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SIMÓN

Está tarareando una canción mientras camina por el callejón, tratando de quitarse la mala sensación en su cabeza. El viento soplaba con suavidad pero lo suficiente para que se escuchen ruidos raros y ni hablar de las sombras que se mueven al compás de los ruidos. Los causantes, un cartón en la basura. 

 ¿Pero por qué su cabeza está inquieta? ¿Por qué su cuerpo tiembla? ¿Por qué tiene tanto miedo? Deja escapar un suspiro para sacar sus malas vibras. A lo lejos, en el callejón de al frente se muestran luces de multicolores resplandeciendo el camno, cual Simón se guia más estusiamado, es la parte trasera del club Pandemónium ¡Ya está cerca de Clary! Sonríe con alegría. 

Se detiene para observar una fila de personas, algunos vestidos de negros y otros más formales, pero no le da importancia, coloca sus manos en los bolsillos de su pantalones y cruza hacía el callejón de al frente, tarareando una canción por lo bajo. Al pasar cerca de la puerta trasera del club el olor a sustancia, alcohol y tabaco inunda sus fosas nasales, llenandole de preguntas sobre que debe estar sucediendo. 

— ¿Intentas colarte a la fiesta, mundano?

Se da vuelta para mirar a un chico joven parado en medio del callejón, un poco cerca de él, pero no lo suficiente. Su pelo castaño resalta con la luz del foco medio roto que hay arriba de la puerta y una sonrisa juguetona cruza su cara. Bajo sus ojos hay ojeras y se nota que ha metido porquerías en su cabeza, pero no dice nada porque ve cómo el chico aspira el aire con un movimiento terrorífico de cabeza, moviendola hacía sus hombros y cerrando sus ojos. ¿El joven está loco? ¿La droga apagó su consciencia? 

Sus instintos le gritan que corra mientras que el joven está distraído, pero su cuerpo no se mueve, no tiene control en su cuerpo ahora mismo.

— Raphael me prohibió esto— habló el chico chequeando la lengua con desagrado— pero tu sangre huele tan bien, un poco no hará daño ¿No?

Siente su corazón latir más rápido de lo que lo ha sentido su vida ¿Ha oído bien? ¿El chico habló de sangre? su cuerpo finalmente funciona, haciendo pasos hacia atrás en busca de escape, pero cada paso que hace el joven se acerca más. El chico ha vuelto a chequear la lengua.

— No podrás huir de mi, pequeño mundano.

Y Simón siente que su cuerpo pasa a dejar de funcionar. Es como si hubiese dejado de tener miedo al chico desconocido, es como si ahora fuera algo hermoso e inalcanzable a sus ojos, y no lo entiende... ¿Por qué no está corriendo lejos? ¿Por qué deja que el chico se le acerque? 

El desconocido lo toma del pelo y Simón no se resiste ¿Qué clase de magia está haciendo? siente algo húmedo en su cuello y después algo raspando su piel hasta que un dolor insoportable atraviesa todo su cuerpo. Es como si le estuvieran clavando algo doloroso en su cuello. Empieza a llorar, se siente débil y siente que pronto va a desmayarse, no sabe si ese va a ser su fin. 

Cuándo la puerta que está cerca se abre, Simón ya está débil, no puede ver a través de sus lentes empañados y el chico no suelta su cuello, pero alguien hace que el desconocido loco se aleje de un empujó. Simón solo puede soltar un gemido de dolor y apretar la herida mientras cae al suelo porque sus piernas se han debilitado completamente. El miedo ha podido con él, así que lo único que hace es hacerse un ovillo y protegerse de las personas que están ahí con él.

— ¡Lleven al mocoso al hotel!— grita un desconocido— ¡Que no se salga de ahí, si no ustedes también tendrán su castigo! ¿Escucharon?

Simón se acurruca más al escuchar aquella voz desconocida, es tan grave, masculina y firme que siente miedo ¿Lo está ayudando? ¿O quiere matarlo él mismo? Siente pasos y frases groseras cual no puede escuchar con claridad, pero sabe que alguien está ahí con él, porque puede percibir sus movimientos y como se acerca. 

— No temas —dice la persona desconocida— ¿Te sientes bien?

