comportamiento de Raphael, no cuando los dos sabían que era su primera cita y las primeras citas no debían ser así tan malas.
—Prefiero irme a casa— susurrando Simón.
Dándose vuelta y caminando en sentido contrario, empezó a bufar molesto, sabía cómo era Raphael y tenía la culpa de haber aceptado sabiendo cómo era, sintió como su brazo era agarrado y lo daban vuelta, el menor rodeó los ojos ¿Ahora que quería el idiota de Raphael?
— ¿Qué haces? —pregunto Raphael.
—Me estoy yendo—dijo Simón—así no tendría que ser una cita, la estoy pasando mal y recién llegamos.
Vio como Raphael se tensaba y su cara cambiaba de seriedad a algo parecido a arrepentimiento, también pudo verlo mojar sus labios típica señal de que quería decir algo.
—Lo siento, intentemos una vez más— dijo Raphael.
Otra vez la mano de Raphael fue dirigida hacia el esperando ser tomada y aunque estuviese molesto recordó cuando su madre le decía que a veces las segundas oportunidades son mejor que las primeras, así que estiro su mano y la estrecho con la del vampiro mayor, empezaron a caminar tomados de la mano, algunas miradas raras eran dirigidos para ellos cuchicheando sobre la asquerosidad que estaban haciendo, era incómodo ya que podía escuchar todo con claridad.
—Caminar por acá es relajante—dijo con ironía Raphael—tanto que puedes sentir la armonía en el ambiente.
Simón sonrió y miró sus manos juntas, no tenía nada en malo en que dos hombres se tomaran las manos y salieran a dar un paseo, a veces la gente era tan dramática.
—Cuando era mundano a mis hermanos les gustaban venir acá, todo los fin de semanas mi madre nos traía y nos dejaba tener algunas aventuras por acá—dijo Raphael con una pequeña sonrisa amarga— no volví a venir.
Simón trató de imaginar a un Raphael mundano siendo inquieto y haciendo rabiar a su madre pero no lo logró, no imaginaba a otro Raphael que no fuera el que conocía ahora.
— ¿Y por que ya no lo eres? — Preguntó Simón
— ¿Qué?
— ¿Por qué no eres como cuando eras mundano? — pregunto Simón.
Sintió como Raphael lo dirigía a la orillas del puente y se apoyaba en una de las barandillas, Simón pudo ver la luna ser reflejada en el agua y las luces de la cuidad con la del puente también reflejarse, sentía curiosidad de saber si bajo esas agua había algo sobrenatural.
—No fue muy bueno cuando me transformaron—dijo Raphael—la situación hizo cambiarme por completo.
— ¿Cómo fue? —pregunto Simón.
Tenía que sacar toda la información posible antes de que Raphael se cierre por completo.
—Simples ideas de niños, un grupo de chico y yo entramos a un hotel creyendo que podríamos matar al causante de tantas muertes—dijo Raphael con amargura—pero cuando estuvimos allí adentro todo nuestras esperanza se acabó, me transformaron y por hambre mate a mis amigos, no fue bueno.
Una música dulce empezó a entrar a sus oídos, un poco lejos de ellos estaba tocando un grupito callejero.
— ¿Entonces por esos odias a los mundanos?
—Claro que no, envidio que ellos puedan tener una vida que yo no he podido tener— dijo Raphael—tuve que mirar a mi familias morir ¿Quién quiere eso?
La cita estaba un poco amarga.
—Pero conociste personas grandiosas— dijo Simón tratando de que se animará—a Magnus y a Ragnor.
Vio como Raphael le sonreía.
—Claro que sí, y a ti que llegaste en el momento menos previsto—dijo Raphael—y ahora estamos por hacer la peor locura del mundo, cambias mis planes, hablas hasta los codos y aún me agradas ¿Qué clase de persona eres Simón Lewis?
Era inevitable no sonreír.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro