(60)
RAPHAEL.
— Déjalo un poquito más—dijo Raphael riendo—se lo merece, yo se lo advertí.
Escuchó a su amigo brujo reír un poco por aquello.
—Bueno, ven conmigo Rapha— dijo Ragnor— hay algo que debemos saber de los vampiros judíos.
Empezaron a caminar hacia el cuarto donde se estaba quedando el brujo, cerca de la habitación de Magnus, cuando Ragnor entró después de abrir la puerta el vampiro se quedó en el umbral, nunca había visto la habitación de Ragnor, cada vez que se iba de viaje la habitación quedaba bajo llave y nadie podía entrar, ni Magnus, era algo nuevo para el ver esta parte de habitación, una cama de dos plazas, las paredes decoradas con estantes de libros, un sillón en un pequeño Loft, y una puerta, que debía ser el baño, era mucho mejor que su cuarto, si respiraba el aire podía sentir el olor a los libros.
—Deja de mirar mi habitación, como si fuese algo que nunca has visto Raphael—dijo Ragnor caminando a un pequeño escritorio—entra.
— ¿Por qué no me dijiste que tenías más libros? —pregunto Raphael caminando hacia adentro—mira esta habitación, es mucho más que grande.
— Magnus me lo ofreció hace muchos siglos—dijo Ragnor— he tenido mucho tiempo para decorarlo, siempre ha sido tan amable.
— ¿Podemos cambiar de habitación?
—No— dijo Ragnor— ven vamos a llevar esto a la sala, tenemos que hablar con los demás.
Raphael colocó en sus brazos un par de libros.
— ¿Por qué tantos libros?
—Creo que tengo la forma de que Simón ya no le sirva al otro vampiro—dijo Ragnor— se lo iba a decir a Magnus pero vi como le pedía ayuda a la joven Nephilim pelirroja.
— ¿Qué?
—La amiga de Simón—respondió Ragnor empezando a caminar hacia la puerta—pero todo salió mal, la chica no quiso ayudar.
Empezó a seguirlo, ya que el brujo parecía que no quería terminar de caminar para hablar de ese asunto tan importante, si lo hubiese sabido no hubiera dejado que Simón se fuera.
—Simón estaba allí ¿Cómo esta él?
Si llegaba a ver a Simón llorando haría que la Nephilim se lo pagará por haberlo hecho, juraba que lo haría y golpearía a Magnus por pedirles ayuda a personas que no necesitaban en su vida, menos Simón.
— Por lo que pude escuchar tras la puerta, Simón la corrió y la amenazó de no acercarse a nosotros—dijo Ragnor.
Sonrió un poco con orgullo.
— Soy un buen adiestrador.
— Claro, te has tomado tan a pecho tu trabajo que le hiciste el favor de tranquilizar sus hormonas enloquecidas, un gran trabajo de un adiestrador— dijo Ragnor.
—Te odio— musitó Raphael avergonzado.
Podía sentir la risa de su amigo mientras el aumentaba el paso, le incomodaba que alguien hablara de su intimidad y lo que había hecho, eso era información privada, nadie merecía saber eso, era problemas suyo si se había tirado a su novato, cuando supo que Ragnor venía muy atrás y el estaba cerca de la puerta, pudo escuchar la melódica risa de su Simón y a Magnus hablar, estaba contándole del suceso con el mono en la selva, el ya lo había escuchado una vez.
—Trate de darle una fruta, pero no, el mono enloqueció conmigo—dijo Magnus— trató de saltar sobre mí y yo que quería ser amigable.
Otra risa más del menor entró por sus oídos haciendo que dentro de él temblara y se produjera un tipo de cosquilleo.
— Has tenido muchas aventuras Magnus—dijo Simón.
Sintió como Ragnor caminaba por delante de él para entrar a la sala, sin pensarlo lo siguió.
— Tardaron un montón—dijo Magnus—le estaba contando a nuestro Sheldon sobre nuestra aventura de la selva y el mono.
— Con la vestimenta que llevabas Magnus, era seguro que el mono pensara que eras amenaza y no dudará en atacarte.
Raphael se sentó cerca de Simón dejando los libros en la mesa ratonera de madera con cuidado para que Magnus no lo retara, cuando miró al menor este no lo miró y pudo notarlo nervioso, movía sus manos sin parar y sus piernas estaban sufriendo algo que parecido un tic.
— Mi vestimenta es agradable para cualquiera—dijo Magnus.
— Si tu lo dices— contestó Ragnor sentándose— ahora hay algo que debemos hablar o mejor tienes que leer Magnus.
Vio como Ragnor habría algunos libros y se lo mostraba a Magnus, cual los leía con en silencio, mientras tantos el vampiro mayor trató de establecer una conversación con el menor.
— ¿Cómo estás? — Preguntó Raphael— me enteré lo que sucedió.
—Estoy bien—dijo Simón con una pequeña sonrisa— fue un mal momento, pero creo que ahora me siento mejor, Magnus lo logró un poco.
— ¿Fue incómodo?
— ¿Las preguntas de Magnus? solo un poco—respondió— fueron tres y no pude entender una.
El menor se veía tan inocente, la transformación beneficiaba un poco, pero jamás de los jamases te hacía ver así como lo era Simón, adorable, tan inocente y fascinante, un polluelo tan adorable y lindo para sus ojos.
— ¿Qué te preguntó?
—No, claro que no te lo diré—dijo Simón —es muy incómodo y vergonzoso.
— Dilo—pidió Raphael—capaz yo si pueda entender lo que te pregunto Magnus.
Vio como el menor miraba hacia todos lados y se acercaba un poco a él, para hacerle seña de que acercara su oído.
— Me preguntó si hubo beso negro— susurró Simón.
Raphael se alejó de golpe, mirándolo con los ojos abiertos y después mirando a Magnus que no sacaba su vista del libro mientras Ragnor le decía un par cosas, volvió su mirada a Simón para empezar a tartamudear.
— ¿Entonces lo sabes? —pregunto Simón.
—Sí, pero te lo diré después— contestó Raphael.
Vio como Simón asentía y volvía a acomodarse en el sillón para mirar hacia los brujos que parecían estar sumergidos en esos libros.
—Esto es complicado—dijo Magnus separando su vista de los libros— no creo que acepten a esto.
— ¿Muy complicado? —pregunto Simón.
— Es algo muy importante como para que se la jueguen ahora—contesto Ragnor—eso es lo complicado, porque no podrán hacerlo una segunda vez.
Raphael los miró confundido, no entendía lo que estaban tratando de decir, pero en sus caras se notaba que no era nada bueno y eso le preocupaba.
—Dilo de una vez Magnus.
—Simón y tú tiene que marcarse a la vez—dijo Magnus.
— ¡¿Qué?! —grito el vampiro.
¿Por qué que cada vez que las cosas iban bien sucedía algo así? eso era injusto y muy malo de parte del destino.
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