(53)
SIMÓN
Se quedo helado con lo que había dicho Raphael, se lo había tomado en segundo sentido todo con la palabra sexo, y ser virgen y tener las hormonas alborotadas afectaban mucho. Siempre se había preguntado si acabaría teniendo sexo con alguien como él que amaba jugar a calabozos y dragones y tenía amigos iguales, no tenía muchas esperanzas de acabar acostándose con alguna persona. Miró al mayor, era inútil soñar que se acostaría con él, más cuando tenían una amistad media rara, además quien no le podía negar que Raphael en unas horas volvería a ser el de siempre, que lo del beso y todo desaparecería. Simón estaba un poco molesto después de ese pensamiento fugaz, mientras pensaba como esconder o hacer desaparecer la gran marca de su cuello, Raphael había venido con las máximas ganas de molestarlo.
—Raphael empiezo a preocuparme.
—Creo que somos dos—dijo Ragnor— nunca se había comportado tan Magnus.
—Es ofensivo lo que están diciendo de mí, estando presente.
Simón dejó escapar una carcajada, por lo menos tenía un poco de humor.
—Ragnor podrías dejarnos solos— dijo Raphael.
El pequeño abrió los ojos con asombro y empezó a negar, había leído bastantes libros para saber que "dejarnos solos" terminaba en sexo, cama y mucha acción. Y aun no estaba preparado para esto, quería seguir besando al mayor, pero no estaba preparado para sexo, además todo era más confuso para el sexo entre dos hombre ¿Cómo podían tener sexo los hombres? Espera ¿Cómo era el sexo?
— ¿Me están echando?— Preguntó Ragnor.
—Claro que no Ragnor, si quieres quédate tu presencia aquí no es molestia—dijo Simón con un poco de nervios en su voz.
Se llevo unos de sus dedos a su boca, empezando a morder su uña, algo que sabía hacer cuando estaba nervioso.
—No—dijo Raphael— Ragnor tómalo como una despedida sutil.
Vio como el brujo se paraba y con sus dedos sacaba un par de libros que empezaron a flotar alrededor.
—Tengo que irme de la biblioteca para que tengan sexo— dijo Ragnor— eso es injusto, tienen habitaciones.
—No tendremos sexo—dijo Simón.
Ragnor salió de la habitación quejándose, Simón bajo la mirada tratando de que eso le permitiera alejar a Raphael y sus intenciones un poco de él, no estaba preparado aun, aunque quisiera, todo era muy repentino.
— ¿Enserio creíste que saque a Ragnor de aquí porque yo quería tener sexo?
Levanto la mirada y asintió sin dudar con sorpresa ¿Para qué otra cosa le gustaría estar solo? Todo señalaba a aquel tema íntimo.
—No voy a obligarte a tener sexo conmigo—dijo Raphael— solo quería hablar.
— ¿Hablar? ¿Solo hablar?
—Claro, solo hablar—repitió Raphael— ¿Enserio Simón? tienes una mente...
—Si lo siento, ya sé que pienso todo mal, hablemos—interrumpió Simón.
Se acomodo, apoyando su cabeza en el hombro de Raphael, mientras miraba a la ventana con confianza, sabiendo que el mayor no lo alejaría.
—Habla entonces—volvió a decir Simón.
Sintió como Raphael se acomodaba hasta poder pasar un brazo alrededor de su cuerpo, Simón se sintió tan cómodo, ser medio abrazado por la persona que le atraía.
—Tengo que advertirte—dijo Raphael—no sé si lo viste en mis recuerdos, pero Ethan vendrá a buscarte.
Simón se movió incómodo por ese repentino tema que el mayor saco como tema de conversación, aun ese chico le asustaba, porque sus intenciones no eran buenas, desde el principio nunca fue buena, y ahora lo seguía buscando.
— ¿Por qué Ethan me querría? está loco.
—No lo sé, pero no dejaré que te lleven— aseguro Raphael.
—Ni yo pienso irme con él—dijo Simón.
—El estaba muy seguro cuando me envió el mensaje—dijo Raphael.
El menor aprovechó a pegarse más al mayor buscando protección de su parte, no quería alejarse del mayor nunca.
—Soy ex mundano—dijo Simón— no tengo nada en especial.
