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SIMÓN

La escena que estaba montando Raphael parecía a la de un niño haciendo rabietas, Simón se estiró en el sillón y se cruzo de brazos mientras fruncía el ceño y miraba la situación, primero Raphael se paró y caminó en círculos por los sillones moviendo sus manos con nervios sobre su cabeza, tiró un jarrón que estaba de adornos rompiéndolo en pedazos, y caminó hacia la mesa ratonera, agarrando el libro cual Magnus había terminado de leer y lo tiró con toda su fuerza contra la pared.

— ¡Basta! —Dijo Simón parándose—no maltrates un libro, el no te hizo nada.

Miró como el mayor paraba para mirarlo, sus rasgos faciales estaba serio, más que serios, no le gustaba la idea, y Simón muy dentro de él le dolía verlo así.

— Puede haber otra salida— añadió Simón— o otro vampiro que no le importe que después pueda encontrar el amor.

Miró a Magnus y a Ragnor pidiendo apoyo, pero ellos estaban mirando todo mientras bebían, no entendía que problema tenían los brujos con la bebida y porque solo hacían algo cuando querían y no cuando le pedía ayuda.

— ¿Crees que dejaré que otro vampiro te muerda? — Preguntó Raphael molesto.

Simón volteó y lo enfrentó.

— O podemos hacer algo mejor, esperar a Ethan, que venga en mi búsqueda y me use como su alimento—dijo Simón— ya sabes, esa es una mejor opción.

—Claro que no dejaré que suceda.

— ¿Entonces qué? Oh ya se esperemos que el pequeño corazón tuyo decida de una vez si va a enamorarse más adelante o quiera salvarme.

Tuvo que dar dos pasos hacia atrás cuando el vampiro mayor se le apareció en frente mostrando sus colmillos, el menor empezó a reír con nervios por miedo.

— Sabes que estoy mintiendo, puede tu corazón hacer lo que se le antoje, ningunas de las opciones que dije—dijo Simón— ¡No me mates!

—No sabes nada de la marca—dijo Raphael—una vez que nos marquemos seremos propiedad del otro, no podremos estar con nadie más, vas a pertenecer a mí y yo a ti.

El menor sintió un cosquilleo recorrer todo su cuerpo al escuchar esas palabras, sonaban tan lindo, pero parecía que para Raphael no, pero si se ponía a pensar un poco más allá de sus sentimientos no era tan agradable la idea, no cuando todavía estaban en dudas.

— Quiero no estar en peligro—dijo Simón—es lo único que yo quiero.

— Lo encontraremos, encontraremos una manera de que no lo estés—dijo Raphael—pero no mediante la marca.

Vio como el vampiro mayor se sentaba y agarraba otro libro, mientras que el se quedaba mirándolo, el vampiro mayor cambiaba de humor muy rápido, y eso lo frustraba.

— ¿Qué más información tienen de esto? —preguntó Raphael sin alzar la vista.

— No hay mucho que decir—dijo Ragnor— la sangre de Simón puede funcionar para determinadas cosas, una de ellas es que puede usarse para rituales para revivir personas.

Simón se sentó a lado de Raphael para escuchar y asimilar las nuevas informaciones que estaban entrando en su sistema.

— ¿Y si el vampiro lo quiere para eso? —Preguntó Magnus— ¿A quién quiere revivir?

—Y si no es el vampiro ¿Y si es el brujo? —Preguntó Simón—ya saben el que hace las apariciones de la Nephilim.

Vio como Magnus y Ragnor se miraban entre sí, parecían comunicarse por la mirada.

— Entonces estamos hablando de algo malo, muy malo—dijo Ragnor— no solo Ethan te quiere, si no el brujo también, entonces si tenemos que hacer algo urgente.

Ahora si tenía miedo, parecía una película de terror y si no fuese porque estaba alrededor de tres personas ya hubiese perdido la cabeza, y era en estos momentos donde deseaba tener un cigarrillo para no hacerlo, el no merecía esto, era un buen chico, no hacía nada malo, no se drogaba y a su mayor edad todavía le pedía permiso a su madre cuando iba a salir ¿Por qué lo castigaban así? Cuando estaba por hablar, la puerta fue golpeada, el menor respiró el aire y sintió un olor poco dulzón.

— Un Nephilim—dijo Raphael— ¿Sigues viéndote con el chico que se esconde detrás de su amigo rubio?

— Estoy cumpliendo mi trabajo, además Alexander se esconde detrás porque su belleza tiene que estar oculta para mí—dijo Magnus haciendo aparecer una llama azul enorme en su mano— ¿Quién osa a molestar al gran brujo de Brooklyn?

