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RAPHAEL

¿Quién transformó a Ethan? Era la pregunta que se hacía Raphael, el vampiro no había hecho caso y a pesar de haberlo amenazado, el niño había desobedecido. Después de que se marchara el mundano, el ruido electrónico del foco roto y la música fueron las únicas dos compañía que tenía el vampiro, caminó hacia las afuera del callejón para regresar al hotel, donde vio una fila de personas que se situaban en toda la vereda del club, distinguiendo a los subterráneos de los mundanos. 

Los subterráneos llevan un glamour que los hacen ver como un mundano, pero con una inalcanzable belleza particular, mientras que los mundanos vestían con formalidad, su postura era media encorvada y el tic-tac de su corazón bombear hacia que se reconocieran a kilometros.

— ¡Raphael!

La misma chica cual le había avisado del lío que estaba haciendo Ethan, esperaba al lado de su moto. Camina hacia ella, observandola con atención, pelo azulado recogido mostrando su cuello desnudo, ojos grises constratando con un delineado muy marcado, y un piercing en su nariz que brilla al reflejo de la luz. Remoja sus labios, pero cuando llega hasta donde está la chica se muestra neutro a los deseos que ha sentido. 

— ¿Qué haces aquí?— preguntó Raphael sacándola de la moto.

— Soy Kendall, vine a esperarte.

El vampiro mayor chequea la lengua, se sube a la moto y espera que la chica haga lo mismo, al no ver reacción alguna, la mira.

— Sube Kendall ¿O te irás caminando?

La chico sube y se agarra a su espalda, cruzando sus brazos por el abdomen de él, Raphael tampoco se preocupa mucho, es solo una vampiro que busca algo de una noche. Arranca la moto con delicadeza, las calles están repletas de autos pero el vampiro hace maniobras para pasar por cada lado sin preocupación. 

El hotel Dumort queda a la otra orilla de la ciudad así que tardará un tiempo en llegar, Kendall mientras tantos baja un poco sus manos llegando a la parte baja del abdomen. Se va disminuyendo el tránsito y la luminidad de las calles comienzan a perder intensidad, pronto el amanecer llegará. A lo lejos el hotel Dumort puede verse. 

El hotel Dumort, juego de palabra para los bromista fue un hotel lujoso en su tiempo, pero con la llegada de Camille todo se había derrumbado, siendo usurpado por personas "chupasangres". El hotel perdió su brillo, se deterioró, y las ventanas se taparon con metal oscuro como las puertas principales se encadenarón para no recibir visitar de curiosos. Acelera apretando un botón que eleva la moto, la risa de la chica en su oido le da una sensación placentera, una vez que se detiene las manos que sostenían sus caderas se suavizan y se bajan de la motocicleta, sacudiendo sus ropa. 

— Raphael.

El vampiro alza la vista a la chica que lo ha llamado, está sentada en la motocicleta con las piernas abiertas hacia él. Su pelo azulado está desparramado y dejaba en evidencia lo que quiere, camina hacia ella y no trata de pensar con razón, o si está bien o no, porque se quiere dejar llevar. La chica le agarra de su chaqueta tirandolo hacia ella para juntar sus labios con ferocidad, Raphael no se opone, responde al beso de la misma manera. Está frustrado y quiere sacar toda la frustracción también. 

Se acercan cada vez más al otro, las manos acarician por cada parte del cuerpo y ls besos se hacen cada vez más intensos. La chica mueve sus caderas para encender al vampiro y lo está logrando, demostrando la emoción entre caricias y besos fugaces.

— Muérdeme— dice la chica entre suspiros— márcame Raphael.

Simples palabras para que la acción acabe. Raphael se aleja de ella sin decir ninguna palabra y camina hacia el interior del hotel, acomodando su chaqueta y su pelo en el proceso. Marcar a un vampiro siendo otro vampiro es como un vínculo, afirmaba ¡No! exigía que uno quería a la otra persona para toda la eternidad, que nadie más podía tenerlo, solo era tuyo. Es muy idéntico a un vínculo Parabatai. 

Todavía no encuentra a la persona indicada para eso y aunque la tuviera nunca dejaría que fuera el marcado. 

La sala de Raphael, cual le había dado Camille, está situado en la puerta izquierda del final de la escalera. Antes era donde las personas pasaban el rato, ahora está decorada de un estilo moderno, no es su espacio personal porque se lo dio a los demás miembros del clan, pero siempre le gustaba pasar y observar la estanteria del libro, su decoración personal. Todo lo demás estaba creado para los demás miembros, quienes estaban más interesados en otros objetos del lugar. 

