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SIMÓN

Estaba en su habitación tirado en la cama como sabia hacer cuando era un niño o un adolescente mundano cuando estaba necesitando aclarar la cabeza, no había creído que se sentiría cómodo en una habitación que no está fuera de la suya, no donde no había una computadora donde podría jugar a calabozos y dragones o su guitarra en el fondo de la habitación esperando ser tocada, tampoco creas sobrevivir a una habitación tan colorida y sin qué entrara la luz del sol por las ventanas, pero ahora con todo lo contrario, según sea su lugar, su refugio, que encerrado en esas cuatros paredes el pondría pensar con normalidad. También no tenía sentido que era la hora de estar con alguien o enamorarse, estaba bien con la vida que tenía, amigos, guitarra y videojuegos, era su vida y no tenía metro nada más, pero ahora Raphael estaba revolviendo todo ¿Necesitaba lanzarse a los brazos de alguien que no sabía amar? esa era la preocupación, el había sido criado por los padres que habían estado casados ​​mucho tiempo, hasta que su padre falleció, quería eso, alguien con quien de verdad tendría que estar por mucho tiempo, enfrentando los momentos malos y disfrutando los buenos, también no importaba la sexualidad de su futura pareja y por eso estaba confundido ¿Raphael era el indicado? Se sentó y miró la habitación, sus libros estaban sobre el escritorio, lo poco que había tenido que sacar su cuarto, había visto tantos de ellos donde aparecieron personajes con la misma actitud del vampiro mayor, pero ahora así enfrentándolo el mismo lo ponía de los nervios él había sido criado por los padres que habían estado casados ​​mucho tiempo, hasta que su padre falleció, quería eso, alguien con quien de verdad habría estado por mucho tiempo, enfrentando los momentos malos y disfrutando los buenos, también no importaba la sexualidad de su futura pareja y por eso estaba confundido.

—No es como Deamon Black—se dijo— Raphael no cambiará sus pensamientos.

Sus fosas nasales pudieron atrapar el olor a menta que sabia irradiar Raphael y eso lo hacía querer saltar de la cama e ir hasta donde estaba el, y conocerlo más, tenía que admitir que su transformación lo había cambiado un poco, se sentía raro y lleno de emociones, cual en su mundanez no lo había sentido tan intenso como ahora. Pensó en Clary y en lo molesto que estaba con ella, ¿Por qué los Nephilim tenía que tratar mal a los subterráneos? ¿Había una ley para que lo hicieran? ¿Jem y Will eran iguales? se tiró de nuevo a la cama cansado, sus héroe de los cuentos que contaba Joselyn no eran nada igual, eran un asco y se dio cuenta que no sabía nada de los vampiros. Se paró con cansancio y salió de la habitación, si quería saber algo de los de su especie tendría que investigar en los libros de la biblioteca, miró la puerta que tenía en frente y arrimó la mano con cuidado en ella, tendría que pensarlo, siguió caminando no era hora de meter un problema más. Caminó hacia la sala encontrándose a Magnus y a Ragnor jugando ajedrez en el medio de la sala, Ragnor​ tenía un bastón plateado al lado, verlos ahí parecía estar en un sueño, decir que habían dos brujos frente a sus ojos lo considerarían como locos.

—Que genialidad—dijo Ragnor—Magnus has aprendido a jugar, te felicito.

—Me sorprende pastelito verde—dijo Magnus— sabes que soy genial en todo.

Camino hasta el sillón vacío y se sentó tratando de no interrumpir, a veces su abuelo sabia decirle que para olvidar un problema solo hay que concentrarse en algo más y ver dos brujos jugando ajedrez lo ayudaría.

—Es hora que aprendas esto, Magnus— dijo Ragnor.

—Paso— dijo Magnus— estoy bien así.

El juego iba algo parejo, solo que las piezas de Ragnor eran más que las piezas de Magnus, pero podía ver la diferencia, el brujo de color verde parecía tener más habilidad en esos juegos, mientras que Magnus parecía más de ropa y joyerías.

