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SIMÓN

No podía dejar de sonreír, era como si todas las cosas coloridas aparecieran frente a sus ojos, había hecho algo bien loco, había besado a Raphael y no fue solo un beso cualquiera, si no habían llegado un poco más allá. Recordarlo lo hacía poner inquieto, habían llegado a más de lo que Simón podía saber y cielos había sido tan excitante. ¡Quería repetirlo de nuevo! Además le había bromeado a Raphael ¡Le había hecho un chiste en esos momentos! y ahora no sabía qué hacer, estaba tan avergonzado que no podía ni mirarlo a la cara, trató de olvidar su incomodidad y seguir caminando por el pasillo para llegar a la sala, pero sintió como una mano agarraba de su remera con fuerza y arrastrándolo hacia la pared golpeándose la espalda con fuerza, cuando abrió los ojos, que había cerrado por el impacto, vio cara a cara con un Alexander molesto.

— ¿Qué sucede? —pregunto Simón.

— ¿Qué sucede? tu novio ira al instituto y dirá que estoy pasando la tarde con subterráneos—dijo Alec histérico— ¿Sabes los problemas que nos estamos metiendo? ¡Que me estoy metiendo!

Simón estaba cansado de que ofendieran a los subterráneos ¿Qué problemas había? necesitaba saberlo, necesitaba saber porque los Nephilim tenían tales pensamientos.

— ¿Qué problemas tienen los Nephilim con los subterráneos? —Pregunto Simón—es algo así como un odio total ¿O qué?

Vio como Alexander suspiraba soltándolo y sentándose frente a él recostándose sobre la pared, paso sus manos por su pelo con frustración.

—No sé porque estoy hablando contigo vampiro—dijo Alec.

—No fui yo quien te acorraló para hablar—dijo Simón.

Se felicito por sus respuestas, era tan parecida a las respuestas de Raphael, estaría orgulloso el vampiro mayor si se enteraba de eso.

— Hay una historia en los Nephilim donde marcaron el odio hacia los subterráneos, tanto que es una regla menospreciar por tener su sangre contaminada—dijo Alec—pero...

— ¿Una regla de menospreciar? eso era horrible— murmuro Simón— ¿Pero...?

—Magnus me ha estado molestado todo estos días, mensajes, llamados, apariciones en mi habitación, me ha costado ocultar todo esto en el instituto—dijo Alec cerrando a los ojos con fuerza—me estoy metiendo en problemas vampiro, grandes problemas si se llegan a enterar.

Simón trató de meterse en sus zapatos, si el chico se veía tan lleno de pánico ahora ni quería imaginarse como seria el problema que entraría, esos Nephilim podían ser capaces de todo al enterarse que uno de los suyos estaba pasando el rato con subterráneos.

—Entonces si no quieres meterte en problemas tendrías que evitarlo—dijo Simón.

Eso no dejaría que pasara, la relación de Magnus y Alec tenía que surgir, pero tampoco quería obligar al chico a que fuera contra su raza y cada día fuera más deprimente por creer que estaba traicionado a los suyos.

—No puedo—suspiro Alec —Magnus conoce el apellido de mi familia, tiene mucha información que mis padres no me han querido decir y tengo que averiguarlo.

—No te haría mal romper un par de reglas—dijo Simón— no te arrepentirás, Magnus es genial, y un buen brujo, y ahora vamos nos esperan en la sala.

Lo ayudo a pararse, capaz no todos los Nephilim eran estúpidos, no podía meter todos en la misma bolsa, capaz hasta el mismo Lightwood podía terminar con Magnus si le cayera bien todos los de la casa, podía ser otra clase de Nephilim con una mente más abierta a las reglas ridículas que tienen.

—Sabes no tendría que decírtelo —añadió Simón rascándose el cuello nervioso—he hablado con Clary y me dijo que sospecha tu orientación sexual.

La había mandado al frente y eso era malo, había traicionado la lealtad de su mejor amiga, pero lo estaba haciendo para evitar un problema ¿O no?

— ¡¿Qué?! —dijo Alec— Perdón por ofender, pero la pelirroja es una metida, no le bastó con que mi Parabatai se alejará de mi que ahora duda de mi orientación sexual ¿Y si se lo dice a Jace? O no ¿Y si se lo dice a todo los del instituto? ¿Qué pensarán mis padres? ¡Soy el peor Nephilim de la historia!