Raphael abre la puerta, no se ha olvidado el suceso en el callejón y lo que debe hacer. Todos los vampiros están en la sala, unos jugando, otros tomando y otros alrededor de Ethan, cuándo lo ven todos dejan lo que están haciendo y lo miran. Raphael empieza a caminar hacia el centro de la sala.

— Ethan al frente, ya— dijo Raphael.

Ethan obedece y camina hacia al frente, con una sonrisa arrogante en su cara y con sus manos en los bolsillos de su pantalón.

— ¿Por qué no me has obedecido vampiro?— exige saber Raphael.

El chico empieza a reír, provocando al mayor, toda la sala está en silencio esperando ver que pasará después de tal descaro.

— Yo no voy obedeciendo​ a nadie, estoy cansado de todos, de ti y de Camille. Somos vampiros, es nuestra necesidad tomar sangre mundana.

— Si tú haces esto pequeño bastardo...— dice Raphael— estás haciendo que los Nephilim busquen una razón para matarnos.

— Los Nephilim no son nadie— escupe Ethan— yo voy a beber la sangre mundana hasta que me plazca... ¿Quién está conmigo?

Ethan mira a cada uno de los vampiros a su alrededor pero ninguno lo apoya, todos miran con atención al jefe mayor con temor, esperando la siguiente acción de tal descaro del vampiro más joven. 

— ¿Últimas palabras vampiro?

El chico sorprendido por aquella pregunta trata de escapar, pero dos vampiros, cual Raphael ha señalado, lo agarran de los brazos haciendo que se le sea inútil luchar.

— ¡No! ¡No me mates!—suplica Ethan— ¡Raphael no!

El mayor camina hacia una de las estanterías y saca un libro, el centro de las páginas​ está cortada, guardando una caja en su interior. Deja el libro en su lugar y camina de nuevo al centro de la sala, no tiene más alternativas, no puede dejar que Ethan contamine a los demás.

— Todos al techo ¡Ahora!— ordenó Raphael.

Los vampiros salen murmurando y riendo hacia el techo mientras que este camina detrás de ellos, pasando los dedos por la caja con cuidado. Lleva una de sus manos a su cuello donde hay una cadena de oro cual su madre le había regalado hace años, al ser una cruz y estar bendecida fue un sufrimiento para él poder llegar a tenerla ahí puesta. Ethan grita pero Raphael no siente lástima, es ahora donde debe acabar con él o más adelante tendrá serios problemas. 

Al salir el cielo muestra sus últimas horas de visita, Raphael manda a los dos vampiros que tienen a Ethan a encadenarlo mientras lo demás miran, el se dedica a abrir la caja viendo que hay tres cadenas casi identicas a la que tiene en su cuello, que han estado sumergidas ahí durante bastante tiempo. Aún sacandolas puede sentir un pequeño ardor en sus dedo, pero no duele lo bastante para quejarse. Camina hacia Ethan, este parece aterrorizado, pero Raphael no se detiene, coloca la cadena con dificultad en el cuello de la otra persona, escuchandolo gritar cuando la cruz choca con su pecho. Todos parecen aterrorizados y preocupados. 

— ¡Me voy a vengar Raphael! ¡Juro que me voy a vengar!— dice Ethan entre lágrimas y gritos.

— No saldrás vivo de aquí, que tengas un buen bronceado Ethan.

Todos los vampiros empiezan a entrar al hotel, muchos murmuran yéndose con ellos, Raphael es el último en entrar, escuchando los últimos gritos del chico, sólo que Raphael se olvidó de algo, de una chica de cabello azulado que todavía sigue en el techo escondida, detrás de unas motocicletas, mirando todo con enojo y venganza por el despecho que siente en su pecho.

-Aclaraciones-

•Vinculo Parabatai: Los parabatai son un par de guerreros nefilim que están vinculados por un juramento que une sus almas, los parabatai luchan juntos como compañeros para toda la vida, unidos por el juramento, independientemente de su género. Su vínculo no se refleja sólo en su cercanía y la disposición a dar la vida por el otro, sino también en el juramento y un jurado delante del Consejo.

Glamour:  Glamour hace que las cosas se vean diferente a lo que en realidad son. Hecho correctamente, crea una perfecta apariencia en la mente del observador y oscurece perfectamente la verdadera figura de la cosa oculta con esta magia.

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