Lo siente cerca, tiene que sacar su cabeza de su escudo para mirar a la persona desconocida que ha cambiado su tono de voz a algo más suave. Se sorprende al verlo, es una persona muy guapa, la más guapa que ha visto en su corta vida. 

— ¡Ese hombre me mordió el cuello!

—Está borracho y drogado... las personas así hacen eso a veces.

—  ¿Cómo lo sabes? ¿Tú eres de esas personas?

— No niño— dijo el chico—, ahora ve a casa.

Simón se siente hinoptizado, lo único que puede preguntarse es... ¿Cómo alguien puede tener hoyuelos cuando sonríe y parecer tan guapo? ¿Por qué con este desconocido se siente tan así? Podría ser causa del trauma que está viviendo, ya ha leído de eso con anterioridad.

— Me siento raro— dice Simón. 

Trata de pararse y falla  en el intento, el desconocido le tiende una mano, el rostro del desconocido está seria otra vez y es incómodo porque no deja de mirarlo de esa manera tan... particular. 

— Nunca te acerques al hotel Dumort ¿Entendido?

Simón lo mira confundido pero a la vez asiente reiteradas veces, viendo como el desconocido sonríe. 

— Vete ahora, mundano.

Y Simón no desobedece, comienza a correr, esa persona sigue siendo un extraño y por ende debe alejarse lo antes posibles. Intenta justificar de paso que todo lo sucedido a sido por efecto del olor a sustancias que ha aspirado y que todo ha sido una alucinación. Aunque su corazón latiendo tan fuerte y sus piernas intentando desmoronarse le dice que no es así. 

Ve el edificio conocido a metros y sonríe aliviado, corre más rápido para poder ir a esconderse adentro y contárselo todo a Clary, ella seguramente va a reír para después preguntar sobre la clase de droga consumida que ha tenido. Abre la puerta del edificio con dificultad y sube las escaleras con torpezas casi cayéndose en el camino, pero al ver la puerta en lo alto le hace darse cuenta que está a salvo y debe calmarse, se toma de las rodillas y aspira aire para poder calmar su respiración antes de que le de algo. 

Una vez recuperado golpea la puerta un poco más fuerte de lo normal, haciendo que se abra de inmediato, mostrando una cabellera rojiza conocida y una cara sonrojada con lágrimas recientes. Madre e hija son iguales... 

— Señora Fray...

— Pasa Simón, Clary te espera en la sala— dice la mujer haciéndose a un lado.

Muchas cosas malas pasan por su cabeza y un aura negativa le hace pensar que algo malo está sucediendo, así que camina apurado por el pasillo hasta llegar a la sala, donde está Clary hablando sola. 

— ¿Tú encierro hizo que comenzará a hablar sola?— bromea Simón.

Clary lo mira y corre hasta él abrazándolo, Simón corresponde con gusto, lo que más le hacía falta era sentirse confortado con un abrazo así, más después de lo sucedido. Los segundos pasan y ninguno se aleja, Simón puede sentir el olor a vainilla del shampoo de la otra persona, solo que esta vez mucho más fuerte que las anteriores veces. La extrañaba bastante. Clary fue la primera en alejarse y mirarlo.

— ¡Tienes que ver esto!— dijo emocionada— mi nueva vida.

La chica voltea mirando al sillón y Simón empieza a preocuparse por el comportamiento de su amiga ya que no ve nada.

— ¿Se podrían mostrar así mi mejor amigo puede verlos?— pregunta Clary a la nada.

Simón aprieta sus labios y mueve su cabeza hacia su hombro izquierdo confundido.

— ¿Estás alucinando, Clarissa?— pregunta Simón.

Pero es sorprendido cuando en la sala aparecen tres personas con una marca rojiza brillante en sus brazos. Un chico de cabello rubio con ojos dorados y mirada de disgusto, todo vestido de negro con tatuajes raros en su piel, otro chico de cabello carbón y ojos azules que lo mira de la misma manera que la otra persona y una chica de pelo oscuro que le mira de una manera extraña.

— ¿Quiénes son ellos Clary?— pregunta.

— Ellos son de mi especie, Simón...

— No creo que sean perros Clarissa.

— ¿Siempre es así de irritable?— pregunta el rubio.