—Creo que me he aburrido—dijo Magnus bostezando.

—No entiendo porque dejas todas las cosas a medias—dijo Ragnor enojado.

—Tengo el corazón roto—murmuro Magnus.

Simón y Ragnor lo miraron confundido por su confesión.

— ¿Y eso que tiene que ver?— preguntó Simón.

—Porque Saphael no aceptan los hechos y están juntos—dijo Magnus cruzándose de brazos.

El vampiro se hundió en el sillón y se hizo ovillo al escuchando.

—Magnus deja a Simón—lo retó Ragnor— ¿Pequeño vampiro quieres escuchar una historia y dejar aparte a ese brujo metiche?

No siempre aparecía un brujo de piel verde con cuernos y te ofrecía contarte una historia que podía ser verdadera, Simón asintió a aquello como respuesta.

—Hace unos años había un joven—empezó a relatar Ragnor.

— ¿Un joven qué? ¿Hada, vampiro, lobo, brujo, zombie?— preguntó Magnus.

—Déjame seguir Magnus— le reto Ragnor— este joven era un chico con una personalidad particular, tenía un carácter fuerte pero a la vez era alguien con un gran corazón, no había tenido una vida buena y era muy difícil de suavizarse con las personas.

—Oh ya entendí— interrumpió Magnus.

Pero Simón no entendía ¿Para qué Ragnor le contaba la vida de un chico?

—Las primera veces era difícil de dominar, un chico de pocos años de vida para mí era de difícil controlar, pero lo aguante.

— ¿Esta historia es cierta?— preguntó Simón.

—Claro que si, este chico con el tiempo se convirtió en una persona astuta y muy controladora cuando se trataba del bien de las personas, también tenía su lado malo, manipulador y un poco rebelde cuando quería.

— ¿Y qué le sucedió?— preguntó Simón.

—Cómo todo adolescente el muchacho se enamoró y a veces el primer amor no es del todo bueno, presta atención—dijo Ragnor— ella era una muchacha, una que el joven no podía tocar, ni mirar, era de alto nivel, pero la muchacha era muy traviesa y se junto con él, como toda relación todo iba bien al principio, mucho amor y cariño entre los dos, él la adoraba, pero ella era pequeña y solo quería experimentar.

— ¿Entonces ella jugó con él?— preguntó Magnus horrorizado.

—Ella tenía reglas, al ser de un nivel más alto, ella no debía estar con los de niveles más bajos.

—Eso no tiene nada que ver—dijo Simón molesto—ella tendría que haberse alejado antes de usarlo.

—Claro, pero ella no tenía esas ideas, ella quería divertirse y tener aventuras, todo lo que el joven tenía para darle, pero no veía que los sentimientos también iban incluido.

— ¿Y qué paso?— Preguntó el menor exasperado— ¡Habla más rápido!

—La relación se acabo.

— ¡¿Por qué?!—gritaron Magnus y Simón.

—La muchacha encontró a alguien de su nivel con cual se quedo, en parte.

— ¿Y qué pasó con el joven?— Preguntó Simón.

—El pobre muchacho sufrió cuando ella lo dejo y se juró que no volvería a amar.

—Odio los finales tristes—dijo el otro brujo frunciendo el ceño.

Simón estaba más que acuerdo con Magnus, odiaba los finales tristes y más cuando esa historia era real ¿Qué paso con el chico? ¿Está vivo? ¿Sigue con su promesa? ¿O volvió a tener a alguien?

— ¿Por qué me dices esto Ragnor?

— Por Raphael—dijo el brujo—quiero que pienses y veas que el capaz es así por algo.

Simón asintió ¿Y si Raphael no creía en el amor culpa de una persona? ¿Tanto daño le habría hecho? No podía permitirlo.

— ¿Entonces me están diciendo que empiece a investigar?

—Seria un juego entre nosotros —dijo Magnus— investigar a Raphael.

— Creo que esto es mala idea.

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