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SIMÓN

Ver tan débil a Raphael era como ver a su guitarra con una cuerda rota, doloroso porque tenía que verlo y no podía hacer nada.

—Raphael abre los ojos—dijo Simón—todo está bien, confía en mí.

Tenía sus manos sobre los hombros del mayor, no sabía que había sido aquello y por que una mujer le decía "amor" a su Raphael, pero lo averiguaría lo más rápido posible, pero por ahora tenía que encargarse de que su mayor estuviera bien.

—Raphael no estoy preparado para reanimar a una persona si se desmaya—agregó— me salté la clase de primeros auxilios.

Mirándolo preocupado, entonces como los ojos avellanas del vampiro mayor se abrían para él, aunque todavía seguían perdidos y confundido por lo sucedido.

— ¿Quieres hablar?—le preguntó Simón.

—No—respondió Raphael alejándose— nunca hablaré de ella.

—Está bien—dijo preocupado— ¿Te sientes bien?

—Si—dijo Raphael—iré a mi habitación.

Lo vio pararse y caminar a la puerta sin volver la vista atrás, no entendía muy bien que pasaba pero si Raphael estaba mal tenía que buscarle una solución lo más rápido posible, y la única persona que podría ayudarle debía andar en un lugar de la casa, Magnus había salido con el Nephilim, así que salió en la búsqueda de Ragnor.

— ¡Ragnor!

La casa se sentía silenciosa y eso hacia entenderle que no había nadie en el lugar, lo cual sería un gran problema, porque necesitaba respuestas de manera inmediata.

—Ragnor—volvió a llamarlo.

Pero no recibió ninguna respuesta dándose por vencido, empezó a investigar más el lugar, las habitaciones, para ver si podía encontrar algo, la primera habitación que encontró en el lugar parecía ser la alcoba de Magnus, había una cama de dos plaza con unas sabanas bien coloridas, las paredes eran de un color azul marino y era enorme, sintió la necesidad de entrar pero se resistió, siguiendo en su exploración. La otra habitación que estaba a una distancia contenía documentos y un escritorio rústico como a Magnus le gustaba, las paredes iban decorado de un tapizado de cebra, había un gran cuadro antiguo con tres personas, Magnus era unos de ellos y parecía diferente, llevaba un traje y un peinado bien antiguo, al otro lado estaba Ragnor también con un traje negro y una gorra enorme del mismo color, en el medio de los dos, sentada en la silla había una mujer con un vestido enorme, su pelo iba recogido y a pesar de eso podías notar el rojo intenso de su pelo, era hermosa, cerró la puerta y se alejó del lugar, siguió caminando llevando casi de golpe una grandes puertas, no entendía porque su amigo brujo necesitaba una casa tan grande, abrió sin pensar si estaba prohibido entrar. La habitación era más oscura, trató de buscar un interruptor, las paredes eran negras al igual que las alfombras, en el medio de la sala había un piano y cada pared contenía cuadros con dos personas, el vampiro menor se adentro mas a la sala, mirando con atención, en un cuadro había una chica, una Nephilim, se acercó para leer su nombre.

—Annamarie Highsmith.

Alzó su mirada, era la chica de la cocina, estaba seguro que era ella, se dio vuelta y siguió mirando los otros cuadros, más cuadros de ellas pero con ropa normal, sonreía y eso hacia enojar a Simón, cuándo miró el último cuadro, que estaba frente al piano sintió como un puñal invisible entrar a su corazón, el último cuadro estaba ella también pero no estaba sola si no que estaba abrazada a un chico, y el chico era Raphael.

—Husmear las habitaciones es de mala educación, Simón.

Volteó aturdido, Ragnor estaba ahí apoyado en su bastón con una sonrisa.

—Y-Yo—empezó a tartamudear Simón.

—Esta sala es de Raphael—dijo Ragnor entrando—cuando todavía no se trasladaba al hotel, no ha venido aquí desde que volvió.

Simón volvió la vista al cuadro, Raphael se veía tan feliz, sus hoyuelos estaban presentes y sus ojos estaban dirigidos a la mujer, se notaba su cariño en aquella mirada, y le daba un poco de celos aquello.

—Raphael estuvo con una Nephilim—dijo Simón.

—Sí, un amor de jóvenes— concordó Ragnor.

El vampiro miró al brujo un poco molesto, porque estaba comenzando a sentir muchos celos de enterarse que su Raphael, quien le había besado anteriormente y estaba creyendo que sentían una atracción mutua, estuvo antes con una Nephilim en un romance fuerte.

— ¿Entonces por qué dice que el amor no existe?— preguntó Simón—mejor dicho ¿Qué paso con esa Nephilim?

—Creo que se lo tendrías que preguntar a él—dijo Ragnor.

—No puedo—dijo Simón— tuvimos una aparición de ella en la cocina y él se fue a su habitación, no quiere hablar.

—Eso es malo—comentó Ragnor— muy malo sabiendo que ella está muerta.

— ¿Qué dices Ragnor?— preguntó Simón confundido—eso es ilógico.

—Claro que no, puede haber manipulación de brujos—dijo Ragnor chequeando la lengua—tendremos que ir a buscar a Magnus.

—Esta con Alexander Lightwood—dijo Simón.

Vio como Ragnor sonreía con travesura al escuchar eso.

—Mucho mejor—dijo el brujo— quiero ver su cara cuando aparezca en su cita.

Simón empezó a seguirlo un poco dudoso de lo que iba a hacer, Magnus podría matarlos, pero no podía parar a Ragnor, porque de un momento a otro habían viajado a través de un portal, y aunque no quería admitir que había sido grandioso, tanto que levantó sus manos para simular que estaba en una montaña rusa divirtiéndose de la sensación, así que solo se quedo callado esperando que Magnus se resignara al verlos y tuviera que aguantarlos.