El menor rodeó los ojos, si había pensado que el Nephilim era alguien que intimidaba, egocéntrico, arrogante y de mal humor, ahora todo se había esfumado, se veía tan débil, vulnerable como si cualquier palabra podría destruirlo, si los enemigos se enteraban de ese punto débil, se podrían aprovechar de él.

—Espero que Ragnor tenga una bebida para que te tranquilice—dijo Simón—oh espera, un beso de Magnus sería mejor.

El Nephilim se puso de color carmesí mientras caminaba, doblaron hacia la puerta de la sala entrando viendo como Magnus estaba en el centro de ella con sus manos levantadas mostrando chispas azules que rodeaba todo dentro de la habitación, había como una suave brisa que movía sus ropa y sus cabellos.

— ¿Qué está haciendo? — pregunto Alec a Simón.

— ¡Si estas usando tu magia para limpiar la sala, te mataré Magnus Bane! —grito Ragnor entrando a la sala.

—Limpieza—dijo Simón con una sonrisa.

Los dos entraron acomodándose en los sillones mientras Magnus acababa con su trabajo de limpieza rápida.

— ¿Cómo esta Raphael? —preguntó Magnus sentándose alado de Alec.

Simón se acordó de lo sucedido y se movió incómodo en su lugar, como si no supiera que contestar, sabía que los brujos podrían descubrir todo en segundos si se equivocaba.

—Se iba a cambiar y venia—dijo Simón con un poco nervioso.

— ¿Ocurrió algo allá? — Pregunto Ragnor sentándose en frente— tardaste demasiado.

El menor se tapó la cara con sus manos, estaba tan avergonzado que no podía evitarlo, y si recordaba lo sucedido sus hormonas alborotadas harían que su miembro se endureciera y no quería hacer eso, frente a sus amigos, que no sabían nada.

— No es de su incumbencia—contesto Simón— podemos centrarnos en el problema.

— ¿Cuál problema? —Preguntó Magnus.

— El problema donde Raphael está metido—Recordó Alexander—y algún brujo está usando de sus magias para darle alucinaciones de un viejo amor, o algo así.

—Ah ese, me había olvidado—dijo Magnus moviendo su mano hasta el pelo del Nephilim—mirar tu cara me hace pensar en otras cosas y olvidarme de lo importante.

Simón había largado una pequeña risa, Magnus era tan directo y no le importaba demostrarle a Alec lo cuanto le gustaba o le atraía, eso le agradaba, porque el brujo no necesitaba la opinión de nadie y solo hacia lo que quería.

— ¿Y esa marca? — pregunto Ragnor señalándole el cuello.

Simón abrió los ojos sorprendido y colocó la palma de su mano en la parte donde Ragnor había señalado, mirando a todos asustado.

—Era como algo morado y ovalado —añadió Ragnor mirando a Magnus.

Simón suplicaba que no fuera lo que estaba pensando, ni siquiera se acordaba de haber sentido algo en su cuello mientras estaba en aquella situación con Raphael, no podía ser cierto que el mayor se haya atrevido a hacer tal cosa.

—Es un chupón—dijo Alec.

Mataría a Raphael por esto, lo castraría primero, después lo mataría y lo enterraría para que los gusanos se lo comieran por ser tan descarado, no era así como debían hacerlo.

— ¿Un Chu... qué? —pregunto Ragnor.

—Es algo que a los mundanos, buenos a todos le gusta hacer con sus bocas en los cuellos de otro—explico Alec sonrojado.

—Podríamos intentarlo—dijo Magnus—tu piel es la indicada.

Simón no podía creer que esto le estuviera pasando, Raphael le había hecho eso ¿Donde está la discreción? ¿Dónde quedó que eran amigos? Y no negaba que habían perdido el control un poco, pero no era para que Raphael succionara su piel y le dejara una gran marca morada a la vista de todos, sin siquiera avisar de lo que había hecho ¡Lo mataría! enserio lo mataría.

— Perdí el control...

Todos voltearon a escuchar la voz de Raphael, tenía sus manos en los bolsillos de su chaqueta y sonreía, con esa sonrisa que tanto Simón amaba, pero ahora estaba molesto con él, porque era un completo imbécil sin discreción.

—Buena manera de revelar que sucedió algo en la habitación, amigo— musitó Simón.

—Lo siento—dijo Raphael entre risa

Vio como caminaba y se sentaba a su lado sin preocupación alguna.

—Te castrare Raphael —dijo Simón.

Sintió como el mayor se acercaba hasta su oído un poco y le susurraba.

—No te queda tan mal, me gusta mi obra de arte.

¿Qué jodido juego estás jugando Raphael Santiago?

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