(54)
RAPHAEL
— ¿Cómo que los vampiros judíos no existen?
No entendía nada, si los vampiros judíos no existían, que hacia Simón parado frente a sus ojos.
—Revisando un par de libros encontré una historia—dijo Ragnor— y creo que tiene mucho que ver con lo sucedido.
Volvió a abrazar a Simón que se había acomodado a su lado, mientras que Ragnor sin dejar de ojear las hojas se sentaba en el sillón individual, quería que el menor se sintiera seguro de ahora en adelante, y más cuando todo podría empeorar con el asunto de Ethan.
—Los libros dicen que es imposible que los vampiros judíos existan-—dijo Ragnor— existían, pero se extinguieron por sobre alimentarse de ellos.
Lo miro confundido sin poder creer de lo que estaba escuchando.
— ¿Quiénes se alimentaba de vampiros judíos?
—Todo empezó con Alexei De Quincey, un vampiro—dijo Ragnor alzando la mirada— y sus manías de querer explorar nuevas cosas.
— ¿Ese hombre no fue quien mató al hombre lobo porque tenía una relación con una vampiro?— pregunto Simón curioso.
El mayor lo miró un poco, lo podía sentir un poco tenso bajo su tanto, y lo entendía mucho, no todo los días te enteraba que ser un vampiro judío era algo malo, que podría haber algo peligroso detrás de todo esto.
—Exacto—dijo Ragnor— ese mismo hombre empezó a acabar con las vidas de sus vampiros.
Sabía sobre la vida del vampiro, lo había investigado en un libro, sabía que respetaba su odio rival hacia los licántropos, como en la actualidad se hacía, pero no había leído que el propio vampiro mataba a sus propios aliados, a sus propios vampiros, ni siquiera estaba enterado de tales cosas.
— ¿Qué tienen los vampiros judíos Ragnor?— preguntó Raphael.
Vio como el brujo seguía dando vueltas a las hojas como si intentará encontrar algo.
—Su sangre, dice que la sangre de un judío mundano es deliciosa, pero en los vampiros judíos es mejor que los demás mundanos— dijo Ragnor nervioso— cuando un judío se transforma en un vampiro, su sangre aumenta, dicen que es más delicioso que las sangres de Nephilim.
Raphael miró a Simón, sabía lo que se sentía beber sangre de Nephilim, era deliciosa, era digna de decir que esa sangre tenía una pizca de ángeles, de pureza, poder probarla era como una oportunidad milagrosa. Pero ¿Cómo se sentiría beber la sangre de un vampiro judío? ¿Era cierto que era mucho mejor? Eso sería un gran problema si otras personas se enteraban.
— ¿Por qué ya no existen?— susurró Simón.
El menor parecía a punto de colapsar en un ataque de pánico, Raphael lo abrazo con un poco mas de fuerza para transmitirle protección.
—Alexei tuvo obsesión grande con ellos, que le permitió a cada vampiro tener uno para alimentarse— dijo Ragnor— dicen que la sangre tiene efectos desconocidos, tanto que alimentarse de ellos los agotaron.
— ¿Los agotaron?
—Succionando toda la sangre cual el cuerpo de un medio mundano puede tener—dijo Ragnor— a renovarse muy lento y no darle tiempo, los vampiros no duraban mucho.
Estaba corriendo peligro la vida de Simón y no lo sabía, se empezó a tensar, Ethan había elegido a Simón al azar pero como él había bebido de su sangre, sabía lo que estaba pasando, iba mucho más adelante que él, no quería a Simón en sí, sino su sangre.
— ¿Por eso Ethan me quiere? ¿Quiere mi sangre?— Preguntó Simón al punto de llanto.
—Tranquilo Simón— dijo Raphael acariciando su pelo— intentaré solucionar esto.
—Sucede algo más.
Todos voltearon a ver como Magnus entraba a la habitación, seguido por el Nephilim de ojos zafiros que se parecía ya acostumbrarse a la casa.
— ¿Tan temprano acabó la cita?
—Estábamos en nuestra genial cita— explicó Magnus haciendo un puchero con sus labios— cuando la charla paso de ser de nosotros a ustedes, y Alexander descubrió algo.
— ¿Qué hizo mala decisión tener una cita contigo?— Preguntó Ragnor— ¿O ya se dio cuenta que estas medio chiflado y la purpurina a afectado tu cerebro?
Hubo una pequeña risa de parte de Simón que hacia calmar el ambiente, los dos recién llegados se sentaron en el otro sillón desocupado para comenzar a hablar sobre el asunto.
—Te tengo que decir que Alexander ha quedado fascinado conmigo— dijo Magnus— y aunque podría darte detalle de ello, venimos a hablar sobre que descubrimos algo con lo relacionado a la sangre de Simón.
— ¿Es bueno o malo?— pregunto Simón.
Vio como Magnus hacia aparecer bebida para todos, señal de que era un tema serio y nada bueno, porque hasta sus caras señalaba sobre lo que pasaba antes de hablar.
—Es malo—contesto Alec.
—Dicen que si toma la sangre de un vampiro judío, teniendo la marca del mismo— añadió Magnus— el efecto será más efectivo.
Vio como Simón se soltaba de su agarré y lo miraba confundido, casi en pánico, asustado por lo que se estaba enterando, y Raphael aunque lo ocultara, también estaba sintiéndose preocupado.
— ¿Una marca?
—Si la marca—dijo Ragnor— ¿Raphael no te ha contado nada?
El mayor miro hacia otro lado, esperando que los brujos notaran que aun no había hecho nada de información, porque las cosas estaban por otros rumbos con el menor que lo habían hecho olvidarse que se trataba de un polluelo sin mucho conocimiento.
—No hemos tenido las bastantes charlas para llegar a ello—dijo Simón.
A pesar de la charla que se estaba generando, el mayor trato de pensar y atar cabos, ahora sabia que la sangre de Simón era algo mágico e importante y que Ethan lo quería por ello, la marca entraba en esto por...
—Ethan quiere que Simón lo muerda—dijo Raphael— su atadura, el vínculo, podrá beber de Simón y saber cuando este débil para parar, así el podrá beber todo lo que quiera.
Se empezó a alarmar mientras lo decía, dándose cuenta de todo lo que estaba sucediendo, Ethan estaba loco, realmente loco.
—No puedo con esto— dijo Simón corriendo fuera de la habitación.
Raphael ni lo dudo, salió detrás de él, encontrándolo apoyado en una de las paredes llorando, el mayor empezó a acercarse a él con lentitud.
—Simón.
El menor no respondía, parecía estar hablando con susurros a él mismo mientras se abrazaba con fuerza, Raphael se sentía tan preocupado verle así.
—Simón.
— ¿Qué?—gritó el menor— ¡Déjame solo!
El mayor negó dando más pasos hacia adelante para seguir acercándose.
—No puedes estar solo—dijo Raphael— estás loco, agradece que te dejare ir al baño sin mi compañía.
Vio como Simón secaba su cara sonriendo un poco, se había relajado y parecía a punto de decir una de sus bromas para calmar el ambiente que se había creado.
—Te encantaría verme bañándome— bromeó Simón.
El mayor dejó escapar una carcajada, aunque fuera verdad.
—Guardaespaldas acompáñame a mi habitación— añadió Simón.
Raphael empezó a caminar detrás de él con curiosidad, porque Simón rara vez bromeaba si era un asunto tan íntimo, en realidad nunca era tan directo cuando se trataba de asuntos de estos tipos.
— ¿Te vas a desnudar frente a mi?— bromeó Raphael.
Escucho la risa del menor, como una afirmación.
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