— ¡Es genial!— dijo emocionado Simón— ¡Los brujos son fantásticos!

—Cuidado—dijo Ragnor.

Simón lo miró confundido no dándose cuenta que el portal se había terminado y estaba cayendo de cara al piso sin poder evitarlo.

—Te dije que tuvieras cuidado.

El vampiro se paró y se sacudió riéndose por lo sucedido, miró a donde parecía ser el restaurante, en la cima del salón había un cartel que "Taki's" en grande y de un color rojo con luces.

—Ven, vamos—dijo Ragnor con una sonrisa.

La entrada del restaurante estaba protegida por un gran y corpulento hombre, su piel era roja como las letras del cartel, sus manos con afiladas garras de color negruzco, pero lo más raro de todo es que llevaba una túnica tapándolo casi por completo.

—Ragnor me alegro volverte a ver—dijo el hombre.

—Clancy tanto​ tiempo— respondió Ragnor.

Mientras tanto Simón lo miraba casi asustado, daba miedo, así que se ocultaba detrás de Ragnor.

—Magnus está adentro con un Nephilim—dijo Clancy.

—O si ya lo sabemos—dijo Ragnor—vamos a meter un poco de problemas.

El hombre dejó escapar una carcajada y Simón casi tiembla, su risa era horripilante, nada parecido a una risa normal.

—Pasen—dijo.

Simón siguió a Ragnor muy de cerca, mirando todo con curiosidad, porque era la primera vez que entraba a un lugar sabiendo que la mayoría podían ser o eran subterráneos.

— ¿Quién es ese hombre?— preguntó Simón.

—El es un Ifrit—dijo Ragnor—un brujo que no puede hacer magia.

—Es tenebroso—dijo Simón abrazándose.

—Es buena persona.

Simón miró el lugar, si el portal había sido fantástico este lugar había sido sacado de películas, el lugar olía a comida, las paredes era de piedras esmeraldas, el piso estaba adornado con piedras de diamantes y las mesas eran redondas flotando entre medio de las sillas, la sala estaba llena, miró hacia todos lados buscando a Magnus y a su acompañante.

—Allá están—dijo Ragnor—ven vamos a estropear su cita.

—Es una mala idea—dijo Simón.

—Claro que no—dijo el brujo— míralo el Nephilim parece incómodo.

Miró hacia la mesa y tenía un poco de razón, Magnus movía sus manos hacia todos lados mientras sonreía mientras parecía hablar de algo interesante, pero si mirabas al Nephilim podías notarlo un poco tenso aunque sonreía a veces para no ser descortés.

—Sigo diciendo que es mala idea—dijo Simón.

—Tú sígueme— alentó Ragnor.

Pensó en Raphael y como llevaría las cosas ¿Se le había pasado? ¿Estaría bien? Caminó detrás de Ragnor hasta que llegaron a la mesa, solo esperaría hasta el momento que los brujos pudieran intervenir en el problema.

— ¿Hay lugar para dos más?— preguntó Ragnor.

Simón miraba todo en silencio, pudo ver como el Nephilim se ponía de un color carmesí y Magnus lo miraba con cara de pocos amigos, estaban arruinando una cena.

—Claro que si— respondió Alec.

Ragnor se acomodó al lado de Magnus y el vampiro menor se sentó a lado de Alec casi en pánico por la cara que estaba dando el brujo, de seguro había esperado esa cena por mucho tiempo y ahora estaba arruinada.

— ¿Están pasando una buena velada?—volvió preguntar Ragnor.

—Claro que si— contestó Magnus— pero sus presencias la está acabando.

—Estamos aquí por algo importante—dijo Ragnor.

—Me lo pueden decir cuando llegue a la casa—le contesto Magnus entre diente.

—Se trata de Raphael—dijo Simón.

Vio como la cara del brujo cambio de irritación a una de preocupación de forma inmediata, sabía que si se trataba de Raphael no le iba a importar ser interrumpido en estas cosas, Simón había podido ver el gran cariño que tenía el brujo por el vampiro mayor.

— ¿Qué sucede con Raphita?

—Tendría que irme, así hablan en paz—dijo Alec.

—Claro que no— contestó Ragnor— podrías ser de ayuda joven Lightwood.

—Deja de incomodar a mi muchacho—dijo Magnus— ¿Qué sucedió con Raphael?

Simón vio como Alexander se volvía a sonrojar, no creyendo que vería a un Nephilim sin corazón así, en esa situación, avergonzado por todo.

—Tuvimos una aparición de...

—Annamarie Highsmith—dijo Simón—Raphael entró en un casi ataque.

—Pero ella está muerta—dijo Magnus y Alexander a la vez.

—Por eso creemos que hay algo con brujos—dijo Ragnor— necesitamos que investigues.

— ¿Entonces dejaron solo a Raphael en la casa?— preguntó Magnus.

—Si—dijeron Ragnor y Simón a la vez.

—Volvamos a la casa—dijo Magnus suspirando.

Simón se paró emocionado de su lugar, encontrarían la solución y eso le ponía feliz, no aguantaría ver mal a Raphael por mucho tiempo.

—Ven conmigo pequeño—dijo Magnus.

Simón vio la escena, Magnus le estaba hablando a Alexander, se miraban como si estuviesen sintiendo algo mutuamente, pero lo escondían bien, capaz aun ninguno de los dos habían dado el paso, aunque Magnus fuera muy directo.

—Si se enteran de esto—dijo Alexander— me matarán.

—A veces tienes que romper las reglas—dijo Simón sonriendo.

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