—Soy yo, Alexander Lightwood.

— Entra, la puerta está abierta chico lindo—dijo Magnus con una sonrisa.

Mientras cerraba su mano y hacía desaparecer la llama en un segundo.

— ¿Te acuerdas del trató que hicimos con Camille? —le preguntó Ragnor—no puedes meterte con alguien menor de dieciocho años Magnus.

— Alexander es mayor—dijo Magnus

Vieron el chico entrar por la puerta, lo primero que pensó Simón fue la diferencia entre los dos, Magnus vestía ropa de marca, con muchos colores y si podía de seda, amaba pintarse, usar delineador hasta que sus ojos resaltaran, un pintalabios muy suave y mucha purpurina, mientras que el Nephilim, usaba unos borcegos lleno de tierra, sus pantalones negro y un buzo con unos agujeros a la vista, y no tenía ninguna prenda que pasara de un color que no fuese negro, azul y negro ¿Cómo es que a Magnus le gustaba?

— Hola— saludo Alec.

— Ven pasa Alexander siéntate al lado de Magnus—dijo Ragnor con una pequeña sonrisa— ¿A qué se debe tu visita?

Simón empezó a negar, Ragnor tenía la intensión de molestarlo, lo sabía muy bien, su cara lo indicaba, pero no era el momento.

— Creí que podía ayudar— dijo Alec caminando hasta el sillón.

— ¿Tu ayudar? —preguntó Raphael—Nephilim ¿Sabes el castigo que podrías tener por ayudar a subterráneos? ¿Eres capaz de arriesgar tus runas por nosotros?

—Yo tengo que ayudarlos—dijo Alec mirándolo—es mi deber, soy un Nephilim y ayudo a lo que necesiten ayuda, no importa si son subterráneos.

— No necesitamos...

Empezó a decir Raphael pero Simón lo interrumpió.

— Gracias por ofrecerte, pero hemos encontrado una manera de hacerlo—dijo Simón—pero tenemos problemas con una persona.

Vio como Magnus le susurraba algo al oído del Nephilim y este asentía un poco sonrojado, no entendía si era porque sabía del tema o porque tenía muy cerca al brujo, decidió por el segundo porque Alexander además del sonrojo se había tensado.

— ¿Y por qué no le piden un favor a la mujer vampiro, que le preste uno de sus vampiro? — pregunto Alec.

— Eso le dije yo— dijo Ragnor— pero...

—Nadie va a morder a Simón, nadie—dijo Raphael en respuesta.

Simón rodeó los ojos y esperó el berrinche del vampiro mayor otra vez.

— ¿Pero por qué no? es una buena idea para salvarlo—dijo Alec—ya sabes, nos ahorramos una guerra y Simón puede vivir en paz.

— ¡Que no! —Grito Raphael—Simón es mío ¡Mío! El no va a ser mordido por nadie.

— ¿Entonces tienes miedo? — Preguntó Alec— hazlo tú de una vez y salva a Simón antes de que se lo lleven.

Todos se quedaron callados, Magnus hizo callar a Alec tapándole la boca con una de sus llamas azules, mientras que Ragnor dejó escapar una carcajada por lo bajo y Simón se tenso, Raphael lo mataría, mataría a Nephilim ahora mismo, tenía que pensar algo urgente, miro al vampiro mayor y trató de poner una mano en su hombro, estaba tenso.

—Nadie te puede obligar a nada Raphael, te entiendo, piensas que vas a conocer a alguien mejor más adelante y te entiendo, no haremos esto, yo también tengo miedo ¿No ves como tiemblo? Parezco una gelatina — Bromeó Simón—pero no quiero estar estos días pensando cuando puedo ser raptado, quiero tratar de adaptarme a esta vida de apoco, ser un poco normal.

Raphael lo miró, relajando su cuerpo de apoco, ambos se relajaron después de aquello.

—Nos vamos a marcar—dijo Raphael—pero...

— ¿Pero? —preguntaron Ragnor y Magnus a la vez.

Miró a los brujos y los vio escuchando todo con atención, sus cuerpos hacia adelantes y unos ojos brillosos por la noticia, porque iban a unirse para siempre y eso consistía a la formación de una pareja.

— Quiero una cita contigo—dijo Raphael—para conocerte mejor.

Simón empezó a sonreír como un tonto ¡Iba a tener una cita con Raphael Santiago!

—Está bien—dijo Simón—pero con películas, nada extravagante, odio lo extravagante. 

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