Simón vuelve a apretar sus labios, el rubio se está portando desagradable y no está para aguantarlo, acaba de ser atacado unos minutos antes, de haber sido mordido por un extraño, de ser salvado por otro extraño y ser intimidado por el chico más guapo que ha visto en su vida, por ese chico del callejón. 

— Me llamas después de semanas— dice Simón— ¿Para decirme que estás jugando con un rubio gótico teñido? ¿En serio?

La cara de enojo en los dos chicos presentes fueron algo de satisfacción después de toda la frustracción que tiene encima. 

— Soy rubio natural, para tu información.

Simón lo mira con una de sus cejas arqueada y dirige su mirada a su amiga una vez más, etá parece molesta mientras mira sus manos. 

— Y...Yo quería que te enterarás— susurra Clary—, mi gente quieren que me una a ellos.

— ¿Tú gente?— pregunta Simón— ¿Qué gente Clarissa? Somos todas personas aquí.

Clarissaase sienta en el sillón y hace una seña para que él también lo acompañe, Simón obedece  y se sienta a su lado.

— ¿Te acuerdas las historias que nos contaba mamá?— pregunta Clary— ¿De los niños medio ángeles? ¿Los vampiros? ¿Las hadas y hombres lobos? ¿Los demonios?

Simón asiente sin comprender de qué se trata todo y porque está hablando del pasado. 

— Todo es real, mamá es una Nephilim y yo por descendencia también.

Toca la frente de su amiga y después sus mejillas con sus dos manos, la mira a los ojos para ver si se ve desorientada, pero nada se nota fuera de lo común. Simón no entiende este estado de Clary. 

— ¿Qué te han dado de tomar Clary?—pregunta Simón— ¿Estás tomando algo fuerte que te ha llevado a decir tales cosas?

La chica saca las manos de su rostro con fuerza, inflando sus mejillas como cada vez que hace cuando se molesta.

— ¡Simón! esto es serio, estamos hablando de mi vida.

— ¿Y entonces qué necesitas que te diga?— preguntó Simón frustrado, dejando escapar un suspiro— ¿Estos chicos vivirán contigo aquí? ¿Me dices tengo que ir acostumbrando a sus caras?

La risa del rubio se escucha en la sala, una risa como cuando le da gracia algo tan ridiculo, Clary se empieza a mover inquieta en el sillón, evidenciando todo. 

— No Simón... iré al instituto, su hogar, para adiestrar mis habilidades.

— ¿Y?

— Y no podré verte por un tiempo, hasta que esté bien entrenada.

Simón se levanta del sillón evidenciando su enojo, la noticia no es buena y no se lo toma bien, para nada bien, así que intenta reclamar a través de sus emociones como han aprendido a hacer, ya que no es justo todo lo que le está diciendo. 

— ¡¿Me llamas para esto?! Vine hasta acá, fui atacado por un psicópata que me mordió el cuello, tengo el trauma más grande de mi vida y solo es que te vas, te creí mi mejor amiga Clarissa.

— Y...Yo lo soy pero por favor entiéndeme.

Simón camina hasta el pasillo y abre la puerta con dificultad por su vista nublada por las lágrimas, nunca ha peleado con Clary y menos le ha gritado, pero hoy es diferente y se siente como una despedida ¿Así es como se despiden hasta la proxima vez que se vean? De su parte no siente arrepentimiento, está bastante seguro que lo que ha hecho ha sido justificable por las emociones vividas tanto antes como durante la noticia. Sale con una sensación de angustia en su pecho y con un nudo formándose en la garganta. Hoy es un día deprimente. 


------------- Lo que hizo Ethan con Simón -------------

Encanto: Los vampiros poseen la habilidad de encantar a las personas para hacerlos vulnerables a sus deseos. En cierta forma se podría decir que es un poder de hipnosis o persuasión. La persona víctima del encanto hará lo que el vampiro le diga que haga y generalmente se usa para aplacar el terror de una víctima potencial antes de pasar a beber su sangre.

Nephilim: Los nefilim, a menudo referidos como cazadores de sombras, son una raza secreta de seres humanos que nacen con sangre angelical, cazadores de demonios que han existido y sobrevivido durante más de mil años. Han luchado valientemente contra los demonios todo ese tiempo, creando su propia cultura y civilización. Su mandato es proteger a los seres humanos, o mundanos, como ellos los llaman.

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