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RAPHAEL

Estaba destruido, quería sacar todo lo malo que sentía en interior y la única manera que podía hacerlo era escribiendo con desesperación en su libreta negra, tenía que desahogarse de alguna manera y no veía correcto destruir algún material de la casa de Magnus ¿Qué persona despreciables rompía las cosas de su amigo?

"Después de años Annamarie volvió a presentarse, no entiendo ¡Ella está muerta! ella no puede volver a presentarse, no a estos tiempos donde estoy tratando de aclarar mi mente."

— Ya la he superado, no la recuerdo, no me interesa ¿Qué quiere? ¿Qué necesita? ¿No disfrutó lastimando mis sentimientos cuando estaba viva? No le perdonaré lo que me ha hecho, no la perdonaré por haberme dejado por otro hombre, por un hombre Nephilim casado, jamás. Le di todo de mí cuando en verdad odiaba ser lo que era, un vampiro, un subterráneo, un asesino. Le confíe hasta mi último secreto, pero me falló ¿Pero quién me dice que Simón no podría ser igual a ella? ¿Por qué quiere estar con alguien como yo? no entiendo porque siento tantas dudas, nunca he sido así. No pienso ser débil otra vez, el amor destruye ¡Necesito tranquilidad! ¡Necesito respuestas!

El bolígrafo se reventón​ en su mano de la fuerza con la que estaba apretando, podía ver como la tinta negra chorreaba desde su mano deslizándose por el papel y eso lo hacía enfurecer, golpeando con fuerza el escritorio rompiéndolo a la mitad, tenía que controlarse, no perder el control, no ser débil a esta situación, colocó sus manos en su cabeza estirando sus pelos, tenía que controlarse, era Raphael Santiago, nadie lo vería perder su control o eso es lo que todos creían. El también era una persona, un ex mundano que había sido convertido, tuvo que luchar para poder adiestrarse solo y hacerse respetar a los ojos de Camille y de los otros vampiros, nadie vería su lado frágil, nadie vería sus errores, ni sus miedos, nadie, pero era difícil cuando se trataba de Annamarie, había sido todo para él, su primer amor, a la que amo con todo su alma, pero que también lo lastimó y eso hacía que perdiera todo lo que él había logrado. Todas las barreras que había creado para esconder ese amargo recuerdo, todo el control que había logrado a los ojos de los demás y hasta el pequeño logro de poder querer a alguien ¿Cómo una persona a la que solías amar podía arruinar toda su vida?

No entendía como todos amaban el significado del amor ¿Nunca los habían lastimado? El amor era un asco, algo que te hacia vivir pequeños momentos de felicidad y cuando estabas en la cima del mundo, te encargaba de destruirte, pensó en Simón y en lo frágil que lo veía, tan inocente, tan mundano, con una esperanza de encontrar el amor pero a la vez miedoso de lo que podrían pensar de él ¿Cómo él podría estar con alguien como Simón? si el pequeño no se merecía esto, eran tan diferentes, se arrepentía por el beso, le había dado una indicación al novato que no era, una pequeña esperanza que no existía, cuando lo había dejado solo en la cocina se sentía tan confundido, era como si la aparición de Annamarie le revelara algunos secretos ocultos, como si Simón tuviera la culpa de todo lo que le estaba sucediendo, primero porque con la existencia del menor en el mundo subterráneo venia un paquete incluido Ethan, que a todas costas encontraría el momento oportuno de arruinarle su día ¿Por qué quiere a Simón?¿Por qué piensa llevárselo cuando este adiestrado?¿Por qué esta tan seguro que Simón se va a ir con el así porque si? ¿Y por qué esta tan seguro de que se lo iba a dar tan fácil? las tortuosa apariciones solo hacían debilitarlos más. Todos indicaban que Simón tenía la culpa y quería ir, culparlo de toda su mala suerte en estos días, gritarle lo tanto que su presencia arruinaba sus días y golpearlo hasta no poder más, pero no podía, no tenía la culpa de que él había sido arrastrado a sus problemas, no tenía la culpa de no entender nada.

— ¿Raphael?

Alzó la cabeza viendo la puerta, sus fosas nasales atrapando el olor del pequeño y sus oídos atrapando su preocupada voz ¿Cómo podía ser capaz de culparlo de sus problemas?

—Raphael me siento preocupado por ti—volvió a decir Simón — ¿Podrías salir para hablar?

Se levantó de la silla y empezó a caminar hacia la puerta, su chaqueta debía estar arrugada y sucia, sus manos llenas de tinta y su pelo igual, sin contar con lo que podía estar su cara, no quería saber cómo estaría su cara, agarró la perilla de la puerta y dudó en abrirla ¿Por qué tenía que demostrarle lo débil que estaba a Simón? ¿Quién decía que el podría reírse de su estado? empezó a mover la perilla nervioso.

—Por favor Raphael —siguió Simón— si no quiere hablar déjame acompañarte, prometo quedarme en silencio.

Abrió y se alejó de allí caminando hacia la cama, pudo sentir como el menor lo miraba desde la puerta, se sentó en la cama esperando que entrará, se concentró mirando al piso cuando pudo ver como unas piernas se posaban delante de él ¿Cómo Simón había entrado tan rápido? alzó la vista llegando hasta su cara, el novato se veía preocupado.

—Y-Yo me enteré quien es la chica—dijo Simón apenado— perdón por meterme en tu privacidad.

Era seguro que con lo curioso que era lo haría tarde o temprano.

—Dijiste que no hablaríamos Simón—dijo Raphael—dijiste que estarías en silencio.

— Sabes que no puedo—dijo el menor— me es imposible callarme viéndote así.

Miró a Simón por unos minutos, era solo un simple mundano, alguien que le gustaba jugar tontos videojuegos, que les gustaba fumar y que amaba la música, pero lo entendía.

—Entonces ilumina mi vida con tus palabras Simón Lewis—dijo Raphael.

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