—Ethan sabe algo que nosotros no—dijo Raphael— tenemos que buscar más información.
Trató de concentrarse en el olor a menta que rodeaba a Raphael y escuchar su voz, para poder después recordarlo, el era un simple mundano, ¿Por qué el psicópata que lo transformó en esto se lo querría llevar con él? ¿Por qué no lo dejaba en paz?
— ¿Simón?
—Tengo miedo—respondió Simón—soy un simple mundano que se transformó en vampiro, mi gran temor a todas las cosas siguen dentro de mí, tengo miedo de estar un día acá pasándola bien y Ethan venga y me llevé con él ¿Qué quiere hacerme?¿Qué quiere de mi?
Sintió como Raphael se enderezaba y lo agarraba de la cara haciéndolo que lo mirara, quedo fascinado por los hermosos ojos avellanas del mayor y su mirada, como diciéndole que todo iba a estar bien.
—Yo te prometo que no dejaré que Ethan te toque— dijo Raphael— te lo dije en mi habitación, eres importante para mí.
Simón bajo la mirada avergonzado, el suceso de su habitación volvía a presentarse en su mente como un recuerdo que lo torturaría un buen tiempo.
—También antes de eso dijiste que te alegraba de ser mi amigo—dijo Simón.
—No soy una Seelie— dijo Raphael— a veces puedo mentir.
Levantó la mirada confundido ¿Entonces qué? ¿Qué eran ellos dos? Quería que Raphael fuera claro de una vez por toda antes de que todo se volviera más confuso.
—Dijiste que no creías en el amor.
—Yo no te amo Simón— dijo Raphael.
Simón sintió como un nudo se formaba en su garganta por aquel repentino comentario doloroso.
—Pero eso no me impide decirte que toda mi atención está en ti.
— ¿Estás confesando que te gusto?— Preguntó Simón.
Podía sentir como volvía a tener un poco de esperanza a pesar de todo.
—Si así te gusta llamarlo—respondió Raphael— sí, me gustas.
El menor se quedo helado, escuchar eso salir de la boca de Raphael, era felicidad absoluta, empezó a sonreír con timidez para que el mayor no viera que por dentro estaba haciendo la fiesta más grande del mundo, esperaba escuchar esas palabras algún día, que no podía decir el sentimiento que estaba sintiendo.
— ¿Entonces?
— ¿Entonces qué?— pregunto Raphael.
—Cuando alguien le confiesa a otro que le gusta, ese alguien besa al otro— explico Simón mirando al piso.
— ¿Me estas pidiendo que te bese?
Sintió como Raphael volvía a alzar su vista, asintió con vergüenza y empezó a ver como el mayor acariciaba con sus pulgares ambos lados de sus mejillas, sus ojos no dejaban de mirarse, se sentía a punto de tener un ataque cardiaco, si estuviera vivo, pues si alguna vez le hubieran dicho que acabaría besándose muchas veces con alguien tan guapo como Raphael él se hubiese reído y le hubiese contestado que eso pasaría solo en sueño, pero ahora estaba a punto de besarse con el por tercer vez. Empezó a ver como el mayor empezaba a acercarse, juntando sus labios y Simón se sentía completo, es como si al fin la broma de encontrar tu media naranja se había vuelto real. Sus labios empezaron a moverse al compás, pidiendo a gritos mucho más, Simón se subió a las piernas de Raphael colocando sus manos en el cabello de él, mientras que el mayor lo abrazaba, acariciándolo cuanto podía, estaban de nuevo a punto de perder el control.
—Creí que ya estarían en la mitad del sexo.
Simón dejo de besar a Raphael para mirar a Ragnor dentro de la habitación, con un libro en sus manos y una sonrisa divertida en su cara, bajó de las piernas de Raphael y se quejó en voz baja.
— ¿No es que te había echado de aquí?—pregunto Raphael acomodando la chaqueta.
—Acá no hay nada de iniciativa para sexo—dijo Ragnor alzando los hombros—además tenemos que hablar algo importante, se trata de la religión de Simón.
— ¿Es malo ser un vampiro judío?— pregunto Simón.
—No hay vampiros judíos—dijo Ragnor— no existen los vampiros judíos, bueno excepto tú.
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